Estudio bíblico: Ester: Cuando a uno que quiere ahorcar lo ahorcan - Ester 6-10
Ester: Cuando a uno que quiere ahorcar lo ahorcan (Ester 6-10)
Esa noche el rey no puede conciliar el sueño. Parecería como si su conciencia le estuviera hablando y le dijera: Tú no eres un rey justo.
El monarca trata de defenderse: Claro que lo soy. Yo castigo a los criminales y recompenso a los que me hacen bien.
Pero su corazón le sigue repitiendo como un disco compacto averiado: Tú no eres un rey justo, tú eres un desagradecido.
El rey continúa su soliloquio: ¡Que yo soy injusto e ingrato!
La voz de la conciencia dentro de su mente lo desafía: Si eres realmente recto ve ahora mismo a los archivos y lee lo que pasó.
Los secretarios le traen los documentos. Llevan al lugar, como por "casualidad", los legajos donde se narra el intento de regicidio de Bigtán y Teres. El soberano recuerda los nombres de los que habían tratado de hacer lo malo; sin embargo, se ha olvidado del que hizo lo bueno. El rey está indignado; se da cuenta de que algo no ha funcionado bien en su gobierno. De la misma manera que un escudo puede hacer rebotar la flecha a un lado, el honor que le correspondía a Mardoqueo había sido desviado.
El monarca interroga a sus secretarios por qué no se le ha hecho recordar que esa noble acción no fue recompensada. Los ayudantes titubean pero no responden. ¿Habrá sido Amán quien "archivó" (léase "extravió") el expediente de la recompensa? En la mañana, el primer ministro se dirige al palacio real escoltado por su custodia. Se ha recortado y peinado la barba con la ayuda de su peluquero. Se ha perfumado y sale de su casa silbando una alegre melodía. Sus ojos saltones y malignos se mueven agitadamente para todos lados. Una expresión de victoria se ve en su cara. El plan es perfecto. Tan pronto como salude al rey y éste le pregunte, como acostumbra a hacerlo diariamente, qué puede hacer para servir a la patria, el ministro tiene una respuesta pronta: Hay un hombre llamado Mardoqueo que debe morir porque es muy perjudicial y peligroso para el país y para el emperador. Es un blasfemo y se burla de las divinidades de los medos y persas.
Amán tiene ya preparadas las pruebas y aun ha buscado los falsos testigos para que no haya duda. El ministro ignora la mala noche que ha pasado el rey y que el nombre de su futura víctima está muy vivo en la mente del soberano.
— Majestad — anuncia uno de los servidores — el Señor Amán quiere verlo.
El consejero de estado entra con una fingida sonrisa y saluda con gran ceremonia al monarca. Pero esa mañana Asuero altera su rutina; su pregunta es diferente:
— "¿Qué se hará al hombre a quien el rey desea honrar?" (Est 6:6).
El corazón del ministro late con fuerza. "¡Esto es mejor aún de lo que yo esperaba! Voy a utilizar este momento para solicitar mi petición. ¡Por supuesto, quién sino yo va a ser la persona a quien Asuero desea enaltecer!".
El ministro se infla como un globo. Y empieza su lista que, en verdad, son sus sueños dorados de poder:
— Que traigan la vestidura real con que se haya vestido el rey, y el caballo en que haya cabalgado el rey y pónganle una corona real sobre su cabeza. Que entreguen la vestidura y el caballo por medio de alguno de los oficiales más nobles del rey, y que vistan a aquel hombre a quien el rey desea honrar. Haz que lo paseen a caballo por la plaza de la ciudad y proclamen delante de él: ¡Así se hace con el hombre a quien el rey desea honrar! (Est 6:8-9). Al proponer cada uno de los honores, Amán ya siente en su cabeza el peso de la regia corona, adivina el ser admirado por las multitudes al verlo tan deslumbrante. Se percibe a sí mismo en la cabalgadura real y levanta sus hombros para ser más elegante e imponente. Se imagina complacido el fuerte aplauso de la muchedumbre.
Pero este ensueño es interrumpido de golpe cuando Asuero ordena:
— ¡Date prisa, toma la vestidura y el caballo, como has dicho, y haz eso con el judío Mardoqueo! (Est 6:10).
Amán se tambalea y parece que va a caerse al escuchar al rey. No puede creer lo que acaba de escuchar. El rostro del ministro se torna primero blanco y luego colorado. Cumple el penoso deber de llevar a su enemigo en el corcel preferido del rey, luciendo las vestiduras y corona, repitiendo: "¡Así se hace con el hombre a quien el rey desea honrar!" (Est 6:11).
Por unos segundos Aman perdió la oportunidad de eliminar a su enemigo. El rey le ha ordenado: "No omitas nada de todo lo que has dicho" (Est 6:10).
El humilde Mardoqueo es llevado en un desfile triunfal por la plaza principal. Su rostro no demuestra orgullo ni vanagloria. Es el mismo semblante que lucía cuando caminaba con sus sandalias gastadas por el centro de la ciudad.
Al ministro se le atragantan las palabras en su boca. Trata de repetir los términos del edicto real con la voz más baja que puede. Se fastidia y traga saliva cuando los transeúntes, maliciosos y pícaros, le piden que repita más fuerte porque no lo pueden entender.
Ha llegado el día de la fiesta de la reina Ester. Después de unas cuantas libaciones, el rey está de buen talante. El primer ministro también ha recuperado algo de su humor y optimismo.
El rey levanta su copa y con voz solemne dice:
— Reina, te daré todo lo que quieres hasta la mitad de mi reino.
Amán muestra en su rostro una necia sonrisa artificial. Ester sabe que ha llegado el momento decisivo. Escucha el retintín en sus oídos de las palabras de su tío: "iY quién sabe si para un tiempo como este has llegado al reino!" (Est 4:14).
Ester agradece al rey con una sonrisa dulce y honesta. Con toda tranquilidad, frialdad y puntería comienza a lanzar sus "granadas de mano". Ante el asombro del monarca ella dice:
— ¡Mi rey y amado esposo, te suplico que me perdones la vida!
— ¿Pero qué dices? — responde el soberano —, ¿por qué habría de perdonarte la vida si tú no has hecho nada malo y eres mi querida esposa?
Ester se ha incorporado. El rey la observa, ella luce más hermosa que nunca. Con voz clara y firme dice:
— Yo y mi pueblo hemos sido vendidos para ser destruidos, muertos y exterminados (Est 7:4). Cada palabra la enuncia con más intensidad: destruidos... muertos... exterminados...
— ¿Quién osaría hacerte daño?
Ester apunta con su dedo índice al culpable y dice:
— iEl enemigo y adversario es este malvado Amán! (Est 7:6).
Tres adjetivos acusativos están en esta breve sentencia de ocho palabras. El rostro del delatado empalidece. El del rey se enrojece. El monarca deja la sala airado, al darse cuenta de que su ministro lo ha hecho caer a él, al mismo rey, en una trampa. Asuero, sin saberlo, ha firmado la sentencia de muerte de su misma esposa.
Muchas veces padres y madres se habían aferrado a los pies de Amán implorando misericordia por un hijo y él los había echado de sí como si fueran perros sarnosos. Ahora es él mismo el que está aterrorizado.
La reina se recuesta lentamente en un lujoso diván que está cerca. El primer ministro, despavorido, se acerca a la reina y, en su desesperación, se aferra de los pies de ella clamando por misericordia.
El rey vuelve a la sala del banquete y, al ver a Amán en esa posición inadmisible, dice:
— ¿También ha de violar a la reina estando yo en la casa? (Est 6:8).
Hay un silencio sepulcral: Los siervos observan con atención prontos para actuar. El soberano les hace un gesto bien temido y ellos cubren con una toalla la cara del ministro y lo llevan para ser ejecutado.
Días después Mardoqueo es nombrado ministro de gobierno. Lo visten con ropas hermosas de color blanco, azul y rojo como la bandera de varios países de nuestro continente.
Los hebreos se defienden y destruyen a todos sus enemigos.
El rey puede dormir ahora sin problemas.
En el palacio la reina se arrodilla y, ahora con lágrimas de gratitud, adora al Todopoderoso Dios de Abraham, Isaac y Jacob.
La historia bíblica y nosotros
El monarca es como un león salvaje, temido por su fiereza y sus decisiones drásticas. Ester es "la domadora" perfecta, que sabe cómo actuar al entrar en la jaula de la fiera y controlarla.
Todas las doncellas tenían cuerpos hermosos pero poco más. La reina no tiene solo la belleza física sino también la espiritual e intelectual. Ester sin duda había tenido una educación muy especial dado que pertenecía a la familia real. A través de los siglos los estudiosos se han preguntado, perplejos: ¿Qué es lo que poseía Ester, qué es lo que la hacía tan distinta, especial y superior a las otras hermosas doncellas del harén para tener esa influencia y ese poder sobre este rey tan prepotente e iracundo?
Ester se ha transformado en alguien que comienza siguiendo las instrucciones de su padre adoptivo, y después del jefe de los eunucos, hasta ser alguien que va a tomar decisiones propias a nivel nacional.
La humilde doncella que está dispuesta a tomar el lugar que le corresponde en el momento del aprendizaje ha dado su fruto en una mujer que ha adquirido una enorme influencia política en el imperio.
Ella es instrumento en la designación de Mardoqueo como primer ministro. Ester tiene tres objetivos que, humanamente hablando, parece imposible que sean alcanzados:
1. Evitar que los judíos de todo el imperio sean exterminados. 2. Castigar y eliminar al incitador y a los involucrados en la conspiración que se ha extendido en todo el país, y que tiene 75.000 simpatizantes. 3. Dar un escarmiento ejemplar para que esta impía trama no se vuelva a repetir. Para lograr esto último determina que los cadáveres de los diez hijos de Amán que ya han sido ejecutados sean puestos en la horca como tétrico modelo.
Esto a nosotros nos parece muy duro y hasta cuestionable. Sin embargo, en aquella cultura era la norma y Amán no podía ignorar que si su artimaña fallara, la reprensión iba a caer no solamente sobre él sino en toda la familia.
Ester sabe que Dios va a obrar en las circunstancias y el momento adecuados, y por lo tanto no se precipita a hacer su petición en la primera oportunidad que el rey le otorga. Ha aprendido la importancia de hacer algo en el momento apropiado.
Si en el primer encuentro ella hubiera pedido la ejecución de Amán probablemente el rey lo hubiera negado por "falta de pruebas suficientes". La destrucción de Amán va a ser determinada por el rey, si bien, por así decirlo, fue el mismo Amán quien "se echó la soga al cuello". Ester solo va a denunciarlo. Va a ser el emperador quien establece que debe ser ajusticiado. Por así decirlo, Ester es la que lanza la "granada de mano", pero es el mismo Amán quien le había arrancado el detonador. La historia fluye y cada toque del escritor sagrado nos da un detalle imprescindible. Zeres, la esposa de Amán, y sus amigos van a ver con horror que su artero proyecto ha fracasado. El bumerán ha vuelto y ha golpeado muy fuerte (Est 9:25). El proverbio se ha cumplido: "Lo que el impío teme eso le vendrá" (Pr 10:24).
La soberanía de Dios se ve en la "coincidencia" maravillosa de los eventos. Todo pasa en el momento preciso. Dios está actuando de una manera singular hasta en el insomnio del rey. Por escasos segundos Amán malogra su batalla. Iba a pedir la muerte de Mardoqueo tan pronto el rey terminara de hablar. Cuando el rey expresa su primera frase ha perdido la posibilidad para siempre, y con eso su propia vida, en la imparable catarata de la continuidad de los eventos.
Amán responde al rey sugiriendo qué honores otorgar a la persona que el monarca quiere honrar. El ministro, que no se puede controlar a sí mismo, neciamente abre su corazón y pronuncia sus sueños más íntimos. Sentimos como si Amán le estuviera contando a un psicólogo todas sus ambiciones.
El orgullo y la pedantería del ministro se ven en los detalles. A la pregunta de cómo honrar a aquel que el rey desea homenajear, Amán sugiere que no solo se traigan la vestidura y el caballo del soberano, sino que la persona que haga este trabajo sea uno de los oficiales más nobles. Él se quiere ensalzar a sí mismo humillando a uno de sus colegas ministros del gobierno, para que vaya a las caballerizas y que le entregue las riendas del equino. A Amán no le basta que él sea aplaudido, ¡tiene placer en humillar a otros!
Hoy Amán hubiera convocado a los canales de televisión para, frente a cámaras, ofrecer una conferencia de prensa, y así lograr imagen y mejorar sus relaciones públicas.
En el fondo quiere tener todo lo que tiene el rey y le está pidiendo todo con la excepción de la reina. El jerarca sueña con el poder. Ser el segundo en el imperio no le es suficiente.
En su desesperación, Amán se aproxima a la reina sin guardar la debida distancia a su majestad, en una forma totalmente inaceptable.
La expresión del rey es sorprendente: "¿También ha de violar a la reina estando yo en la casa?" (Est 7:8). Esta sentencia implicaría que el monarca sabe que Amán se ha extralimitado en el pasado en sus acciones. También sugeriría que hay otras violaciones que el ministro ha perpetrado y que le fueron pasadas por alto hasta ese momento. La frase así se podría interpretar como diciendo: "Además de las violaciones que has cometido también quieres mancillar a la reina". Otros comprenden el párrafo como diciendo: "No solamente quieres matar a mi esposa sino que también la quieres violar".
Amán, sin duda, desconocía que Ester era judía, de lo contrario no hubiera osado tomar tal riesgo con tan nefastas consecuencias. El texto sagrado no implica al ministro como responsable del "olvido" de la recompensa a Mardoqueo. Sin embargo, dada su personalidad, es más que posible que él o algún allegado hubieran tenido algo que ver.
Vemos a Ester como una líder espiritual, al solicitar una de las reuniones de oración más grandes que se hayan efectuado fuera del territorio de Israel, como esta en la capital imperial.
Muchas de las enseñanzas de Proverbios están ejemplificadas en este libro:
1) Amán provoca al Todopoderoso al personificarse como el impío que comete los seis pecados que aborrece el Señor: "Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies que se apresuran a correr al mal, el testigo falso que respira calumnias y el que provoca discordia entre los hermanos" (Pr 6:17-19) (Pr 8:13). Cuando se cometen varios de estos pecados el resultado siempre es desastroso.
2) La inesperada catástrofe de Amán: "Por eso, su calamidad vendrá de repente; súbitamente será quebrantado y no habrá remedio" (Pr 6:15). Se han cumplido las palabras: "El impío... cava un pozo y lo ahonda; pero en la fosa que hace caerá" (Sal 7:11, 15).
3) Los temores del inicuo se cumplen: "Lo que el impío teme eso le vendrá..." (Pr 10:24).
4) La actitud de Amán: "Antes de la quiebra está el orgullo; y antes de la caída la altivez de espíritu" (Pr 16:18).
5) "Comer mucha miel no es bueno ni es gloria buscar su propia gloria" (Pr 25:27). Aquel que actúa con un espíritu satánico tiene una trayectoria con muchas similitudes (Is 14:12-17).
Es irónico que quizás algunos de los mismos sirvientes que fueron a buscar a Amán para venir al banquete (Est 6:14) son los que recorren el mismo camino en sentido opuesto al llevarlo para ser ejecutado (Est 7:9).
La colectividad judía recuerda esta historia todos los años desde aquel entonces. En toda la tierra los israelitas celebran la victoria de Ester y Mardoqueo en la fiesta del Purim. Se ha corroborado la promesa: "La mujer que teme al Señor, ella será alabada" (Pr 31:30).
Se cumplieron textualmente las palabras de su padre adoptivo: "¡Y quién sabe si para un tiempo como este has llegado al reino!" (Est 4:14).
También cada uno de nosotros estamos en este mundo con un propósito que tiene Dios nuestro Padre. Que él nos ayude a cumplirlo (Sal 138:8).
Apuntes
Ester, siendo hija de un tío de Mardoqueo, era su prima (Est 2:7). De acuerdo con Josefo y la tradición rabínica Mardoqueo era su tío. Lo importante es que "la tomó como hija suya", es decir, la adoptó.
El hecho de que el rey no la llamara por 30 días no significa que estaba desilusionado con ella. Quizás quería estar seguro de que no estaba embarazada. Quién mejor que Ester para ser la madre del futuro rey (esto no sucedió).
Mardoqueo, sentado a la puerta del rey, no está como un pordiosero sino como un funcionario oficial. Nadie permitiría que un mendigo esté a la puerta del rey por un tiempo indeterminado.
Cuando el rey le ordena a Amán que honre a Mardoqueo "el judío" agrega el aspecto racial para enfatizar que él no tiene personalmente nada contra ese pueblo.
"Cubrir el rostro" es un acto que precede a la ejecución de la pena capital, muy similar al cubrimiento de los ojos antes de un fusilamiento. "Tan pronto como el rey habló con ira le cubrieron la cara a Amán como un hombre condenado que no es más digno de mirar al rey o de ser mirado por el rey".
Los documentos que hablan del atentado de matar al emperador seguramente estaban escritos en tablillas de arcilla.
Temas para predicadores
1. La soberanía de Dios. Detalles en que se ve la mano del Omnipotente actuando específicamente: a) Ester llevada al palacio. b) Ester nombrada reina. c) La falta de sueño del rey justo la noche anterior. d) Hallar en el archivo el lugar exacto del registro del intento de regicidio.
2. La importancia de la intercesión.
3. Mardoqueo, un hombre honrado y de principios. El creyente padeciendo por causa de sus convicciones.
Temas para análisis y comentario
1. ¿Por qué esperó Ester hasta la segunda fiesta para hacer su acusación?
2. ¿Qué cosas de las que el Señor abomina de acuerdo a (Pr 6:16-18) cometió Amán?
3. De acuerdo a Amán, ¿cuáles son las recompensas que hay que otorgarle al hombre que el rey quiere honrar?
4. ¿Qué recompensa tiene al final Mardoqueo por su ética y fidelidad?
5. ¿En qué manera específica Amán ha quebrantado cada uno de los preceptos de la lista de cosas que Dios abomina?
Comentarios
Esteban Castellanos (Guatemala) (25/12/2020)
Quiero aprender mas cada día.
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