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Estudio bíblico de 1 Corintios 15:39-58

1 Corintios 15:39-58

Continuamos hoy nuestro estudio en la Primera carta del apóstol Pablo a los Corintios, y nos encontramos en el capítulo 15. A modo de repaso, comenzaremos nuestro estudio retrocediendo un poco en el texto, en el versículo 35, donde se plantearon algunas preguntas sobre la resurrección.

"Pero preguntará alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?"

Los seres humanos han fracasado en su intento por distinguir la diferencia entre la resurrección del cuerpo y la inmortalidad del alma. Platón y Cicerón defendieron la inmortalidad del alma. Pablo argumentó a favor de la resurrección del cuerpo. Y los Saduceos negaban cualquier resurrección, cualquier vida después de la muerte. Y Cristo mismo les respondió, en Mateo 22:31, 32: "Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. ¡Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos!". Y a la pregunta sobre cómo podía un cuerpo muerto, resucitar, les respondió que aprendemos de la naturaleza que los cuerpos serán los mismos, pero no idénticos. Dice el versículo 36:

"Necio, lo que tú siembras no vuelve a la vida si no muere antes".

Pablo respondió aquí a la primera pregunta: el cómo. En una semilla sembrada, hay disolución y continuidad. Producirá semillas que esencialmente son las mismas que aquella sembrada. Pero aquella semilla ha muerto y se ha desintegrado, así que la nueva semilla producida no será exactamente la misma que murió. Será como aquella, pero no la misma semilla. O sea que en toda semilla sembrada hay una desintegración y, sin embargo, hay también una continuidad. Será un misterio pero no es una imposibilidad.

¿Y qué es la muerte? Es una separación. Pero no es el final del espíritu, que no muere y pasa a estar con el Señor, si uno es un hijo de Dios. Lo que se desintegra es el cuerpo. Así que la muerte es la separación del cuerpo, del individuo, de la persona. Y el cuerpo se desintegra, se descompone. La frase de Dios "polvo eres, y al polvo volverás" se refiere al cuerpo. Más adelante Pablo respondió a la segunda pregunta: ¿Qué cuerpo resucitaría? Leamos el versículo 37:

"Y lo que siembras no es el cuerpo que nacerá, sino el grano desnudo, sea de trigo o de otro grano".

Aquí la ilustración utiliza la metáfora de siembra de un grano. Cristo es el primer fruto de la cosecha, y después vendrán todos los demás. Por ello tenemos la esperanza del arrebatamiento de la iglesia, momento en el cual los creyentes que hayan muerto, serán resucitados. Si algunos estuviéramos entonces con vida, seremos arrebatados y transformados. Es que la semilla misma, no producirá un nuevo cuerpo, ni tampoco el sembrador, pero Dios lo proveerá. Y dice el versículo 38:

"Y Dios le da el cuerpo que él quiere, y a cada semilla su propio cuerpo".

Y luego Pablo se refirió a otra faceta que forma parte del misterio de la vida. Y en realidad, el misterio de la vida es mayor que el misterio de la muerte. Así que el pequeño grano que se forma en la planta es como el que se había sembrado, no idéntico, pero ciertamente, muy similar.Ahora, veremos que él desplazó su atención del área de la botánica a la zoología. Iniciemos nuestra lectura de hoy con el versículo 39:

"No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra la de las bestias, otra la de los peces y otra la de las aves".

La diferencia que existe entre un cuerpo muerto y el cuerpo resucitado es mayor que la diferencia que hay entre el hombre y las bestias, los peces y las aves. Pablo estaba diciendo que no todos los cuerpos eran iguales. Leamos los versículos 40 y 41:

"Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrenales; pero una es la hermosura de los celestiales y otra la de los terrenales. Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en resplandor".

Aquí vemos que el apóstol había desplazado su atención al ámbito de la astronomía, diciendo que tampoco todos los cuerpos celestes eran iguales. El material que componía el sol no era el mismo que el de la luna, ni que el de las estrellas. Las estrellas diferían unas de otras. Existe un sistema solar, uno estelar, planetas y soles. Luego Pablo continuó en el versículo 42, diciendo:

"Así también sucede con la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción".

Es que Adán no habría muerto, si no hubiera pecado. Sin embargo, en la resurrección tendremos un nuevo cuerpo que será incorruptible. Y dice el versículo 43:

"Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder".

Así que con el nuevo cuerpo de resurrección, tendremos características maravillosas, como gloria, color, belleza y poder. Y añade el versículo 44:

"Se siembra cuerpo natural, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo natural y hay cuerpo espiritual".

Ahora, es el cuerpo el que se conserva o continúa en la resurrección. Es una clase de cuerpo cuando muere, es un cuerpo natural. Y será resucitado como un cuerpo, pero un cuerpo espiritual, controlado por el espíritu, pero todavía un cuerpo. Ahora, Pablo continuó diciendo aquí en el versículo 45, de este capítulo 15, de su Primera carta a los Corintios:

"Así también está escrito: «Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente»; el postrer Adán, espíritu que da vida".

Aquí podemos apreciar que el primer Adán era fue materia física con vida. Eso quiere decir que fue un ser físico y emocional. El postrer hombre (o sea Cristo) es espiritual. Ahora, los versículos 46 y 47, dicen:

"Pero el espiritual no es primero, sino el natural; luego el espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo".

Se dice en el versículo 47 que "El primer hombre es de la tierra, terrenal". La palabra aquí utilizada es "coicus" ? o sea tierra, barro. Hoy en día escuchamos hablar mucho de la ecología, y ¿quién es el que produce el deterioro en esta tierra, en sus recursos naturales, en sus reservas químicas y biológicas que son vitales para la supervivencia? El hombre. Porque el hombre ha sido formado de la tierra, procede de la tierra. Y todos los residuos que deja el hombre, por su propia naturaleza, podrían calificarse como basura y desperdicios. El es el que llena los cubos y vertederos de basura. Pero el segundo hombre es el Señor del cielo. Leamos a continuación los versículos 48 al 50:

"Conforme al terrenal, así serán los terrenales; y conforme al celestial, así serán los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Pero esto digo, hermanos: que lo que es de carne y hueso no puede heredar el reino de Dios, ni lo que se corrompe hereda lo incorruptible".

Nosotros somos todos terrenales, Procedemos de Adán y esa es nuestra condición. Pero también estamos unidos a Cristo, y por lo tanto, tenemos una esperanza, la esperanza de la resurrección de un cuerpo eterno que estará con Cristo para siempre. En la actualidad llevamos la imagen de lo terrenal, pero aguardamos con expectativa el día en que llevaremos la imagen de lo celestial.

Aquí se dice que cuerpos de carne y hueso no pueden tener parte en el Reino de Dios. Podemos pues alegrarnos de que nuestros cuerpos actuales no irán al cielo. Dios no se va a ocupar de reparar los defectos o debilidades actuales de nuestros cuerpos, porque la corrupción no puede tener parte con la incorrupción. Por ello, el cuerpo actual necesita ser sembrado en la tierra, como una semilla. Y resurgirá entonces un cuerpo nuevo, una nueva tienda en la cual podremos vivir. No será idéntica al viejo cuerpo, pero sin embargo será como el viejo cuerpo, similar a él, manteniendo su identidad.

De acuerdo con las costumbres actuales, los cuerpos muertos son enterrados, en donde sufren un deterioro natural, o son cremados, o sea, convertidos en cenizas. Algunos dudan, entonces, en cuanto a cómo se recompondrán los cuerpos en el momento de la resurrección. Nuestros cuerpos están compuestos por algunos elementos químicos. La mayor parte del cuerpo está formada por agua, hidrógeno y oxígeno y otros átomos. ¿Acaso Dios no puede reunir todos estos átomos, o quizás usar otros átomos nuevos? Realmente, un argumento que descarte el hecho de la resurrección porque, supuestamente, Dios no pueda reagrupar todos esos átomos, no es válido. Por empezar, El es el Creador de la vida y del cuerpo, y ciertamente puede formar otro cuerpo como el que desapareció en la muerte. El es Dios y puede reunir los elementos que forman el cuerpo del polvo de la tierra, de las cenizas, o puede incluso, utilizar nueva materia para hacer un nuevo cuerpo que mantenga la misma identidad del anterior.

La primera herejía que surgió en la iglesia fue la negación de la resurrección corporal de Cristo. Hemos visto cómo Pablo ha expuesto la verdad de la Resurrección. Habló en contra de las 3 filosofías principales de su tiempo. El estoicismo decía que en el momento de la muerte, el alma se fundía con la deidad, se unía a ella, y que tenía lugar una destrucción del alma. Pablo dijo que nuestros cuerpos resucitarían. El epicureísmo dijo que no había existencia alguna tras la muerte. Aquí Pablo dijo que Jesucristo resucitó de los muertos y que también nuestros cuerpos resucitarán. Y el platonismo creyó en la inmortalidad del alma, pero negó la resurrección corporal. Y frente a esto, Pablo dijo que nuestros cuerpos físicos resurgirán a la vida como cuerpos espirituales.

Leamos ahora el versículo 51, que nos lleva a un párrafo que trata sobre

El poder de la resurrección

"Os digo un misterio: No todos moriremos; pero todos seremos transformados"

¿Qué es un misterio? Ya lo hemos considerado varias veces. Es algo que no se había revelado en el Antiguo Testamento, pero que ahora se revela en el Nuevo Testamento. Es algo que usted no puede aprender ni por la vista, ni por el oído. Es algo en lo cual los seres humanos ni siquiera han pensado o imaginado. Se trata de un hecho que debe ser revelado por Dios.

Como bien dice este versículo, no todos nosotros vamos a pasar por las puertas de la muerte pero, dice Pablo: "todos seremos transformados". Ahora, muramos o no, de todas formas, vamos a ser transformados. Hay mucha gente que dice que espera estar viva cuando Cristo venga, para poder estar en Su presencia. Usted, estimado oyente, antes de entrar en Su Presencia, igual que todos los creyentes, tendrá que ser transformado. Continuemos leyendo el versículo 52:

"en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta, porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados"

"En un momento", dice aquí. Eso expresa la partícula más pequeña del tiempo. La palabra de donde viene es "atomao". De allí nosotros hemos formado la palabra átomo. Los científicos se equivocaron en forma cuando llamaron a esa partícula átomo. Porque ellos pensaron que habían encontrado la partícula más pequeña de la materia; y ahora los mismos científicos pueden dividir el átomo en muchas partes. Sería mejor que lo hubieran llamado usando la palabra griega "stoicheion" que quiere decir bloque de construcción, o sea, figurativamente hablando, un elemento esencial, un componente básico. Simón Pedro la usó en su segunda carta en el tercer capítulo, cuando dijo que "los elementos (stoicheion) ardiendo serán desechos". Y él no era ni siquiera un científico, sólo un pescador. Pero el Espíritu de Dios sabía algo sobre ciencia.

Dijo Pablo que seríamos transformados "en un abrir y cerrar de ojos". ¿Cuánto dura ese momento? ¿Es el instante en que el párpado baja o sube? Bueno, simplemente significa que todo ocurrirá en un momento, rápidamente, en una fracción de segundo. Así que en ese momento, en ese período de tiempo, uno no podría decir: "Aquí viene, o Él está aquí".

Y el apóstol añadió a la final trompeta". ¿Qué será eso? Será la última llamada. La trompeta será el sonido de Su voz. Juan dijo en el primer capítulo de Apocalipsis, versículo 10: "Oí detrás de mí una gran voz como de trompeta". ¿Y de quién era? Era del Señor Jesucristo. En Su último llamado a la humanidad, Él llamará a los muertos para que regresen a la vida. Recordemos que, como leímos en Juan 11:43, cuando estaba en esta tierra levantó a Lázaro de entre los muertos, diciéndole: "Lázaro, ven fuera". Y algún día, El me llamará a mí, me despertará del sueño de la muerte, pronunciando mi nombre. Veamos ahora el versículo 53:

"pues es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción y que esto mortal se vista de inmortalidad".

Observemos el énfasis de la frase "es necesario". Nosotros no podemos ir al cielo en nuestra condición actual. No podemos entrar allí con los cuerpos naturales que tenemos. No podríamos ni siquiera contemplar aquel lugar ni escuchar las voces ni la música. Nuestros cuerpos actuales son bastante limitados. Incluso aquí en la tierra nuestra visión del espectro luminoso es limitado, así como la percepción de las ondas sonoras. Si fuéramos al cielo en estos cuerpos desgastados, perderíamos una gran parte de lo que allí tendrá lugar. Y, seguramente, cuando lleguemos allí, no querremos perdernos ni un solo detalle. En consecuencia, necesitaremos un cuerpo nuevo. Por eso dice aquí que nuestra naturaleza corruptible se revestirá de lo incorruptible, y nuestro cuerpo mortal se revestirá de inmortalidad. Veamos ahora, el versículo 54:

"Cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Devorada ha sido la muerte por la victoria".

Esa es la victoria de la resurrección, estimado oyente. Ahora, los versículos 55 al 57 dicen:

"¿Dónde está, muerte, tu aguijón? ¿Dónde, sepulcro, tu victoria?, porque el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la Ley. Pero gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo".

Esto es lo que yo siento en cuanto a la muerte física. Hace ya algún tiempo, un maestro de la Biblia dijo que, ya que a la muerte se le había quitado el aguijón, era como la abeja a la que se le había quitado el aguijón. Sí, estimado oyente, la muerte ha perdido su aguijón porque nosotros podemos mirar más allá de la muerte. Es como una puerta que se abre a las vastas regiones de la eternidad. Es la entrada, no a un período de tiempo, sino a la eternidad. Con todo, a mí no me gustaría cruzar esa puerta.

También dijo Pablo: "¿Dónde está, sepulcro, tu victoria?" Pareciera que el sepulcro va a obtener su victoria. Muchos han obtenido éxito, triunfos en esta vida, y han acumulado mucho dinero y recursos, pero en realidad la muerte al final los conquistó. Muchos políticos han sido elegidos para ocupar altos puestos, a veces, la más alta magistratura, y luego han muerto en el ejercicio de sus funciones. Subieron hasta el más alto nivel, pero al muerte les aplastó, reclamando la victoria. La muerte es un monstruo tremendo, ¿verdad? Pero Cristo ya ha pasado por ese camino. Así como en el Antiguo Testamento el arca del pacto pasó por el río Jordán hacia la otra ribera, Cristo ha cruzado las aguas de la muerte por mí. Y me dice: "Yo soy tu pastor. Recuerda que no sólo te he guiado por esta vida, sino que también te guiaré al cruzar las profundas aguas de la muerte y te llevaré conmigo a la eternidad". Así es que, como un niño pequeño, tengo miedo ante la temible presencia de la muerte, pero pondré mi mano en la mano que ha sido traspasada por los clavos en la cruz, y Él me llevará hacia el lugar seguro, en la otra ribera. Por eso los creyentes podemos preguntar triunfantes. "¿Dónde está, sepulcro, tu victoria?"

El aguijón de la muerte es el pecado. El pecado es el elemento aguijoneador, y la antigua ley dio al pecado su poder. La ley es el espejo que nos muestra que somos pecadores. "Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria". ¿Cómo? ¿Gracias a que somos más inteligentes, más sabios y por eso somos vencedores? No, estimado oyente. Tenemos "victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo". Hablando de los creyentes que vivirán en la gran tribulación, en el libro de Apocalipsis, capítulo 12, versículo 11, se dice: "Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero". Esa es la única forma por la cual cualquiera de nosotros podrá vencer. Leamos, finalmente el versículo 58:

"Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano".

Al leer eso pensamos en el versículo 9, del primer capítulo, donde del apóstol dijo: "Fiel es Dios" (y así es, Él es fiel) "por medio de quien fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor". Yo he sido llamado a la comunión con Su Hijo Jesucristo, y Pablo ya nos lo había dicho antes en esta epístola: que todas las cosas son nuestras. Él había dicho que Pablo, Apolos y Cefas, y también el mundo, la vida y la muerte, las cosas presentes y las futuras, son nuestras, y que nosotros pertenecemos a Cristo. Y como la vida es nuestra, yo quiero disfrutar de la vida. La muerte es nuestra, porque tenemos a Aquel que ha triunfado sobre la muerte. ¿No le parece maravilloso, estimado oyente? Las cosas del tiempo presente, las cosas que vendrán más adelante en el futuro, todas esas son nuestras. Por lo tanto, podemos decir con verdadera convicción, que somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. ¿No querrá usted hacer suya esta declaración de triunfo? Le invitamos a participar de esta proclamación de júbilo y de victoria, al aceptar por la fe la obra que Cristo realizó a favor suyo en la cruz, y apropiarse de la victoria que El alcanzó para usted en Su resurrección de los muertos.

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