Estudio bíblico de Éxodo 26:14-27:21
Exodo 26:15-27:21
En nuestro programa anterior leímos la descripción del mobiliario del Lugar Santo: la mesa del pan de la presencia, el candelabro y las series de cortinas que cubrían el tabernáculo, destacando la forma en que los colores y materiales utilizados prefiguraban la persona y la obra de Cristo en la salvación.
EL primer párrafo de nuestra lectura de hoy se ocupa de la descripción de
Las tablas y las bases del tabernáculo
Leamos los versículos 15 al 19:
"Harás luego para el tabernáculo tablas de madera de acacia, colocándolas verticalmente. La longitud de cada tabla será de diez codos, y de un codo y medio la anchura de cada tabla. Cada tabla tendrá dos espigas para unirlas una con otra; así harás con todas las tablas del tabernáculo. Harás, pues, las tablas para el tabernáculo; veinte tablas para el lado sur. También harás cuarenta basas de plata debajo de las veinte tablas: dos basas debajo de una tabla para sus dos espigas, y dos basas debajo de la otra tabla para sus dos espigas."
El material de las tablas, la madera de acacia, era muy duro y resistente, parecido a la madera de secoya, que es prácticamente indestructible. Las tablas estaban recubiertas de oro. Había 20 tablas en cada lado y 10 en la parte posterior del tabernáculo. En las tablas se fijaron argollas, por las que pasaban las barras para mantener unida la estructura de la tienda.
Todos los detalles del tabernáculo hablan de la persona o de la obra de Cristo en la salvación y a favor de los creyentes en su vida cristiana. Cada cortina, lazo, y elemento del mobiliario revela alguna faceta del Salvador. Y así como las barras mantenían unida las piezas de la estructura, el Espíritu Santo de Dios mantiene actualmente unidos a los verdaderos creyentes. De hecho, en la Biblia se les dice a los creyentes que tienen que "preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz".
Las series de cortinas que cubrían el tabernáculo eran cada una de un color diferente, y cada una de ellas tenía su propio significado. Estaba el color azul, que es el color del cielo. Estaba el rojo, que nos habla de la sangre de Cristo. Otro color era el resultado de la mezcla del azul y el rojo, que producía un tono púrpura, que simboliza la realeza. Los materiales en azul y rojo hablan del cielo tocando la tierra, es decir, de la humanidad de Cristo. El púrpura le describe como el Rey de los judíos. Las tablas, barras y argollas estaban recubiertas de oro, que simboliza la deidad del Señor Jesucristo.
Adelantándonos en nuestra lectura, pasemos ahora a los versículos 31 y 32, que nos describen
Los velos
"Harás además un velo de tela azul, púrpura y escarlata, y de lino fino torcido; será hecho con querubines, obra de hábil artífice. Y lo colgarás sobre cuatro columnas de acacia revestidas de oro; sus ganchos serán también de oro, sobre cuatro basas de plata."
El velo era estaba colgado de cuatro columnas, y nos habla de la humanidad de Jesucristo. Las columnas estaban hechas de madera de acacia recubierta de oro, unidas a sus bases de plata. Esto nos señala a la deidad controlando la tierra a través de la redención. No había capitel en el extremo superior de esas columnas, lo cual las distinguía de las otras columnas del tabernáculo; habían sido simplemente cortadas. El profeta Isaías 53:8, hablando de Cristo nos dijo:
"Por opresión y juicio fue quitado; y en cuanto a su generación, ¿quién tuvo en cuenta que El fuera cortado de la tierra de los vivientes por la transgresión de mi pueblo, a quien correspondía la herida?"
Y así, Jesucristo fue cortado de la tierra de los seres humanos; vivió solo hasta cumplir los 33 años de edad.
El velo estaba hecho de lino fino trenzado y constituía la única entrada al Lugar Santísimo. El velo simboliza la humanidad de Jesucristo. Cuando el se encontraba en la cruz, entregó Su espíritu. En el momento de su muerte, el velo se partió en dos, representando la fractura entre Su espíritu y Su cuerpo. Cuando el velo del templo se partió en dos, quedó abierto el acceso a la presencia de Dios. El único camino para llegar a Dios hoy es por medio del Señor Jesucristo. Había una sola entrada al Lugar Santísimo, así como solo hay un camino hacia Dios. En el Evangelio de Juan 14:6, están registradas las siguientes palabras de Jesús: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.
Algunas personas creen que uno puede venir a Dios si es sincero y pertenece a alguna iglesia. No lo creas. No encontrarás en la Palabra de Dios esa forma de pensar.
Así es que el velo nos provee una hermosa figura que nos muestra la humanidad de Cristo. Es la muerte de Cristo la que nos salva. Su vida intachable, inmaculada nos condena. Cuando me presento ante el velo, estoy separado de Dios y condenado. Me veo incapaz de entrar en la presencia de Dios. En el Evangelio de Mateo 27:50 y 51, en el relato de la muerte de Jesús, leemos que
"Entonces Jesús, clamando otra vez a gran voz, exhaló el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, y la tierra tembló y las rocas se partieron"
Queda claro que la muerte de Jesús provee el acceso a Dios y el velo partido así lo ilustra.
Había también otra cortina. Leamos los versículos 36 y 37:
"Harás también una cortina para la entrada de la tienda de tela azul, púrpura y escarlata, y de lino fino torcido, obra de tejedor. Y harás cinco columnas de acacia para la cortina, y las revestirás de oro, y sus ganchos serán también de oro; y fundirás cinco basas de bronce para ellas."
Este velo o cortina, conducía al Lugar Santo, el lugar de la adoración, donde se encontraban el candelabro de oro, la mesa de los panes de la presencia y el altar del incienso. Nosotros no podemos adorar a Dios de cualquier manera, por antigua, tradicional y respetable que sea. Debemos acercarnos a El por medio del Señor Jesucristo. Tenemos que acercarnos de un modo verdadero, conforme al Espíritu de Dios. En el Evangelio de Juan 14:6, encontramos estas palabras de Jesús, que ya hemos citado anteriormente: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.
En consecuencia, ambos velos prefiguraban a nuestro Señor Jesucristo. Llegamos ahora a
Exodo 27:1-21
Tema: El altar de bronce y sus recipientes; el patio o atrio del tabernáculo; el aceite para la lámpara.
Observemos que a medida que salimos del tabernáculo propiamente dicho hacia al patio o atrio, los elementos del mobiliario son de bronce. Me refiero al altar de bronce y a la pila de bronce. Recordemos que dentro de la tienda, los muebles eran de oro. En la medida en que uno se acerca a Dios, el énfasis recae en la persona de Cristo. Al ir alejándose hacia fuera, el énfasis se pone en la obra de Cristo.
Leamos los versículos 1 al 3, para una descripción de
El altar de bronce
"Harás también el altar de madera de acacia, de cinco codos su longitud, de cinco codos su anchura, el altar será cuadrado, y de tres codos su altura. Y le harás cuernos en sus cuatro esquinas; los cuernos serán de una misma pieza con el altar, y lo revestirás de bronce. Harás asimismo sus recipientes para recoger las cenizas, y sus palas, sus tazones, sus garfios y sus braseros. Todos sus utensilios los harás de bronce."
Los muebles del patio exterior eran de bronce, que representaba al juicio del pecado. La cuestión del pecado debía ser arreglada en el patio, antes de proceder a entrar en el Lugar Santo. Los muebles del Lugar Santo eran de oro, lo cual ilustra la comunión, el compañerismo con Dios y la adoración a Dios. Así que el pecado no estaba presente en el Lugar Santo, al haber sido tratado en el patio.
El ser humano se encuentra fuera. ¿Cómo ha de aproximarse a Dios? Lo primero que necesita es un sustituto que muera por él. El hombre puede evitar encontrarse con Dios, pero si quiere tener un encuentro con El sin morirse, debe tener un sustituto. En aquel tiempo, alguien tenía que morir por él en aquel altar de bronce. Algunas veces este altar fue llamado la mesa del Señor, y también fue llamado el altar del holocausto, donde se realizaba un sacrificio en el que la víctima se quemaba por completo. Es el lugar donde Dios se ocupaba del pecador. Nos habla de la cruz de Cristo y del hecho de que El es realmente el que murió en lugar del ser humano. Es lo que el apóstol Pablo expresó en su carta a los Efesios 5:2. Andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma. Cristo fue nuestro sacrificio, nuestro holocausto. El altar del tabernáculo fue construido por los hombres pero siguiendo el modelo que está en el cielo. Y la cruz fue el altar del sacrificio elegido por Dios. El Señor Jesucristo fue entregado porque Dios en su presciencia había determinado que El iba a morir en la cruz. Por lo tanto, Cristo, fue más que simplemente un hombre bueno. Era el Cordero destinado para ser sacrificado desde antes de la fundación del mundo. No había ninguna forma de acercarse a Dios, sino por medio del altar de bronce. Allí, una victima debía ser sacrificada, reclamada como sustituto. El Evangelio de Juan 1:29, dice: Al día siguiente Juan el Bautista vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El apóstol Juan habló de Cristo como el sustituto colocado sobre aquel altar de bronce. En este altar se convirtió la cruz en aquellas tres últimas horas en las que descendió una gran oscuridad y Cristo pagó por los pecados del mundo.
En el citado Evangelio de Juan 1:12 también se dice que a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre. El ser humano no puede adorar, orar o servir a Dios hasta venir ante el altar de bronce. En aquel tiempo, cada sacerdote, cada Levita, tenía que presentarse ante este altar. Estimado oyente, el camino que pasa por la cruz es el que conduce al hogar divino, a la casa del Padre celestial. Si Jesucristo no hubiese pasado por aquel altar de bronce que fue la cruz, no tendríamos acceso a Dios.
Jesucristo no es solo el Cordero que murió por nosotros. Es también el Cordero resucitado. El apóstol Juan en su libro El Apocalipsis 5:6 relató que en su visión vio a un Cordero, de pie, como inmolado. El altar de bronce se encontraba en la entrada del Tabernáculo. Y la cruz de Cristo se encuentra frente al cielo; fue levantada en la tierra, pero no hay entrada al cielo excepto a través de esa cruz.
El bronce que cubría el altar nos habla de juicio. La madera de acacia recubierta de bronce ilustra la fortaleza de Cristo para el sacrificio. Indudablemente, esta es una gran figura de la cruz.
Ahora, vamos a leer los versículos 9 y 16, en relación con
El atrio o patio del tabernáculo
"Harás también el atrio del tabernáculo. Al lado sur habrá cortinas de lino fino torcido para el atrio, de cien codos de largo por un lado. Y para la puerta del atrio habrá una cortina de veinte codos de tela azul, púrpura y escarlata, y de lino fino torcido, obra de tejedor, con sus cuatro columnas y sus cuatro basas."
Una vez más, los colores de las cortinas nos cuentan la historia. El color azul era el celestial y nos hablaba del hecho de que Cristo vino del cielo. El rojo escarlata nos ilustraba la humanidad de Cristo y la sangre que El derramó por la humanidad. El color púrpura era el resultado de la mezcla entre azul y el rojo, el color de la realeza, símbolo de la majestad de Cristo. Esta era la cortina para la entrada del patio, por la cual entraban los sacerdotes y miembros de la tribu de Levi. Esta entrada medía solamente 2.25 m de alto y el cerco alrededor de la parte exterior del tabernáculo medía 45 m de largo por 22.5 m de ancho por los dos lados, estando cubierto por lino blanco todo alrededor. Separaba a los que estaban en el interior de los que estaban en la zona exterior.
Hablaremos también algo sobre
El aceite para la lámpara
Lo cual hace la conclusión de este capítulo bastante interesante. Resulta extraño que este Tema se suscite especialmente en este lugar. Leamos el versículo 20:
"Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas para el alumbrado, para que la lámpara arda continuamente."
Como ya hemos destacado, el aceite nos habla del Espíritu Santo de Dios. Esta es la interpretación que dio el profeta Zacarías a su visión de un candelabro con un depósito de aceite encima; en su libro 4:6, dijo: " . . . No por el poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu - dice el Señor de los ejércitos". La luz es aquella que da el Espíritu Santo. El Espíritu Santo no habla de sí mismo sino que toma los asuntos de Cristo y nos los revela.
Finalmente, leamos los versículos 20 y 21:
"Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas para el alumbrado, para que la lámpara arda continuamente. En la tienda de reunión, fuera del velo que está delante del testimonio, Aarón y sus hijos la mantendrán en orden delante del Señor desde la tarde hasta la mañana; será estatuto perpetuo para todas las generaciones de los hijos de Israel."
La lámpara encendida nos habla de Cristo. Ahora que todo ha cambiado, es decir, que el Señor Jesucristo ha regresado al cielo, el Evangelista Mateo 5:14, nos recuerda que tu y yo somos luz para el mundo. Nosotros no emitimos mucha luz, pero es el Espíritu de Dios el que puede utilizarnos. La primera figura de Cristo que encontramos en el libro del Apocalipsis, último libro de la Biblia, le muestra caminando en medio de siete candeleros de oro, que representaban a las iglesias. Uno de los mensajes de esa visión del apóstol Juan, prisionero en la isla de Patmos, es que el Señor trata de mantener la luz del testimonio de la iglesia como una luz viva, que continúe encendida en la tierra. En ese pasaje Cristo se está ocupando de la vida de aquellos que le pertenecen.
También diremos algo sobre dos elementos del mobiliario que aun no hemos mencionado. Uno de ellos es el altar del incienso que se encuentra mencionado en el capítulo 30 de este libro del Éxodo. Estaba colocado delante del velo o cortina que llevaba al Lugar Santísimo donde, como ya indicamos en un programa anterior, se encontraba el arca de la alianza. Tal como entonces en aquel santuario transportable que era el tabernáculo, si en la actualidad uno desea adorar a Dios verdaderamente, tiene que acudir, figurativamente hablando, a ese altar del incienso. Recordemos que el incienso, en la Biblia, puede ser usado como un símbolo de la oración que se eleva hasta la misma presencia de Dios.
El otro elemento del mobiliario aun no mencionado, es la pila de bronce. Aquella pila permitía que alguien que se disponía adorar a Dios, pudiera lavarse y quedar limpio, ya que los sacerdotes debían quedar libres de toda impureza. Continuando con el elocuente simbolismo de los muebles del tabernáculo mencionados en este estudio, y pensando en la aplicación práctica a nuestra situación en el mundo actual, podríamos decir que en el altar de bronce, que señalaba al sacrificio de Cristo en la cruz, cualquier persona puede recibir a Jesucristo como su Salvador y será salvo. Y como los antiguos sacerdotes en la pila de bronce, el creyente puede lavarse de las impurezas que se contraen durante la vida en este mundo y ser limpiado progresiva y continuamente por el Espíritu Santo de Dios. Todo aquel que de ese paso de fe, quedará aceptado para entrar en la presencia misma de Dios, donde podrá expresarle su gratitud y adoración.
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