Estudio bíblico de Colosenses 3:1-5
Colosenses 3:1-5
En el día de hoy amigo oyente, llegamos al capítulo 3, en nuestro estudio de esta epístola del Apóstol San Pablo a los Colosenses. Nos encontramos aquí con otra división de esta pequeña Epístola, lo cual está de acuerdo con la forma en que el apóstol acostumbraba a dividir sus cartas. Él siempre expuso en primer lugar la sección doctrinal, y luego nos presentó la sección práctica. Los capítulos 3 y 4 comprenden la sección práctica de Colosenses.
En la primera parte de la Epístola, en los capítulos 1 y 2, hemos visto la preeminencia de Cristo. Le hemos visto a Cristo como Él es, un miembro de la Trinidad. Él es tan Hombre como el mismo hombre, pero también es tan Dios como el mismo Dios. Él fue preeminente en la creación porque Él fue el Creador. También vimos que Él fue preeminente en la redención, porque Él es el Redentor. Y Él es preeminente en la Iglesia, porque Él fue el que se entregó a Sí mismo por la Iglesia.
Llegamos ahora al punto donde el Apóstol Pablo iba a insistir en que Él debe ser hecho preeminente en nuestras vidas. En el día de hoy se escucha hablar mucho acerca de la "dedicación". Pues, bien, ¿qué es la dedicación? En una definición muy breve, diríamos que la dedicación es la preeminencia de Cristo en nuestras vidas.
Usted no puede simplemente decir: "Yo soy un creyente dedicado" y luego vivir como le parezca, como muchos están tratando de hacer en el día de hoy. No. Si Él es preeminente en su vida, usted va a vivir la vida de Cristo aquí en esta tierra. Pablo ya dejó muy claro en la sección doctrinal de esta carta en 2:9 y 10: porque ya hemos visto lo que aquí se nos dice, en esta misma Epístola: Porque en él (o sea en Cristo) habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y vosotros estáis completos en él. Usted es completo en Él. Usted está preparado para el gran viaje de la vida en Él. Es decir, que Cristo es en realidad la solución para todos los problemas de la vida cristiana.
Hasta este punto hemos visto que Pablo en esta carta mencionó todas esas cosas diferentes que apartan a la gente de la persona de Cristo. El ha advertido contra palabras persuasivas, que arrastran a las personas por su gran oratoria. También ha advertido contra cierta filosofía, el legalismo, el misticismo y el ascetismo. Todas estas actitudes separan a la gente de la persona de Cristo.
La vida cristiana es vivir en esta tierra la vida de Cristo. Vamos a ver que en Cristo se encuentra todo lo que usted y yo vamos a necesitar. En esta sección práctica de la epístola, Pablo nos mostrará a Cristo, que es la plenitud de Dios, derramado sobre la vida a través de los creyentes, ya que esa es la única manera en que Él puede ser derramado.
Leamos entonces el versículo 1, que comienza a llevarnos hacia la realidad de que
Los pensamientos y los afectos de los creyentes son celestiales
"Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios."
Nuevamente, esta conjunción si, con que comienza esta frase, no es condicional; es en realidad un si de argumento. Vimos el mismo caso en el versículo 23 del capítulo 1, donde podíamos traducir si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe. No había ninguna duda que estos creyentes continuaban firmes en la fe, cimentados y estables. Las vidas de aquellos creyentes colosenses, ponían en evidencia su salvación. ¿Y cuál era la evidencia? Era la fe, la esperanza y el amor, es decir, el fruto del Espíritu en sus vidas. En 1:4 leíamos lo siguiente: hemos oído de vuestra fe en Cristo Jesús. Se había corrido la voz de que ellos tenían una fe viva en Cristo Jesús. Y el versículo 4 continuaba diciendo: y del amor que tenéis a todos los santos. O sea que se sabía que ellos amaban a los creyentes. El amor hacia los creyentes es sumamente importante; y no nos referimos a aspectos puramente sentimentales. Por ejemplo, si usted es un maestro dedicado a la obra de Dios, demuestra su amor por la congregación exponiéndoles la Palabra de Dios. Y si usted, como miembro de la iglesia muestra su amor por su pastor, apoya su ministerio de enseñanza. Estimado oyente, el amor es muy práctico y debe alcanzar a los aspectos cotidianos de la vida. Si no es así, no es auténtico. Porque el amor se manifiesta en la realidad. Los Colosenses tenían fe, y tenían amor. Y también tenían esperanza. En 1:5 leíamos: la esperanza que os está guardada en los cielos. Esa esperanza es la venida del Señor Jesucristo a recoger a Su iglesia. Estas tres, la fe, la esperanza y el amor eran la manifestación del Espíritu Santo en las vidas de los creyentes de Colosas. Por lo tanto, cuando Pablo usó la conjunción si, era la conjunción de argumento, que nos lleva a traducir el principio del versículo 1 de esta manera; Ya que habéis resucitado con Cristo. . .
Y continuó escribiendo Pablo: buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios.
Y, ¿qué debemos hacer nosotros hoy? Tenemos que buscar aquellas cosas que están en el cielo. Y esa palabra "buscar" es una palabra muy interesante. Denota un sentido de urgencia, un deseo y una ambición. Tendría que haber una emoción que se sienta al buscar las cosas espirituales.
Cuando miramos los Juegos Olímpicos, vemos a atletas que están corriendo o realizando algunas otras hazañas para ganar una medalla de oro. Esos atletas, realmente, están buscando. Espiritualmente hablando, no vemos hoy a muchos cristianos buscando medallas de oro. Pero deberíamos estar buscando a Cristo con esa clase de urgencia.
Vemos que aquí se nos habla sobre las cosas de arriba. Estas son las cosas de Cristo. Esas cosas celestiales, no han de buscarse por medio de atajos, buscando cursillos, fórmulas que contienen algunas nociones de la Biblia, o listas de soluciones rápidas para afrontar los problemas de la vida. Usted solo experimentará la nueva vida en Cristo, según la forma en que busque esas cosas celestiales, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Lo logrará si se mantiene en contacto con la Palabra de Dios, bajo la guía del Espíritu Santo.
Ahora, tampoco se nos dice que debemos obsesionarnos en buscar y escuchar a un determinado predicador o maestro. Uno nunca debe convertir a ninguna persona en un ídolo, en un único punto de referencia. Si usted así lo hace, entonces usted tarde o temprano descubrirá que tiene un ídolo con pies de barro. Usted concentrará su atención en una persona que es como usted. Todos cometemos errores. No somos la clase de personas que nos gustaría ser. Nunca convierta a ninguna persona, ni a lo que esa persona produzca en un ídolo.
El propósito de todo maestro, pastor o predicador es exponer la Palabra de Dios ante todos, para que usted y otros puedan ver al Cristo viviente para poder tener con El una relación de compañerismo y comunión. Si el Espíritu Santo no utiliza nuestro ministerio a través de la radio para que Cristo sea una realidad en su vida, habremos fracasado. Creemos de todo corazón que la Biblia es el Libro que revela al Cristo viviente, y ese es nuestro propósito al exponer las Sagradas Escrituras.
Cierto joven contaba la primera impresión que tuvo cuando vio por primera vez las cataratas del Niágara. Este joven canadiense cuenta que cuando él llegó a las cataratas y se bajó del tren, en el lado canadiense, que es donde mejor se pueden apreciar, al hacerlo podía escuchar el fragor que provenía de ellas, pero no podía verlas. Así es que comenzó a caminar hacia el sitio de donde provenía el ruido, y llegó a un gran edificio y entonces, entró a ese edificio que se parecía a una estación de ferrocarril. Había gente por todas partes, máquinas expendedoras de bebidas, tiendas de regalos, y se sintió desilusionado. Pero aún allí podía escuchar el ruido que hacían las cataratas. Luego dirigió su mirada a una de las paredes del edificio y observó el cuadro más grande que había visto en su vida. Era un cuadro que tenía un marco que ocupaba casi toda esa parte del edificio. Se trataba de una fotografía de las cataratas del Niágara y él no se podía imaginar por qué justamente en el lugar de las cataratas, tendrían una fotografía de ellas. Así es que comenzó a acercarse al cuadro, y al encontrarse más cerca comenzó a darse cuenta de que a través del marco, estaba contemplando a las verdaderas cataratas del Niágara, con toda su vitalidad y esplendor.
Amigo oyente, cuando usted lee la Biblia, no está contemplando a una persona muerta. Usted está observando al Cristo vivo y verdadero. Él es el que está a la derecha de Dios. Y este pasaje Bíblico nos enseña que nosotros debemos buscar las cosas que están arriba, es decir, que debemos buscarle a Él. Y esa es la razón por la cual estamos desarrollando un ministerio de enseñanza a través de la Biblia. Por ello recorremos todas las páginas de la Biblia. Y no hay atajos para llegar a esa meta más rápidamente. Algunos nos han sugerido acortar este programa de cinco años a un año, pero esto no sería adecuado. Y realmente, cinco años tampoco es adecuado, Otros han sugerido alargar el programa a diez años, pero ello no sería factible. Pero incluso si el programa abarcara 10, o incluso 20 años, no sería suficiente, no lo conoceríamos todo. Recordemos que el apóstol Pablo, hacia el final de su vida aun pudo decir, en Filipenses 3:10, 10Quiero conocerlo a él y el poder de su resurrección, y participar de sus padecimientos hasta llegar a ser semejante a él en su muerte.
Por ello afirmamos que un estudio serio de la Palabra de Dios le llevará a un encuentro con el Cristo viviente.
Leamos ahora el versículo 2 de este tercer capítulo de Colosenses:
"Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra"
Otra versión traduce diciendo. "Concentrad vuestra atención". Pensemos en las cosas que se encuentran en el cielo. Recordemos que Pablo dijo en su carta a los Filipenses, capítulo 4, versículo 8: . . . todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo que es de buen nombre; (y ese es Cristo, digamos de paso) si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. La vida está llena de problemas pequeños, y ellos son muy reales para nosotros. Pero con mucho, la mayor necesidad para nosotros es establecer una relación con Cristo. Esto debe tener prioridad sobre todo lo demás. Por ello aquí se nos pide que concentremos la mirada en las cosas celestiales. Y ahora, viene la explicación a este pedido. Leamos el versículo 3:
"Porque habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios."
Vemos que aquí dice porque habéis muerto. Ahora, si usted ha muerto, ¿cuándo murió? Pablo escribió a los Gálatas en 2:20, Con Cristo estoy juntamente crucificado. Usted murió hace más de 2.000 años cuando Cristo murió. El ocupó su lugar y el mío. Así que morimos con Él.
Y también dijo Pablo: vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Ahora, yo fui removido del antiguo Adán por medio del bautismo, es decir, por el bautismo del Espíritu Santo, he sido removido de Adán y colocado en Cristo. Ahora usted está en Cristo. Y ahora que usted está en Cristo, unido a Cristo, usted debería vivir la vida de Él y permitir que la plenitud de Él se demuestre a través de usted, en su vida.
Y continúa diciendo el versículo 4:
"Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria."
Si usted tiene alguna vida es la vida de Cristo. Juan escribió, en su primera carta, que su intención era mostrarnos la vida eterna. Ahora, ¿cómo podía mostrarnos la vida eterna? Mostrándole a Cristo; Cristo es la vida eterna. Y uno de estos días aquellos que le pertenecen van a ser manifestados con él en gloria. Llegamos ahora a un párrafo que expone la idea de que
El vivir de los creyentes es santo
Si realmente hemos resucitado con Cristo, esa realidad será evidente en dos áreas de nuestras vidas: (1) en nuestra santidad personal y (2) en nuestra relación de compañerismo con los que nos rodean.
Parece que los cristianos sienten temor frente a este asunto de la santidad. Un líder cristiano pronunció la siguiente frase: "si los cristianos tuvieran tanto miedo al pecado como le temen a la santidad, sería maravilloso". De alguna manera, no nos agrada el término "santidad". Sin embargo es una buena palabra, y ese fue el tema de Pablo en este párrafo: la santidad personal.
Cristo nació como un niño allá en Belén, pero no se encuentra más en aquella posada. Él está allá a la derecha de Dios en este mismo momento. No se encuentra en una cuna ni en un mesón, sino en el mismo cielo. Y Él se encuentra hoy allí por usted y por mí. Ahora, si usted está en Cristo, unido a Cristo, y le ha aceptado como su Salvador, entonces ese hecho se verá en su vida aquí en la tierra. Estimado oyente, si no se nota en su vida aquí, entonces es posible que usted no esté en Él, allá en el cielo.
Continuemos leyendo el versículo 5 de este quinto capítulo de Colosenses:
"Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: inmoralidad sexual, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría."
El primer consejo es aquí hacer morir, colocar en el área de la muerte y el tiempo en el original griego de este mandato, sugiere una acción decisiva.
Y el apóstol iba a incluir una lista no muy numerosa pero sí muy representativa de la naturaleza humana. En primer lugar mencionó a la inmoralidad sexual. Hay muchísimas personas que encubren los pecados de esta categoría y aun se consideran cristianos dedicados. Pablo expuso abiertamente estos pecados y nos dijo que debíamos colocar a la parte física de nuestro cuerpo en el lugar de la muerte. ¿Le causan a usted problemas sus ojos? ¿Es la suya una mirada de codicia, o una mirada de lujuria? Coloque esos ojos, esa manera de mirar en un lugar o condición de muerte, y después úselos como los ojos de Cristo, para que puedan contemplarle a Él. Estimado oyente, ese acto cambiará su perspectiva.
Después tenemos en este versículo la referencia a la impureza. Este término incluye pensamientos, palabras, miradas, gestos, actitudes, y los chistes, es decir, la forma en que expresamos nuestro sentido del humor.
Siguen en la lista las pasiones desordenadas. A veces los cristianos confiesan a algún consejero espiritual un pecado determinado en sus vidas. Algunos suelen decir entonces: "Bueno, es que no he podido evitarlo". Habría que decirles a esas personas que, para empezar, no tendrían que haber estado en ese lugar o en esa situación. A veces una persona se expone conscientemente a ciertas situaciones en las que sabe que va a tener que luchar contra la tentación, porque conoce sus puntos débiles.
Continúa la lista con los malos deseos, que incluyen los elementos anteriores pero es un término más general. También deben ser hechos morir.
Y el apóstol finalizó la lista con la avaricia, que es idolatría. Aquel que está dominado por la avaricia, siempre siente que debe tener más. Y es una forma de idolatría porque implica buscar la satisfacción en las cosas terrenales, en vez de buscarla en las celestiales. ¿Es posible que un cristiano esté dominado por el dinero de tal manera que haya perdido el interés por su relación con el Cristo viviente? Muchas personas resultan vencidas por la codicia, impulsadas por ansias que nunca podrán satisfacer porque nunca estarán satisfechas. Siempre querrán tener más. Estas cuestiones pueden resultar dolorosas. Porque nuestros cuerpos son moradas o habitación del Espíritu Santo, y han de ser usados para Dios.
Podríamos incluso decir que la codicia es la raíz de la mayor parte de los problemas en todas las naciones. Como vemos, la Biblia tiene palabras muy directas para describir los males de todos los tiempos. Es evidente que la palabra "corrupción" se ha convertido en un término demasiado repetido en los medios de comunicación. En este sentido, el apóstol Pablo escribió en su primera carta a Timoteo 6:10, una conclusión de gran actualidad: la raíz de todos los males es el amor al dinero. El dinero no es el problema, porque puede ser usado para la honra y gloria de Dios. Muchas personas, incluso muchas que profesan ser cristianas están cayendo en la idolatría al adorar a este ídolo. Estimado oyente, recuerde que si usted está en Cristo, si su vida está unida a la de Cristo, Él siempre tendrá prioridad; a Él le corresponde el primer lugar. Y entonces usted buscará las cosas de arriba, las cosas celestiales, aquellas que tienen que pertenecer al reino de Dios.
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