Estudio bíblico de 2 Pedro 3:1-7,13
2 Pedro 3:1-7, 13
Continuamos hoy, estimado oyente, nuestro recorrido por la segunda epístola del Apóstol Pedro, y llegamos al capítulo 3. Y tenemos ante nosotros, tres divisiones principales que abarcan el resto de esta carta. La cuarta división de este libro lleva el título "la actitud hacia el regreso del Señor, como una prueba para los apóstatas", en los 4 primeros versículos de este capítulo 3. Luego, desde el versículo 5 hasta el versículo 13, tenemos la quinta división, titulada "el calendario de Dios para el mundo": Y finalmente, tenemos la sexta y última división, titulada "una advertencia para los creyentes, en los versículos 14 al 18 de este capítulo 3. Comencemos pues, leyendo el primer versículo de este capítulo 3 de la segunda epístola del Apóstol Pedro, que inicia la citada cuarta división del libro titulada
La actitud hacia el regreso del Señor: una prueba para los apóstatas
"Amados, esta es la segunda carta que os escribo. En ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento"
Aquí el escritor destacó claramente que él fue el autor de las dos cartas, la primera, y ésta, su segunda carta.
Dijo aquí despierto vuestro limpio entendimiento. "Limpio" no es la mejor traducción y preferimos el adjetivo "sincero". No creemos que los creyentes de aquellos días tuvieran mentes que fueran más puras que las que tenemos nosotros en el presente. Y aún no hemos encontrado a nadie, al menos hasta el momento que, según nuestra opinión, tenga una mente verdaderamente pura.
En una ocasión oímos hablar de una secta cuyos miembros dedicaban la mayor parte de su tiempo a la contemplación. En vez de tener un gran templo, como otros cultos, acudían a una especie de casetas pequeñas, en las cuales las personas podían cultivar, a través de la contemplación, buenos pensamientos. Dichas casetas estaban decoradas con hermosas fotografías, con un lujoso mobiliario y todas las comodidades así como el ambiente, estaban preparados como para que al sentarse en aquel lugar, uno se sintiera bien y diera lugar a tales buenos pensamientos.
Una persona que conocemos decidió pasar por ese proceso mental en la habitación de su hotel, aprovechando que estaba decorada con hermosos cuadros y concentrándose intensamente por un tiempo considerable, intentó crear en su mente hermosas imágenes y pensamientos puros, desprovistos de todo aquello que pudiera considerarse impuro o negativo. Pero, al contarnos su experiencia, tal persona reconoció que le resultó imposible crear ese estado mental y todo lo que al final pudo conseguir fue que su mente se llenara de imágenes impuras.
Y es que, estimado oyente, nuestras mentes no son lo que nosotros podríamos llamar "limpias o puras". Los malos pensamientos surgen de una forma natural. Así que la palabra que el apóstol usó aquí significa "sincero", al referirse a la mente sincera de los creyentes genuinos.
Y entonces, vemos que su intención no era la de expresarles nada nuevo, sino solamente, presentarles como un recordatorio, refrescándoles la memoria.
Algunos intentan retener datos en su memoria pero tienen el problema de ser más bien olvidadizos. Este es un problema muy común y general y Simón Pedro podría hablarnos extensamente sobre su propia experiencia. En aquella noche en que el Señor Jesús fue detenido, cuando él se estaba calentando las manos en el fuego preparado por los enemigos del Señor, y entonces, ante las preguntas de los que le rodeaban, el negó conocerle y formar parte del grupo de Sus discípulos. En aquella ocasión, el apóstol fue olvidadizo y olvidó el hecho de que el Señor Jesús le había advertido que iba a negarle. Dice el relato del Evangelio de Lucas, capítulo 22, versículo 61: 61Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: «Antes que el gallo cante, me negarás tres veces». Resultó sorprendente que se hubiera olvidado completamente de esa advertencia del Señor, y es que él tenía las mismas debilidades que nosotros tenemos. Así que al escribir esta segunda carta, el apóstol quiso, con este recordatorio, despertar la memoria sincera de sus lectores por medio de este recordatorio.
Ahora bien, ¿qué quería el apóstol que recordaran? Leamos el versículo 2 de este tercer capítulo de la segunda carta de Pedro:
"Para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador, dado por vuestros apóstoles."
Aquí queda claro que el apóstol quería que recordaran a los santos profetas. ¿Quiénes eran estos? Pues, los escritores del Antiguo Testamento. Y a continuación también mencionó a los apóstoles. Vemos que Simón Pedro no se colocaba a sí mismo en una posición superior a la de los demás apóstoles, sino que se consideraba uno más entre ellos. Y antes de concluir con su epístola, Pedro se referiría a algo que el apóstol Pablo había escrito, lo cual implicaba que también incluía a Pablo como un apóstol. El les dijo a sus lectores que iba a recordarles lo que los otros apóstoles habían escrito, y que igualmente había sido el tema de los profetas del Antiguo Testamento.
Ahora veamos cuál era el tema y leamos el versículo 3 de este tercer capítulo:
"Sabed ante todo que en los últimos días vendrán burladores, andando según sus propias pasiones"
La frase ante todo indicó que lo que iba a decir debía ser conocido por ellos en primer lugar, teniendo en cuenta la importancia que tenía. Y continuó diciendo en los últimos días. Estimado oyente, éstos son los días en que usted y yo vivimos, y que continuarán con el período de la gran tribulación, después de que la iglesia haya sido recogida de la tierra.
Así que en esos últimos días aparecerían burladores, personas burlonas. Ellos serían los apóstatas que el apóstol describió en el capítulo 2. Estos burlones evidentemente, figurarían como miembros de las iglesias e incluso muchos de ellos serían pastores, que vivirían de acuerdo con sus malos deseos o pasiones, sin intentar seguir los dictados de la Palabra de Dios. Este es el tipo de personas que ataca las verdades de la Biblia. Por otra parte, si un individuo está dispuesto a abandonar sus pecados y a recibir en su vida al Señor Jesucristo, Dios hará que Su Palabra sea una realidad en su vida. El apóstol Pablo, escribiendo su segunda carta a los Corintios, en su capítulo 3, les dijo a sus lectores que ellos que tenían la mente embotada, pues tenían puesto como un velo sobre sus mentes, pero que si sus corazones se volvieran a Dios, ese velo sería removido. EL problema de ellos no era intelectual, sino del corazón, es decir, que se trataba de un problema espiritual. Y aquí el apóstol Pedro, enfrentando un problema similar, les dijo que ese tipo de personas utilizaban argumentos falsos. Leamos el versículo 4 de este tercer capítulo de 2 Pedro:
"Y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación."
Y aquí tenemos la pregunta del argumento: ¿dónde está la promesa de su venida? Y ahora el apóstol se dirigió a quienes creían en esa venida de Cristo anterior al reino sobre la tierra. Se había estado enseñando por años que el Señor Jesús vendría a la tierra para recoger a Su iglesia y que, después de los años de la tribulación establecería Su reino en la tierra. Así que la pregunta ¿dónde está la promesa de su venida? O sea, "¿Dónde está El"? era una forma de expresar su burla y su negación de la segunda venida de Cristo. Y no solo serían los llamados ateos quienes la negaran, sino que también esa verdad sería negada por algunos que ocuparían el púlpito y profesarían ser creyentes.
Ahora, ¿qué dijeron los profetas del Antiguo Testamento sobre ese tema? Ellos escribieron sobre la venida de Cristo a la tierra para establecer Su reino. ¿Y qué dijeron los apóstoles del Nuevo Testamento sobre ese tema? Escribieron sobre la venida de Cristo para recoger a la iglesia y, que después de la gran tribulación hablaron de Su venida a la tierra para establecer Su reino. Observemos que ninguno de los profetas del Antiguo Testamento escribió sobre la iglesia, sino que solo se refirieron a la venida a la tierra para el establecimiento del reino.
Y fue el Señor Jesucristo mismo quien primero reveló que vendría a la tierra a buscar a los Suyos. En el Evangelio de Juan, capítulo 14, versículos 2 y 3 dijo: 2voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3....vendré otra vez y os tomaré a mí mismo. El lugar que El iba a preparar no se encontraba en esta tierra. No estaba al otro lado del Monte de los Olivos, en Jerusalén. Si usted va allí s encontrará con un paraje desolado. Es que el Señor regresaría al cielo y sería allí donde desde entonces está preparando un lugar un lugar para nosotros. Y además. El prometió venir a buscarnos. El apóstol Pablo escribió en su primera carta a los Tesalonicenses, en el capítulo 4, versículo 17, sobre un encuentro en el aire entre el Señor y los creyentes.
Recapitulando y repitiendo lo que dijimos en los últimos párrafos: la profecía del Antiguo Testamento de la venida de Cristo se refería al establecimiento de Su reino sobre la tierra; y la profecía del Nuevo Testamento sobre Su venida se refería al traslado de Su iglesia fuera de esta tierra y al establecimiento de Su reino sobre el mundo.
Y el versículo 4 de este tercer capítulo del Apóstol Pedro continuó diciendo Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. Esta era la supuesta "prueba" que los burlones ofrecerían y, por cierto, es también la idea en la cual muchos basan sus argumentos en nuestra época. Y aquí, la referencia a los padres se refería a los primeros padres, remontándose hasta el principio de la creación.
Los burlones adoptaban la actitud dejarse estar, de continuar con el estado de cosas tal como se encontraban. Sostenían que en el pasado no había ocurrido nada fuera de lo normal. El hombre había evolucionado y las cosas habían simplemente continuado su progreso natural. Y el apóstol Pedro se disponía a decirles que, si ellos pensaban que nada había sucedido en el pasado, estaban absolutamente equivocados. El apóstol se dispuso entonces a hablarle sobre
El calendario de Dios para el mundo
Al iniciar esta quinta división de la epístola, Pedro les iba a escribir sobre la existencia de tres mundos en uno. Siempre hemos oído hablar sobre un mundo futuro unido y global, en el que existirá un gobierno mundial. Seguramente las personas que examinan la realidad que vivimos en la actualidad y las perspectivas futuras para la escena internacional, no tendrán dudas acerca de la veracidad de estas posibilidades. Por otra parte, destacados pensadores de nuestro tiempo son conscientes de que hemos llegado a una crisis definitiva y de que se ven elocuentes señales de peligro que ya nos afectan ahora, y que podrían desembocar en el fin de la vida humana sobre la tierra. Llegamos así a la presentación del apóstol Pedro de los tres mundos en uno. Leamos entonces los versículos 5 y 6 de este tercer capítulo de su segunda carta, para ver lo que nos dijo sobre
El mundo pasado
"Estos ignoran voluntariamente que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua."
En primer lugar se nos habló sobre estos que ignoran voluntariamente. Parecía referirse a quienes tuvieran grandes capacidades intelectuales, y que de manera intencional cerraran su mente a las afirmaciones de las Sagradas Escrituras.
Y continuó el apóstol continuó refiriéndose a la desaparición del mundo de los seres humanos y animales. Esta pudo ser (1) una referencia al mundo anterior a la existencia de Adán, o (2) podría referirse al diluvio del tiempo del patriarca Noé. Después de considerarlo cuidadosamente, nos inclinamos personalmente por el segundo punto de vista.
Con respecto al primer punto de vista, podemos decir que algunos de nosotros creemos en el pasaje Bíblico del libro del Génesis, capítulo 1, versículo 1, hubo una interrupción entre ese versículo 1, y el versículo 2, porque en aquel punto del tiempo tuvo lugar una gran catástrofe. Esta opinión ha sido mayoritariamente rechazada por los científicos cristianos. Sin embargo, las teorías científicas, por su misma naturaleza, van cambiando en el transcurso de los años, así que ninguna conclusión puede considerarse aun definitiva.
Así que no se descarta que haya habido un juicio en el mundo anterior al momento en que el hombre fue colocado sobre la tierra. Algunos estudiosos de la Biblia han sugerido que tal juicio fue descrito en el libro del profeta Isaías, capítulo 14, versículos 12 al 14, que leeremos en nuestro próximo programa. Satanás nunca quiso ser diferente a Dios, sino que más bien quiso ocupar su lugar. Y en esta tierra siempre ha habido seres humanos que han querido ser como dioses. Cualquier individuo que se esté ocupando de lograr por sus esfuerzos su propia salvación, que cree que es lo suficientemente bueno como para ir al cielo, ignora el hecho de que está tratando con un Dios santo. El ser humano no parece ser consciente de que es un pecador. Pero la verdad es que el hombre está perdido, pero también afirmamos que Dios ha provisto una redención para él. En el Evangelio de Juan, capítulo 14, versículo 6, vemos que el Señor Jesús dijo: nadie viene al Padre sino por mí. Recordemos que estas palabras fueron pronunciadas por un Dios hecho hombre. Ahora, si una persona creyera que puede llegar a Dios el Padre pos sus propios medios y esfuerzos, es como si estuviera adoptando aquellas palabras de Isaías, en el sentido de que cree que puede elevarse y sentarse junto a Dios, porque se cree digno de ser como El. Ese fue precisamente el deseo de Satanás, que produjo un juicio que evidentemente apartó del cielo a una gran cantidad de ángeles que unieron sus fuerzas a las de Satanás, llamado Lucifer, el hijo de la mañana.
El segundo punto de vista que mencionamos anteriormente sostiene que el apóstol Pedro, en estos versículos 5 y 6 de su tercer capítulo, se estaba refiriendo al juicio por agua que tuvo lugar en los días del patriarca Noé. Ese es el punto de vista que preferimos.
La civilización antediluviana fue destruida por un diluvio e inundación, y se han encontrado evidencias de esa catástrofe. Vamos a regresar a estos versículos, Dios mediante, en nuestro próximo programa, añadiendo algunos datos. Diremos que excavaciones en el emplazamiento de la antigua ciudad de Ur de los Caldeos mostraron que varias civilizaciones fueron destruidas. En dichas excavaciones los arqueólogos encontraron grandes depósitos de arena y sedimentos depositados allí por una inundación. Por debajo de ellos, encontraron los restos de una gran civilización. Por otra parte, en áreas montañosas, se han encontrado conchas y caparazones de crustáceos, cuya presencia allí no tendría razón de ser sin la presencia del mar en alguna época de la historia. Así que muchos de nosotros creemos que Pedro se estaba refiriendo directamente al diluvio de los tiempos de Noé y esta tierra posee evidencias de tal inundación.
Después de haber mencionado estos dos puntos de vista, diremos que, tanto si Pedro se estaba refiriendo a un juicio anterior a Adán como si se refirió al juicio del tiempo de Noé, éste es un tema abierto a conjeturas. Indiferentemente que uno acepte el primer punto de vista o el segundo sobre la frase el mundo de entonces pereció anegado en agua. Lo importante es que esa catástrofe ocurrió en algún momento del pasado. Hay evidencias de que tuvo lugar un gran cataclismo, y de que todas las cosas no han continuado ocurriendo como lo eran desde el principio de la creación.
Leamos ahora el versículo 7, que nos inicia a la consideración de
El mundo presente
"Pero los cielos y la tierra que existen ahora están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos."
Este versículo afirmó que esta tierra estaba reservada para el fuego. La expresión sugiere que hay fuerzas residentes en el mundo que podrían destruirlo. No es que Dios va a hacer llover fuego del cielo, sino que la tierra lleva en sí misma su propio juicio. En la actualidad, a veces tenemos la sensación de que estamos viviendo sobre un polvorín o, más concretamente, sobre una bomba nuclear. Es que no habrá otro diluvio que destruya la tierra. Ese juicio ya ha tenido lugar; el agua destruyó el mundo pasado. Ahora el mundo está reservado para otro juicio, el juicio del fuego. En otras palabras, el curso actual de los acontecimientos es temporal, porque se está moviendo hacia otro juicio y el apóstol Pedro nos dará más detalles en el versículo 10.
La expresión reservados es una traducción de la misma palabra Griega que el Señor Jesús cuando nos habló de aquel hombre que acumulaba riquezas. Dios ha estado guardando el secreto sobre como creo este universo, y pareciera que el hombre ha irrumpido en la cámara secreta de las riquezas de Dios. Parece que el hombre ha abierto la caja de Pandora y, en la actualidad, hay pensadores muy preocupados al respecto. En nuestro próximo programa presentaremos algunas citas interesantes.
A continuación, Pedro se refirió a lo que se presentaría en el futuro, es decir, al mundo que vendría. Simplemente, como la tierra será destruida, ello no significa que Dios habrá terminado con ella. Así como la tierra fue juzgada en el pasado, será juzgada en el futuro, pero continuará existiendo. Anticipémonos ahora al versículo 13 de este tercer capítulo, que nos presenta
El mundo futuro
"Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia."
En este mundo en el cual usted y yo vivimos, estimado oyente, no predomina la justicia; parece que ésta no se siente como en casa en esta tierra. Pero la justicia habitará en la nueva tierra y en los nuevos cielos.
En su obra Hamlet, Shakespeare describió su época diciendo que los tiempos estaban como descoyuntados, dislocados. Y tenía razón. Pero nos alegramos que haya otro mundo, un nuevo cielo y una nueva tierra. Y constituirá una gratísima experiencia vivir en una tierra caracterizada por la justicia.
Y aquí, estimado oyente, debemos poner punto final a nuestro estudio de hoy. En nuestro próximo programa volveremos a considerar algunos de estos versículos y continuaremos avanzando por este capítulo 3 de la segunda epístola del apóstol Pedro, por lo cual le sugerimos que continúe leyendo por sí mismo, al menos, hasta el versículo 10.
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