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Estudio bíblico de Marcos 1:16-45

Marcos 1:16-45

En nuestro programa anterior, al comenzar este capítulo 1, destacábamos que tenía más contenido en acciones y actividades de Jesús que cualquier otro capítulo de la Biblia. Iniciemos nuestra lectura Bíblica de hoy con los versículos 16 al 20:

"Mientras caminaba junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano de Simón, echando una red en el mar, porque eran pescadores. Y Jesús les dijo: Seguidme, y yo haré que seáis pescadores de hombres. Y dejando al instante las redes, le siguieron. Yendo un poco más adelante vio a Jacobo, el hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, los cuales estaban también en la barca, remendando las redes. Y al instante los llamó; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras El."

Jesús hizo 3 llamados separados y diferentes a los apóstoles:

1. En el Evangelio de Juan 1:35:51 se nos dijo que cuando El subió a Jerusalén se encontró con aquellos hombres y les dirigió un llamado general, informal y ocasional. Ellos quisieron saber dónde vivía porque Juan el Bautista le había señalado, y algunos de los discípulos de Juan le siguieron. Pero no se quedaron con El de manera permanente. Tampoco El les invitó a hacerlo en esta oportunidad. Así que ellos volvieron a practicar su profesión, que era la pesca, en Galilea.

2. Ahora, en este pasaje de Marcos que leemos hoy, al comienzo de su ministerio, Jesús caminaba por las orillas del mar encontró a los que serían sus discípulos pescando, y les llamó para que se dedicasen al discipulado, es decir, a que dedicasen todo su tiempo a aprender de El como su maestro, a recibir sus enseñanzas. Ellos iban a ser "pescadores de hombres" como Jesús mismo les dijo. Sin embargo y según el relato del Evangelio de Lucas 5:1-11, volvieron a ocuparse de su medio de vida, que era la pesca.

3. El llamado final, fue un llamado para que fuesen apóstoles, nombre dado, por su significado, a los primeros mensajeros del Evangelio. Ese llamado quedó registrado en Marcos 3, en Mateo 10 y en Lucas 6. ellos habían vuelto a pescar y Simón Pedro le diría: "Apártate de mí Señor, porque soy un hombre pecador". Lo que él realmente estaba diciendo era: "¿Por qué no eliges a otra persona? Déjame solo porque yo te he fallado. No soy más que un pecador" Pero el Señor no le abandonó ni renunció a él. Y debemos dar gracias a Dios por ello. Así que el Señor vino a ellos por tercera vez y les designó para ser apóstoles.

Continuemos leyendo el versículo 21:

"Entraron en Capernaúm; y enseguida, en el día de reposo entrando Jesús en la sinagoga comenzó a enseñar."

Seguramente recordarás que cuando los dirigentes religiosos le preguntaron sobre lo que hacía en el día del reposo, El fue muy claro en su respuesta. Según el relato del Evangelio de Juan 5:17, les dijo: Hasta ahora mi Padre trabaja, y yo también trabajo. Al avanzar en nuestro estudio veremos que El no trabajaba según una jornada laboral de 8 horas. Dijo el autor del Salmo 121:4,

"He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel."

Este día del reposo comenzó muy temprano por la mañana, cuando El entró en la sinagoga y empezó a enseñar. Aquella sinagoga de Capernaum no era en aquellos tiempos un centro de religiosidad vital. Parece que él se fue de Nazaret porque Su propio pueblo no estaba dispuesto a recibirle y entonces había ido a Capernaum, donde se instaló convirtiéndolo en su centro de actividades durante todo su ministerio y actividades.

Veamos la reacción en la sinagoga. Leamos el versículo 22:

"Y se admiraban de su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas."

Aquí podemos ver el efecto que la potencia de la verdad y el comportamiento de aquel hombre causaron en sus oyentes. A veces surgen críticas contra una parte de la iglesia de nuestro tiempo y contra la falta de liderazgo que exponga la Palabra de Dios con autoridad espiritual. Esto nos atañe a todos, porque quizás, hemos perdido la fe. No quiero decir que yo, personalmente, he perdido mi fe, pero considerándonos colectivamente, hemos perdido la fe y se echan de menos más pulpitos desde los que se predique y enseñe la Palabra de Dios con una aplicación pertinente y directa hacia los problemas de nuestro tiempo, en los niveles social, eclesial, familiar y personal. En aquellos tiempos, la sinagoga no ofrecía una enseñanza vital o vivificante. En consecuencia, cuando el Señor habló, asombrados por su doctrina. Pero sucedió algo más. Leamos los versículos 23 y 24:

"Y he aquí estaba en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu inmundo, el cual comenzó a gritar, diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios."

El primer milagro del Evangelio de Marcos ocurrió en el ámbito espiritual. Solo Dios está en control del reino espiritual, porque el controla los demonios. Hay una gran abundancia de evidencias históricas de que el demonismo actuaba desenfrenadamente por todo el Imperio Romano. La única manera de hacerle frente al demonismo es con la intervención del Señor Jesús porque El solamente es capaz de moverse y actuar en ese reino. Y fue por ese motivo que Marcos presentó éste como el primer milagro. Era evidente que si El demostraba tener poder en ese reino espiritual, ello implicaba 2 cosas: (1) que tenía poder para cualquier ámbito o reino y (2), solo Dios podía hacer tal cosa. Y es que esto era una parte de Sus credenciales. Tenía autoridad, y tenía poder. Enseñó como alguien que tenía autoridad y ahora demostraba que tenía el poder.

Si eres consciente de lo que está ocurriendo en la actualidad en nuestra cultura contemporánea, reconocerás que la adoración y el culto a Satanás ha llegado a ser algo prominente. Hoy suceden cosas en el ámbito de lo oculto que solamente pueden ser explicadas atribuyéndoles un origen satánico y sobrenatural. Uno no puede explicarse razonablemente por qué jóvenes de nuestro tiempo dejan hogares donde son amados, para unirse a bandas o grupos de dudosa procedencia y cometer verdadera atrocidades. Evidentemente, en muchos casos podría hablarse de influencia satánica y posesión demoníaca.

Dirigiéndome ahora a algún amigo cristiano, le diría que hay una única forma de tratar ese grave problema; y es invocando el nombre del Señor Jesucristo. Solo el puede controlar a esas criaturas del mal. Por todo ello, vemos claramente la intención del escritor Marcos de colocar este milagro en primer lugar.

Veamos como actuó Jesús. Leamos los versículos 25 al 27:

"Jesús lo reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él! Entonces el espíritu inmundo, causándole convulsiones, gritó a gran voz y salió de él. Y todos se asombraron de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad! El manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen."

Observemos que el Señor estaba demostrando Su poder y Su autoridad en Su enseñanza y en Sus milagros y ellos no podían comprenderlo. El tenía una autoridad que eran incapaces de entender. En consecuencia, vemos los resultados en el versículo 28:

"Y enseguida su fama se extendió por todas partes, por toda la región alrededor de Galilea."

Con lo cual, Marcos nos condujo al próximo incidente que, evidentemente, tuvo lugar en el mismo día, en algún momento de la tarde. Leamos los versículos 29 al 31:

"Inmediatamente después de haber salido de la sinagoga, fueron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan. Y la suegra de Simón yacía enferma con fiebre; y enseguida le hablaron de ella. Jesús se le acercó, y tomándola de la mano la levantó, y la fiebre la dejó; y ella les servía."

Y después de este milagro, le seguimos en sus actividades, ya al atardecer, en los versículos 32 al 34:

"A la caída de la tarde, después de la puesta del sol, le trajeron todos los que estaban enfermos y los endemoniados. Y toda la ciudad se había amontonado a la puerta. Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y expulsó muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque ellos sabían quién era El."

Ahora Marcos estaba haciendo precisamente lo mismo que hizo Mateo. Llama nuestra atención sobre el hecho de que nos cuenta solo unos pocos incidentes en los que Jesús sanó. El literalmente sanó a centenares y centenares de personas. Pero solo un escaso número de incidentes aislados quedó registrado para nosotros.

Resulta interesante observar que el mundo de los demonios reconoció a Jesús. Sabían quién era y creyeron en El, y aun así, por supuesto, no fueron salvos.

A estas alturas ya hemos pasado un día muy ocupado con él, y no pensaría que después de un día del reposo tan agotador, El descansaría hasta tarde la mañana siguiente. Pero, en el versículo 35, leemos:

"Levantándose muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, salió, y se fue a un lugar solitario, y allí oraba."

Después de un día del reposo saturado de actividades, podría suponerse que se relajaría algo durante el día siguiente. Sin embargo le vemos levantándose muy temprano, incluso antes del amanecer, para ir a un lugar solitario con el propósito de orar. ¡Qué lección tenemos aquí! Y parece que la tranquilidad no duró mucho porque, según los versículos 36 al 39.

"Y Simón y sus compañeros salieron a buscarle; le encontraron y le dijeron: Todos te buscan. Y El les dijo: Vamos a otro lugar, a los pueblos vecinos, para que predique también allí, porque para eso he salido. Y fue por toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando demonios."

Es que éste era el comienzo del Evangelio, porque por medio de Se enseñanza les estaba preparando para aquellos acontecimientos que constituían la salvación, es decir, Su muerte y Su resurrección. Como ya hemos dicho en un programa anterior y hablando de Su enseñanza, ésta no te salvará. Sino más bien es Su obra en la cruz la que te salvará.

Observemos que predicó en la sinagoga y expulsó demonios por toda la región de Galilea. Recorrió la totalidad de ese territorio durante sus 3 años de ministerio.

Una vez más tomamos nota de que hubo grandes manifestaciones de poder demoníaco en aquel tiempo. A lo largo de la historia Bíblica, hubo 3 períodos de esas características. Uno tuvo lugar durante la época de Moisés, la otra durante los tiempos del profeta Elías y la última, durante los años que el Señor pasó en esta tierra.

Y ahora llegamos al último milagro de este capítulo. Todos éstos casos tratados por Jesús habían sido difíciles y todos ellos diferentes. Este que vemos ahora era un leproso. La lepra no era incurable, como veremos al estudiar el libro de Levítico. Pero se trataba de una enfermedad que podía ser fatal. Era ciertamente una dolencia trágica, porque deformaba y mutilaba a la víctima, excluyéndola de la vida en sociedad, ya que ritualmente, por la ley, se le consideraba inmundo. Leamos los versículos 40 al 41:

"Y vino a El un leproso rogándole, y arrodillándose le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Movido a compasión, extendiendo Jesús la mano, lo tocó, y le dijo: Quiero; sé limpio."

En este milagro hay un importante aspecto psicológico. Nadie tocaba a los leprosos. Este hombre no había sido tocado por muchos años, ni el tampoco había sido capaz de tocar a nadie. Me imagino que su familia solía traerle la comida y la bebida, se la dejaban y, después que se retiraban, él venía y la recogía. Quizás podía saludarles agitando los brazos, pero nunca podría volver a reunirse con ellos, ni estrecharles entre sus brazos, ni tocarles. Pero entonces el Señor tocó a ese hombre, y le limpió de su enfermedad. Veamos el final de esta historia, leyendo los versículos 42 al 44:

"Y al instante la lepra lo dejó y quedó limpio. Entonces Jesús lo amonestó severamente y enseguida lo despidió, y le dijo: Mira, no digas nada a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo que Moisés ordenó, para testimonio a ellos."

La limpieza de un leproso tenía que seguir un cierto ritual de la ley de Moisés. Y el Señor no quiso quebrantar la ley mosaica. Muchos se preguntan por qué Jesús recomendaba este silencio y buscaba minimizar la proclamación de su verdadera identidad y sus poderes milagrosos. ¿Por qué hizo Jesús esto? La razón más probable era que Jesús quería evitar malas interpretaciones que precipitarían una reacción popular prematura y/o errónea para con El. No quería que su identidad se manifestara hasta que hubiera puesto en claro el carácter de su misión. Así que, en el transcurso de sus actividades, fue descubriendo en forma progresiva el velo de Su identidad, hasta que la declaró abiertamente, como veremos más adelante en Marcos 14:62.

Veamos la actitud del leproso leyendo el versículo 45:

"Pero él, en cuanto salió comenzó a proclamarlo abiertamente y a divulgar el hecho, a tal punto que Jesús ya no podía entrar públicamente en ciudad alguna, sino que se quedaba fuera en lugares despoblados; y venían a El de todas partes."

Este hombre, en vez de quedarse tranquilo y en silencio salió y divulgó la gran noticia. Sin embargo el desobedeció al Señor.

Predicando sobre este pasaje de Marcos, un predicador solía decir: "El Señor le advirtió que no dijese nada a nadie y él se lo dijo a todos. El mismo Señor nos dice a nosotros que se lo digamos a todos, y nosotros no se lo decimos a nadie". Cabría decir que la desobediencia de aquel leproso que fue sanado no es tan mala como nuestra desobediencia en la actualidad, con respecto al mensaje del Evangelio, que es un mensaje de buenas noticias. Debiéramos comunicárselo a todos, y no se lo contamos a nadie.

Como resultado de la difusión de la noticia, las multitudes vinieron a Capernaum y el Señor tuvo que retirarse de allí por una temporada.

Nos acercamos al final de nuestro programa recordando que la lepra era una enfermedad que traía angustia en varios aspectos de la personalidad: el físico, el mental, el social, y el religioso. Imagino que ya no quedaba lugar para la autoestima, al sentir que, además de los efectos ya citados, se le considerase inmundo, desde el punto de vista de la religión. Resulta interesante que éstos son también efectos del pecado sobre la personalidad humana. A la tremenda sensación de soledad, podría agregarse el efecto de la culpa, y la creciente incapacidad para comunicarse que están poniendo en evidencia los seres humanos.

¿Y qué diremos de los efectos destructivos del pecado en el cuerpo humano? Llegaba un momento en que los leprosos no podían ocultar con sus ropas, las heridas, las llagas y las manchas. La mutilación de partes o miembros del cuerpo, ya inservibles, era irreversible e inevitable. Realmente, no hay que forzar la comparación pues ésta surge de forma natural. Sería difícil encontrar otra imagen más real, patética y dramática de los efectos del pecado en la raza humana y en los individuos que la componen.

El diálogo entre Jesús y el leproso fue bien breve. Realmente, ¡no se parece en nada a los esfuerzos humanos por explicar la tragedia humana, así como los esfuerzos aun mayores para ofrecer una solución! Escuchemos nuevamente aquella breve conversación:

"Y vino a El un leproso rogándole, y arrodillándose le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Movido a compasión, extendiendo Jesús la mano, lo tocó, y le dijo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra lo dejó y quedó limpio."

Muchas personas sanas y de aspecto saludable, esconden en su interior un panorama tan desolador como el que esta enfermedad ilustra. Pero, desde las páginas del Evangelio de Marcos, la Palabra de Dios nos deja hoy un mensaje de esperanza, que debieras escuchar como personalmente dirigido a ti. Porque cualquiera, en cualquier lugar y en cualquier momento, puede clamar a Dios y recibir Su respuesta. Porque El está muy cerca. Tan cerca que te puede tocar. Es el único que te puede tocar y limpiarte, y transformarte en una nueva persona.

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