1El Señor dijo a mi señor:
«Siéntate a mi derecha,
hasta que yo haga de tus enemigos
el estrado de tus pies.» 2Desde Sión, el Señor te entrega
el cetro, símbolo de tu poder.
¡Domina, pues, a tus enemigos! 3Tu pueblo se te entrega
en el día de tu victoria.
Sobre los montes santos,
y como el rocío que nace de la aurora,
tu juventud se renueva de día en día. 4El Señor ha hecho un juramento,
y no va a desdecirse:
«Tú eres sacerdote para siempre,
de la misma clase que Melquisedec.» 5El Señor está a tu mano derecha;
en el día de su furor, destruirá reyes; 6dictará sentencia contra las naciones;
amontonará cadáveres;
¡estrellará cabezas en toda la tierra! 7En el camino, beberá agua de un arroyo,
y el agua le dará nuevas fuerzas.