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Folletos cristianos

¿Dios?


Folletos cristianosSi nos viene un amigo o pariente unos días a Soria, ¿a dónde lo solemos llevar de visita? Muchos, a la Laguna Negra. Porque, sin despreciar otros parajes preciosos de la provincia, la tierra de Alvargonzález tiene un encanto especial, ¿verdad? Los cortados de las peñas, los pinos centenarios y las hayas, las oscuras aguas de la laguna y la clara espuma de la cascada? constituyen un espectáculo imponente que nos llena los ojos y el alma. Y que deja pasmados a los que vienen de fuera.

Ya hace muchos años que hay cerca ya de las últimas escaleras un cartel de madera que dice: ?DIOS CREÓ ESTE MARAVILLOSO PAISAJE PARA VUESTRO RECREO. ¡CUIDADLO!? Pero sólo hace unos meses que alguien añadió algo al mensaje con una barra de labios: unos signos de interrogación en la primera palabra: ?¿DIOS??

¿Quién pondría allí esa interrogación? ¿Quizá alguien que duda de la existencia de Dios? Pero una cosa es la duda y otra cosa es el afán por quitar a Dios de en medio. Y ese afán existe hoy en nuestra sociedad: ¿Cuánto mencionamos a Dios en las conversaciones? ¿Cuánto se habla de él en los programas de televisión? ¿Quién confiesa abiertamente de su fe en Dios sin sentir algo de vergüenza? Y si, en medio de un paraje magnífico que habla elocuentemente del poder, la sabiduría y el arte del Creador, se menciona la palabra "Dios", le ponemos unos signos de interrogación. ¿Dios? es hoy, en España, una palabra tabú.

Lo mismo pasa en el terreno de la investigación científica. Muchos de los científicos que se ocupan del origen de la vida y del cosmos llevan largo tiempo intentando deshacerse de la idea de un Dios creador. Sin embargo, parece que cuanto más profundizan, más inevitable resulta admitir la existencia de una inteligencia que haya diseñado todo lo que vemos.

Sin admitir la existencia de un Creador personal, no pueden explicar cómo es que el universo tiene forma; es decir, no es un puñado de guijarros arrojados al azar. Y se topan con curiosas "casualidades", una serie de circunstancias felices sin las que nuestra existencia en la Tierra sería imposible. Por ejemplo; si la proporción de protones y neutrones se alterara un pelín, las estrellas como el Sol, que consumen hidrógeno, no existirían. Son cosas que quizá los profanos no entendemos bien, pero que sí entienden ellos. Y saben que sólo en un universo con leyes y condiciones como éstas podría darse la vida, y existir seres racionales capaces de preguntarse por el origen y el sentido de la vida, y albergar en su corazón la idea de un Dios creador. ¿No es mucha "casualidad"?

¿Por qué, entonces, ese afán de quitar a Dios de en medio? Sospechamos que por las implicaciones morales que tiene: ?Si hay un Dios inteligente y personal, debe de conocerme a fondo y ver todo lo que hago, digo y pienso; así que tengo una responsabilidad moral ante él. Prefiero pensar que no existe?.

Si de veras nos interesa si hay Dios o no; si queremos saber quién hay detrás de la belleza de la Laguna Negra, de la maravilla de la vida vegetal y animal, de la complicada y asombrosa naturaleza humana, y de la grandeza y la sincronía del universo; no huyamos de Dios. No le pongamos a priori los signos de interrogación. Estemos dispuestos a escuchar la voz de la creación, a no desoír la de la conciencia y a afrontar la responsabilidad que implica el hecho de que Dios nos haya hecho y nos conozca. No sea que nos demos cuenta de ello el día que tengamos que rendir cuentas ante él.