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Estudio bíblico de 1 Corintios 14:1-40

1 Corintios 14:1-40

Continuamos hoy nuestro estudio de esta Primera Epístola del apóstol San Pablo a los Corintios. Nos encontramos en una sección que trata sobre el ejercicio de los dones espirituales. En el capítulo 12, vimos la concesión de los dones. Los dones fueron dados para mantener la unidad de la iglesia en medio de la diversidad. Cada miembro tiene un don diferente; sin embargo, todos han de funcionar juntos, así como el cuerpo humano funciona con sus diversos miembros. En el cuerpo, el ojo no puede hacer lo que hace el oído, ni el oído lo que hace el ojo. Y cada uno debe actuar de acuerdo con su función específica.

Nosotros, por medio del Espíritu Santo, somos colocados en el cuerpo de Cristo. Y somos colocados allí para usar nuestro don. Pablo dijo al final del capítulo 12 que debemos desear intensamente tener los mejores dones y, sin embargo, añadió que él les mostraría a los Corintios un camino más excelente. Y ese camino era el amor. Y todo el capítulo 13 trató el tema del amor. Y, después de mencionar a la fe, la esperanza y el amor, concluyó que el más importante de los tres era el amor y continuó diciendo que debíamos procurar seguir el camino del amor. Leamos pues el versículo 1 de esta capítulo 14 de 1 Corintios, en un párrafo que abarca el tema de que

El don de profecía es superior al de lenguas

"Seguid el amor y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis".

Aquí vemos que Pablo comenzó afirmando que deberíamos seguir el camino del amor, pero que debíamos procurar tener los dones espirituales. Pablo dice que uno debería desear los dones espirituales. Creemos que sería algo fuera de lo común si un creyente no deseara tener los dones espirituales. Y después añadió: "pero sobre todo que profeticéis". El profetizar es presentar la palabra de Dios, hacerlo de una forma sencilla e inteligente.

Podemos apreciar que Pablo en esta ocasión hizo una distinción entre los dones que concede el Espíritu y el fruto del Espíritu. El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, etc., lo cual, en realidad, es más importante que los dones del Espíritu. Y en realidad, nos gustaría ver mucho más fruto del Espíritu en las vidas de los creyentes y en mí mismo. Y nos gustaría ver mucho más amor; creemos que eso es lo más importante, y es el fruto del Espíritu Santo. Sólo el Espíritu de Dios puede producir fruto en nuestras vidas.

Se nos dice, pues, en la segunda parte de este primer versículo del capítulo 14, de la Primera Epístola a los Corintios: pero sobre todo, que profeticéis. Lo que Pablo realmente estaba buscando aquí era lograr que los creyentes de Corinto dejaran de tener una preocupación obsesiva con el tema de las lenguas, considerándolo desde un punto de vista emocional que conducía al fanatismo. Les aconsejó que consideraran el tema de los dones en su debida proporción. En el capítulo anterior, el 13:8, Pablo les había dicho que las lenguas cesarían. En ese sentido, el profesor McGee, autor de este comentario Bíblico, de acuerdo con la opinión del Dr. Robinson, especialista en griego, se inclina por pensar que las lenguas cesarían antes que otros dones espirituales. ( El otro punto de vista, que también alega tener apoyo Bíblico, es que cuando el apóstol Pablo escribió el citado versículo 8 del capítulo anterior, estaba diciendo que las lenguas cesarían al mismo tiempo que la profecía y el conocimiento, es decir, cuando la iglesia viviera la experiencia de la perfección del encuentro con su Señor en Su venida. De acuerdo con este punto de vista, las instrucciones dadas en este capítulo serían aplicables a todas las etapas históricas de la existencia de la iglesia en este mundo. )

El profesor McGee destacó que ningún registro histórico mencionó que Jesús hablase en lenguas, ni tampoco los apóstoles, después del día de Pentecostés. En el caso del apóstol Pablo, por una parte, no ha quedado constancia de que él pronunciase algún mensaje en alguna otra lengua aunque, por otra parte, sabemos por el versículo 18, que Pablo habló en lenguas, porque él mismo dijo: Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros. El Profesor McGee cree que aquí el apóstol se estaba refiriendo a idiomas conocidos y manifestó que se dio cuenta de la importancia de esta declaración cuando estuvo en Turquía y al visitar las ruinas de las siete iglesias mencionadas en el Apocalipsis, recordó que Pablo obviamente había predicado en todas ellas. Después, en el interior de aquel territorio, en dirección a Anatolia, fue consciente de que Pablo había viajado por esa región, procedente de Tarso, su pueblo natal. En ese extenso recorrido de cientos de kilómetros, al ver que en esa ruta han vivido antiguos pueblos y tribus que hablaron diferentes idiomas, se preguntó como habría hecho el apóstol Pablo para comunicarse con ellos, llegando a la conclusión de que les habrá predicado tal como hicieron los apóstoles en el día de Pentecostés, cuando todos las personas allí presentes les escucharon proclamar el Evangelio, cada una en su propio idioma.

Sabemos que en una ocasión, Pablo fue arrebatado hasta el tercer cielo, y él dice que allí "oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar". El profesor McGee, consecuente con su opinión de que las lenguas no constituyen un lenguaje estático y misterioso, sino que son idiomas conocidos, como en el caso de Pentecostés, creía que aquellas palabras que Pablo oyó no pertenecían a un idioma desconocido, sino que se trataba de palabras que al apóstol no se le permitió expresar. (Otros expositores Bíblicos se inclinan por creer que las lenguas mencionadas en este capítulo constituyen un lenguaje estático desconocido.)

Observemos, pues, que el capítulo 14 constituye una extensión del capítulo dedicado al amor. Dice el versículo 2 de este capítulo 14 de la Primera carta a los Corintios:

"El que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie lo entiende, aunque por el Espíritu habla misterios".

Como nadie las podía entender, aquellas personas no debían hablar en una lengua que resultase desconocida para el grupo, a menos que alguien pudiera interpretarla.

En este capítulo veremos que el apóstol les estaba dando un énfasis especial a tres dones: la profecía, las lenguas y la interpretación de las lenguas. Aquí cabría destacar que en la Biblia se mencionan muy poco a las lenguas, excepto en estos tres capítulos. Las referencias se encuentran en Marcos 16:17 y Hechos 2:3-4, 10:46 y 19:6. Ya hemos hablado de lo que ocurrió en el día de Pentecostés. En el hogar de Cornelio, él y su familia hablaron en lenguas. Los discípulos de Juan, en Éfeso, hablaron en lenguas después de que Pablo les predicara el Evangelio. Podemos ver, por lo tanto, que las lenguas fueron usadas en la institución de la época de la gracia. Y cada vez que fueron utilizadas, fue en relación con ese aspecto. Así y repasando las tres citadas ocasiones, se habló en lenguas en el día de Pentecostés, cuando el Evangelio fue proclamado a la nación de Israel. Se habló en lenguas en la casa de Cornelio cuando el Evangelio fue presentado a los no judíos y en Éfeso, cuando el Evangelio comenzó a extenderse hacia los confines de la tierra. Notemos ahora que Pablo dijo en el versículo 3:

"Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación espiritual, exhortación y consolación".

Pablo estaba enfatizando aquí el don de profecía, que les permitiría edificar espiritualmente a la comunidad, animándola y consolándola. Luego él dijo en el versículo 4:

"El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia".

Aquí da a entender que las lenguas, cuando eran ejercitadas por el individuo, podían conducir a un uso egoísta del don. Pero el profetizar, o enseñar, resultaba en la edificación espiritual de la iglesia. Luego el apóstol dijo en el versículo 5, de este capítulo 14:

"Yo desearía que todos vosotros hablarais en lenguas, pero más aún que profetizarais, porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación".

La profecía consistía en exponer la Palabra de Dios. El que profetizaba, ensañaba. En ese sentido, tenía más importancia para la comunidad, una reunión de Estudio Bíblico, que una reunión en la que se diera toda la importancia a las lenguas. (Debemos prestar atención a algo que en el día de hoy no se está enfatizando y es que nadie debería hablar en lenguas, si no estuviera presente una persona capaz de interpretar, para que los que escuchen, puedan recibir una enseñanza.) Y leemos en el versículo 6 de este capítulo 14 de la Primera Epístola a los Corintios:

"Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablo con revelación, con conocimiento, con profecía o con doctrina?"

Pablo estaba diciendo: "Si lo que digo yo no tiene ningún sentido, porque nadie me entiende, ¿qué utilidad tendría mi visita?" Y continuó diciendo en los versículos 7 y 8:

"Ciertamente, las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieran notas distintas, que se pudieran distinguir ¿cómo se sabría lo que se toca con la flauta o con la cítara? Y si la trompeta diera un sonido incierto, ¿quién se prepararía para la batalla?"

Aun un instrumento, construido en un material que no tiene vida, debe emitir sonidos que estén debidamente diferenciados para transmitir un significado a los que escuchen. La trompeta, por ejemplo, era utilizada para alertar a las tropas para la batalla. En el día de hoy, debemos tener una presentación clara del evangelio. Y Pablo dijo en el versículo 9:

"Así también vosotros, si por la lengua que habláis no dais palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís?, porque sería como si hablarais al aire".

Lo que Pablo estaba diciendo apelaba al sentido común. Y continuó diciéndoles en los versículos 10 al 12:

"Tantas clases de idiomas hay seguramente en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado. Pero si yo ignoro el significado de las palabras, seré como un extranjero para el que habla, y el que habla será como un extranjero para mí. Así pues, ya que anheláis los dones espirituales, procurad abundar en aquellos que sirvan para la edificación de la iglesia".

Hay muchos idiomas en el mundo. Sin embargo, no puede haber comunicación entre las personas que no hablan el mismo lenguaje. Si alguien hablaba en un idioma que nadie en la iglesia podía entender, ¿cómo podía esa actitud contribuir al desarrollo espiritual de los miembros de la congregación? La pregunta clave era: ¿Se edifica espiritualmente a la iglesia? ¿Contribuye al crecimiento espiritual de los creyentes? Y leemos ahora el versículo 13 de este capítulo 14 de la Primera Epístola a los Corintios:

"Por lo tanto, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla".

O sea que todo lo que se dijera en otra lengua, debía ser interpretado. De otra manera, no tendría sentido para nadie. Si el que hablaba no podía interpretar, entonces tenía que haber alguien presente que tuviera el don de interpretación. Y dice el versículo 14:

"Si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto".

Esta afirmación podría ir dirigida a quienes reconocieran hablar en lenguas en sus devociones personales. Si el entendimiento quedaba sin fruto, si no se beneficiaba, ¿podemos hablar de que el Espíritu Santo estaba actuando en esas personas? ¿No creemos que cuando el Espíritu actúa en un creyente, éste recibe la bendición de un fruto espiritual? Y Pablo continuó diciendo en los versículos 15 y 16:

"¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento, porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias?, pues no sabe lo que has dicho".

En otras palabras, los creyentes debían decir algo provechoso a lo cual las demás personas pudieran asentir diciendo "así sea", deseando que se cumpliera la oración. Y en los versículos 17 al 19, continuó Pablo su exposición diciendo:

"Tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no es edificado. Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida".

Creemos que lo que Pablo estaba diciendo es que él, como misionero a otros pueblos, había hablado en prácticamente una docena de lenguas diferentes o en más. Cuando estaba en un territorio de misión, él les hablaba en su propio idioma, lo cual tenía sentido para ellos porque le entendían, aunque el hablar esa lengua no tenía sentido para el mismo Pablo. Ahora, cuando él estaba en la iglesia, ante creyentes que hablaban su mismo idioma, se dirigiría a ellos en ese idioma para que todos le pudieran entender. Y dijo en el versículo 20:

"Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en cuanto a la malicia y maduros en cuanto al modo de pensar".

Otra vez les estaba hablando con severidad. Antes les había llamado niños, carnales o inmaduros en el conocimiento de Cristo. En este caso les estaba pidiendo que no actuaran como niños. Y continuó diciendo Pablo en los versículos 21 y 22:

"En la Ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor. Así que las lenguas extrañas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía es una señal, no a los incrédulos, sino a los creyentes".

Otra versión lo traduce así: Por hombres de lenguas extrañas, y por boca de extraños, hablaré a este pueblo. Podemos ver aquí que él se refería a un lenguaje que podía ser entendido. El apóstol usó una cita libre tomada de la ley, para mostrar que las lenguas tienen como fin ser una señal de la presencia de Dios también entre los no judíos. En Isaías 28:11, de donde se tomó la cita, a los asirios se les llamó hombres de lengua extraña. Como Israel se había negado a escuchar el mensaje de Dios transmitido por los profetas, Isaías predijo que llegaría otro mensaje. Este mensaje sería entregado por una lengua extranjera, ininteligible para los israelitas, aunque claro y evidente. La lengua extranjera simbolizó el rechazo de Dios, su respuesta disciplinaria ante la obstinada rebelión contra Él (Hechos 7:51). Un pueblo extranjero se convirtió temporalmente en siervo de Dios, en lugar de Israel (Romanos 10:19-21) y su lengua extranjera fue para Israel una señal del castigo por lo que había ocurrido. Éste parece ser el significado que Dios atribuyó a las lenguas. Así, las lenguas no interpretadas no tenían su lugar en la iglesia. Y el ejercicio de ese don sería de beneficio a la asamblea de los creyentes, únicamente si fueran interpretadas.

Leamos ahora el versículo 23, donde comienza un párrafo sobre

La importancia del orden en la iglesia local para el ejercicio de cualquier don

"Si, pues, toda la iglesia se reúne en un lugar, y todos hablan en lenguas extrañas, y entran recién convertidos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?"

Si hay algo que necesitamos hoy, es una presentación lógica y significativa de la Palabra de Dios. Las personas de nuestra generación son inteligentes, bien preparadas, sofisticadas y muchas de ellas, con ciertos conocimientos científicos. Y necesitan escuchar un mensaje comprensible y coherente. La Palabra de Dios necesita ser expuesta de manera que pueda ser bien entendida. Ahora, leamos los versículos 24 y 25 de este capítulo 14:

"Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o un recién convertido, por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón quedará al descubierto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros".

En otras palabras, si usted está predicando la palabra de Dios, y entra un no creyente, experimentará una convicción que le conduzca a la conversión. Y avanzamos ahora leyendo el versículo 26:

"Entonces, hermanos, ¿qué podemos decir? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Que todo se haga para edificación".

Si alguien iba a hablar en alguna lengua, tenía que haber alguien que tuviera el don de interpretación, para que el mensaje pronunciado resultara de provecho espiritual. Ahora, los versículos 27 y 28 dicen:

"Si alguien habla en lengua extraña, que sean dos o a lo más tres, y por turno; y que uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios".

No sólo tenía que haber edificación espiritual, pero la intervención pública debía llevarse a cabo en orden. Si alguien iba a hablar en una lengua, debía haber un intérprete, el mensaje debía tener sentido en conformidad con la Palabra de Dios. Si no era así, con toda seguridad, el Espíritu de Dios no estaba actuando en ese caso. Si no había un intérprete, o si dos o tres creyentes ya habían hablado, el que quería hablar en una lengua, tenía que permanecer en silencio. También podía retirarse en lugar apartado, y hablar para él mismo. Ahora, los versículos 29 y 30, dicen:

"Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen lo que ellos dicen. Y si algo le es revelado a otro que está sentado, que el primero calle".

Es evidente aquí que en aquellos días en la iglesia había personas que podían hablar proféticamente. Sabemos que las hijas de Felipe, profetizaron, como se indicó en los Hechos 21:9. Y en el mismo capítulo, alguien llamado Agabo profetizó. Continuemos ahora con el versículo 31:

"Podéis profetizar todos, uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados".

Cada uno podía tener algo que decir sobre la Palabra de Dios. Puedo decir que en la actualidad, yo he recibido grandes bendiciones al escuchar a ciertas personas hablando en reuniones de testimonios y creo que muchos otros han sido bendecidos también. Ahora, los versículos 32 y 33, dicen:

"Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas, pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz".

Vemos que el énfasis general continúa siendo que el culto o servicio en la iglesia tenía que ser conducido en orden. Y continuó diciendo el apóstol en el versículo 34 de esta Primera Epístola a los Corintios que estamos estudiando:

Como en todas las iglesias de los santos, 34vuestras mujeres callen en las congregaciones, porque no les es permitido hablar, sino que deben estar sujetas, como también la Ley lo dice.

¿Ahora bien, de qué estaba hablando aquí? Pues de las lenguas. Él no dijo que una mujer no debía hablar en la iglesia, sino que no debía hablar en lenguas en la iglesia. Sigamos adelante, una vez más, con los versículos 35 y 36:

"Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos, porque no es correcto que una mujer hable en la congregación. ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado?"

Por supuesto, que la Palabra de Dios les había llegado. Leamos ahora los versículos 37 y 38:

"Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor; pero si alguno no reconoce esto, tampoco él será reconocido".

Ésa era la verdadera prueba y lo sería también hoy. Si una persona en nuestros días dice que es profeta o que es espiritual, porque puede hablar en lenguas, entonces tendría que reconocer que lo que Pablo estaba diciendo aquí, era y es un mandamiento del Señor. Y los versículos 39 y 40 dicen:

"Así que, hermanos, procurad profetizar y no impidáis el hablar en lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden".

Una vez más, somos estimulados para desear los mejores dones. Evidentemente, enseñar la Palabra de Dios, es el mejor. Y aquí encontramos un gran principio. El ejercicio de los dones debe llevarse a cabo de una manera apropiada y en el orden determinado por la enseñanza del apóstol Pablo.

Y esto nos trae al final de esta sección de la Primera Epístola a los Corintios. En cuanto a la cuestión de la vigencia total o parcial de los dones del Espíritu, hemos expuesto el punto de vista del profesor McGee, así como la opinión diferente de otros expositores de la Biblia. El profesor McGee, al terminar su comentario de este capítulo se dirigió a los oyentes, con estas palabras: "Si algunos no estuvieran de acuerdo conmigo, deseo que las divergencias nos motiven a todos a realizar un estudio más intenso de las Sagradas Escrituras. Y si consideran que estoy equivocado, les rogaría que orasen por mí". De todos modos, la falta de acuerdo en la práctica de los dones no debiera disminuir el nivel del compañerismo y la comunión cristiana. A veces, los expositores Bíblicos que aman la Palabra de Dios y creen en su inspiración llegan, a conclusiones diferentes en el tratamiento de algunos textos Bíblicos. Esas conclusiones son sinceras y provienen de quienes aman y respetan profundamente a la Palabra de Dios. Por lo tanto, deben ser respetadas y contrastadas, bajo el principio regulador del amor, con una actitud de humildad. De todas formas, las divergencias de opinión no se refieren a aspectos básicos de la fe, tales como, por ejemplo la inspiración de las Sagradas Escrituras, la muerte y resurrección del Señor Jesucristo, y su significado para la salvación de los seres humanos. En consecuencia, nunca debieran ser un obstáculo para debilitar el testimonio del Evangelio, tarea que une a todos aquellos que han sido redimidos por la obra del Señor Jesucristo en la cruz. En todo caso, resulta útil orar los unos, por los otros, para que el Espíritu, que inspiró las Sagradas Escrituras, guíe a cada uno en su enseñanza y proclamación de la Palabra, que las personas de nuestra generación tanto necesitan. Estimado oyente, Dios es un Dios de orden, y no de confusión. Las instrucciones de este capítulo así lo han puesto de manifiesto. La luz de Su Palabra disipa todas las tinieblas que invaden la mente de los seres humanos. Bien dijo el escritor del Salmo 119:105, "Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino".

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