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Salmos 32

Reina Valera 1960

La dicha del perdón

1Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
2Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad,
Y en cuyo espíritu no hay engaño.

3Mientras callé, se envejecieron mis huesos
En mi gemir todo el día.

4Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah

5Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová;
Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah

6Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado;
Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él.

7Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia;
Con cánticos de liberación me rodearás. Selah

8Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;
Sobre ti fijaré mis ojos.

9No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento,
Que han de ser sujetados con cabestro y con freno,
Porque si no, no se acercan a ti.

10Muchos dolores habrá para el impío;
Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia.

11Alegraos en Jehová y gozaos, justos;
Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.


Copyright © 1960 by American Bible Society (http://www.americanbible.org)

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