Estudio bíblico de Éxodo 12:1-13
EXODO 12:1-13
Tema: Los israelitas comenzaron un año religioso, además de su año civil; se instituyó la fiesta de la Pascua; se dieron los detalles del rito de la Pascua; se produjo la muerte de los hijos mayores y los israelitas fueron echados del país de Egipto.
En primer lugar, haremos algunas
Observaciones
La fiesta de la Pascua fue instituida como un acto conmemorativo de la liberación de Israel de Egipto y de su adopción como nación del Señor. La Pascua era un festival que estableció el fundamento de la nación con una nueva relación con Dios.
Pasaremos ahora a considerar el
El comienzo del año religioso de Israel
El capítulo 12 representa la culminación del libro del Éxodo. Aquí encontramos la institución de la fiesta de la Pascua, que es una figura de lo que el apóstol Pablo hablaba en su primera carta a los Corintios 5:7: Porque aun Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado. Es como si en este capítulo encontrásemos a Jesucristo. Leamos los versículos 1 y 2:
"Y el Señor habló a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: Este mes será para vosotros el principio de los meses; será el primer mes del año para vosotros."
Este capítulo nos conduce a una nueva división en el libro del Éxodo. La primera división, formada por los capítulos 1 al 11, se ocupa de Moisés, el libertador. Los capítulos 12 al 14 desarrollan el Tema de la liberación de Israel. Primero aparece el libertador y luego se produce la liberación. En realidad, la liberación no fue llevada a cabo por Moisés, sino que fue lograda primero por medio de la sangre. Se trataba de la fiesta de la Pascua, de la muerte de los hijos mayores. Luego, en los capítulos 13 y 14, por una manifestación de poder, tuvieron lugar el cruce del Mar Rojo y la destrucción del ejército egipcio. Por eso decimos que Dios les liberó por medio de la sangre y del poder. Y nuestra salvación, nuestra redención hoy, se realiza también a través de la sangre y el poder. La sangre que el Señor Jesucristo derramó al morir en la cruz pagó el castigo por nuestros pecados. Y el Espíritu Santo convierte esa salvación en un hecho real y eficaz en nuestros corazones pecaminosos. El profeta Zacarías, en su libro 4:6, dice:
"No por el poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu, dice el Señor de los ejércitos."
La redención es la obra del Señor Jesús en la cruz por nosotros y la obra del Espíritu Santo en nosotros.
Los versículos 1 y 2 de este capítulo nos hablan del nacimiento de una nación. Cuando Israel entró en Egipto, lo hizo como una familia. Cuando efectuaron su salida, se retiraron como una nación. El detalle interesante aquí es que Dios colocó el énfasis sobre la familia porque fue ésta la que constituyó los componentes básicos que dieron lugar a la formación de la nación. Recordemos que Faraón había obligado a los israelitas a que fabricasen ladrillos sin paja. Durante todo el tiempo que Israel vivió en el cautiverio Dios estuvo modelando a los individuos y a las familias que habrían de formar la nación; (fue como si El hubiera estado preparando aquellos ladrillos utilizando la paja de los individuos, para edificar la nación). Se ha llegado a decir que ninguna nación es más fuerte que las familias que la componen. Para Israel había llegado la hora cero y la cuenta atrás para el éxodo de los israelitas de Egipto, que comienza en este capítulo.
Llegamos así al pasaje Bíblico que trata sobre la
Institución de la fiesta de la pascua
Leamos el versículo 3:
"Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: "El día diez de este mes cada uno tomará para sí un cordero, según sus casas paternas; un cordero para cada casa."
En este versículo se enfatizan dos puntos: (1) la sangre y (2) la familia. Los israelitas se habían convertido en una nación y Dios iba a liberarles, pero lo haría por familias, y por individuos en la familia. Tenía que haber un cordero en cada casa. Su sangre debía ser rociada sobre los marcos de las puertas. Continúa diciendo el versículo 4:
"Mas si la casa es muy pequeña para un cordero, entonces él y el vecino más cercano a su casa tomarán uno según el número de personas; conforme a lo que cada persona coma, dividiréis el cordero."
Este versículo no dice nada de que el cordero fuese demasiado pequeño para la casa. Este no sería el caso porque el cordero sería adecuado en cualquier caso. Sin embargo, era posible que la familia fuese demasiado pequeña para el cordero. Dios estaba interesado en cada individuo miembro de la familia. Cada familia debía disponer de un cordero pero, ¿que sucedería si la familia fuese poco numerosa, por ejemplo, si un hombre y su mujer no tuviesen hijos, o tuviesen hijos casados que viviesen independientes de sus padres? En este caso se esperaba que la pareja se uniese a vecinos que estuviesen en la misma situación y dividiesen el cordero. Todo miembro de cada familia debía recibir una parte del cordero. Porque la celebración de la fiesta de la Pascua tenía que ser un asunto personal y privado. Es cierto que implicaba salvación y redención para la nación, pero estaba centrada en la familia. La pascua, entonces, debía ser recibida y aceptada por cada individuo miembro de la familia, porque se trataba de una cuestión familiar.
Dios estaba presentando el procedimiento por el cual El iba a salvar a los individuos. Nadie será salvo por ser miembro de una nación, o de una familia. Veamos, por el ejemplo, el relato del carcelero de Filipos y la salvación de su familia, registrado en el libro de los Hechos 16. Su familia no fue salva porque el carcelero creyó sino porque (expresándolo en los términos del libro del Éxodo) cada miembro de la misma aceptó un pacto con el Cordero; cada uno tuvo que participar del Cordero. Y ese fue el caso en nuestro pasaje de hoy. Cada miembro de la familia tuvo que demostrar su fe de esta manera. La frase pronunciada ante el carcelero de Filipos, fue "Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tu y toda tu casa" Esto no significa que si tu crees, tu familia será salva. Los miembros de tu familia tendrán que creer en el Señor Jesucristo y entonces, serán salvados. Así como en la celebración de la Pascua, cada uno debía participar y compartir ese acto de fe para colocarse bajo la protección y la redención de la sangre que se encontraba fuera, rociada en el marco de la puerta de la casa.
Hemos llegado al relato de una noche fatal para aquel país de Egipto. La plaga final estaba a punto de llegar sobre el pueblo. Los israelitas que habitaban en la región de Gosén fueron preservados de los efectos de las 3 últimas plagas y el pueblo de Dios había sido librado del juicio, pero no habían sido redimidos, liberados. Ahora, sí tenían que ser salvados, redimidos, y mostrar su fe en aquella sangre.
Continuemos leyendo los versículos 5 y 6:
"El cordero será un macho sin defecto, de un año; lo apartaréis de entre las ovejas o de entre las cabras. Y lo guardaréis hasta el día catorce del mismo mes; entonces toda la asamblea de la congregación de Israel lo matará al anochecer."
Esta sección de las Escrituras es bastante interesante. Observamos que cada familia tenía un cordero. Aquella noche deben haber matado miles de corderos, porque dice el versículo 6, "toda la asamblea de la congregación de Israel lo matará al anochecer" Todos aquellos corderos representaban a otro Cordero que vendría en el futuro. Dios miró a todos los corderos como si fuesen aquel único Cordero, el Señor Jesucristo, que fue el Cordero de nuestra Pascua; fue muerto en sacrificio por nosotros. Esta fiesta claramente señalaba a la venida del Señor Jesucristo al mundo. Dice el versículo 7:
"Y tomarán parte de la sangre y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas donde lo coman."
Los israelitas tenían que colocar la sangre del cordero fuera, sobre el marco de la puerta de la casa. Al ver la sangre, el ángel de la muerte pasaría por alto aquella casa.
Dentro de la vivienda, la familia estaría comiendo el cordero, y por la fe, es como si estuvieran participando de Cristo. Los niños, no sabrían qué estaba ocurriendo. Entonces, ¿corrían peligro de muerte por no haber llegado a la edad de asumir responsabilidades? No. Porque la sangre cubría con su protección a cada miembro de la familia. Continuemos la lectura Bíblica con el versículo 8:
"Y comerán la carne esa misma noche, asada al fuego, y la comerán con pan sin levadura y con hierbas amargas."
Cada una de las instrucciones relacionadas con esta fiesta tenía un significado específico y un mensaje. Este versículo nos habla del compañerismo de la familia. Los miembros de la familia comenzaban juntos la celebración de la Pascua. También se nos dice que tenían que comer la carne del cordero asada al fuego. El fuego nos habla de juicio, porque tiene que haber un juicio del pecado. Debían comer el cordero con pan sin levadura. La levadura representa al pecado y el pan sin levadura simboliza a Cristo como aquel de quien tenemos que alimentarnos. Además, debían participar de esta comida con hierbas amargas. Aunque existen diversos significados atribuidos a estas hierbas, en este contexto creo que ilustran el hecho de que la experiencia humana, nuestras experiencias, no siempre serán gratas después de haber recibido a Jesucristo como nuestro Salvador. Así es que las hierbas amargas acompañan a la redención. Leamos el versículo 9:
"No comeréis nada de él crudo ni hervido en agua, sino asado al fuego, tanto su cabeza como sus patas y sus entrañas."
El cordero sacrificado no podía comerse crudo porque representaba al juicio del pecado en las vidas humanas, lo cual requería un sacrificio y el fuego que simbolizaba al juicio. Cuando un ser humano acude a Jesucristo, viene como un pecador. Tampoco podía el cordero ser cocido en agua. Esto significa que debemos confiar en Cristo y sólo en El. Hay personas que tratan de añadir otros elementos a la obra de la salvación. Además, todo debía ser asado al fuego. Era el juicio del fuego. Continuemos leyendo los versículos 10 al 12:
"Y no dejaréis nada de él para la mañana, sino que lo que quede de él para la mañana lo quemaréis en el fuego. Y de esta manera lo comeréis: ceñidos vuestros lomos, las sandalias en vuestros pies y el cayado en vuestra mano, lo comeréis apresuradamente. Es la Pascua del Señor. Porque esa noche pasaré por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, tanto de hombre como de animal; y ejecutaré juicios contra todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor."
La idolatría que reinaba en Egipto y de la que iban a salir los israelitas, era como un símbolo del mundo. Debían comer apresuradamente y preparados para salir de viaje. Estimado amigo, cuando vengas a Jesucristo, deberás acudir vestido y preparado para salir del área mundana, controlada por el sisTema que se opone a Dios, apartándote de sus valores y sin involucrarte en nada de lo que caracteriza a esa zona de influencia. No creas que puedes convertirte a Jesucristo y continuar viviendo bajo el control del pecado. Esto no significa que no cometas, ocasionalmente, algún pecado o acción que Dios desapruebe. Más bien quiere decir que no desarrollarás el hábito de vivir de acuerdo con un modelo pecaminoso, ajeno y opuesto a las enseñanzas de la Palabra de Dios.
Dios dirigió estas plagas, una por una, contra los principales dioses de Egipto. Todos aquellos dioses demandaban la ofrenda de los hijos mayores de cada familia. Por eso Dios concentró sus ataques contra todos los ídolos que representaban a los falsos dioses de aquel país.
Leamos ahora el último versículo del pasaje designado para el programa de hoy; el versículo 13;
"Y la sangre os será por señal en las casas donde estéis; y cuando yo vea la sangre pasaré sobre vosotros, y ninguna plaga vendrá sobre vosotros para destruiros cuando yo hiera la tierra de Egipto."
Los israelitas no fueron salvados por formar parte de le descendencia del patriarca Abraham. Si los egipcios hubiesen obedecido los mandatos de Dios, también ellos se habrían salvado. Dios dijo: "cuando yo vea la sangre pasaré sobre vosotros". Nadie fue salvo porque estuviese viviendo de la mejor manera que podía, por ser una buena persona o por ser honesto. No se les dijo que durante la noche saliesen de sus casas para contemplar la sangre que estaba en los marcos de sus puertas. Solo tenían que tener confianza y fe en la eficacia de aquella sangre. Tampoco fueron salvos por haber cumplido con el rito y ceremonias de la circuncisión, o por pertenecer a un grupo practicante de alguna religión. Reitero que Dios dijo: "Cuando yo vea la sangre, pasaré sobre vosotros". Los miembros de las familias no podían alegar ni obras, ni méritos personales, ni ninguna otra cosa. Por todo ello, ¿quiénes fueron salvados aquella noche? Aquellos que creyeron en Dios, aquellos que rociaron la sangre por los marcos de las puertas, confiando en su eficacia. Y aunque yo no pueda comprender completamente a Dios y a Su obra redentora, creo en Su Palabra, creo en lo que El dice. Y El ha declarado que la sangre derramada por Jesucristo me ha salvado y que ninguna otra cosa logrará mi redención y liberación.
Considerando una vez más la frase que nos habla de la importancia de la sangre durante aquella noche de juicio, diré que la sangre, de ninguna manera era alguna señal mística o supersticiosa. Hay un gran principio que abarca la totalidad de la palabra de Dios y es el siguiente; que sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados. En otras palabras, Dios no puede, arbitraria y generosamente, cerrar Sus ojos ante la realidad del pecado y no hacer nada al respecto, de la misma manera que un juez hoy en día, cuando se le trae a un culpable, puede ignorar las demandas de la justicia. El juez tiene que aplicar la ley al culpable y la culpa debe ser pagada, castigada. Algunos países pueden tener más o menos laxitud o flexibilidad en la aplicación de las leyes. Pero la ley de Dios es inexorable en todo el universo. La antigua declaración profética está vigente: " el alma que peque, morirá" Y esa sentencia de muerte está sobre todos nosotros. Pero Dios en su gracia, bondad y misericordia ha dispuesto que una vida inocente pueda sustituir al culpable. Hasta que Jesucristo vino a este mundo, el sustituto era un cordero. Al hacer llegar Jesucristo, El fue entonces, como lo describe el evangelio según Juan 1.29, "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Al recibir a Jesucristo, al creer en El, somos salvados del juicio que merecemos como pecadores.
En aquella trágica noche de Egipto, se produjo la muerte del hijo mayor en cada casa que no estaba protegida por la sangre. Es que la aplicación de ésta en los marcos de las puertas de las casas, era una indicación de la fe de sus moradores, lo cual corresponde, en la actualidad, a depositar una fe personal en la persona y la obra de Jesucristo en la cruz.
Estimado oyente, te agradecemos tu compañía y que hayas dedicado una parte de tu tiempo para escucharnos. Nos despedimos, enfatizando la oportunidad que hoy Dios concede a los seres humanos de responder al mensaje de las buenas noticias, al mensaje del Evangelio. En el Evangelio de Juan 3:36, están registradas las siguientes palabras de Jesús:
"El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él."
Quisiéramos rogarte que escuches estas palabras, que están vigentes en nuestro tiempo, como dirigidas personalmente para ti, por la Palabra misma de Dios. La verdad que expresan puede aplicarse a tu vida. Son palabras vivas y eficaces. Tú mismo, tú misma, puedes pedirle a Dios que las convierta en realidad a partir de este momento.
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