Estudio bíblico de 1 Juan 4:7-11
1 Juan 4:7-11
Llegamos así al último párrafo de la segunda gran parte de esta epístola, parte que se titula "Dios es Amor", que se extiende desde el capítulo 2:3 hasta el capítulo 4:21. Esta segunda parte tenía a su vez 3 secciones tituladas sucesivamente "Como los hijos amados pueden tener comunión y compañerismo los unos con los otros" (2:3-14); "Los hijos amados de Dios no deben amar al sistema del mundo" (2:15-28) y "Como los hijos amados de Dios pueden conocerse entre sí y convivir" (2:29-4:21). Y el último párrafo al cual nos referíamos y que comenzamos hoy se titula
Dios es amor: Los hijos amados se amarán entre sí
Y abarca desde este capítulo 4:2-21). Leamos entonces el versículo 7, que da comienzo a este párrafo:
"Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios."
El versículo comienza con esta importante recomendación: Amados, amémonos unos a otros: ¿Por qué? Y el escritor responde porque el amor es de Dios. Prestemos atención a lo que el apóstol estaba diciendo. El acababa de pronunciar una advertencia contra los maestros falsos, que no debían ser amados - y es bueno aclarar esto. Ellos habían escogido libremente el error. Estaban actuando como siervos del diablo. Por quienes debemos orar es por los hijos de Dios, y por el pecador que pueda volverse a Cristo si simplemente podemos comunicarle el mensaje de la Palabra de Dios. Habiendo hecho esta advertencia contra los maestros falsos, Juan retomó a continuación al tema de esta sección: los creyentes deben amarse entre sí.
Reiteramos que en el tratamiento de este tema la palabra utilizada para amor no es la palabra "eros". Juan no estaba hablando del aspecto del sexo. A través de toda esta sección, la palabra para amor fue "ágape". No se trata de un sentimiento superficial, ni sexual, ni social. Es un amor sobrenatural. Es aquello que el espíritu Santo puede poner en nuestros corazones, y que solo el Espíritu de Dios puede hacer real en nosotros. Es el amor de Dios, y solo el Espíritu de Dios puede capacitarnos para extender este amor a otros.
Esta no es la clase de amor que uno tiene por amigos con quienes le agrada estar. Nos tememos que este versículo ha sido mal interpretado y usado por muchos. Ágape es la forma de amor más elevada, y está por encima del amor sexual, por encima de cualquier sentimiento que pueda darse en las relaciones humanas, como el amor entre jóvenes enamorados, marido y mujer, padres e hijos, o de hermanos y otros familiares entre sí. El amor Ágape referido aquí es el derramado en nuestros corazones por el Espíritu de Dios, que nos permite amar a otros creyentes.
Dice también este versículo 7: Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. Esta expresión constituye una aproximación al tema desde un punto de vista humano. Cuando uno encuentra a una persona que dice que es creyente, y descubre que él o ella le aman a uno, y que aman a otros hermanos, uno puede saber que tal persona es un hijo de Dios, es decir que ha experimentado un nuevo nacimiento espiritual. Ahora, el versículo 8 dice:
"El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor."
Aquí tenemos otro test, otra prueba que determina si uno es o no es un hijo de Dios. Esta afirmación tajante, terminante, nos lleva a una gran pregunta. ¿Ama usted a otros creyentes?
Alguien quizás podría responder, "bueno, yo puedo amar a algunos creyentes" Esta es una respuesta positiva que indica que usted se está moviendo en la dirección correcta. Hay algunos creyentes que, humanamente hablando, son muy difíciles de amar, pero creemos que podemos pedir la ayuda de Dios, para que El por Su Espíritu derrame en nuestro corazón ese amor sobrenatural que, desde un punto de vista humano, nosotros no podemos lograr. Podemos comenzar a intentarlo sintiendo por ellos una cierta preocupación, pues no estamos hablando aquí de expresiones de afecto o meramente emocionales.
Juan nos presentó otra definición de Dios: "Dios es amor". En este hermoso libro tenemos 3 grandes definiciones de Dios. (1) Dios es Luz (1 Juan 1:5) y ese fue el tema desde el capítulo 1:1 hasta el 2:2. (2) Dios es amor (1 Juan 4:8-16), y esta sección constituye el corazón o esencia misma de esta epístola, y el tema desde el capítulo 2:3 hasta el capítulo 4:21. Y (3) Dios es vida, que es el tema del capítulo 5. Estas fueron las grandes definiciones de Dios que nos dejó el apóstol Juan, que constituyen las 3 divisiones principales de esta maravillosa carta.
Juan dijo aquí y nuevamente en el versículo 16 "Dios es Amor". El Dr. Ironside, en su libro titulado "Las epístolas de Juan", contó una historia que enfatiza la realidad de que solo el Cristianismo revela al Dios de amor. Y a continuación escuchemos la historia: "Hace algunos años - decía él - una señora que se jactaba de pertenecer a la clase intelectual me dijo: ?Para mí la Biblia no tiene ninguna utilidad, ni la superstición cristiana ni el dogma de la religión. Para mí es suficiente saber que Dios es amor?. Bien, le dije: ?¿Lo conoce usted?? Y ella respondió: ?Por supuesto que lo conozco, todo el mundo lo sabe. Entonces, el Dr. Ironside le preguntó: ?¿Le conoce a Él la gente de la India? ¿Qué me puede decir de esa pobre destrozada por la aflicción, que arroja a su niño en el río sagrado Ganges para que sea devorado por los repugnantes cocodrilos como un sacrificio por los pecados de ella? ¿Sabe ella que Dios es amor?? Y esta mujer respondió diciendo: ?Bueno, ella es ignorante y supersticiosa.? Y el Dr. Ironside insistió en preguntarle: ?¿Qué me dice de los pobres habitantes de las selvas del África, que se inclinan ante dioses de madera y de piedra, y que están constantemente atemorizados por esos fetiches creados por ellos mismos; y qué diremos de los pobres paganos en otros países; ¿saben ellos que Dios es amor?? Y ella respondió: ?Bueno, quizás no lo sepan. Pero en un país civilizado todos lo sabemos?. El Dr. Ironside, entonces, le hizo esta pregunta: ¿Cómo es que nosotros lo sabemos? ¿Quién nos lo dijo? ¿Dónde encontramos esa afirmación?? Y ella respondió: ?Yo no entiendo lo que usted quiere decir, porque yo siempre he sabido esto.? Entonces él le dijo lo siguiente: ?Yo quisiera decirle que nadie en el mundo jamás supo esta verdad, hasta que fue revelada desde cielo y registrada en la Palabra de Dios. Se encuentra aquí y no se halla en ninguna otra parte. No se ha encontrado en toda la literatura de la antigüedad". Hasta aquí la cita del Dr. Ironside. Ahora, ¿cómo se manifestó ese amor de Dios? ¿Cómo fue revelado?? Leamos ahora el versículo 9 de este cuarto capítulo de 1 Juan, en el que tenemos la respuesta.
"En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros: en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por él."
¿Cómo le ama Dios a usted? Bueno, usted no encontrará ese amor en la naturaleza, sino que en ella encontrará dientes ensangrentados y unas garras afiladas. Esto es todo lo que la naturaleza le revelará. Usted encontrará el amor de Dios en el Calvario. Allí es donde encontrará el amor de Dios manifestado. Leamos nuevamente el versículo 9: 9En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros: en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por él. Dios ha demostrado Su amor. El entregó Su vida por nosotros y esa fue la prueba de Su amor. El apóstol Pablo escribió en Romanos 5:7, 7Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguien tuviera el valor de morir por el bueno. No sé si usted podría encontrar a alguien que muriera por usted. Pienso que nosotros también tendríamos problemas a la hora de encontrar a alguien. Pero Dios ha demostrado Su amor entregando a Su Hijo a morir por usted. Y Dios no le amó a usted porque mereciera ser objeto de Su amor, sino que le amó cuando usted era aun un pecador. El apóstol Pablo también escribió en este mismo capítulo de Romanos 5:6, 6Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Bien, el hecho fue que nos amó. Y, nuevamente, en el versículo 8 de ese mismo capítulo de Romanos escribió Pablo: 8Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. La explicación de este amor se encuentra en El y no en nosotros - porque nosotros no somos precisamente encantadores o merecedores de ese amor.
Al leer en este versículo 9 de 1 Juan que Dios envió a Su Hijo unigénito al mundo encontramos otro versículo apropiado para responder a aquellos que pretenden privarnos de la deidad de Cristo. Cuando Jesucristo fue llamado "el único Hijo", significó que él tenía una relación única con el Padre. El no fue creado. Dios llamó a los ángeles creados sus "hijos", y dijo que aquellos que confían en Cristo, son hijos de Dios. Pero aun así, El dijo que el Señor Jesús era el único Hijo, el unigénito Hijo. Fue interesante que lo mismo fue dicho a Abraham, como leemos en Hebreos 11:7, 17Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac: el que había recibido las promesas, ofrecía su unigénito. En aquel tiempo, Abraham ya tenía a su hijo Ismael, y más adelante tuvo otros hijos. En realidad, Ismael probablemente se pareció a Abraham tanto como se pareció Isaac. Pero Isaac fue llamado "su unigénito". ¿Por qué? Porque él fue único, su nacimiento fue milagroso, y tuvo una relación única con su padre que no fue compartida por otros hijos de Abraham. La posición del Señor Jesucristo en la Trinidad es la del Hijo eterno del Padre eterno. Nosotros no podemos tener un Padre eterno, sin un Hijo eterno. Dios no es un padre en el sentido en que un ser humano es un padre. Como registró Juan en su Evangelio, capítulo 4:24, Señor Jesús dijo: Dios es Espíritu. "Su Hijo unigénito" es el único hijo del Padre. Otros son hijos por creación, como Adán y los ángeles, o por el nuevo nacimiento espiritual como son los creyentes, pero solo Jesucristo es el Hijo único.
Y el versículo finaliza diciendo: para que vivamos por El. ¿Y cómo vamos a vivir por Él? Vamos a vivir por Él porque Él murió. Su muerte nos da vida. Continuemos ahora leyendo el versículo 10 de este cuarto capítulo de 1 Juan:
"En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados."
Juan ya había usado previamente la palabra propiciación. En el capítulo 2:2, donde dijo, Y Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Reconocemos que en el Nuevo Testamento hay 2 diferentes palabras que fueron traducidas como "propiciación". En realidad es la misma palabra, expresada en 2 formas diferentes. Como dijo el gran erudito en griego, el Dr. A. T. Robinson: "El término "propiciación" aquí es acusativo predicativo en oposición a la palabra "huion", es decir, el Hijo."
Propiciación es la misma palabra que la usada para expiación en el Antiguo Testamento, y que significa "cubrir". En el Tabernáculo o tienda de reunión de los israelitas en el desierto, en el Lugar Santísimo, se encontraba el arca del pacto. En la parte superior del arca había una tapa finamente adornada, coronada por dos querubines de oro macizo, que se enfrentaban el uno al otro y miraban hacia abajo, a la tapa del cofre o arca. El arca era un mueble magnífico, fabricado en madera de acacia, y recubierto de oro por dentro y por fuera. La tapa fue llamada "propiciatorio". Fue allí donde el pueblo de Israel se encontraba con Dios en la persona del sumo sacerdote. Una vez al año, y solo una vez al año, el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo, trayendo la sangre que sería rociada sobre el propiciatorio. Esto es lo que convertía aquella tapa en un propiciatorio, donde Dios se mostraba propicio, favorable, y allí y solo de esa forma, los israelitas podían encontrarse con Dios. Dios los amaba, pero simplemente no se dejó llevar por el amor y entonces no les dijo "Podéis venir a mí de cualquier manera que queráis". Esta era la forma en la que ellos debían acercarse a Él; en el gran Día de la Expiación, el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo y rociaba el propiciatorio con sangre, Ello significaba que la nación era aceptada por Dios por un nuevo año, y entonces debía repetir el ritual al año siguiente.
Ahora en este versículo 10 que estamos considerando, el Señor Jesucristo fue llamado la propiciación por nuestros pecados, lo cual significa que Él es el propiciatorio para nuestros pecados. Jesús mismo es el propiciatorio porque El murió en la cruz por nosotros. En Romanos 4:25 leemos: 25el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. El realizó la expiación por nuestros pecados de manera que usted y yo podamos presentarnos con confianza ante el trono de la gracia de Dios. Ese trono es ahora un trono de gracia porque allí hay misericordia para nosotros. Esto es lo que Cristo hizo, y esa fue la forma en que Dios demostró Su amor por nosotros.
Ahora, dos veces en este capítulo Juan nos dio la definición "Dios es amor", en los versículos 8 y en el 16. Pero aquí tenemos que hacer una observación. No podemos decir: "Dios es misericordia". Tampoco podemos decir, "Dios es gracia". Ni siquiera podemos decir: "Dios es justicia". Usted puede decir que Dios es santo, porque eso es lo que significa "Dios es luz". Pero usted puede decir también "Dios es amor". Sin embargo, debemos añadir que Dios no nos salva por amor. Él nos ama, y no queremos perder de vista esa gran realidad. Pero, figurativamente hablando, Dios no puede abrir la puerta de atrás del cielo y hacernos entrar de forma oculta porque Él nos ame. Y Dios no puede abrir las puertas del cielo y hacernos entrar por la puerta principal. Dios no puede hacer esto y no lo va a hacer porque El es un Dios santo y justo.
En todas partes se han visto errores y engaños en la ejecución de la justicia. Incluso muchos piensan que la justicia se puede comprar por parte de aquellos que tengan dinero o influencia. De todas formas hemos querido enfatizar que, aunque Dios lo ame a usted, no puede salvarle por amor. Dios tiene que hacer algo acerca del hecho del pecado, porque El es santo y justo, y todo lo que El hace es justo. Así que El entregó a Su Hijo a morir en la cruz por usted y por mí, para pagar el castigo de nuestro pecado, para que un Dios santo pueda descender y salvarnos. Y es solamente en base a esto que un Dios santo puede salvarnos. De manera que Cristo es el propiciatorio y allí es donde Dios revela Su amor. Como dijo Juan en su Evangelio, 3:16, De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Y este versículo 10 añade: 10En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios. Nosotros no le amamos primero. Dios no entregó a Su Hijo por nosotros porque fuéramos atractivos, o buenas personas, o porque prometiéramos hacer algo. Dios nos amó cuando aun éramos pecadores. Usted y yo tenemos que reconocer que somos pecadores y que, como afirmó San Pablo en Romanos 5:8, Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Dios lo hizo entonces, y Dios nos amó en ese tiempo, y preparó un camino para nosotros, para que lo aceptemos. En Juan 14:6, leemos: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. Estimado oyente, usted viene por Su camino, o entonces no puede venir. No tiene sentido el pensar que porque Dios es amor, y que todo va a resultar bien y, finalmente, todos irán al cielo. Todo va a resultar de forma justa, porque los perdidos irán a una perdición eterna, y los salvados irán a una salvación eterna - esa es la razón por la cual todo va a resultar bien. ¿Le resultarán bien las cosas a usted, estimado oyente? Bien, así sucederá si usted viene por el camino de Dios, y esta cuestión tiene una importancia trascendental. Continuemos leyendo entonces el versículo 11 de este cuarto capítulo de 1 Juan:
"Amados, si Dios así nos ha amado, también debemos amarnos unos a otros."
Dios ha demostrado Su amor por nosotros; por lo tanto, usted y yo debemos amar en ese mismo nivel. Juan dijo: Amados, si Dios así nos ha amado. Y esto nos hace recordar el versículo 10 que dice: En esto consiste el amor. . . en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo. El nos amó hasta el punto de entregar a Su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.
Ahora, si nosotros amamos a los que nos aman, o si hay un motivo egoísta para que los amemos, ese amor no tiene valor. En Mateo 5:46, 46Si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos?
Y continúa el versículo 11 diciendo también debemos amarnos unos a otros. Él apóstol no estaba hablando de un sentimiento superficial que hoy muchas personas albergan en su corazón. Como dijo Jesús en Juan 14:15, Si me amáis, guardad mis mandamientos. Si usted realmente le ama, obedezca sus mandamientos. Y en Juan 15:12 añadió: 12»Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. ¿Qué le parece, amigo oyente? ¿Quiere usted decirnos que aborrece a los creyentes y que aun así ama a Dios? Permítanos ser sinceros con usted y decirle que si usted no puede demostrar en su vida que tiene amor por otros creyentes, hay serias dudas sobre si usted es o no un hijo de Dios. Y no estamos hablando de los saludos aparentemente cordiales, de llamar a otros "hermanos" ni de un comportamiento afectuoso o amable en la iglesia. Más bien interesa saber si siente usted una cierta preocupación por los demás creyentes. ¿Le preocupa a usted el difundir la Palabra de Dios? ¿Siente usted un genuino interés por servirle?
El Señor Jesucristo pudo decir aun desde la cruz: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. (Lucas 23:34). Esteban, el primer mártir de la iglesia, en el momento de su muerte dijo lo mismo. ¿Puede usted perdonar de esa misma forma? ¿Puede usted perdonar a aquellos que le han herido, que le han hecho daño, y que profesan ser hijos de Dios? Y si ellos no pueden corresponder a este amor, entonces hay serias dudas de que sean hijos de Dios. Esa es la verdadera prueba, la prueba de fuego, y duele un poco, ¿no es cierto? No solemos escuchar esta clase de enseñanza en cursillos sobre la vida cristiana y nuestra vida de relación. Juan nos dio la base fundamental de todo este asunto: ¿Ama usted a Dios? Y, ¿ama usted a otros creyentes?
Y aquí nos detenemos por hoy. En nuestro próximo programa continuaremos con este interesante estudio de la Primera Epístola del Apóstol Juan. Contamos como siempre con su fiel compañía y le sugerimos que lea por sí mismo el resto de este capítulo 4 para estar más familiarizado con el contenido de nuestro próximo encuentro.
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