Estudio bíblico de Isaías 63:1-19
Isaías 63
En este día, amigo oyente, llegamos al capítulo 63 de Isaías. Contiene los siguientes temas: El lagar del juicio (vv. 1-6); En la ira, el Salvador recuerda la compasión (vv. 7-19).
El contenido de los primeros seis versículos de este capítulo está ciertamente en contraste con la sección precedente. Realmente parece estar en desacuerdo con el tenor de toda esta sección de Isaías, pero el juicio precede al Reino, y éste siempre ha sido el orden divino.
Isaías en el capítulo 53 versículo 1 describió a Cristo en su primera venida con estas palabras: "sin atractivo alguno para que lo apreciemos". Pero aquí hay majestad y belleza, lo cual identifica este pasaje con la segunda venida. También el día de la venganza ya ha sido identificado con la segunda venida de Cristo, antes que con su primera venida, como el Señor mismo claramente afirmó. Comparemos Isaías 61:2 con Lucas 4:18-20.
No encontramos precisamente deleite en la primera parte de este capítulo porque vemos en él la ira de Cristo comparada con un lagar, en el juicio que vendrá. Después, la segunda parte del capítulo revela la bondad que Él manifiesta a los Suyos.
Comencemos nuestra lectura de hoy con el versículo uno de Isaías 63, que comienza a tratar el tema de:
El lagar del juicio
"¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos? ¿Éste, vestido con esplendidez, que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar."
La forma usada aquí es una antífona. Aquellos que formulan la pregunta sobre el que viene de Edom quedan abrumados por Su majestad y belleza. Viene de Edom y del este, y en otra parte se nos dice que Sus pies tocarán el Monte de los Olivos en el oriente. "Edom" y "Bosra" son lugares geográficos, y deben ser considerados como tales, aunque esto no agota la mente del Espíritu. Edom es simbólico de la naturaleza carnal dominada por las pasiones, y de la totalidad de la raza Adámica, y aquí vemos el juicio del hombre. Leamos ahora el versículo 2:
"¿Por qué es rojo tu vestido y tus ropas son como las del que ha pisado en un lagar?"
En aquel día, los hombres se introducían en el lagar descalzos para pisar las uvas, y el jugo rojo les salpicaba los vestidos. Ésta es la figura que tenemos en este versículo, y fue por ello que se formuló esta pregunta. Los espectadores vieron que había sangre en Sus magníficos vestidos, tal como si hubiera pisado el lagar. Ahora escuchemos la respuesta en el versículo 3:
"He pisado yo solo el lagar; de los pueblos nadie había conmigo; los aplasté con ira, los pisoteé con furor; su sangre salpicó mis vestidos y manché todas mis ropas"
Observemos que era la sangre de ellos, no la de Él.
Los primeros padres de la iglesia asociaron estos primeros seis versículos con la primera venida de Cristo. Ellos confundieron el lagar con el sufrimiento de Cristo en la cruz. Tal interpretación es insostenible, ya que la sangre que vemos aquí en Sus vestidos no es Su sangre sino la de otros. Es que se está hablando aquí del día de la venganza. Ya ha sido identificado con la segunda venida de Cristo, antes que con su primera venida. El Señor Jesús lo dejó en claro en Lucas 4:18-20 cuando leyó Isaías 61:2. El Señor Jesús derramó Su propia sangre en Su primera venida, pero ésa no es la imagen que aquí se presentó. Él fue pisoteado en Su primera venida, pero aquí Él fue el que pisó. Ésta es una imagen terrible de juicio.
Después se nos dijo el motivo para Su juicio. Leamos el versículo 4 de este capítulo 63:
"Porque el día de la venganza está en mi corazón; el año de mis redimidos ha llegado."
Él ha venido para salvar a Sus redimidos de sus despiadados enemigos. Éste es Su juicio sobre la tierra, que fue definido como el día de la venganza. Luego, continuó diciendo, en el versículo 5:
"Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé de que no hubiera quien me sostuviese. Entonces me salvó mi propio brazo y mi ira me sostuvo."
Él obró la salvación cuando estuvo solo en la cruz, y el juicio también será su acción solitaria. Ahora, en el versículo 6 leemos:
"Con mi ira pisoteé a los pueblos, los embriagué con mi furor y derramé en tierra su sangre."
Éste será el fin del pequeño día del hombre sobre la tierra. El Rey vendrá en juicio a la tierra. Habrá aquellos que dirán "Bueno, esto es realmente horrible. A mí, no me gusta esto"; y después, como el proverbial avestruz, enterrarán su cabeza en la arena y leerán el capítulo 14 de San Juan o algún otro pasaje consolador de la Biblia. Sin embargo, tenemos que afrontar este versículo. La próxima vez que Cristo Jesús venga, será para juicio. ¿Puede usted pensar en alguna otra forma en que Él pueda venir y establecer Su Reino? Suponga que el Señor venga la segunda vez de la manera en que vino la primera vez, como el hombre de Galilea, el carpintero de Nazaret, que anduvo por los caminos diciéndole a la gente que había venido del cielo. Suponga que Él viniera llamando a las puertas de los poderosos, ¿cree usted que esa gente estaría dispuesta a recibirle? No lo creemos así. Creemos que la gente estaría dispuesta a expulsarlo del lugar sin ninguna contemplación. Ninguna nación, ni siquiera muchas iglesias están preparadas para entregar el control de sus asuntos a Jesús. Y si están preparadas, ¿por qué no lo hacen? Él fue rechazado cuando vino hace más de 2.000 años, y ha continuado siendo rechazado siempre desde entonces. No podemos percibir ninguna otra forma en la cual Él pudiera venir por segunda vez en juicio.
Ahora, otros podrían decir: "Bueno, este versículo está en el Antiguo Testamento. Usted tiene la ira de Dios en el Antiguo Testamento, pero cuando uno llega al Nuevo Testamento, Él es un Dios de amor". Estimado oyente, usted sabe que una de las razones por la cual el libro de Apocalipsis no es muy popular entre algunos que profesan ser cristianos es que ese libro está lleno de juicio. Pero el Apocalipsis está en el Nuevo Testamento, y fue escrito con el lenguaje más fuerte de la Biblia (excepto las palabras que salieron de los labios del Señor Jesús, que habló del infierno más que ninguna otra persona). El libro de Apocalipsis habla de Cristo viniendo a reprimir la injusticia, la rebelión y la impiedad que hay en la tierra. Consideremos una pequeña parte de Apocalipsis, en capítulo 16:1-5, "Entonces oí desde el templo una gran voz que decía a los siete ángeles; Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios. Fue el primero y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia y que adoraban su imagen. El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto, y murió todo ser viviente que había en el mar. El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre. Y oí que el ángel de las aguas decía: Justo eres tú, Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas". Estimado oyente, ante estas palabras un crítico podría decir. "Dios no está obrando correctamente; Él no es justo al hacer esto". Pero Dios nos está informando que cuando Él juzga de esta manera, Él está verdaderamente siendo justo. Escuchemos lo que dicen los versículos 6 y 7 de este mismo capítulo 16 de Apocalipsis que estábamos leyendo: "Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre, pues se lo merecen. También oí a otro, que desde el altar decía: ¡Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos!" Dios es justo en lo que hace, estimado oyente, lo creamos o no. Después de todo, si nos comparamos usted y yo con este tremendo universo no equivalemos a mucho, ¿verdad? Su opinión y la mía, aun cuando sean consideradas juntas, no llegan a valer mucho. Pero lo que Dios dice sí es importante. Cuando Dios dice que Él es justo, y nosotros no creemos que lo es, quiere decir que estamos equivocados. Dios es justo en todo lo que hace. Pero continuemos leyendo los versículos 8 y 9 de este mismo capítulo 16 de Apocalipsis: "El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual le fue permitido quemar a los hombres con fuego. Los hombres fueron quemados con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria". Uno pensaría que todo esto los llevaría a ellos al punto de volverse a Dios, pero ellos no reaccionaron de esa manera. En cambio, lo sucedido puso en evidencia lo que ellos realmente eran, así como las plagas de Egipto hicieron en los días de Faraón. Pero continuemos con el Apocalipsis y escuchemos lo que dice en el mismo pasaje el versículo 10: "El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, y su reino se cubrió de tinieblas. La gente se mordía la lengua por causa del dolor y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras". Hemos citado este extenso pasaje del Nuevo Testamento para mostrar el acuerdo que hay entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Estimado oyente, no permita que nadie le diga que tenemos un Dios de ira en el Antiguo Testamento, y un Dios de amor en el Nuevo Testamento. El Dios de amor es el que ha pronunciado estas declaraciones tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, porque hay amor en la ley y, en realidad, hay ley en el amor.
Volviendo ahora al capítulo 63 de Isaías, leamos el versículo 7, a partir del cual comprobaremos que:
En la ira, el Salvador recuerda la compasión
"De las misericordias del Señor haré memoria, de las alabanzas del Señor conforme a todo lo que el Señor nos ha dado, y de la grandeza de sus beneficios hacia la casa de Israel, que les ha hecho según sus misericordias y según la abundancia de sus piedades."
Aquí veremos que en medio de la ira el Señor Jesús extiende la compasión hacia los que le pertenecen. Todo el contenido y la intención cambian abruptamente en este punto. Es como pasar de la oscuridad a la luz del mediodía. Es como pasar de negro a blanco. Nuestro Dios es glorioso en santidad, digno de respeto en las alabanzas, hace maravillas, y esto es sólo un aspecto de sus muchos atributos. Él es bueno, y demuestra Su bondad. Él es también un Dios de misericordia. Y, si estos atributos no estuvieran en evidencia, todos seríamos hoy consumidos, podemos estar seguros de ello. Pero Él vendrá en juicio para asumir el control de esta tierra. Nos parece que Él ha dado a los hombres un tiempo adicional muy largo para que ellos se vuelvan a Él. Y ahora, el versículo 8, dice:
"Porque él me dijo: Ciertamente, mi pueblo son, hijos que no mienten. Y fue su salvador."
Su "pueblo" aquí son los israelitas que creerán, y también una gran multitud de gente de las naciones que se volverá a Cristo durante la Gran Tribulación. (Por supuesto, la iglesia ya habrá ido a estar con el Señor, habiendo estado por un tiempo en Su presencia).
Aquí se habla de "hijos que no mienten". Suena como si Él hubiera tenido grandes esperanzas con respecto a ellos, pero ellos le defraudaron. Seguramente, Él espera que usted y yo vivamos vidas que le agraden, y específicamente nos amonestó diciendo: "no mintáis los unos a los otros". En el versículo 9 del capítulo 63 de Isaías, leemos:
"En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su presencia los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, los trajo y los levantó todos los días de la antigüedad."
¡Cuán tiernas son estas palabras! Creemos que el ángel del Señor no era otro que el Cristo pre-encarnado. Se nos dice que "en Su amor y en su clemencia los redimió y los trajo". Él se identificó con los sufrimientos de Su pueblo.
Ha habido ciertas dudas en cuanto a si la primera parte de este versículo, es decir, la frase "En toda angustia de ellos él fue angustiado" debería ser positiva o negativa. Una versión alternativa de un texto hebreo permitiría expresar el aspecto negativo, traduciéndose entonces la frase: "en toda su angustia él no fue angustiado". El profesor McGee, autor de estos estudios cree que ambos aspectos fueron ciertos, aunque personalmente se inclinó por la versión negativa. Él creía que cuando el Señor acompañó por el desierto a los israelitas, no fue afligido siempre, ni de la misma forma en que ellos fueron afligidos. Por ejemplo, cuando ellos fueron mordidos por las serpientes, Él no fue mordido. Por ello concluyó que en todas sus aflicciones Él no fue afligido, porque era como un padre o una madre que simplemente se mantuvo junto a ellos y esperó. Nunca continuó sin ellos. La columna de nube y la columna de fuego estaban allí. Dios estuvo esperando por ellos. Durante cuarenta años de travesía por el desierto Él fue paciente con ellos, paciente como una madre.
Seguramente habremos observado por la calle a una madre con dos niños pequeños. Uno era llevado en brazos y el otro sabía caminar. A veces el pequeño se detenía, y entonces su madre esperaba por él. Algunas veces se caía, o se desviaba de su camino, o hacía algo que no debía hacer. Pero la madre le esperaba pacientemente. A veces hemos pensado que ésa es la manera en que Dios nos ha acompañado durante años. Si caemos o nos metemos en problemas, Dios se mantuvo a nuestro lado esperando. Y así es como Él actúa con los Suyos. Leamos ahora lo que se dijo de ellos, en el versículo 10 de este capítulo 63 de Isaías:
"Mas ellos fueron rebeldes e hicieron enojar su santo espíritu; por lo cual se les volvió enemigo y él mismo peleó contra ellos."
Pensamos que el Espíritu Santo se cansa a veces de usted y de mí. Pero Él es paciente con nosotros. Gracias a Dios por ello. Y el versículo siguiente, el versículo 11, dice:
"Sin embargo, se acordaron de aquellos tiempos antiguos, de Moisés y de su pueblo, diciendo: ¿Dónde está el que los hizo subir del mar con el pastor de su rebaño? ¿dónde el que puso en medio de él su santo espíritu"
Creemos que ésta es una referencia a Israel, pero al mismo tiempo es una figura de toda la familia humana. Creemos que el Espíritu Santo que aquí se mencionó es el mismo Espíritu Santo que hoy mora en los creyentes. Aunque en el Antiguo Testamento no tengamos una distinción clara de la obra del Espíritu Santo, creemos que ésta es definitivamente una referencia a Él. Ahora leamos los versículos 12 y 13 de Isaías 63, porque el Espíritu Santo fue:
"El que los guió por la diestra de Moisés con el brazo de su gloria, el que dividió las aguas delante de ellos, haciéndose así un nombre eterno? ¿Dónde el que los condujo por los abismos, como un caballo por el desierto, sin que tropezaran?"
Una vez más Dios se refirió a la historia de su liberación de Egipto. Después, continuó la historia de cómo los había guiado.
A continuación veremos que el profeta intercedió ante Dios para que Él considerara las grandes necesidades y deseos que ellos tenían. Leamos ahora los versículos 15 y 16, de este capítulo 63:
"Mira desde el cielo y contempla desde tu santa y gloriosa morada. ¿Dónde está tu celo y tu poder, la conmoción de tus entrañas y tus piedades para conmigo? ¿Se han estrechado? ¡Pero tú eres nuestro padre! Aunque Abraham nos ignore e Israel no nos reconozca, tú, Señor, eres nuestro padre. Redentor nuestro es tu nombre desde la eternidad."
Aquí se nos recuerda que Dios era el Padre de la nación de Israel, pero no hay ninguna idea en el Antiguo Testamento en el sentido de que Él fuera el padre de un israelita a nivel individual. En el Antiguo Testamento el término Padre es una expresión corporativa más que personal. En cambio, en el Nuevo Testamento, el término Padre se convirtió en una expresión personal, no corporativa. Así, Abraham era el padre de la nación y no de cada israelita individualmente. De la misma manera, Dios era el Padre de la nación. Y en el versículo 17, leemos:
"¿Por qué, Señor, nos has hecho errar de tus caminos y has endurecido, respecto a tu temor, nuestro corazón? ¡Vuélvete por amor de tus siervos, por las tribus de tu heredad!"
Y aquí tenemos una oración de intercesión, suplicándole a Dios que intervenga a favor de ellos. Escuchemos lo que dice el versículo 19:
"Hemos venido a ser como aquellos sobre los que nunca gobernaste, sobre los cuales nunca fue invocado tu nombre."
Y aquí vemos que se rindieron completamente a Dios. Ésta debería ser hoy la actitud del cristiano, la de una entrega y rendición completa a Dios. La mayoría tememos rendirnos ante Dios, ante el temor de que Él sea exigente con nosotros. Pero, estimado oyente, Dios quiere ser tierno con nosotros, si le damos la ocasión. Pero recordemos que Él es también el Dios del juicio. Él es el que vendrá a la tierra algún día para pisar el lagar de la intensidad de Su ira. Pero también recordemos que Él no está tratando de asustarnos. Simplemente nos está diciendo la verdad. Y la verdad incluye en primer lugar el amor, la compasión, y Su ofrecimiento de salvación.
Copyright © 2001-2024 ( TTB - Thru the Bible, RTM - Radio Transmundial, EEA - Evangelismo en Acción). Todos los derechos reservados.
CONDICIONES DE USO