Estudio bíblico de Éxodo 13:1-14:10
Exodo 13:1-14:10
Tema: Los hijos mayores fueron apartados y consagrados a Dios; Se celebró una Pascua conmemorativa; los hijos mayores entre los animales fueron colocados aparte; los israelitas salieron de Egipto y llegaron a Etam; Dios guió a los israelitas por medio de una columna de nube durante el día, y por una columna de fuego durante la noche.
Después de los estragos causados por la décima y última plaga, con la muerte de los hijos mayores de las familias del país, los israelitas fueron obligados a salir de Egipto por un rey y su pueblo, temerosos de que los juicios continuasen asolando a la población. El programa anterior terminaba con los detalles de la salida de los israelitas y las instrucciones para la celebración de la pascua por parte de los israelitas y personas de otras naciones.
El relato comienza con instrucciones concretas, porque
Los hijos mayores de Israel fueron consagrados a Dios
Los israelitas estaban saliendo de Egipto y dirigiéndose hacia el Mar Rojo. Leamos los versículos 1 al 3:
"Entonces el Señor habló a Moisés, diciendo: Conságrame todo primogénito; el primer nacido de toda matriz entre los hijos de Israel, tanto de hombre como de animal, me pertenece. Y Moisés dijo al pueblo: Acordaos de este día en que salisteis de Egipto, de la casa de esclavitud, pues el Señor os ha sacado de este lugar con mano poderosa. No comeréis en él nada leudado."
Los hijos mayores de Egipto habían muerto. Los dioses de Egipto habían considerado siempre a aquellos hijos como propios y ahora, Dios reclamaba la consagración de los hijos mayores de Israel como suyos. También hoy, aunque el quiere ocupar el primer lugar en la vida de los creyentes, muchos no le dan ese primer lugar. El reclama lo mejor de nosotros y ser la prioridad máxima en todos los aspectos. No es posible que la mayor parte de nuestra vida esté dedicada a nuestros intereses personales o al ocio. Recordemos que El siempre ha bendecido a aquellos que han colocado a Dios en primer lugar.
Los israelitas acababan de salir de Egipto donde, por años, habían servido como esclavos. Quizás muchos se habrán sentido dolidos por el hecho de que, apenas liberados de la esclavitud el Señor les reclamase la dedicación de sus hijos mayores para El. El Señor Jesucristo hace lo mismo por ti y por mí. Nos libera de la esclavitud del pecado, nos salva, nos pone en libertad. En Su Palabra, concretamente en el Evangelio según Juan 8:36 leemos lo siguiente: Así que, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Pero el Señor desea que nos consagremos a El. Hemos sido comprados por un precio muy elevado, la sangre preciosa de Jesucristo. Y El nos bendice cuando nos entregamos a El voluntariamente, y le colocamos en el primer lugar de nuestra vida.
Continuemos leyendo los versículos 5 al 7:
"Y será que cuando el Señor te lleve a la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del heveo y del jebuseo, la cual juró a tus padres que te daría, tierra que mana leche y miel, celebrarás esta ceremonia en este mes. Por siete días comerás pan sin levadura, y en el séptimo día habrá fiesta solemne al Señor. Se comerá pan sin levadura durante los siete días; y nada leudado se verá contigo, ni levadura alguna se verá en todo tu territorio."
En otras palabras, los israelitas debían celebrar la fiesta de la Pascua y la fiesta de los panes sin levadura. Cuando salieron de Egipto se llevaron para su viaje sus amasaderas y la masa que estaba en ellas. Esta era masa con levadura y Dios les dijo: "Quiero que os libréis de ella" Por 7 días tendrían que comer el pan sin levadura y no deberían tener consigo pan con levadura ni permitir que lo hubiese en sus casas. Pero había algo más; leamos el versículo 8:
"Y lo harás saber a tu hijo en aquel día, diciendo: Esto es con motivo de lo que el Señor hizo por mí cuando salí de Egipto."
La celebración de esta fiesta debía pasar de una generación a otra, para que la gente siempre recordase que Dios les había liberado de la esclavitud en Egipto. Continuemos leyendo los versículos 9 al 12:
"Y te será como una señal en tu mano, y como un recordatorio en tu frente, para que la ley del Señor esté en tu boca; porque con mano fuerte te sacó el Señor de Egipto. Guardarás, pues, esta ordenanza a su debido tiempo de año en año. Y sucederá que cuando el Señor te lleve a la tierra del cananeo, como te juró a ti y a tus padres, y te la dé, dedicarás al Señor todo primer nacido de la matriz. También todo primer nacido del ganado que poseas; los machos pertenecen al Señor."
Los primeros machos que naciesen del ganado de los israelitas, pertenecerían al Señor. Y añade el versículo 13:
"Pero todo primer nacido de asno, lo redimirás con un cordero; mas si no lo redimes, quebrarás su cerviz; y todo primogénito de hombre de entre tus hijos, lo redimirás."
En el caso de la primera cría de una asna, deberían dar un cordero o un cabrito como rescate por el asno. De acuerdo con Levítico 11, los asnos eran animales ceremonialmente impuros pero podían ser redimidos por corderos sacrificados en su lugar. Y el hijo mayor de los israelitas sería redimido, como veremos más adelante, por plata, que representaría al dinero del rescate. Leamos los versículos 14 y 15:
"Y será que cuando tu hijo te pregunte el día de mañana, diciendo: ¿Qué es esto?, le dirás: "Con mano fuerte nos sacó el Señor de Egipto, de la casa de servidumbre. Y aconteció que cuando Faraón se obstinó en no dejarnos ir, el Señor mató a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito del hombre hasta el primogénito de los animales. Por esta causa yo sacrifico al Señor los machos, todo primer nacido de la matriz, pero redimo a todo primogénito de mis hijos."
La celebración recordaría a los israelitas que Dios les había liberado de la opresión en las tierras de Egipto. De entre los hijos de las familias, el mayor tendría que ser redimido por la plata. En este sentido, cabe recordar las siguientes palabras escritas por el apóstol Pedro en su primera carta, 1:18 y 19:
"sabiendo que no fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir heredada de vuestros padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, la sangre de Cristo."
Hay que subrayar que se pretendía que todas estas indicaciones debían ser explicadas a los hijos para que vieran estos actos con la debida motivación, con un conocimiento pleno, para que no repitiesen los ritos sin comprender su valor espiritual. Continuemos con la lectura Bíblica, en el versículo 17:
"Y sucedió que cuando Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los guió por el camino de la tierra de los filisteos, aunque estaba cerca, porque dijo Dios: No sea que el pueblo se arrepienta cuando vea guerra y se vuelva a Egipto."
Los israelitas acababan de salir de la esclavitud y no estaban preparados para la guerra. El camino más corto para que llegasen a la tierra que Dios les había prometido corría a lo largo de la costa marítima. Durante la guerra de los 6 días que tuvo lugar en 1967, los israelitas de desplazaron por la costa marítima y expulsaron a los egipcios. Por supuesto aquellos disponían de preparación militar, carros de combate y apoyo aéreo. Pero los israelitas de los tiempos Bíblicos, anteriormente esclavos, ni siquiera tenían armas para luchar; así que Dios, por su gracia y misericordia, les condujo a través del desierto. Era una ruta más larga para aquella lejana tierra, pero les evitaría encuentros con enemigos y guerras. No tendrían que enfrentarse con enemigos hasta entrar en su nueva tierra. Tardaron 40 años en atravesar el desierto y llegar a la tierra prometida. Como veremos más adelante, para ese entonces, tendrían un ejército bien equipado.
Algunos piensan que Dios podía haberles liberado por un milagro. Esto es cierto, solo que el razonamiento no es correcto. Hay cristianos que creen que Dios debería realizar un milagro por ellos en cualquier momento, y se sienten con el derecho de pedir a Dios que intervenga por cualquier motivo o circunstancia. No se trata de la capacidad de Dios para obrar milagros, porque El puede llevarlos a cabo. Más bien, la cuestión es la forma o manera en que Dios quiera actuar, porque El sigue un plan. Cuando resulte necesario, El hará un milagro a favor nuestro, pero únicamente para hacer Su voluntad y cumplir Sus propósitos para nuestras vidas.
El Señor podría haber trasladado a los israelitas milagrosamente a la tierra de los filisteos, y si hubiesen sido atacados por enemigos, les podía haber liberado de forma repentina. Cuando es necesario, Dios está preparado para realizar milagros, pero solo con el propósito de cumplir Su voluntad. Y el cumplimiento de Su voluntad es lo mejor que nos podría suceder.
Leamos a continuación el versículo 18:
"Dios, pues, hizo que el pueblo diera un rodeo por el camino del desierto, hacia el mar Rojo; y en orden de batalla subieron los hijos de Israel de la tierra de Egipto."
En estas palabras vemos que los israelitas salieron de Egipto de forma ordenada, y no como una turba incontrolada. Aunque aquella muchedumbre tan numerosa no era un ejército, cualquiera que les hubiera contemplado a lo lejos, habría visto un grupo enorme pero bien organizado.
Observemos un detalle interesante en el versículo 19:
"Y Moisés tomó consigo los huesos de José, pues éste había hecho jurar solemnemente a los hijos de Israel, diciendo: Ciertamente os visitará Dios, y entonces llevaréis de aquí mis huesos con vosotros."
O sea que al salir de Egipto Moisés llevó los huesos de José. Un pasaje interesante de Génesis 50; 24, dice:
"Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir, pero Dios ciertamente os cuidará y os hará subir de esta tierra a la tierra que El prometió en juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob."
Y Génesis 50:25, continúa diciendo:
"Luego José hizo jurar a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os cuidará, y llevaréis mis huesos de aquí."
Al menos 200 años habían transcurrido desde que José había pronunciado aquellas palabras, pero al fin llegó el momento de su cumplimiento. Cuando el murió, era un héroe nacional y como tal, tuvo que ser enterrado en Egipto. Pero, con el tiempo, surgió un Faraón que no conocía a José. Entonces, había dejado de ser un héroe de su país y sus huesos podían ser trasladados fuera de Egipto sin que nadie protestase.
José quería ser sepultado en la Tierra Prometida. Pero, ¿por qué remover sus restos mortales para enterrarlos en la otra tierra? El libro del Génesis terminó sin que los hombres de fe de aquella época viesen la promesa de la tierra hecha realidad. Pero la expectativa de una intervención divina parece implícita en las palabras de Jose, que resumían la esperanza expresada en el Antiguo y en el Nuevo testamento. Por ello, aquellos hombres y mujeres fieles murieron con la esperanza de la resurrección y el cumplimiento de las promesas dadas a los patriarcas, con la llegada del Mesías prometido. Y ésa era también la esperanza de Moisés. En consecuencia y por la fe, Moisés llevó los huesos de José a la Tierra Prometida.
El último párrafo de este capítulo 13, describe el
Viaje a Etam bajo la guía divina
Leamos los versículos 20 al 22:
"Y partieron de Sucot y acamparon en Etam, al borde del desierto. El Señor iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche. No quitó de delante del pueblo la columna de nube durante el día, ni la columna de fuego durante la noche."
Los israelitas estaban desplazándose hacia el muy cálido desierto que incluso Moisés calificaría como "aquel vasto y terrible desierto". Y lo atravesaron sin siquiera sufrir quemaduras por causa del calor abrasador, porque tenían sobre ellos la protección de una columna de nube durante el día. Aquella nación tuvo algo que ninguna otra jamás había tenido: la Gloria, la presencia visible de Dios. Cuando en su carta a los Romanos 9:4, el apóstol Pablo estaba refiriéndose a sus parientes, dijo: " . . . a quienes pertenece la adopción como hijos, y la gloria . . . " tenían con ellos la gloria, una manifestación que pudieron contemplar, de la misma presencia de Dios.
Ni siquiera la Iglesia puede contemplar la presencia visible de Dios. A la iglesia no se le ha dado una manifestación visible. El apóstol Pablo, en su carta a los Efesios 1:3, dice que Dios "nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo". Nosotros no necesitamos la presencia visible de Dios para vivir por la fe. Ellos necesitaban aquella "gloria" porque en aquellos tiempos, la salvación, la redención, aún no había sido cumplida en la historia. Solo se haría realidad con la venida de Cristo al mundo.
Estos últimos versículos nos muestran que Dios había hecho preparativos para hacer frente a cualquier contingencia, a fin de conducir a Su pueblo sin peligro a través del desierto.
Exodo 14:1-10
Tema: Dios dio instrucciones a los israelitas; Faraón comenzó a perseguirles con su ejército; los israelitas mostraron su descontento y murmuraron; Moisés alentó a su pueblo; Dios le dio instrucciones a Moisés; la columna de nube fue removida y los israelitas cruzaron el Mar Rojo; los egipcios les siguieron por el camino abierto en el mar y se ahogaron.
El primer párrafo nos relatará como
Faraón y su ejército persiguieron a Israel
Leamos los versículos 1 al 3:
"Y el Señor habló a Moisés, diciendo: Di a los hijos de Israel que den la vuelta y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar; acamparéis frente a Baal-zefón, en el lado opuesto, junto al mar. Porque Faraón dirá de los hijos de Israel: Andan vagando sin rumbo por la tierra; el desierto los ha encerrado."
Faraón tenía espías que vigilaban a los israelitas y, de todas maneras, los movimientos de una multitud de tantos centenares de miles de personas habrían sido difíciles de ocultar. Faraón habrá esperado que los israelitas iniciarían su por la ruta de la costa y para llegar hasta la tierra de los Filisteos. Cuando comprobó que se encaminaban hacia el desierto pensó que estaban perdidos y no sabían a donde se dirigían. Dios dijo que cuando el soberano pensase que estaban atrapados, les perseguiría. Era evidente que Faraón les había dejado salir de mala gana. Y por otra parte, Dios no había terminado de tratar con él, como veremos en el versículo 4:
"Y yo endureceré el corazón de Faraón, y él los perseguirá; y yo seré glorificado por medio de Faraón y de todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy el Señor. Y así lo hicieron."
Uno podría pensar que los egipcios ya habían experimentado bastantes desastres, pero algo bastante más grave y que les acabaría convenciendo, estaba a punto de ocurrir. Leamos los versículos 5 al 7:
"Cuando le anunciaron al rey de Egipto que el pueblo había huido, Faraón y sus siervos cambiaron de actitud hacia el pueblo, y dijeron: ¿Qué es esto que hemos hecho, que hemos permitido que Israel se fuera, dejando de servirnos? Y él unció su carro y tomó consigo a su gente; y tomó seiscientos carros escogidos, y todos los demás carros de Egipto, con oficiales sobre todos ellos."
Aquí vemos la magnitud de la fuerza militar que se puso en marcha contra los israelitas, en contraste con la inferioridad de aquella multitud impotente, que incluía a mujeres, niños y al ganado. Leamos, finalmente, los versículos 8 al 10:
"Y el Señor endureció el corazón de Faraón, rey de Egipto, y éste persiguió a los hijos de Israel, pero los hijos de Israel habían salido con mano fuerte. Entonces los egipcios los persiguieron con todos los caballos y carros de Faraón, su caballería y su ejército, y los alcanzaron acampados junto al mar, junto a Pi-hahirot, frente a Baal-zefón. Y al acercarse Faraón, los hijos de Israel alzaron los ojos, y he aquí los egipcios marchaban tras ellos; entonces los hijos de Israel tuvieron mucho miedo y clamaron al Señor."
Tenían sobrados motivos para clamar al Señor. Se encontraban entre dos fuegos. Las huestes de Egipto estaban detrás de ellos y, por delante, el Mar Rojo. Humanamente hablando, difícilmente podríamos imaginar a un grupo más indefenso y una situación más desesperada.
Estimado oyente. ¿No te has encontrado en alguna situación similar, en la cual no aparecía ninguna vía de escape? Recuerda que cuando clames a Dios, El siempre llegará a tiempo. Aunque no lo parezca, aunque pienses que ya has llegado al límite de tu resistencia y El parezca ausente, actuará en el momento más oportuno. No olvidemos las experiencias que dieron lugar a las palabras del Salmo 107:6,
"Entonces en su angustia clamaron al Señor, y El los libró de sus aflicciones;"
Esperamos que el recuerdo de esta oración, que ha llevado consuelo y paz a tantas personas, pueda dejarte la certeza de que Dios escucha, y Dios responde.
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