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Estudio bíblico de 2 Pedro 3:8-18

2 Pedro 3:8-18

Terminamos hoy, estimado oyente, nuestro recorrido por la segunda epístola universal del Apóstol Pedro. Recordemos que, hasta el versículo 13 nos encontramos en la quinta división de esta epístola titulada "El calendario de Dios para el mundo". Para facilitar la comprensión de esta última parte del capítulo 3, retomaremos nuestro estudio en el versículo 8, que dice:

"Pero, amados, no ignoréis que, para el Señor, un día es como mil años y mil años como un día."

Ahora, parece que la destrucción de la tierra y cielos tendrá lugar durante el período que hemos llamado "el Día del Señor". El profesor McGee cree que se trata de un prolongado período de tiempo que incluiría los años de la gran tribulación y los mil años del reino sobre la tierra. Cuando el Señor Jesús regrese a la tierra al final del período de la gran tribulación y establezca Su reino, va a renovar a esta tierra, pero ésta no será una renovación permanente y definitiva. No hasta que transcurran la tribulación y el reino, con su rebelión final, se producirá la destrucción de la tierra de la cual habló el apóstol Pedro en el versículo anterior, el versículo 7 de este tercer capítulo. Después de esa destrucción habrá entonces cielos nuevos y una tierra nueva. Continuemos leyendo el versículo 9 de este tercer capítulo:

"El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento."

Dios es sufrido, paciente, y no está apresurando los acontecimientos. Después de todo, tiene a la eternidad tras El. No necesita preocuparse por el tiempo. Para Él, mil años son como un día, y un día es como mil años. Pero el caso es que el juicio final, la destrucción de la tierra y los cielos, aunque esté temporalmente lejana en el tiempo, se está aproximando. Mientras tanto, El está dando a los seres humanos otra oportunidad para arrepentirse y volverse a Él. Esta es la razón por la cual usted y yo necesitamos difundir la Palabra de Dios. Esa Palabra es el único factor que puede cambiar, transformar a los corazones y vidas. Es por la Palabra de Dios que las personas renacen espiritualmente, como el apóstol Pedro escribió en su primera epístola, capítulo 1, versículo 23, diciendo: 23pues habéis renacido, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre,

El versículo 9 de este tercer capítulo de la segunda epístola, que leímos hace un momento, dice que Dios no desea que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Estimado oyente, la voluntad de Dios es que usted no perezca. Una de las razones por las cuales usted está leyendo este libro es simplemente porque Dios no quiere que usted se enfrente con el juicio. El quiere que, espiritualmente hablando, usted pase de muerte a vida. Y esta puede ser una realidad para usted si se vuelve a Él y recibe la extraordinaria salvación que El tiene para usted.

¿Sabía usted que no puede evitar que Dios le continúe amando? Usted puede rechazar Su amor, pero no puede lograr que El deje de amarlo. Tampoco podría usted evitar que llueva, pero sí puede abrir un paraguas y evitar de esta forma que la lluvia caiga sobre usted. Usted puede cobijarse bajo el paraguas del pecado, o el paraguas de la rebelión para no experimentar el amor de Dios, pero no puede hacer que Dios deje de amarlo.

La mitología Griega nos dejó una historia cargada de fantasía, pero que ilustra lo que acabamos de decir. Un hombre joven tenía una madre maravillosa, pero se enamoró de una joven malvada, perversa. Esta joven odiaba la madre del joven, y no podía estar en su presencia. No era porque la madre la reprendiera, pero su mismo carácter, su misma presencia constituía una molestia, un motivo de inquietud. Pero aún así, este joven estaba desesperadamente enamorado de ella, porque era una mujer muy hermosa. Y finalmente, rogó a la joven que se casara con él. Esta respondió: "lo haré pero con una condición; debes cortar el corazón de tu madre y traérmelo". Bueno, este joven estaba tan perdidamente enamorado que descendió al bajo y miserable nivel de cometer este acto diabólico. Así que, mató a su madre, le quitó el corazón, y cuando se lo estaba llevando a la joven, tropezó y cayó. Entonces, el corazón habló y dijo: "Hijo mío, ¿te has hecho daño?

Estimado oyente, usted podría abofetear el mismo rostro de Dios; puede darle la espalda; puede blasfemarle, pero no puede evitar que El quiera salvarle ni, como ya dijimos anteriormente, que El le ame, porque El proveyó un Salvador, Su propio Hijo, para que muriera en lugar de usted. El Señor Jesús le salvará si usted recibe la salvación que El ofrece. Tenga en cuenta que las cosas no van a continuar en el estado en que actualmente se encuentran. Para algunos la vida es como si todo transcurriera con un cierto tedio y monotonía. Pero algún día, al llegar al final de la historia, vendrá el juicio. Usted y yo estamos viviendo en un mundo que se está moviendo hacia el juicio. Leamos ahora el versículo 10 de este tercer capítulo de la segunda carta de Pedro:

"Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche. Entonces los cielos pasarán con gran estruendo, los elementos ardiendo serán deshechos y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas."

Dice aquí: Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche. Hay cierta discusión sobre si esto tendrá lugar en el momento de la segunda venida de Cristo, o al final del reino terrenal. El Dr. McGee, como expresamos anteriormente, cree que el Día del Señor es un período de tiempo prolongado que se inaugurará con la tribulación, y será seguido por el reino milenario de Cristo, por la breve rebelión final, y por el juicio del Gran Trono Blanco. Entonces, como dice el libro del Apocalipsis, habrá cielos nuevos y una tierra nueva.

Con respecto a la frase que dice que el día del Señor vendrá como ladrón en la noche, diremos que la misma expresión que el apóstol Pablo usó su primera epístola a los Tesalonicenses, capítulo 5, versículo 2. Esta expresión indica que el día del Señor comenzará inesperadamente, de repente.

El versículo 10 continúa diciendo: Entonces los cielos pasarán con gran estruendo. Aquí se describió el final como un estruendo espantoso, quizás comparable al de una explosión nuclear.

Y dice además este versículo los elementos ardiendo serán deshechos. La materia no es eterna, como una vez se creyó. Uno puede librarse de la materia, es decir, que puede ser convertida en energía. Pedro mencionó aquí a los elementos, es decir, los bloques de construcción, los elementos esenciales, los componentes básicos del universo.

La palabra desechos fue traducción del verbo Griego "luo", que simplemente significa "desatar" o "soltar". Al producir la fisión del átomo, liberando su energía, el hombre pudo fabricar la bomba atómica, que produjo efectos tremendos e impresionantes. Le energía nuclear ha sido aprovechada en un mundo en el cual han comenzado a escasear los recursos. Cuando Dios creó el mundo esta tierra estaba provista de abundancia de petróleo y alimentos. Pero vino el ser humano y prostituyó la tierra. Los seres humanos han contaminado la tierra y están comenzando a agotar todos los recursos que Dios proveyó en abundancia, así que la crisis energética es ya una realidad. Y así como hay un inmenso potencial de energía en un pequeño átomo, cuando Dios destruya algún día a esta tierra, será algo tremendo. Podemos imaginar los efectos de una serie de explosiones nucleares, lo cual, desgraciadamente, teniendo en cuenta las zonas de tensión del mundo y los crecientes recursos del terrorismo, no resulta inimaginable ni mucho menos.

Y el versículo 10 termina diciendo: y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Esto incluirá seguramente a la gran cantidad de agua que existe sobre la tierra. Sabemos que el agua se compone de dos elementos: hidrógeno y oxígeno, y ambos son gases inflamables, que pueden resultar, después de ciertos procedimientos, altamente explosivos. Los bomberos han dicho que en cierto tipo de incendios, si se utilizara agua, solo se conseguiría avivar más el fuego, por lo cual se usan otros productos químicos para extinguir el fuego, en lugar del agua.

Pedro estaba diciendo que Dios juzgará en el futuro tal como lo ha hecho en el pasado. Al principio de este capítulo, en el versículo 4, Pedro dijo que los burlones dirían: todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. La gran falacia de los burlones consistió en no conocer el pasado, aunque fue una de las teorías sobre el origen de la vida que hizo gran hincapié en que hubo una gran catástrofe en el pasado. Creemos que sí hubo una gran catástrofe en un pasado remoto, pero fue el resultado de un juicio de Dios.

El día del Señor también incluirá el juicio. La expresión "el día del Señor" constituye una expresión familiar en la Biblia. Los profetas la utilizaron, el Señor Jesús la usó, así como muchos de los escritores del Nuevo Testamento. Fue una expresión técnica. El día del Señor comenzará con oscuridad, como dijeron los profetas del Antiguo Testamento - comenzará con la tribulación. Terminará con una gran explosión, de la cual hemos leído al comentar este gran juicio de la tierra, que será consumida por el fuego. El Dr. McGee cree que entre estos dos grandes eventos tendrán lugar el período de la tribulación, la venida de Cristo a la tierra para establecer Su reino, el reino, la breve liberación de Satanás y la rebelión de aquellos que lo secunden, el confinamiento final de Satanás y el juicio de los perdidos del Gran Trono Blanco. Después del juicio de la tierra, que el apóstol Pedro estaba describiendo, aparecerán los nuevos cielos y la nueva tierra. Entrando ahora en nuestra nueva área de estudio, leamos el versículo 11 de este tercer capítulo:

"Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir"

Entonces el apóstol Pedro dijo que, teniendo en cuenta lo que había sucedido y lo que Dios iba a hacer en el futuro, usted y yo no deberíamos mantenernos al margen, sin hacer nada, permitiéndonos el criticar a otros. A algunos creyentes les resulta fácil criticar a otros pero, concretamente, ¿qué está haciendo usted para difundir la Palabra de Dios? Esta es hoy la pregunta importante para cada cristiano, para cada iglesia, para cada pastor o responsable. Cada persona que en la iglesia se sienta a escuchar debería pensar que no se encuentra allí para juzgar al predicador o maestro, ni a los demás cristianos, sino que mi meta es hacer conocer la Palabra de Dios, para hacer algo positivo. La pregunta es: ¿qué estoy haciendo para cumplir ese objetivo? Continuemos leyendo el versículo 12 de este tercer capítulo de 2 Pedro:

"Esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!"

El apóstol habló aquí sobre esperar ansiosamente la venida del día de Dios. El estaba escribiendo a los judíos que se habían dispersado por varios países, y dijo que el día de Dios se acercaba.

Después continuó diciendo que los elementos, encendiéndose, serán desechos. Después de la desaparición de los cielos actuales, llegará el día de Dios, que es la eternidad, como podemos ver en el libro de Apocalipsis, capítulo 21, versículo 1.

Y en el versículo 12 además dijo: y los elementos, siendo quemados, se fundirán. Esta fue una de las declaraciones más notables que uno podría escuchar de un pescador del Mar de Galilea. No podemos imaginar cómo pudo el apóstol Pedro entender que el agua - el mar en el cual él pescaba--- se incendiaría. El quizás no comprendió cómo ese elemento podría fundirse y desaparecer. Pero los elementos, que llamamos átomos, los componentes básicos del universo, se derretirán completamente. Sin embargo, en esta ocasión Pedro usó para "fundir" una palabra diferente a la que usó en el versículo 10. Esta palabra es "tekomai", que realmente significa "consumir", es decir, que se referiría a la consumición de la materia. Posiblemente, esta expresión sugeriría los efectos de la radioactividad al explotar una bomba nuclear.

A continuación mencionaremos un breve párrafo que ya hemos comentado anticipadamente, pero que leeremos nuevamente para mantener la continuidad del texto. Se trata de

El mundo futuro

"Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia."

En este mundo en el cual usted y yo vivimos, estimado oyente, no predomina la justicia; parece que ésta no se siente como en casa en esta tierra. Pero la justicia habitará en la nueva tierra y en los nuevos cielos.

En su obra Hamlet, Shakespeare describió su época diciendo que los tiempos estaban como descoyuntados, dislocados. Y tenía razón. Pero nos alegramos que habrá otro mundo, un nuevo cielo y una nueva tierra. Y constituirá una gratísima experiencia vivir en una tierra caracterizada por la justicia.

Leamos ahora el versículo 14 de este tercer y último capítulo de 2 Pedro, que inicia la sexta gran división de esta carta, y que se titula

Una amonestación para los creyentes

"Por eso, amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprochables, en paz."

O sea que, mientras permanecemos a la espera de esos acontecimientos, sabiendo que la tierra y todas sus acciones y logros llegarán a su fin, tenemos que ser conscientes de la importancia que tiene, aquí en la tierra y hoy, una vida de santidad, o sea, viviendo dedicados a agradar a Dios. Porque, estimado oyente, después de todo, ¿qué le da sentido a la vida aquí en la tierra? ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Es usted un cristiano que produce buenos frutos y cuya vida se orienta hacia una meta que merece la pena? Alguien podría responder diciendo: "Yo quiero sacar adelante a mi familia", y ese es un objetivo loable. Otro podría concretar aun más diciendo: "Quiero lograr calidad de vida para mi familia y educar adecuadamente a mis hijos", la cual es, también, una meta loable. Y aunque estas metas son valiosas, aun preguntamos: ¿cuál es realmente el objetivo de su vida? ¿Es vivir para Dios? Si usted vive para Dios, todas estas otras metas que hemos mencionado, serán alcanzadas con la ayuda de Dios. Ahora, en el versículo 15, continuó diciendo Pedro:

"Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito"

Aquí destacamos la frase la paciencia de nuestro Señor es para salvación. Es decir, que su paciencia al demorar Su regreso está proveyendo una oportunidad para que los seres humanos se salven. Nuestra espera paciente es como un ajuste mental a la situación mundial actual. No tenemos que alarmarnos, porque Dios ocupa Su lugar en el cielo. Las cosas no van bien en el mundo, pero Él las va a enderezar algún día. Ese es el mensaje del Nuevo Testamento, y el apóstol Pedro nos recordó que el apóstol Pablo también escribió sobre este tema. Y en el versículo 16, continuó diciendo Pedro, hablando del apóstol Pablo,

"En casi todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los ignorantes e inconstantes tuercen (como también las otras Escrituras) para su propia perdición."

El apóstol Pedro dijo que lo que el apóstol Pablo había escrito era Sagrada Escritura. Y dijo que Pablo escribió acerca de la verdad en profundidad. Sin duda alguna lo hizo y, en nuestra opinión, Pedro también lo hizo así en esta epístola. Ahora, en el versículo 17, dijo:

"Así que vosotros, amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los libertinos caigáis de vuestra firmeza."

Aquí hay algo que tenemos que saber. No debemos ser creyentes perezosos, que no aprendan la Palabra de Dios. En este aprendizaje no hay artilugios ni atajos, ni tampoco tienen cabida programas para cambiar o revolucionar su vida. No hay un camino fácil para lograr ese objetivo. Tenemos que estudiar la totalidad de la Palabra de Dios, y no limitarnos a leerla superficialmente, escogiendo unos pocos versículos de diversos pasajes del texto. Estimado oyente, si usted tiene un conocimiento completo y exhaustivo de la Biblia y lo aplica a su vida, será un cristiano firme y constante, que no se deja arrastrar por cualquier tendencia que surja,

Como dijimos al principio, en la introducción a esta carta, la palabra característica usada por Pedro fue "conocimiento". El resumen de toda esta epístola fue expresado en el mandamiento de este versículo final, el versículo 18, que leemos a continuación:

"Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén."

Aquí se presentó la necesidad de conocer al Señor y Salvador Jesucristo, como una prioridad. El verdadero conocimiento no consiste en alguna información esotérica, es decir, oculta o reservada, de una forma o fórmula, de un rito o ritual; tampoco se trata de algún orden secreto o contraseña, como los gnósticos afirmaron. El verdadero conocimiento es conocer al Señor Jesucristo tal como fue revelado al hombre en la Palabra de Dios. Este es, pues, el secreto de la vida, y de la vida cristiana, como dijo Jesús mismo en su oración al Padre, en el Evangelio de Juan capítulo 17, versículo 3, que dice: 3Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.

Observemos la forma en que Pedro usó el nombre nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡Cuán hermoso había llegado a ser el Señor Jesús para este viejo y rudo pescador! Como dijo un destacado estudioso de la Biblia: "El le obedeció como Señor, le amó como Salvador, le admiró como el ser humano más importante y le adoró como Cristo, el poderoso y ungido Hijo de Dios."

El apóstol Pedro concluyó entonces su carta de despedida con un salmo de alabanza, diciendo: A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén. Solo nos resta expresar el deseo de que usted y yo podamos conocer verdaderamente al Señor y Salvador Jesucristo. Solo al pasar tiempo con El en compañerismo podremos crecer en el conocimiento de Su persona.

Estimado oyente, hemos llegado al final de nuestro estudio de esta segunda epístola del Apóstol Pedro. Dios mediante, en nuestro próximo programa volveremos al Antiguo Testamento, para iniciar nuestro estudio en la profecía de Abdías. Le invitamos, pues, a acompañarnos en esta nueva etapa, en la cual volveremos a recorrer las páginas proféticas del Antiguo Testamento, continuando así nuestro viaje "A través de la Biblia."

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