Blog cristiano: Pensamientos para la vida cotidiana
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De la obediencia a la devoción
Publicado el 18/02/2025
Desde el momento en que un niño empieza a entender palabras, su vida se llena de mandatos: "No toques eso", "No metas los dedos en el enchufe", "Termina las verduras si quieres postre". En realidad, durante sus primeros años, la obediencia del niño no suele estar motivada por amor, sino por un temor muy práctico: "Si no hago esto, no hay dibujos animados", o peor aún, si desobedezco, mamá pondrá esa mirada de "te lo advertí" y no quiero averiguar qué sigue después. En esta etapa, el niño obedece porque no tiene otra opción.
Con el tiempo, la relación cambia. Ahora es un joven y observa a su madre moverse de un lado a otro, recogiendo los platos, revisando la ropa en la lavadora y contestando llamadas al mismo tiempo. En medio de su ajetreo, ella suspira y murmura para sí misma: "Me gustaría tener un solo día sin tener que hacer nada…". No es una orden, ni siquiera una petición. Pero él escucha, reflexiona sobre ello y decide sorprenderla. Al día siguiente, sin que ella le diga nada, se levanta temprano y hace todas las tareas de la casa. Luego se acerca y le dice con una sonrisa: "Mamá, hoy descansas. Ya lo hice todo."
La sorpresa y la emoción en su rostro le hacen darse cuenta de algo nuevo. La relación ha cambiado; ya no se trata de evitar castigos o cumplir reglas, sino de alegrar el corazón de la persona que ama.
Años después, la relación da un salto aún mayor. Ahora ya no necesita esperar a que su madre exprese un deseo. Él conoce su corazón. Un día, la observa en su rutina de siempre; no se queja ni pide nada, pero su sonrisa es más débil, sus respuestas más cortas, sus suspiros más frecuentes. En un momento de descanso, la ve sentada, removiendo distraídamente su taza de café, con la mirada perdida. No es solo cansancio físico; es la carga de sentirse al servicio de todos, dándolo todo sin ser reconocida.
Sin que ella lo pida, su hijo actúa. Esa tarde, toma un papel y escribe con sinceridad: "Mamá, durante mucho tiempo no vi todo lo que haces por mí. Asumí que siempre estarías ahí, sin detenerme a pensar en todo lo que sacrificas. Pero ahora lo veo. Veo tu esfuerzo, tu cansancio, tu amor en cada detalle. Perdóname por todas las veces que no te di las gracias. Hoy quiero decirte que valoro todo lo que haces y que no sería quien soy sin ti. Gracias por tu paciencia, por tu entrega y por amarme tanto. Te quiero."
Luego, con cuidado, la deja en su almohada y se retira en silencio. Esa noche, cuando ella encuentra la carta y la lee, sus ojos se humedecen. Su corazón se llena de gozo: su hijo ha visto su amor y ha respondido con gratitud, sin que ella tuviera que pedirlo.
Este proceso refleja nuestra relación con Dios. Al principio obedecemos porque Él nos manda, luego porque aprendemos a reconocer sus deseos, y finalmente porque nos alineamos con su corazón, incluso sin que nos lo exprese directamente.
En la Biblia encontramos tres niveles de obediencia, que reflejan esta misma progresión:
1. Obediencia a los mandamientos de Dios
(Ex 19:5) "Ahora pues, si diereis oído a mi voz y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra."
Este es el nivel más básico de obediencia: hacer lo que Dios ha mandado claramente en Su Palabra.
Un ejemplo claro de esto es la Ley de Moisés. Cuando Dios sacó a Israel de Egipto y lo hizo Su pueblo, les dio la Ley como la base de su relación con Él. Era su guía para entender cómo vivir, cómo adorar y cómo comportarse en comunidad. En este punto, Israel era como un niño que necesitaba instrucciones detalladas para saber lo que estaba bien y lo que estaba mal.
Junto con la Ley, Dios estableció un sistema de bendiciones y maldiciones: si obedecían, serían prosperados; si desobedecían, enfrentarían consecuencias (Dt 28). Esta estructura reforzaba la idea de causa y efecto, enseñándoles que la obediencia traía vida y paz, mientras que el pecado los alejaba de Dios y traía sufrimiento.
Este tipo de obediencia es fundamental, porque demuestra respeto por la autoridad de Dios. Sin embargo, obedecer solo por obligación es una obediencia inmadura. Es el nivel del niño pequeño que sigue las reglas porque teme al castigo, no porque entienda su propósito o porque ame a quien las dio.
Cuando la obediencia se queda en este nivel, puede degenerar en un espíritu religioso sin vida, donde el cumplimiento de mandamientos se convierte en un fin en sí mismo, en lugar de ser una expresión de amor a Dios. Se obedecen reglas, pero sin pasión ni verdadera comunión con Él. Jesús confrontó este tipo de religiosidad en los fariseos, quienes cumplían meticulosamente la Ley, pero cuyos corazones estaban lejos de Dios:
(Mt 15:8) "Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí."
Una obediencia que no va más allá de seguir normas puede llevar a una fe seca y mecánica, donde las personas piensan que su relación con Dios se basa únicamente en lo que hacen o dejan de hacer. Pero Dios no busca servidores fríos que cumplan órdenes, sino hijos que le obedezcan por amor y devoción.
2. Obediencia a los deseos revelados de Dios
(2 S 23:16) "Entonces los tres valientes irrumpieron en el campamento de los filisteos y sacaron agua del pozo de Belén, que está junto a la puerta, y la trajeron a David; mas él no la quiso beber, sino que la derramó para el Señor."
En este nivel, la obediencia ya no se basa solo en mandamientos claros, sino en responder a los deseos de Dios, aunque no sean órdenes directas.
El ejemplo de los tres valientes de David lo ilustra bien. Cuando David expresó su anhelo de beber agua del pozo de Belén, no estaba dando una orden. Sin embargo, estos hombres, movidos por amor y devoción, arriesgaron sus vidas para traerle agua.
Dios también ha expresado sus deseos en la Escritura. Aunque no sean mandamientos directos, reflejan lo que Él quiere de nosotros. Un ejemplo claro es:
(Miq 6:8) "Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno; y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios."
La diferencia con el primer nivel es que aquí no solo obedecemos porque tenemos que hacerlo, o por miedo al castigo, sino porque entendemos lo que Dios ama y queremos agradarle.
3. Obediencia a los pensamientos no revelados de Dios
(Mr 14:8) "Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura."
Este es el nivel más profundo de obediencia: hacer cosas que Dios no ha ordenado ni expresado como un deseo, pero que sabemos que le agradan.
Un ejemplo notable es el de la mujer que derramó un frasco de perfume costoso sobre Jesús. Nadie le dijo que hiciera esto. No había un mandato ni un deseo expreso de Jesús pidiendo ser ungido. Sin embargo, ella, con una percepción espiritual profunda, actuó conforme al corazón de Dios.
Su acción no solo fue aceptada por Jesús, sino que fue exaltada:
(Mr 14:9) "De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que esta ha hecho, para memoria de ella."
Este tipo de obediencia requiere una comunión íntima con Dios. No es solo seguir reglas o responder a deseos expresos, sino anticiparse a lo que Dios quiere. Es la obediencia del creyente maduro, que no se pregunta "¿qué es lo mínimo que debo hacer?", sino "¿cómo puedo agradar más a Dios?"
¿Qué es lo que Dios realmente busca?
Dios no quiere solo siervos obedientes que sigan instrucciones. Quiere hijos que comprendan su corazón.
En el evangelio de Juan Jesús dice algo profundo:
(Jn 15:15) "Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre os las he dado a conocer."
La progresión de la obediencia en nuestra vida debe llevarnos de ser simplemente siervos obedientes a ser amigos de Dios, personas que entienden su corazón y responden a Él con amor, más allá de lo obligatorio.
Luis de Miguel
Comentarios
Alex R (19/02/2025)
Muchas gracias! Comprendí que el agradecimiento se aprende obedeciendo y luego se expresa sirviendo. Si? Esperamos leer muchos artículos mas!
Ludy Cifuentes (18/02/2025)
Bendiciones muchas gracias por este maravilloso estudio
Karla Huarachi (18/02/2025)
Muchas gracias por el blog! Que bendición saber que Dios me está hablando por medio de esta lectura.
Evelin Rodríguez (17/02/2025)
Amén Me identifico con el tema