Estudio bíblico de Zacarías 1:7-11
Zacarías 1:7 - 11
Continuamos hoy, amigo oyente, el recorrido que iniciamos en nuestro programa anterior en el libro del profeta Zacarías. Hemos podido apreciar en los primeros seis versículos del capítulo 1 de este libro, una sección bastante práctica. Y opinamos que esa es una de las secciones más prácticas de este libro. Cuando decimos eso, no queremos indicar que lo que vamos a ver no es práctico. Sencillamente queremos decir que ahora hay un cambio en el panorama ya que vamos a observar las visiones que Dios le dio al profeta Zacarías. Llegamos ahora al versículo 7, y aquí comienzan las diez visiones que tuvo Zacarías en tan sólo una noche.
Ahora, reconocemos que muchos expositores bíblicos dicen que el profeta tuvo solamente ocho visiones. Nosotros las clasificamos como diez visiones, y ya veremos por qué, cuando lleguemos al lugar donde hacemos una división que la mayoría de los expositores y comentaristas bíblicos no suelen hacer. Ahora, con esto no estamos tratando de decir que ellos están equivocados y que nosotros estamos en lo correcto. Sencillamente es una forma diferente de estudiar un pasaje bíblico.
Ahora bien, quizá usted tenga la impresión de que ya que Zacarías tuvo estas visiones de noche, éstos eran sólo sueños. Pero podremos observar que el profeta presentó sus argumentos claramente, y que no fueron una sucesión de sueños. Creemos que lo mejor que podemos hacer es leer el principio del versículo 7, que nos dice:
"A los veinticuatro días del mes undécimo"
¿A qué mes se refiere el profeta? El año hebreo no comienza con el mes de enero. Así es que, cuando aquí se indica el mes undécimo, se está hablando del mes de febrero. La fecha que se nos presenta aquí entonces, es el 24 de febrero del año 520 A.C. Pronto veremos el significado de estos datos. Veamos ahora lo que dicen los versículos 7 y 8 de ese capítulo 1 de Zacarías:
"A los veinticuatro días del mes undécimo, que es el mes de Sebat, en el año segundo de Darío, vino palabra del Señor al profeta Zacarías hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo: Vi de noche, y he aquí un varón que cabalgaba sobre un caballo alazán, el cual estaba entre los mirtos que había en la hondura; y detrás de él había caballos alazanes, overos y blancos."
Queremos contemplar lo que nos dicen estos dos versículos, porque creemos que son significativos y de mucha importancia. Hemos dicho que aunque el profeta tuvo estas visiones de noche, eso no quiere decir que eran sueños, porque Zacarías lo afirmó categóricamente. Él dijo: "Vi de noche". Él no estaba diciendo que había soñado esa noche, sino que vio de noche; es decir, que ocurrió durante las horas nocturnas. Y en realidad, el comienzo de este versículo 8 indicaría una expresión como "mira", o "he aquí", como lo tenemos aquí. Creemos que el traductor debería haber colocado un signo de admiración, con lo cual el texto quedaría de la siguiente manera: "¡Y he aquí! Un varón que cabalgaba sobre un caballo alazán". Es importante que nos demos cuenta de que Zacarías no relata un sueño, sino una visión dada por Dios.
¿Cómo habla Dios? Dios siempre ha hablado de diversas maneras: puede ser a través de sueños, a través de visiones, a través de los profetas, a través de Su santa Palabra, pero sobre todo, nos habla por medio de su Hijo Jesucristo. Lo importante, estimado oyente, es oírle, y obrar en consecuencia. En el caso del profeta Zacarías, y volvemos a reiterarlo, vemos claramente que tuvo la experiencia de una visión divina, y que el profeta no admitió la probabilidad que lo que vio, fuese un simple sueño. El hecho de que sucediera de noche no implica que lo hubiese soñado. Él escribió: Vi de noche. No dijo: "Yo soñé de noche". Es importante para nosotros saber distinguir entre una manera de revelación u otra, de manera que podamos comprender claramente cómo Dios se reveló al profeta Zacarías.
Hay un dato más que es significativo en el texto que estamos considerando y tiene que ver con las fechas mencionadas. Se habla del mes de febrero. Cinco meses antes de esta fecha, fue cuando el Señor se apareció al profeta Hageo, y fue entonces cuando comenzó la labor de reedificación del templo. El profeta Hageo comunicó, dos meses antes de esta fecha, una serie de mensajes de parte de Dios de denuncia y llamamiento al arrepentimiento. Los primeros dos mensajes fueron dirigidos a los gobernantes, los políticos y a los sacerdotes, quienes esperaban la bendición de Dios a pesar de llevar una vida pecado, y sin tener en cuenta a Dios. El tercer mensaje fue dirigido al pueblo a causa de su demora en la construcción del templo. La gente había retrasado la edificación de la casa de Dios, por construir primero sus propias casas.
Hageo también les dijo que vendría la destrucción del poder mundial de los gentiles antes de que Dios estableciera su reino aquí sobre esta tierra. Y de que habría uno que vendría a gobernar, y que éste sería el Mesías, y que Él vendría del linaje de Zorobabel. Y usted recordará que en el último versículo del libro de Hageo, él dijo: "Y te pondré como anillo de sellar". Ese anillo era una señal de autoridad. Así es que, el Mesías no sólo iba a descender del linaje de David, sino que también vendría de la familia de Zorobabel. Tanto David como Zorobabel, fueron mencionados en las genealogías, uno de ellas en el Evangelio de Mateo, del la rama familiar de José; el otro, por la rama familiar de María, podemos leer este relato en el Evangelio según Lucas, capítulo 3.
Por tanto, fue bastante significativo que en aquel tiempo, mientras se estaba construyendo el templo, Zacarías recibiera estas diez visiones.
Como ya hemos dicho anteriormente, el profeta tuvo visiones, no sueños, así es que creemos que Zacarías estaba bien despierto. Y, amigo oyente, si usted o yo, hubiéramos tenido diez visiones como las que experimentó el profeta Zacarías todas en una noche, seguramente estaríamos tan alerta como lo estuvo él. Fueron tan importantes, revelaban tantas cosas, con tanta trascendencia, que indudablemente, el profeta se mantuvo despierto sin ningún problema.
La primera visión que nos encontramos es la de un jinete cabalgando entre los mirtos. Esto lo podemos ver en los versículos 7 al 17. Zacarías presentó este cuadro de una manera bastante dramática, y escribió en el versículo 8:
"Vi de noche, y he aquí un varón que cabalgaba sobre un caballo alazán, el cual estaba entre los mirtos que había en la hondura; y detrás de él había caballos alazanes, overos y blancos."
Creemos que es necesario detenernos aquí, y examinar de qué se trata esta visión. Para comenzar, ¿quién es este hombre montado en este caballo alazán? . Él dijo: "He aquí un varón". ¿Quién era este varón? Para nosotros es claramente una imagen de Jesucristo, una manifestación de Cristo antes de que él se hiciera hombre, se encarnara. ¿Y cómo sabemos esto? Bueno, en el versículo 9, leemos:
"Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: Yo te enseñaré lo que son éstos."
Y luego, en el versículo 11:
"Y ellos hablaron a aquel ángel del señor que estaba entre los mirtos"
El ángel fue identificado como el ángel del Señor. Ahora bien, en el Antiguo Testamento, cada vez que se menciona "el ángel del Señor" se refiere a la imagen de Jesucristo, manifestada antes de su encarnación, que tiene lugar en el Nuevo Testamento. A quien se describía entre los mirtos no era nada más, y nada menos, que el ángel del Señor, el ángel de Su presencia, quien representa a nuestro Señor Jesucristo. El Mesías. Y, ¿qué es lo que estaba haciendo? Estaba mirando, vigilando al mundo. Ahora, es cierto que a Satanás se le llama el príncipe de este mundo, y con el permiso de Dios, el sistema que rige hoy el mundo, todavía se encuentra bajo el poder de Satanás. Pero, amigo oyente, tenemos una buena noticia para usted: Dios no ha abandonado esta tierra, no se ha desatendido de su creación. Esta verdad es una de las promesas más animadoras que podemos comprender, y aprender, al considerar esta visión. Aun en este mismo instante, el Señor Jesucristo está cuidando los Suyos. En este caso concreto, estaba pendiente de la nación de Israel. Y qué gran consuelo, que gran ánimo es saber que Dios está pendiente de cada uno de nosotros. Que rodeados por planetas, galaxias, constelaciones sin fin, infinitos e incontables, el Creador, el Dios del universo continúa observando, está allí, cuidando a los Suyos, ¡qué maravilla! ¡Qué consuelo! ¡Qué mensaje para usted y para mí, qué poderosa visión! El profeta Zacarías dio muchos mensajes de consuelo. Y éste es uno de ellos.
Ahora, en el relato se mencionó un caballo alazán o rojo. ¿Y cuál es el significado del rojo? Bueno, debemos decir que nos habla de sangre, del derramamiento de sangre, de la sangre que la gente derramará en las guerras que estudiaremos al llegar al libro de Apocalipsis. Pero este caballo alazán nos habla de la sangre derramada en la cruz por Jesucristo, de Su sangre derramada. Él cuida de esta tierra, porque Él murió y derramó Su sangre por este planeta tierra en la cual usted y yo vivimos, estimado oyente, por cada uno de los que habitamos este planeta. ¡Qué cuadro hermoso y significativo tenemos aquí!
En la visión había otros caballos. Y no sólo caballos, entendemos que también había jinetes en el trasfondo. Creemos que se implica que había jinetes, porque Zacarías dijo: "El cual estaba entre los mirtos que había en la hondura, y detrás de él había caballos alazanes, overos y blancos". Creemos que al describir el cuadro de su visión, Dios no le dio toda la información detallada; podrían tratarse de seres angelicales, y que estaban bajo Su mando. La tarea de ellos era el cuidado esta tierra. Los colores que se mencionaron aquí son muy significativos. Zacarías describió a los caballos alazanes o rojos, overos y blancos. El caballo alazán, o rojo, habla de la guerra; luego tenemos caballos overos, que es un color amarillo melocotón; y los caballos blancos, que nos hablan de victoria. Nos hablan del hecho de que Aquél que está montado sobre este caballo, está marchando hacia la victoria. Y el significado simbólico es que la victoria ha venido después del derramamiento de sangre de Jesucristo.
Vamos a considerar ahora estos árboles de mirtos que Zacarías citó aquí. En algunos países a estos árboles se les llaman árboles de laurel. En otros lugares se les conoce como arrayanes; son árboles que crecen en regiones desérticas. En la tierra de Israel se pueden encontrar muchos de estos árboles. Aparentemente esas tierras son muy apropiadas para el crecimiento de estos árboles. En Israel existen bosques de miles y miles de esta clase de árboles. A veces se los considera como un emblema de Israel. Probablemente alguna vez usted ha podido observar que ciertos árboles y plantas representan a la nación de Israel. El árbol de oliva, por ejemplo, que también es natural de esa zona, el mirto, y la vid, la parra, los cedros. Todos ellos han tenido un significado simbólico en la Sagrada Escritura, la Palabra de Dios.
Otros profetas también hablaron de esto. Por ejemplo, en Isaías, capítulo 41, versículo 19, Dios dijo: "Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad cipreses, pinos y bojes juntamente". Y luego Dios dijo nuevamente en Isaías, capítulo 55, versículo 13: "En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será al Señor por nombre, por señal eterna que nunca será raída". Allí se plantaron gran cantidad de árboles, y la mayoría de ellos son mirtos, y esto puede tener un significado simbólico. Se pueden ver ramas de mirto enlazándose con ramas de palmera; esto se utilizó en el rito de la celebración de la fiesta de los tabernáculos, cuando se construían las cabañas, o "enramadas". Como una curiosidad le comentamos lo siguiente: "Jadaza" es la palabra judía para el nombre "Ester", pero también es la misma palabra para "mirto". Así es que, cuando a una muchacha se le daba el nombre de Ester y a otra se la llamaba Mirta, en realidad las dos tenían el mismo nombre.
Ahora, Zacarías describió que estaba "en la hondura". Y, ¿qué es lo que quiere decir con que estaba en la hondura? Bueno, indica que estaba en un valle. Posiblemente en un lugar donde el árbol de mirto podía obtener agua; que allí había un bosque.
En el cuadro que se describió había un jinete sobre el caballo alazán, y detrás de él, aparentemente, había más jinetes sobre otros caballos, unos eran los overos, con su piel manchada, quizá estaban a la sombra de estos mirtos, y los rayos del sol que se filtraban entre el follaje de los árboles les dibujan esas sombras de manchas sobre su piel. Pero los otros, el alazán y el blanco, se destacaban claramente en el cuadro de su visión.
El profeta declara que estos árboles estaba en el valle, y para nosotros esto tiene un significado simbólico, porque Israel se encontraba, en sentido figurado, en un lugar bajo, como en un valle, tanto moral como espiritualmente.
Creemos que el Señor Jesús estaba sencillamente esperando que llegara el día cuando Él iba a tomar control de la situación. Y mientras llegara ese día, Él estaba patrullando y vigilando la Tierra. Él nos está cuidando. Respecto a las otras criaturas mencionadas, nuestra interpretación es que eran seres sobrenaturales, ángeles que estaban allí junto a Él.
Vamos a concluir nuestro programa por hoy, pero es impactante contemplar algunos detalles de esta visión. La primera parte del versículo 9 de este capítulo 1 de Zacarías, leemos:
"Entonces dije: ¿Qué son éstos, señor mío?"
Leamos la respuesta, que sigue a continuación, en el mismo versículo 9 y el versículo 10:
"Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: Yo te enseñaré lo que son éstos. Y aquel varón que estaba entre los mirtos respondió y dijo: Éstos son los que el Señor ha enviado a recorrer la tierra."
Hace un momento, cuando hablábamos del versículo 8, decíamos que se implicaba aquí que había jinetes sobre estos otros caballos. En el versículo 10, leemos que: "Éstos son los que el Señor ha enviado a recorrer la tierra". Por eso creemos que había más jinetes; no creemos que los caballos solos fueran a recorrer la tierra y menos que hablaran con el ángel del Señor, porque dice en el versículo 11:
"Y ellos hablaron a aquel ángel del Señor que estaba entre los mirtos, y dijeron: Hemos recorrido la tierra, y he aquí toda la tierra está reposada y quieta."
Como podemos ver, la tarea de ellos era la de patrullar la tierra. Ahora ellos dijeron: "Hemos recorrido la tierra, y he aquí toda la tierra está reposada y quieta". Este comentario parece positivo y bueno, porque esta Tierra, en los 5.000 años de historia que se ha podido registrar, ha experimentado algo menos de 200 años de relativa paz. El ser humano, tristemente, es una criatura a la que fácilmente se la puede incitar a la guerra. Siempre está peleando, consigo mismo, y con los demás, siempre hay guerra en su corazón. Las noticias que leemos en los periódicos o que vemos en los informativos de la televisión nos hablan todos los días de guerras, de conflictos, de personas que huyen de sus países por temor, por necesidad, por persecución, y por muchos motivos más. Pero aquí tenemos un período de paz, y parece algo tan positivo. Pero, ¿era en realidad así?
Tendremos que esperar hasta nuestro próximo programa para analizar y responder a esta pregunta. Por hoy, vamos a detenernos aquí. Mientras tanto, le sugerimos que lea el resto de este capítulo 1 del libro de Zacarías. El estudio será más interesante y se comprenderán mejor las enseñanzas que Dios nos quiere mostrar a través de Su palabra. Será pues, hasta nuestro próximo programa, estimado oyente, ¡que Dios le bendiga, es nuestra ferviente oración!
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