Estudio bíblico de Levítico 3:1-17
Levítico 3
Tema: La ofrenda de paz.
Esta ofrenda nos habla de la comunión y el compañerismo de los creyentes con Dios el Padre, por medio de nuestro Señor Jesucristo. El único camino por el que tú y yo podemos venir a Dios es a través del Señor Jesucristo. El es el Camino.
Una única ofrenda no puede exponer los numerosos aspectos admirables de la persona de Cristo y las muchas facetas de Su gloria. Tal como nosotros necesitamos a los 4 Evangelios del Nuevo Testamento para presentar Su vida en esta tierra, así también necesitamos las 5 ofrendas de Levítico para describir Su persona y obra.
Observaremos que hay notables similitudes entre la ofrenda de paz y el holocausto. Pero también veremos evidentes contrastes. En fin, la ofrenda de paz es una ofrenda única.
Esta ofrenda no expresa la paz que Cristo logró por medio de Su sangre en la cruz, porque ese aspecto tiene que ver con el pecado y se encuentra propiamente en las ofrendas que no tenían un aroma agradable. Fue acerca de Cristo como nuestra Paz con respecto al pecado, que el apóstol Pablo escribió en su carta a los Colosenses 1:20-22, y por medio de El reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de su cruz, por medio de El, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos. Y aunque vosotros antes estabais alejados y erais de ánimo hostil, ocupados en malas obras, sin embargo, ahora El os ha reconciliado en su cuerpo de carne, mediante su muerte, a fin de presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de El. Este no era, pues, el significado de la ofrenda de paz.
La ofrenda de paz, más bien señalaba específicamente a la paz a la cual se refirió el apóstol Pablo en su carta a los Efesios, que es la paz que pone a todos los creyentes en comunión con el Padre, por la acción del Espíritu Santo, por medio del Señor Jesucristo. Leamos acerca de esa paz en Efesios 2:13 al 22;
"Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo. Porque El mismo es nuestra paz, quien de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne la enemistad, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la paz, y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad. Y vino y anuncio paz a vosotros que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca; porque por medio de El los unos y los otros tenemos nuestra entrada al Padre en un mismo Espíritu. Así pues, ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino que sois conciudadanos de los santos y sois de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu."
En la ofrenda de paz el énfasis no recaía sobre la paz que El hizo por el derramamiento de Su sangre en la cruz, sino sobre la paz que El mismo es a causa de la sangre de la cruz. El constituye el punto de encuentro de todos los creyentes reunidos, y del encuentro de cada creyente con Dios el Padre. Cristo es el único que puede derribar los muros que separan a individuos, familias, religiones, razas y naciones. Así, todos son hechos un cuerpo y un edificio en Cristo. Se han convertido en una habitación de Dios en el Espíritu y tienen acceso a Dios el Padre. Es que solamente los creyentes pueden unirse para participar de todas las maravillosas realidades, las hermosas características y la gloria de Cristo. Ellos pueden disfrutar de una comunión con el Padre, y de un compañerismo los unos con los otros, al compartir todas las bendiciones de Cristo.
Esto es aquello sobre lo cual escribió el apóstol Juan en su primera carta 1:3, lo que hemos visto y oído, os proclamamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y en verdad nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. La ofrenda de paz nos reúne. Solo cuando nos reunimos alrededor de la persona de Cristo, nos sentimos atraídos para estar juntos. No hay nada que pueda impedirme tener comunión con cualquier persona, sea quien sea, que puede reunirse conmigo alrededor de la persona de Cristo, donde todos podemos vivir una experiencia de auténtica unidad.
A continuación expondré un breve bosquejo de 4 puntos, bajo el título de este capítulo, que es, La ofrenda de paz.
a. El sacrificio del ganado, vv. 1-5.
b. El sacrificio del rebaño, vv. 6-11.
c. El sacrificio de las cabras, vv. 12-17.
d. La ley de la ofrenda de paz, capítulo 7:11-21.
En primer lugar, leamos el versículo 1, que comienza a hablar sobre
El sacrificio del ganado
"Si su ofrenda es un sacrificio de las ofrendas de paz, si la ofrece del ganado, sea macho o hembra, sin defecto la ofrecerá delante del Señor."
La ofrenda de paz es, en un sentido, amplia e inclusiva. El pecador puede venir a Dios porque Cristo logró la paz mediante Su sangre derramada en la cruz. También hay comunión con Dios y con Cristo en base a la paz conseguida por Su sangre en la cruz. Cristo y Su obra constituyen la satisfacción completa que permite disfrutar la paz. Sin embargo, el énfasis de la ofrenda de paz recae, principalmente, en la comunión y el compañerismo.
¿Cuál es la apelación del Evangelio al pecador? Podría expresarse así: Dios dice que tú y yo somos pecadores. Es como si Dios nos dijese: "Estáis perdidos, alejados de Mí, así que tendré que destinaros a las tinieblas de la eternidad". Si Dios hiciese esto, sería justo y santo. Pero, resulta que Dios está satisfecho con lo que Jesucristo hizo por ti y entonces, ahora puedes venir a Dios. Y el mensaje del Evangelio es el siguiente: "Dios se ha reconciliado". La pregunta es: ¿Te reconciliarás tú? Porque, reitero que Dios está satisfecho con lo obra de Jesucristo. Y ese es el mensaje de las buenas noticias. Dios ya se ha vuelto hacia ti. ¿Te volverás tú hacia El? El te aceptará por lo que Cristo ha hecho. ¿Estarás tú satisfecho con Cristo y con lo que El ha hecho, y vendrás a Dios para tener comunión con El? Esta es la paz que tú puedes conocer.
La ofrenda de paz era diferente del holocausto en varios aspectos. En el holocausto, solo un macho podía ser ofrecido; pero aquí, en la ofrenda de paz, podía ser macho o hembra, aunque sin defectos. El que ofrecía nunca encontraría tanto en Cristo como Dios encontraría en él. El holocausto nos hablaba de lo que Dios ve en Cristo, mientras que en la ofrenda de paz, es el que ofrece la ofrenda el que encuentra algo en Cristo. Se permitía ofrecer una hembra, porque esta ofrenda se centra en la capacidad del que ofrece para disfrutar de Cristo.
Leamos el versículo 2:
"Pondrá su mano sobre la cabeza de su ofrenda y la degollará a la puerta de la tienda de reunión, y los sacerdotes hijos de Aarón rociarán la sangre sobre el altar por todos los lados."
Hasta este momento, se reproducían las instrucciones sobre el holocausto. Continuemos leyendo los versículos 3 y 4:
"Y del sacrificio de las ofrendas de paz presentará una ofrenda encendida al Señor: la grasa que cubre las entrañas y toda la grasa que hay sobre las entrañas, los dos riñones con la grasa que está sobre ellos y sobre los lomos, y el lóbulo del hígado, que quitará con los riñones."
Aquí es evidente el contraste con el holocausto. Todo lo del holocausto era colocado sobre aquel altar. En la ofrenda de paz, solo se ofrecía una porción que era especificada. Sería la porción elegida que incluía la grasa y las entrañas. Estas hablaban de las riquezas ocultas, las cualidades hermosas, el valor inapreciable del carácter de Cristo, que solo Dios conoce. Hay asuntos relacionados con Cristo que yo no alcanzo a comprender. Pero Dios le conoce. Dios ve en El más de lo que tú y yo podemos ver. Dios ve sus facetas internas, que nosotros no podemos contemplar. Por eso el apóstol Pablo, como expresó en su carta a los Filipenses 3.10, anhelaba conocerle a El, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos. Leamos el versículo 5:
"Y los hijos de Aarón lo quemarán en el altar, sobre el holocausto que está sobre la leña en el fuego; es una ofrenda encendida de aroma agradable para el Señor."
La ofrenda era consumida por el fuego, lo cual habla de la dedicación total de Cristo, y de Sus pruebas y sufrimientos. Estaba especialmente descrita como "aroma agradable para el Señor". El énfasis recae aún sobre la persona de Cristo y no sobre Su obra. Lo que está bajo observación aquí es Su vida perfecta, y no Su muerte por el pecado. Sus sufrimientos durante Su vida no eran por los pecados del mundo. Incluso durante las 3 primeras horas en la cruz, Su sufrimiento fue causado por las manos de los hombres. Fue durante las 3 últimas horas en la cruz que ésta se convirtió en un altar sobre el cual el Hijo de Dios se ofreció. La oscuridad ocultó de los ojos humanos aquellas 3 últimas horas de dolor y aflicción, cuando El convirtió Su alma en una ofrenda por el pecado (como dijo Isaías 53:10).
Podemos observar que la ofrenda por el pecado fue incluida junto al holocausto. Son necesarias ambas para tener una perspectiva total de los valores interiores y de las características gloriosas de Cristo.
Al leer los versículos 6 y 7, continuemos considerando el valor de
El sacrificio del rebaño
"Pero si su ofrenda como sacrificio de las ofrendas de paz para el Señor es del rebaño, sea macho o hembra, sin defecto la ofrecerá. Si ha de presentar un cordero como su ofrenda, lo ofrecerá delante del Señor."
El cordero exponía de una forma peculiar el carácter de Cristo y era, por lo tanto, extraordinariamente apropiado como sacrificio de la ofrenda de paz.
Por contraste, el buey o una vaquilla del ganado, expresaba la faceta de siervo del ministerio de nuestro Señor. El buey era un animal doméstico, utilizado para llevar carga y para arar los campos, siendo un exponente del transporte y el comercio de aquella época. El buey era un siervo y un amigo del hombre. Por ello representa a Cristo como un siervo. Y éste es el aspecto del ministerio de Cristo que describe el Evangelio de Marcos. Necesitamos enfatizar que Cristo como siervo no se parecía a un siervo humano, sujeto a cualquier voluntad humana. El Evangelio según Marcos le presentó como el Siervo de Dios, que vino a hacer la voluntad de Su Padre.
Sin embargo el cordero manifestaba a Cristo en Su completa identificación con el ser humano en vida y en muerte. ¿Has observado esto alguna vez? Al principio de su ministerio, como dijo el Evangelio de Juan 1:29, Juan el Bautista le señaló como "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo", lo cual se refería a Su Obra. Más tarde, Juan diría: "He aquí el Cordero de Dios", refiriéndose a Su Persona.
Desde el principio el cordero ha ilustrado la calidad y capacidad de Jesús para ocupar el lugar del ser humano en llevar la carga del pecado del mundo. Precisamente, la primera ofrenda hecha por Abel fue el sacrificio de un cordero. Yo creo que Dios vistió a Adán y a Eva con las pieles de un cordero. No puedo probarlo, pero lo creo así a la luz del hecho que Abel traería después un cordero ante la presencia de Dios.
El libro del profeta Isaías, 53 dejó bien claro que Jesucristo fue nuestro sustituto, llevando nuestro pecado e iniquidad. El versículo 7, dice:
"como cordero que es llevado al matadero, y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, no abrió El su boca."
Así fue como Jesús fue representado como un cordero. Y Jesús, como el Cordero, se convirtió en nuestro sustituto.
El también fue llamado un cordero en Su resurrección. Dice el libro de Apocalipsis 5:6: Miré, y vi entre el trono (con los cuatro seres vivientes) y los ancianos, a un Cordero, de pie, como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Y, una vez más, El es el Cordero en Su glorioso regreso a la tierra. Dice también el Apocalipsis 6:16, 17, describiendo a los que negaron a Dios en los últimos momentos de la historia: decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros y escondednos de la presencia del que está sentado en el trono y de la ira del Cordero, porque ha llegado el gran día de la ira de ellos, ¿y quién podrá sostenerse?
Así es que el cordero es la representación más completa de Cristo de todos los sacrificios. Continuemos leyendo los versículos 8 al 10:
"Pondrá su mano sobre la cabeza de su ofrenda y la degollará delante de la tienda de reunión, y los hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar por todos los lados. Y del sacrificio de las ofrendas de paz, traerá una ofrenda encendida al Señor: la grasa, la cola entera, que cortará cerca del espinazo, la grasa que cubre las entrañas y toda la grasa que hay sobre las entrañas, los dos riñones con la grasa que está sobre ellos y sobre los lomos, y el lóbulo del hígado, que quitará con los riñones."
El ritual era similar al descrito para el sacrificio del ganado. La grasa era la porción de Dios. Era considerada la mejor parte del animal. Por eso, un animal con grasa era de la mejor calidad, y lo mejor era ofrecido a Dios.
Hay muchos pasajes que ilustran que la grasa era considerada lo mejor. Entre ellos, podemos citar a Nehemías 8:10, Isaías 25:6 y Lucas 15:23.
Aquí podemos ver el significado profundo y pleno de la ofrenda de paz. Es cierto que la comunión con Dios se basa en la sangre de Cristo. Pero hay otro aspecto de esta comunión. Para hacerla completa y final, debe tener lugar una presentación de la vida del creyente con una dedicación total. Ambos aspectos están incluidos por Jesucristo en la maravillosa e inclusiva invitación, registrada en Mateo 11:28, cuando dijo: Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Hay un descanso que El provee, que está simbolizado por la sangre derramada. Y lo que sigue es el resto de la redención, porque El también dijo, en Mateo 11:29 y 30 (VP). Aceptad el yugo que os impongo, y aprended de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontraréis descanso. Porque el yugo y la carga que yo os impongo son ligeros. Este es un descanso que podemos encontrar, y que en nuestro pasaje de Levítico está representado por la grasa. Tenemos que venir a El y ofrecernos con esa dedicación total. Leamos el versículo 11:
"Y el sacerdote lo quemará sobre el altar como alimento; es ofrenda encendida para el Señor."
Esta es una frase extraña y algunos han tratado de asociarla con ofrendas paganas. Por una inscripción asiria sabemos que los paganos que ofrecían víctimas a los dioses, luego celebraban fiestas con ellos. Sin embargo, en las ofrendas de paz, sucedía lo contrario. Dios celebraba una fiesta con el que presentaba la ofrenda. Decía el Deuteronomio 12:6, 7. traeréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, la contribución de vuestra mano, vuestras promesas, vuestras ofrendas voluntarias, y el primogénito de vuestras vacas y de vuestras ovejas. Allí también vosotros y vuestras familias comeréis en presencia del Señor vuestro Dios, y os alegraréis del fruto de vuestro trabajo con que el Señor vuestro Dios os ha bendecido. La grasa era totalmente consumida, pero el sacerdote recibía el pecho y el muslo. El que presentaba la ofrenda comía el resto y lo hacía en la casa de Dios. Dios era el anfitrión, y el que presentaba la ofrenda, el pecador, era el invitado. Los paganos lo hacían al revés y por ello el profeta Isaías acusó a los israelitas cuando cayeron en la idolatría (como vemos en Isaías 65:11).
En la ofrenda de paz Dios proveía la mesa. Esto nos recuerda pasajes como el Salmo 23:5, donde dice: Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos. El Salmo 36:8 dice: Se sacian de la abundancia de tu casa, y les das a beber del río de tus delicias. Y en el Evangelio de Juan 6:51, Jesús dijo: Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre.
El Señor preparó una mesa de salvación y de comunión y éste es el énfasis de la ofrenda de paz. Nos ayuda a comprender la parábola del hijo pródigo. Fue el padre el que mató el becerro cebado cuando el hijo fue restaurado a la comunión familiar. Y en la parábola de la gran cena, fue el Señor el que invitó diciendo: Venid porque ya todo está preparado (Lucas 14:17). Y esta es la mesa de salvación que Dios ha provisto. En resumen, la comunión con Dios se basa en la redención de Cristo por medio de Su sangre, y en que conozcamos a Cristo confesándole nuestros pecados. Primero aceptamos la salvación de Dios, aceptando a Jesucristo como nuestro Salvador. Después, venimos a la mesa de la comunión.
Ahora, leeremos el versículo 12 y consideraremos
El sacrificio de las cabras
"Si su ofrenda es una cabra, la ofrecerá delante del Señor"
Era el tercer y último tipo de sacrificio de la ofrenda de paz. Los 3 tipos eran esenciales para ilustrar los diferentes aspectos de Cristo. La cabra representaba la adecuada y completa identificación de Cristo para quitar el pecado del hombre. El fue hecho pecado por nosotros, fue tratado como al pecado mismo. El pagó adecuada y totalmente el castigo que nuestros pecados merecían. En Hebreos 10:6-14, se explica bien Su ofrenda por el pecado. El ritual de este sacrificio, seguía el modelo de la ofrenda del ganado y de la del rebaño. Leamos los versículos 13 al 17:
"pondrá su mano sobre su cabeza y la degollará delante de la tienda de reunión, y los hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar por todos los lados. Y de ella presentará su oblación como ofrenda encendida para el Señor: la grasa que cubre las entrañas y toda la grasa que hay sobre las entrañas, los dos riñones con la grasa que está sobre ellos y sobre los lomos, y el lóbulo del hígado, que quitará con los riñones. Y el sacerdote los quemará sobre el altar como alimento; es ofrenda encendida como aroma agradable. Toda la grasa es del Señor. Estatuto perpetuo será por todas vuestras generaciones, dondequiera que habitéis: ninguna grasa ni ninguna sangre comeréis."
Las 2 frases siguientes que hemos leído son sorprendentes: "Toda la grasa es del Señor" y "Ninguna grasa ni sangre comeréis". Estas 2 prohibiciones serán ampliadas en la ley de las ofrendas de paz, en el capítulo 7.
La razón para la prohibición de comer sangre se expondrá en el capítulo 17:10-14. Así que la consideraremos más adelante.
El motivo de la prohibición para comer la grasa se da aquí. La grasa pertenecía al Señor. Al ser humano se le recuerda que ha sido redimido por sangre. Esa es la base de nuestra aceptación ante Dios, que nos conduce a la mesa de la comunión y al compañerismo con Dios. Se decía que la grasa pertenecía al Señor porque El requería lo mejor. Si hemos de disfrutar al máximo nuestra comunión con El, es imperativo que El reciba los mejor de nosotros. Me refiero a una dedicación total a El. Un amor que esté dispuesto a llegar al sacrificio de nuestras vidas, debe seguir a nuestra redención, para entrar en el disfrute de la dulce paz de Su comunión. (Este es el mensaje de Romanos 12, Juan 15:14 y Filipenses 3:10-14), La salvación es por medio de la sangre. El proceso que irá logrando la santificación, es decir, el vivir en santidad, y el servicio, están ilustrados en este pasaje, por la grasa de la ofrenda. Finalmente veamos
La ley de la ofrenda de paz
Esta ley figura en Levítico 7:11-38. Es la parte más extensa y la última de todas las instrucciones de las 5 ofrendas. La detallaremos en el capítulo 7. Aquí solo diré que Aarón y sus hijos, los sacerdotes, recibieron como su porción de esta ofrenda el pecho y el muslo. El pecho nos habla del amor de Cristo por nosotros y el muslo nos ilustra el poder y la fuerza de Cristo, quien es capaz de salvar completamente. Esa es nuestra porción en Cristo.
Hay muchos hoy que pretenden preparar una mesa de salvación, llena de sus propias obras, e invitar a Dios a participar de esa mesa. Estimado oyente, es Dios el que provee la mesa de salvación, así como la mesa de la comunión y el compañerismo.
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