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Estudio bíblico de Levítico 7:1-38

Levítico 7

Tema: La ley de la ofrenda por la culpa y la ofrenda de paz.

Las instrucciones para los sacerdotes continúan en la exposición de estas 2 ofrendas, que eran más personales que las otras. La culpa concernía al israelita individual y no era un asunto de la comunidad. Pero la paz tenía que ser finalmente disfrutada por el individuo en el conjunto de los creyentes.

El énfasis recae sobre el servicio del sacerdote. Es una figura de lo que el Señor Jesús ha hecho y está haciendo por nosotros en la actualidad a la derecha de Dios. Tiene aun ceñida la toalla del servicio, como aquel día que nos relató el Evangelista Juan 13, en que El, que se presentó como el Siervo perfecto de Dios, se quitó su ropa exterior, se puso una toalla en la cintura y vertiendo agua en una vasija, comenzó a lavar los pies de los discípulos. El aun se ocupa de limpiarnos. Dice 1 Juan 1:9, Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad.

A continuación voy a presentar un breve

Bosquejo

Que continúa el que iniciamos al estudiar el capítulo 6, en nuestro programa anterior.

La Ley de las ofrendas (continuación). Capítulos 6 y 7.

5. La ofrenda por la culpa, capítulo 7:1-10.

6. La ofrenda de paz, capítulo 7:11-38.

La ofrenda por la culpa

Leamos los versículos 1 al 7.

"Esta es la ley de la ofrenda por la culpa; es cosa santísima. En el lugar donde degüellan el holocausto han de degollar la ofrenda por la culpa, y él rociará su sangre sobre el altar por todos los lados. Luego ofrecerá de ella toda la grasa del animal: la que hay en la cola, y la que cubre las vísceras, los dos riñones con la grasa que hay sobre ellos y sobre los lomos, y quitará el lóbulo del hígado con los riñones. Y el sacerdote los quemará sobre el altar como ofrenda encendida para el Señor; es ofrenda por la culpa. Todo varón de entre los sacerdotes puede comer de ella. Se comerá en un lugar santo; es cosa santísima. La ofrenda por la culpa es como la ofrenda por el pecado, hay una misma ley para ambas; al sacerdote que hace expiación con ella, le pertenecerá."

El ritual de la ofrenda por la culpa sigue el mismo modelo que el de la ofrenda por el pecado. Aunque se presentaba por actos de pecado, al que la ofrecía se le recordaba que el sacrificio era santo. El valor y los méritos de Cristo nunca podrían ser enfatizados demasiado. Cuando veamos nuestra naturaleza pecaminosa y nuestros actos de pecado en toda su enormidad y horror, entonces seremos capaces de contemplar toda la maravilla, grandeza y santidad de Cristo. Estimado amigo, nunca apreciarás al Señor Jesús como tu Salvador hasta que te veas a ti mismo como el gran pecador que eres. Y no soy yo el que te está llamando un vil pecador. Eso es lo que la Palabra de Dios nos llama a cada uno de nosotros.

La sangre se menciona pero no recibe un énfasis especial, como el que se le da en la ofrenda por el pecado. Se nos dice, sin embargo, que hay una ley al respecto. Existe el peligro de que tendamos a convertir a la sangre en algo común. Debería ser tratada con reverencia y con reserva. Es algo precioso, y debiéramos estar prevenidos para no tratar aquello que es hermoso y santo como si fuese algo corriente. Leamos ahora el versículo 8:

"También el sacerdote que presente el holocausto de alguno, la piel del holocausto que haya presentado será para él."

En efecto, había una parte del animal que no se quemaba. Era la piel, que quedaba para el sacerdote. Esto nos habla de estar cubiertos o revestidos de la justicia de Cristo. Dios está satisfecho con el Señor Jesús, y El nos ve como estando incluidos en Cristo. Como expresa la carta a los Romanos 3:22, hablando de la disponibilidad gratuita de la justicia; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción. Y el estar revestidos de la justicia de Cristo es a lo que Jesús se refirió en su parábola de la fiesta de bodas, relatada en el Evangelio de Mateo 22:11-13. El hombre que se había introducido en la fiesta sin estar vestido con la ropa de boda, fue atado y arrojado fuera.

Continuemos leyendo los versículos 9 y 10:

"De la misma manera, toda ofrenda de cereal que sea cocida al horno, y todo lo que sea preparado en cazuela o en sartén, pertenecerá al sacerdote que la presente. Y toda ofrenda de cereal mezclado con aceite, o seco, pertenecerá a todos los hijos de Aarón, a todos por igual."

Todo lo cocido al horno o preparado en la sartén sería para los sacerdotes. Este tipo particular de ofrenda de cereal era destinado totalmente para los sacerdotes. Leamos ahora los versículos 11 y 12, para comenzar a ver algo sobre

La ofrenda de paz

"Esta es la ley del sacrificio de la ofrenda de paz que será ofrecido al Señor: Si lo ofrece en acción de gracias, entonces, juntamente con el sacrificio de acción de gracias, ofrecerá tortas sin levadura amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura untados con aceite, y tortas de flor de harina bien mezclada amasadas con aceite."

Aquí encontramos un énfasis sobre el hecho de que ésta debía ser una ofrenda libre, voluntaria. La finalidad era expresar gratitud, lo cual tiene un significado especial para los creyentes, de acuerdo con lo escrito en la carta a los Hebreos 13:15, que dice: Por tanto, ofrezcamos continuamente mediante El, sacrificio de alabanza a Dios, es decir, el fruto de labios que confiesan su nombre. Este fruto de labios, que puede surgir de nuestra boca, este sacrificio de alabanza que aquí se menciona, debiera ser darle a Dios gracias en el nombre de Jesucristo. Resulta inútil acudir a la iglesia para adorarle, a menos que estemos dispuestos a ofrecer a Dios este sacrificio de alabanza. Un creyente resentido y crítico, de cuyos labios brota una verdadera fuente de amargura y quejas, no está en condiciones de adorar a Dios. Con razón se preguntaba el apóstol Santiago en 3:11, hablando de la imposibilidad de que de una misma boca proceden bendiciones y maldiciones, "¿acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?" Este es, pues, un asunto importante que con frecuencia descuidamos.

Continuemos leyendo los versículos 13 y 14:

"Con el sacrificio de sus ofrendas de paz en acción de gracias, presentará su ofrenda con tortas de pan con levadura. Y de ello presentará una parte de cada ofrenda como contribución al Señor; será para el sacerdote que rocía la sangre de las ofrendas de paz."

Observemos atentamente este detalle. En el versículo 12, las tortas y los hojaldres tenían que estar preparados sin levadura y en el versículo 13, las tortas de pan debían tener levadura. Esto parece extraño. ¿Por qué tenía que ser así, si la levadura representa al principio del mal? Es porque en el versículo 12 se presenta a Cristo como nuestra ofrenda de paz y en El no hay pecado, por eso allí no hay levadura. En el versículo 13, es el que presenta la ofrenda el que da las gracias por su participación en la paz. Sus pecados han sido perdonados y tiene paz con Dios, aunque aun hay levadura en él, así que la levadura está presente. La paz con Dios no depende de que el creyente alcance en esta tierra la perfección y la pureza, es decir, un estado sin pecado. El principio de la levadura está presente en su vida. ¡Es muy importante darnos cuenta de esto! Veamos lo que afirmó el apóstol Juan en su primera carta 1:8. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. El creyente tiene que confesar su pecado para recibir el perdón y la limpieza, y luego debe vivir de acuerdo con la nueva naturaleza que ha recibido por el poder del Espíritu Santo, como dijo San Pablo en Romanos 6:14, para que el pecado no tenga poder sobre nosotros. El pan con levadura era una ofrenda mecida, que debía ser alzada en dirección al cielo. De la misma manera, nuestros corazones deben abrirse ante el Dios que todo lo sabe, para que El nos examine, nos reconozca, y nos guíe por Su camino, como bien expresa el Salmo 139:23 y 24. Dijo el rey David en ese Salmo: Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno.

Continuemos nuestra lectura leyendo desde el versículo15 al 18:

"En cuanto a la carne del sacrificio de sus ofrendas de paz en acción de gracias, se comerá el día que la ofrezca; no dejará nada hasta la mañana siguiente. Pero si el sacrificio de su ofrenda es por un voto o una ofrenda voluntaria, se comerá en el día que ofrezca el sacrificio; y al día siguiente se podrá comer lo que quede; pero lo que quede de la carne del sacrificio será quemado en el fuego al tercer día. De manera que si se come de la carne del sacrificio de sus ofrendas de paz al tercer día, el que la ofrezca no será acepto, ni se le tendrá en cuenta. Será cosa ofensiva, y la persona que coma de ella llevará su propia iniquidad."

La ofrenda de paz debía comerse inmediatamente, sin demora. Así también, nosotros tenemos que permanecer muy cerca de Cristo para disfrutar de paz en la conciencia y de poder sobre la tentación. El provee paz solo a aquellos que son Suyos, y que han entrado en una relación gloriosa y maravillosa de comunión y compañerismo con El. Tenemos que mirarle y sentir que nuestros pies se apoyan en El, que es una roca inconmovible y eterna. Cuando descubras que Cristo, que fue suficiente para salvarte, es poderoso y admirable para protegerte exterior e interiormente, entonces, la paz de Dios, que sobrepasa los límites de la mente humana, penetrará en tu corazón. Realmente, el Espíritu Santo puede actuar como un poder controlador de tu mente, en una época en la cual, con frecuencia, podemos dejarnos llevar por sentimientos de inseguridad e incertidumbre. Realmente, estos sacrificios expuestos detalladamente en el Levítico, nos presentan una figura perfecta del Señor Jesús.

Ahora vamos a seleccionar algunas frases del resto del capítulo. Leamos los versículos 19 y 20:

"La carne que toque cualquier cosa impura no se comerá; se quemará en el fuego. En cuanto a otra carne, cualquiera que esté limpio puede comer de ella. Pero la persona que coma la carne del sacrificio de las ofrendas de paz que pertenecen al Señor, estando impura, esa persona será eliminada de entre su pueblo."

Una persona en estado de impureza que comiese de la ofrenda de paz, sería excomulgada. Incluso hoy, debe haber una confesión de pecado por parte del creyente, si él ha de establecer una relación de compañerismo con Dios. Leamos a continuación los versículos 22, 23, 26 y 27:

"Después habló el Señor a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Ninguna grasa de buey, ni de cordero, ni de cabra, comeréis. Y no comeréis sangre, ni de ave ni de animal, en ningún lugar en que habitéis. Toda persona que coma cualquier clase de sangre, esa persona será eliminada de entre su pueblo."

Ya hemos considerado anteriormente la prohibición de comer sangre. Este asunto pretende recordarnos que el ser humano es redimido por sangre y que ésta es la base, el fundamento, por el que Dios nos ha aceptado. A los israelitas también se les prohibió comer grasa porque ésta, en los sacrificios, pertenecía al Señor.

Leamos ahora los versículos 28 al 34:

"Entonces habló el Señor a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: El que ofrezca el sacrificio de sus ofrendas de paz al Señor, traerá su ofrenda al Señor del sacrificio de sus ofrendas de paz. Sus propias manos traerán ofrendas encendidas al Señor. Traerá la grasa con el pecho, para que el pecho sea presentado como ofrenda mecida delante del Señor. Y el sacerdote quemará la grasa sobre el altar; pero el pecho pertenecerá a Aarón y a sus hijos. Y daréis al sacerdote el muslo derecho como contribución de los sacrificios de vuestras ofrendas de paz. Aquel que de entre los hijos de Aarón ofrezca la sangre de las ofrendas de paz y la grasa, recibirá el muslo derecho como su porción. Pues yo he tomado de los hijos de Israel, de los sacrificios de sus ofrendas de paz, el pecho de la ofrenda mecida y el muslo de la contribución, y los he dado al sacerdote Aarón y a sus hijos, como su porción para siempre de parte de los hijos de Israel."

Aarón, sus hijos y los sacerdotes recibieron el pecho y el muslo como su porción de la ofrenda de paz. El pecho nos habla del amor de Cristo hacia nosotros. Este amor está expresado especialmente en 3 pasajes Bíblicos. 1) en la carta del apóstol Pablo a los Romanos 5:8, que dice: Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 2) en otra carta del apóstol Pablo, la dirigida a los Gálatas 2:20, en la que el autor dijo de Cristo: me amó y se entregó a sí mismo por mí. Y 3), en el Evangelio de Juan 13:1, donde el escritor, hablando también de Jesús expresó lo siguiente: habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.

El muslo nos habla de la fuerza y el poder de Cristo, quien es capaz de salvar completamente y hasta las últimas consecuencias. En tal sentido se expresó el evangelista Juan en 10:27-30: Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.

Realmente, él ama a los que le pertenecen con un amor eterno. Así como los sacerdotes tenían su porción, ese amor y esa salvación constituyen nuestra porción en Cristo.

Todos estos sacrificios del Antiguo Testamento no eran un fin en sí mismos. Los creyentes del Antiguo Testamento se salvaban por la fe, tal como nosotros, los creyentes de esta época, nos salvamos también por la fe. El Salmo 4:5, le decía a aquellos creyentes, y a nosotros: Ofreced sacrificios de justicia, y confiad en el Señor. A Dios le agradaba cuando los sacrificios eran traídos con fe y una actitud de gratitud. (Salmos 50:12-15 y 51:19). Y, por el contrario, como expresó el profeta Malaquías en 1:7-14, a Dios le desagradaba cuando los sacrificios eran presentados con una rutina monótona por personas que, en su impureza, profanaban el significado espiritual de los mismos.

Todos los sacrificios del Antiguo Testamento requerían un modelo más perfecto, que llegaría con la persona de Cristo en su primera venida a este mundo. El autor de la carta a los Hebreos 9:28, destacó las dimensiones presentes y futuras de Cristo, y dijo literalmente que habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan.

Finalmente, leamos los versículos 35 al 38:

"Esta es la porción consagrada a Aarón y la porción consagrada a sus hijos de las ofrendas encendidas para el Señor, desde el día en que él los presentó para ministrar como sacerdotes al Señor, la cual el Señor había ordenado que se les diera de parte de los hijos de Israel el día en que El los ungió. Es la porción de ellos para siempre, por todas sus generaciones. Esta es la ley del holocausto, de la ofrenda de cereal, de la ofrenda por el pecado, de la ofrenda por la culpa, de la ofrenda de consagración y del sacrificio de las ofrendas de paz, que el Señor ordenó a Moisés en el monte Sinaí, el día en que El mandó a los hijos de Israel que presentaran sus ofrendas al Señor en el desierto de Sinaí."

Y de esta manera, Dios resumió en este último párrafo las instrucciones entregadas a Aarón, que fue el primer Sumo Sacerdote, y a los sacerdotes, sobre la ley de las ofrendas, expuesta en los capítulos 6 y 7 de este libro de Levítico.

Y ya que en este programa hemos hablado de la ofrenda de cereal, quisiera terminar recordando el incidente, relatado en el Evangelio de Juan 12, entre Jesús y unos griegos que habían venido a verle. En aquella ocasión el Señor, para explicar Su persona y Su misión en la tierra, utilizó la analogía del grano de trigo que cae en la tierra, muere y produce un fruto abundante, enseñando que era necesaria la muerte del grano para que hubiese cosecha. La analogía del trigo (v. 24), ilustra el siguiente principio paradójico: la muerte es el camino hacia la vida. En el caso de Jesús, Su muerte le condujo a la vida y a la gloria. Y no solo a El sino a otros muchos, entre los cuales podrías encontrarte tú, estimado oyente, si confías en el único Salvador, el Señor Jesús.

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