Folletos cristianos

"Juan Luis Guerra"

Juan Luis Guerra

Folletos cristianos
Conocido en todas partes por "Ojalá que llueva café en el campo", tras varios años de silencio, este dominicano ha sacado un nuevo disco que habrás oído en la radio, con ritmos caribeños de merengue y salsa, y suaves baladas.

Pero ahora es diferente. Todas sus canciones hablan de Dios. Ha cambiado la lluvia de café por el maná del cielo y donde antes le subía la bilirrubina ahora le invade la gratitud a Dios por haber entregado a su Hijo Jesucristo a morir por él. ¿Qué es lo que ha cambiado a Juan Luis Guerra? ¿Algún fanatismo religioso?

No. Juan Luis Guerra no es un pobre ignorante al que le han ?lavado el cerebro?. Cursó estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Santo Domingo y obtuvo una beca para estudiar música en Boston. Además de poeta y compositor, es un lector empedernido de la literatura hispanoamericana: Julio Cortázar, César Vallejo, Pablo Neruda... No es tampoco un "iluminado" caído del cielo; ha visto mucho mundo, y sin embargo está comprometido socialmente con los pobres de su Santo Domingo natal. ¿Qué es entonces lo que le ha pasado? Dejemos que él lo cuente:

Famoso y rico como era a raíz del éxito de sus canciones, llegó una etapa en su vida en la que, según dice él: "No tenía paz. Tenía problemas para dormir y tomaba muchas pastillas (...) Por más mérito que alcanzaba, fama o fortuna, siempre había ansiedad en mi corazón; no tenía forma de estar tranquilo". Pensó entonces que si conseguía un premio Grammy, llenaría ese vacío que sentía, pero después de obtenerlo en 1994, se sintió todavía peor.

Así que un día, en una rueda de prensa, comentó a los periodistas aquella desazón que sentía. Al terminar, dos personas se le acercaron y le hablaron de Jesucristo. Juan Luis entonces decidió pedirle perdón a Dios y entablar con él una relación personal. Aquello fue su conversión. Ahora confiesa: "Religioso no es la palabra; yo no soy religioso. Tengo una relación personal con el Señor (...) Él ha venido a mi vida y me ha dado el gozo y la paz que me faltaban".
Desde entonces su vida ha cambiado, además de sus canciones. Su prioridad ya no es la música, que ha cedido su puesto a su relación con Dios, a su papel como esposo y padre y a su compromiso con los demás. Ahora dedica mucho de su tiempo y su dinero a su iglesia local y a la fundación que lleva su nombre, dedicada en la República Dominicana a ayudar a niños huérfanos y desamparados, jóvenes drogadictos, mujeres reclusas y enfermos necesitados de cirugía.
No ha dejado de componer y cantar. Entiende que la música es un talento que Dios le ha dado. Así que sigue cantando Quisiera ser un pez y Ojalá que llueva café, pero ahora otro tema, que da sentido a su vida, invade las letras de sus canciones. Ahora dice: "No hay mayor privilegio para un músico que entonar alabanzas a Dios".
¿Qué es esto de la conversión? No es una experiencia nueva. Muchos la han vivido antes que Juan Luis Guerra. Hace unos 2.000 años en Jerusalén el apóstol Pedro, predicando a una multitud, les dijo: "Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados" (1). Convertirse quiere decir dar la vuelta. Cambiar el rumbo de tu vida. Ir caminando de espaldas a Dios y volverte para entablar una relación personal con él por el arrepentimiento y la fe.
Lamentablemente, en nuestro país se nos ha enseñado que uno llega a ser cristiano por el rito del bautismo, que es una decisión que otros toman por ti. Así que tenemos un país de bautizados pero no de convertidos. Y tanto es así que el mismo vicepresidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Pamplona, dijo a mediados de noviembre: ?Nos vemos obligados a reconocer el gran desequilibrio existente entre cristianos bautizados y cristianos convertidos (...) La sociedad española, aunque conserve muchos elementos cristianos, ya no es cristiana de corazón?*.
Y tú, desengáñate: Aunque estés bautizado, si no te has convertido a Cristo, no eres cristiano. Y no es religión lo que necesitas. Es, como Juan Luis Guerra, una crisis en tu vida que te lleve a la conversión. No un lavado de cerebro, sino una transformación interior por el perdón y el poder de Dios. No atender a las normas de una iglesia, sino a lo que el Señor te dice: "Deje el impío su camino, y el hombre injusto sus pensamientos, y conviértase al Señor, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar" (2).
Responde a ese llamamiento y el Señor dará un vuelco a tu vida. Y podrás decir, como Juan Luis Guerra en su último disco: "Oh Señor, me has redimido y en ti se alegra mi corazón".
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1. Hechos de los apóstoles 3.19
2. Isaías 55.7
* Fernando Sebastián: Congreso de Apostolado Seglar