Estudio bíblico de Apocalipsis 3:10-16
Apocalipsis 3
Versículos 10-16
Retomamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el libro de Apocalipsis en el estudio de la carta del Cristo Resucitado, a la iglesia de Filadelfia, la más joven de las siete iglesias que estamos analizando, aunque, sin embargo, la que más alabanzas recibirá por su buena conducta y actitud.
Antes de entrar en el estudio de la carta en sí, permítanos contextualizarla para lograr así una mayor comprensión de su contenido y propósito. Durante siglos Filadelfia fue la única ciudad cristiana libre en medio de una tierra no cristiana, siendo el último baluarte del cristianismo asiático hasta mediados del siglo XIV, fecha en la que todas las demás iglesias habían desaparecido, salvo la de Filadelfia, la única que por aquel entonces seguía enarbolando la bandera de la fe cristiana.
Filadelfia estaba situada en una región montañosa a unos 50 km. de Sardis. Hoy en día esta ciudad es conocida como Alasehir y está situada en lo que antes se conocía como Asia menor y que actualmente es Turquía.
Filadelfia significa en griego "el que ama a su hermano" y aunque la Biblia no menciona esta iglesia en ningún otro lugar, es probable que fuera producto de uno de los viajes misioneros del Apóstol pablo. La ciudad era un enclave comercial importante en el camino imperial que conectaba Esmirna con Frigia. Su fértil tierra la hacía ideal para el cultivo de vinos. La zona, propensa a los terremotos, provocaba que la gente prefiriera vivir fuera de la ciudad y evitara, en lo posible, desplazarse hasta el centro, por miedo a sufrir heridas en algún derrumbe.
La iglesia de Filadelfia era especial por varios motivos. Algunos la han llamado la "iglesia misionera", debido a su celo a la hora de expandir el evangelio. Otros, la han denominado la "iglesia que sirve", aspecto que también era cierto. Otros la han llamado la "iglesia viviente", lo cual también resulta adecuado. Sin embargo, un sobrenombre que a nosotros nos resulta más apropiado es el de la "iglesia viva", o la iglesia que cree en la Biblia. Era esta una iglesia bíblica, que vivía la Palabra de Dios y que estaba fundada en la Palabra de Dios. Sus cimientos eran buenos. Sus fundamentos eran sólidos, porque, como el mismo Señor Jesucristo enfatizó en Su carta: "Has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre". (Ap. 3:8).
Acompáñenos al versículo 10 de este capítulo 3 de Apocalipsis, donde dice el Señor Jesucristo:
10 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.
Cristo hace aquí una descripción de un acontecimiento futuro que por un periodo breve de tiempo someterá al mundo entero a prueba. Debe de referirse al tiempo denominado tribulación, un periodo de siete años antes de que el reino de Cristo sea consumado, y que se caracterizará por una descarga de ira divina en juicios expresados como sellos, trompetas y copas. Este periodo se describirá en detalle en los capítulos 6 al 19. Recordemos, estimados oyentes, que los judíos dividían el tiempo en dos edades; la presente, que era totalmente mala; y la por venir, que es totalmente buena. Entre ambas habría un periodo de destrucción cuando caiga el juicio por el mundo. A ese tiempo se refiere aquí Juan. Hasta cuando el tiempo llegue a su fin, y el mundo, tal y como lo conocemos, deje de existir, el que sea fiel a Cristo, estará a salvo bajo Su protección.
Creemos que hoy en día, Dios está mostrando Su paciencia para con el mundo que ha rechazado de pleno Su Palabra. No sucede ahora como en los antiguos días de Noé, época en la que el ser humano no disponía de la Palabra escrita de Dios. Y a pesar de ello, Dios le juzgó severamente. Pero ahora sí tenemos la Palabra de Dios, encuadernada y editada en cientos de idiomas diferentes. La Biblia es el libro más vendido del mundo, aunque, paradójicamente, y en vista de cómo está hoy nuestro planeta es, sin duda, el libro menos leído del mundo.
Sin embargo, esta iglesia, Filadelfia, era una iglesia que creyó en la Palabra de Dios
11 He aquí yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
En este versículo podemos observar cómo se combinan una advertencia y una promesa. El Cristo resucitado les dice que está por venir pronto. Se ha dicho que en el Nuevo Testamento la Segunda Venida de Cristo se presenta con dos claros propósitos: En primer lugar, como advertencia a los descuidados. El Apóstol Pablo ya advirtió a los Tesalonicenses del terrible castigo que les espera a los desobedientes e incrédulos, cuando Jesucristo sea revelado desde el cielo y obtenga una victoria rápida y definitiva sobre sus enemigos (2 Tes. 1:7-9). También el Apóstol Pedro advirtió a los suyos que tendrían que dar cuenta de sus acciones, al que viene a juzgar a los vivos y a los muertos (1 P 4:5). En segundo lugar, la segunda venida se utiliza para dar consuelo a los oprimidos; Santiago exhorta a la resistencia paciente a sus fieles porque la venida del Señor se aproxima (Santiago 5:8); pronto llegará el final de sus angustias. Y el autor de la Epístola a los Hebreos exhorta a la paciencia, porque muy pronto vendrá el que ha de venir (Heb. 10:37).
Pero además, observamos aquí otra advertencia; El Cristo resucitado manda a los cristianos de Filadelfia que retengan lo que tienen, para que nadie les prive de su corona. No se trata de que nadie pueda robarle su corona, que les pertenece, sino de que Dios se la retire y se la dé a algún otro, porque no sean dignos de llevarla. En la Biblia encontramos numerosos ejemplos al respecto: Esaú perdió su posición de primogénito ante Jacob; Rubén, ante Judá, Saúl, ante David, Judas, ante Matías; los judíos perdieron su posición ante los cristianos gentiles. En Su obra, Dios asigna una tarea a cada persona; pero si ésta resulta incapaz de realizarla, se la dará a alguna otra.
¿Ha reflexionado usted, querido oyente, si está llevando a cabo con esfuerzo y diligencia la obra que Dios le ha encomendado? ¿Es usted digno de recibir la corona celestial que Dios ha prometido a los que le sirven con excelencia? También nos hacemos estas mismas preguntas, porque nos atañe a todos los que somos "cristianos", los que seguimos a Cristo.
Continuemos ahora nuestra lectura a partir del versículo 12:
12 Al que venciere, yo le daré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios y de mi nombre nuevo. 13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
En este extenso versículo encontramos las promesas del Cristo resucitado a los que Le son fieles; el cristiano será un pilar del templo de Dios, como Pedro, Santiago y Juan fueron pilares de la primera iglesia original en Jerusalén (Gal. 2:9). Además, el cristiano fiel, no tendrá que salir más, lo cual puede significar una promesa de seguridad en una ciudad frecuentemente sacudida por terremotos, o bien la promesa de una bondad inalterable que se vive cuando después de las batallas de la tierra, alcanzamos la presencia de Dios. Otra de las promesas que adornan este versículo es que Jesucristo escribirá en el cristiano fiel su propio nombre nuevo.
Es importante señalar, además, que cuando Jesucristo dice aquí "He aquí yo vengo pronto", no está avanzando un juicio condenatorio como el que hemos podido leer versículos atrás, ni como los que leeremos más adelante, sino que más bien se trata de una palabra de ánimo y aliento por un acontecimiento esperanzador. Porque Cristo regresará para librar a Su Iglesia de la hora de la prueba.
Bien, estimados oyentes, a estas alturas del programa llegamos ahora a la carta de Cristo a la iglesia de Laodicea, tal y como podemos observar en nuestras Biblias, en el capítulo 3, versículo 14.
¿Qué tipo de iglesia era Laodicea? Laodicea tiene la distinción de ser la única iglesia de la cual Jesucristo no pudo decir nada positivo. Pero antes de entrar en el estudio del contenido de la Carta detengámonos un momento para analizar el contexto de la misma.
La ciudad estaba ubicada en el valle del río Lico, al Sur Oeste de Frigia, y se convirtió en el centro de comercio de mayor riqueza e importancia en la región. Era conocida por tres industrias principales: El préstamos de dinero, la lana y la medicina (en particular, el colirio, que era una nueva solución acuosa y salubre para los ojos). No deja de ser una paradoja que una ciudad tan orgullosa de sus habilidades médicas en el cuidado de los ojos no reconociera lo ciega que estaba espiritualmente. Por otro lado, la falta de una fuente adecuada de agua obligó a la ciudad a construir un acueducto subterráneo. Las tres industrias, junto con el suministro inadecuado de agua potable, formaron parte del mensaje de la carta, como veremos más adelante.
Las palabras de Jesucristo se refieren directamente a la prosperidad y a la habilidad de las que Laodicea presumía, hasta el punto de que habían eliminado la necesidad de Dios en las mentes de sus ciudadanos, y aún, siendo esto más doloroso, en su propia iglesia.
Añadiremos otro detalle significativo acerca de Laodicea; Estaba en una zona en la que había una muy extensa población judía. Puede que hubiera pocas ciudades en Asia Menor en la que los judíos fueran tan ricos e influyentes como en Laodicea.
¿Cómo surgió esta iglesia? Esta iglesia comenzó por medio del ministerio de Epafras mientras el Apóstol Pablo se dedicó a ministrar en Éfeso (Col. 1:7); De hecho, Pablo nunca visitó Laodicea en persona. Y, como ya hemos avanzado, de las siete iglesias, ésta es la que se condena a si misma irremisiblemente. No encontramos en ella ninguna cualidad redentora. Se dice que Arquipo fue su primer obispo y cuando Pablo escribió a la vecina iglesia de Colosas, incluyó la siguiente advertencia: "Decidle a Arquipo: Mira que lleves a cabo la porción del servicio que te ha encomendado el Señor" (Col. 4:17). ¿Significaban estas palabras que Arquipo estaba fallando en el cumplimiento de su cometido? Esto sucedió unos 30 años antes de que Juan escribiera el Apocalipsis, pero parece ser que ya entonces se hubiese introducido en la iglesia de Laodicea algún tipo de infección espiritual. Leamos juntos el versículo 14 de este tercer capítulo del Apocalipsis.
14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:
Al igual que las otras cartas, esta comienza nombrando una serie de grandes títulos de Cristo. Él es el Amén, lo cual puede significar, si acudimos en nuestras Biblias al libro de Isaías 65:16, dice "Dios de Verdad", que en hebreo se traduce como "Dios del Amén". Con ello se resalta la idea de que Dios es digno de toda credibilidad. Si hay alguien digno de confianza, si hay alguien digno de crédito y en el que podemos reposar confiados, ese es Jesucristo, amigo y amiga oyente.
Además, Él es el Testigo Fiel, es digno de toda confianza, veraz a toda prueba. Esto revela que solamente el Señor Jesucristo es quien puede revelarlo todo y contarlo todo.
Además, a Él se le llama el principio de la creación de Dios. Esto podría indicar que Jesús fue la primera persona creada por el Padre, o que Él puso en marcha el proceso de la creación. De hecho, la conexión de Jesucristo con la creación se establece a lo largo de todo el Nuevo Testamento de la Biblia. Juan empieza su evangelio diciendo de la Palabra: "Todas las cosas fueron hechas por medio de Él" (Juan 1:3). Y Pablo escribió: "En Él fueron creadas todas las cosas" (Col 1:15, 18). ¿Por qué podemos observar esta insistencia a lo largo de las Escrituras en demostrar que el Hijo, Jesús, tuvo un papel esencial en la Creación? Porque los no cristianos estaban enseñando que el pecado y la enfermedad se debían a que el mundo había sido creado por un Dios falso, malo e inferior. Los cristianos, en cambio, insistieron que desde el principio, este mundo era la creación de Dios, y que el pecado y el sufrimiento no existían por culpa de Dios, sino por la desobediencia humana.
Decía un famoso escritor que a menudo se culpa a Dios de los errores del hombre. Y si observamos a nuestro alrededor, el estado del planeta, el calentamiento global de la atmósfera, el agujero del ozono, la ruina moral de algunos gobiernos, las quiebras de compañías debido al uso fraudulento de los productos financieros o a las malas inversiones, el paro, el terrorismo, las guerras, el hambre ocasionada por la mala distribución de la riqueza, los genocidios, las crisis económicas?¿podemos acaso eludir nuestra responsabilidad sobre todo lo anterior y culpar a Dios de nuestras propios actos y decisiones?
Leamos ahora los versículos 15 y 16 de este tercer capítulo de Apocalipsis:
15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
La condenación de Laodicea comienza con un cuadro de gran crudeza: Como los Laodicenses no son "ni fríos ni calientes" tenían esa cualidad nauseabunda que haría que Jesucristo acabase por vomitarlos de su boca. Conviene, además, fijarse en el sentido original de la palabra "frío" que significa un frío tal que puede llegar a la congelación. El término "caliente", en cambio, alude a un calor tal que puede llegar a la ebullición.
¿No resulta verdad, estimado oyente, que las cosas tibias, como por ejemplo el agua tibia, producen nauseas, o al menos, no es agradable? Los alimentos fríos o calientes pueden resultar apetitosos, pero la comida tibia a menudo revuelve el estómago. Ahora bien, ¿qué actitud condena el Cristo resucitado aquí? La única actitud que condena, irremisiblemente, es la indiferencia. Y de todas las actitudes, la más difícil de combatir es la indiferencia. ¿No es este el problema del evangelismo moderno? El cristianismo de hoy en día no se enfrenta a la hostilidad, sino a una más que evidente y cruda indiferencia. El problema es que el cristianismo, como sistema de vida y de valores, ha dejado de ser relevante para la mayoría de la gente. El mundo no percibe ya al cristianismo como un modo de vida que pueda hacer que la vida valga la pena: Y los cristianos, tal vez, deberíamos realizar una sana autocrítica: ¿No será que el mundo no quiere ser cristiano, porque no encuentra nada atractivo en ser cristiano? ¿No será que los hombres y mujeres de este siglo XXI no encuentran atractivo un estilo de vida que, observado en algunos cristianos que proclaman ser "diferentes", no parece ser, en realidad, tan diferente del suyo propio?
Gandhi dijo una vez: "Me gusta Cristo, pero no los cristianos". Duras palabras de un gran hombre, y que deberían hacernos reflexionar si, como cristianos, nuestra vida refleja a Cristo?o tan sólo nos refleja a nosotros mismos. ¿A quién refleja su vida, estimado oyente?
La única actitud que no se puede adoptar frente al cristianismo es la neutralidad. Jesucristo obra por medio de personas como usted y como yo, a pesar de todas nuestras imperfecciones personales, a no ser, claro?que usted se lo impida. Si, no deja de ser paradójico que el Ser supremo creador del universo no actúe en y a través de usted, si usted no se lo permite. Efectivamente, querido amigo y amiga, si usted, como cristiano, no se somete a Él, se está resistiendo a Él. No hay término medio. O está con Él, o está contra Él. ¿Le suena radical? Es que el cristianismo es absolutamente radical. Por eso es rechazado por los modernos movimientos sociales y tildado de intransigente y anti humanista; porque el cristiano debe posicionarse, debe tomar partido, debe decidir de qué lado está. Y no puede permanecer en medio. A no ser que desee hacer suyas las palabras de Jesucristo a la iglesia de Laodicea;
15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
Querido amigo y amiga que nos escucha; por muy duro que nos parezca, el sentido de esta terrible advertencia del Cristo Resucitado es que es mejor no empezar siquiera el camino cristiano que empezar y luego desviarse a un cristianismo puramente ficticio, religioso, vacío de vida y de contenido, frío y desapasionado. ¡Hay que mantener el fuego ardiendo! Jesús nos está trasladando la idea de "el que está cerca de mí, está cerca del fuego. El que está lejos de mí, esta frío, o lo que es peor, tibio".
¿En qué lado del termómetro se encuentra usted, querido amigo y amiga?
En definitiva, la tragedia de Laodicea es la tragedia que hoy podemos ver en algunas iglesias cristianas y en no pocos cristianos: era una comunidad de creyentes que se creía muy rica, pero en realidad, era extremadamente pobre. Humanamente hablando, se diría que era la iglesia más próspera de Asia Menor. Espiritualmente hablando, era la comunidad más menesterosa de las siete que hemos estudiado. Y aunque era materialmente rica, con dinero no se puede comprar la felicidad, ni la salud, ni la fe, ni un puesto en el Cielo. Laodicea, además, presumía de su riqueza textil. Sus ropas se habían hecho famosas en todo el mundo y la lana de las ovejas de Laodicea era un conocido artículo de lujo de la época. Pero Jesucristo les acusó de estar espiritualmente desnuda; si quería estar vertida tenía que acudir a Cristo. Por ello, como veremos en nuestro próximo programa, Jesucristo habla de "la vergüenza de la desnudez de Laodicea". Por último, Laodicea era también conocida por su famoso colirio ocular, pero paradójicamente era ciega a su propia pobreza y desnudez.
Dejamos por hoy nuestro programa en este punto del estudio. Esperamos que usted esté disfrutando de este recorrido por el fascinante libro del Apocalipsis y deseamos encontrarle de nuevo, aquí, en las ondas, en nuestro próximo encuentro.
Hasta entonces, querido amigo y amiga, que usted siga disfrutando de la lectura diaria de la Palabra de Dios, que es la verdadera fuente de vida eterna, para usted y para los suyos. ¡Que Dios le bendiga!
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