Estudio bíblico de Génesis 11:4-32
Génesis 11:4-32
En nuestro programa anterior, dejamos nuestro estudio en el capítulo 11:4. Habíamos presentado a Nimrod, el cazador, como un líder ambicioso que pretendía crear un imperio mundial y como el posible promotor de la construcción de la ciudad y la Torre de Babel. Dijimos que habría necesitado un lugar de reunión, una capital, además de un centro con poder de convocatoria, que simbolizase sus ideales y la motivación de los seres humanos de aquella época. Dichos ideales se habrían plasmado en las siguientes expresiones que encontramos en el citado versículo 4:
"Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta los cielos, y hagámonos un nombre famoso, para que no seamos dispersados sobre la faz de toda la tierra."
Aquella torre no fue construida como un refugio para posibles inundaciones o un futuro diluvio, sino que fue una muestra de la actitud arrogante y desafiante del corazón humano contra Dios. En su ambición, aquellos seres mostraron una actitud de desafío y rebelión contra Dios. El les había que se esparciesen por toda la tierra y que se multiplicasen, poblándola. Y ellos respondieron: "hagámonos un nombre famoso para que no seamos dispersados sobre la faz de la tierra". Querían engrandecer al hombre hasta el punto de independizarle de su Creador. Pretendían construir sus destinos por sí mismos, Tratando de demostrar que no necesitaban a Dios, que podían valerse por sí mismos. Creando obras y monumentos pretendían demostrar que eran capaces de hacerlo, dejando a Dios fuera de sus proyectos. Aquellos hombres de la llanura de Sinar, en sus esfuerzos por exaltarse a sí mismos nos revelan que sus aspiraciones consistían en querer llegar al cielo con sus propios esfuerzos. Sus pensamientos eran bien terrenales, persiguiendo la gloria, la fama y el poder.
La Torre de Babel era también un símbolo religioso. Era un zigurat. Por aquel valle han quedado ruinas de este tipo de construcciones, algunas de forma circular o cuadrada. En ellas, los seres humanos adoraban a las criaturas o a la creación, en vez de adorar al Creador. Tenían una especie de pasillo que iba subiendo, en espiral, hasta llegar a la parte superior, donde tenía lugar la adoración del sol, la luna y las estrellas. En ocasiones también se celebraban allí sacrificios humanos.
Leamos los versículos 5 y 6, y observemos la reacción de Dios ante la construcción de la Torre de Babel:
"Y el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que habían edificado los hijos de los hombres. Y dijo el Señor: He aquí, son un solo pueblo y todos ellos tienen la misma lengua. Y esto es lo que han comenzado a hacer, y ahora nada de lo que se propongan hacer les será imposible."
Como todos hablaban el mismo idioma, no tenían problemas para comunicarse entre sí. Podían reunirse y aunar conocimientos y recursos. Nada parecía constituir un obstáculo para futuras realizaciones. Vemos aquí que, ya el ser humano de aquellos tiempos tenía una naturaleza caída, perdida y totalmente depravada, a pesar del tremendo juicio del Diluvio que, como un castigo, había tenido lugar. Dios no podía ignorar esa rebelión contra El, e iba a colocar una barrera. Iba a construir rápidamente una muralla de protección. Esto era necesario porque el ser humano ya era una criatura muy competente. Imaginemos a qué extremos habría llegado la humanidad, toda ella expresándose por un mismo idioma y reunida para oponerse a Dios. Así que veamos lo que hizo Dios, leyendo los versículos 7 al 9:
"Vamos, bajemos y allí confundamos su lengua, para que nadie entienda el lenguaje del otro. Así los dispersó el Señor desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por eso fue llamada Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra; y de allí los dispersó el Señor sobre la faz de toda la tierra."
Y de esta manera fueron dispersados por toda la tierra. Habían estado unidos en su rebelión, pero ahora no podían entenderse ni comunicarse entre sí. El método utilizado no podía haber sido más efectivo. Porque las barreras idiomáticas fueron realmente eficaces y aún hoy separan a los pueblos más que las propias fronteras, océanos y cualquier otro accidente geográfico. Hay muchos que creen que los idiomas se desarrollaron gradualmente. Sin embargo, Dios dijo que confundiría su lenguaje y, precisamente mientras estaban construyendo, de repente descubrieron que no podían entenderse. El proyecto de edificación se vio inesperadamente interrumpido y los constructores se alejaron de Babel en todas direcciones. Aquel fue un acontecimiento extraordinario, fue un milagro que afectó tanto a la facultad de hablar otras lenguas como a la capacidad para entenderlas. Podríamos preguntarnos si esto fue una bendición o un beneficio disimulado, o una maldición sobre la humanidad. Desde el punto de vista de los propósitos de Dios, fue una bendición. Desde la perspectiva de la tendencia del hombre a alejarse de Dios, fue claramente un juicio, un castigo. A través de los siglos, la humanidad ha continuado dividida, separada, lo que ha constituido un serio obstáculo para los seres humanos. Podemos decir que, hoy en día, a través de medios de difusión como la radio, la televisión, las comunicaciones por satélite y de los viajes en avión, tales murallas se están cayendo.
Frente a este incidente del movimiento de confusión de las lenguas, vamos a colocar los eventos del Día de Pentecostés, relatados en el Nuevo Testamento, en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Fue otro movimiento de lenguas y en aquel día, el Evangelio fue predicado en todos los idiomas, que loa pueblos congregados allí pudieron entender. En el Día de Pentecostés, Dios estaba presentando su respuesta a la Torre de Babel. Le estaba diciendo a la humanidad, "tengo un evangelio y un mensaje para ti, y vengo a ti con ese evangelio, proclamado en tu propio idioma".
Esta es una obra que Dios ha hecho y en la actualidad la Biblia ha sido difundida en más idiomas que cualquier otro libro. Está siendo traducida en idiomas y dialectos y distribuida literalmente a centenares de pueblos y tribus alrededor del mundo. El Evangelio es para toda la humanidad y el propósito de aquel milagro de la predicación en varios idiomas en el Día de Pentecostés era que la raza humana supiese que Dios había provisto una contestación, una solución a lo que había sucedido en la Torre de Babel. El tiene redención para el ser humano. Por parte de Dios, Su misión se ha cumplido en la cruz cuando Jesucristo, su Hijo, murió y luego resucitó de los muertos. Ya no es necesario que nadie realice esfuerzos o trate de conseguir, o lograr, su propia salvación. Cada persona puede escuchar el mensaje de Dios y volverse a Él. El Evangelio es para ti, estimado oyente, quienquiera que seas y cualquiera sea el idioma que hables. Es para ti y para todas las naciones del mundo. En el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, en el capítulo 7:9, el apóstol Juan contempló una visión del futuro, en la que vio que ante la presencia de Dios se había reunido ". . . una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. . . "
A partir del versículo 10 entramos en la otra sección de este capítulo 11, en la que se comienza a tratar la línea de Sem, que es la línea de descendencia que se seguirá desarrollando por todo el Antiguo Testamento. En los versículos siguientes, pues, se detalla la línea
Desde Sem hasta Abraham
Leamos los versículos 10, 24, 25 y 26:
"Estas son las generaciones de Sem: Sem tenía cien años y engendró a Arfaxad dos años después del diluvio. Nacor vivió veintinueve años, y engendró a Taré. Y vivió Nacor ciento diecinueve años después de haber engendrado a Taré, y engendró hijos e hijas. Taré vivió setenta años, y engendró a Abram, a Nacor y a Harán."
Aquí vemos como la línea de Sem se va desarrollando a través de Arfaxad, hasta llegar a un personaje clave, que es Taré, culminando en Abraham, su hijo.
Ya hemos destacado que esta línea cruza justamente a través de la Biblia de forma directa, hasta llegar a la cruz de Jesucristo. Dios ha registrado todos estos personajes y eventos históricos como una preparación, como datos preliminares para comprender asuntos esenciales para nosotros. Dios ha demostrado que el hombre está en pecado, es decir, que ha faltado en cumplir las demandas de Dios, está en rebeldía, y se ha desviado por sus propios caminos, apartándose de Dios. En el incidente de Caín y Abel, hemos comprobado que Caín no pudo reconocer que era un pecador. En él pudimos ver las evidencias del orgullo de la vida. Antes del Diluvio, encontramos el pecado de la naturaleza carnal o física, porque las personas en aquella época se abandonaron, se entregaron a los pecados de su naturaleza física. Dieron rienda suelta a la violencia y todos sus pensamientos y su imaginación eran malos. Los seres humanos estaban ciegos a su necesidad de Dios. sordos ante sus demandas, como muertos para Dios, en sus ofensas, delitos y pecados. Aún así, Dios les llamó e invitó por medio de Noé. Pero ellos despreciaron la invitación y permanecieron en su situación y en su pecado. Después del Diluvio, concretamente en los incidentes de la Torre de Babel, vimos como los hombres pusieron en evidencia el pecado de la voluntad, de la rebelión contra Dios.
En todas las épocas y culturas, desde sus más remotos principios, el ser humano se ha esforzado por construir su pequeña Torre de Babel. Es normal que esa naturaleza carnal, física y débil, esa naturaleza humana a la que hemos aludido anteriormente, se halle en rebelión contra Dios. A pesar de las apariencias de religiosidad, o de indiferencia, de seguridad, de conformidad o adaptabilidad a las circunstancias o limitaciones de la vida, hay muchos hombres y mujeres que, en su interior, están en una actitud de rebelión contra Dios. Cada uno de ellos se encuentra en plena empresa de construcción de su propia torre personal.
En nuestra tarea de seguir la línea de descendencia que conduce a Cristo, encontramos ahora en el texto Bíblico la descendencia familiar de Taré, padre de Abraham. Además, hemos de comenzar a familiarizarnos con las circunstancias familiares de este patriarca. Leamos los versículos 27, hasta el final del capítulo:
"Estas son las generaciones de Taré: Taré engendró a Abram, a Nacor y a Harán; y Harán engendró a Lot. Y murió Harán en presencia de su padre Taré en la tierra de su nacimiento, en Ur de los caldeos. Y Abram y Nacor tomaron para sí mujeres. El nombre de la mujer de Abram era Sarai, y el nombre de la mujer de Nacor, Milca, hija de Harán, padre de Milca y de Isca. Y Sarai era estéril; no tenía hijo. Y Taré tomó a Abram su hijo, a su nieto Lot, hijo de Harán, y a Sarai su nuera, mujer de su hijo Abram; y salieron juntos de Ur de los caldeos, en dirección a la tierra de Canaán; y llegaron hasta Harán, y se establecieron allí. Los días de Taré fueron doscientos cinco años; y murió Taré en Harán."
Esta breve reseña histórica nos anticipa la historia del patriarca Abraham, que comenzaremos en el capítulo siguiente, es decir, en nuestro próximo programa.
Es precisamente en este pasaje Bíblico que se cierra una sección en el libro del Génesis, produciéndose un giro importante. La primera parte del libro, abarca los primeros once capítulos y la segunda parte, los restantes 39 capítulos. Los primeros 11 capítulos cubren un período de, por lo menos, 2.000 años, equivalente al período que abarcaría el resto de la Biblia. En contraste con estos 2.000 años, tenemos los 350 años del período que se extiende desde el capítulo 12 hasta el 50.
Hemos dedicado mucho tiempo en nuestro programa al estudio de estos 11 primeros capítulos, debido a que los 4 grandes acontecimientos que tuvieron lugar, ocuparon un período de tiempo muy prolongado. Estos eventos fueron: la Creación (capítulos 1 y 2), la Caída (capítulos 3 y 4), el Diluvio (capítulos 5 al 9), y la Torre de Babel (capítulos 10 y 11).
En esta segunda parte del libro del Génesis, conoceremos grandes personajes cuyas historias se relatan, en ocasiones, de forma bastante detallada. Abraham, el primer patriarca, el hombre de fe, será el Tema entre los capítulos 12 hasta el 23. En segundo lugar, leeremos acerca de Isaac, el hijo amado, entre los capítulos 24 y 26. En tercer lugar, estudiaremos la historia de Jacob, ejemplo de, a quien el Señor ama, castiga, desde el capítulo 27 hasta el 36. Finalmente y en cuarto lugar, examinaremos la vida de José, en sus experiencias de sufrimiento y de gloria, entre los capítulos 37 y 50. José, por las circunstancias de su vida, el rechazo y sufrimientos que experimentó, y por su victoria, fue el que más nos recuerda la vida de Cristo.
El capítulo cuyo estudio comenzaremos próximamente se encuentra, pues, en la mitad del período que se extiende entre Adán y Jesús; entre la creación y la cruz. A partir de este punto en la historia en el relato Bíblico, es como si, por decirlo así, Dios hubiese dejado de lado a las naciones para concentrarse, por medio de un hombre, en la formación de un pueblo, para transmitir su revelación a través del mismo. De ese pueblo surgiría Jesucristo, el Salvador del mundo.
Una de las pruebas de la veracidad de las Sagradas Escrituras radica en el hecho de que se relata la vida de estos personajes con gran sinceridad y realismo. Se destaca la grandeza de la personalidad de cada uno de ellos, individualmente y en su entorno familiar, y se evalúa su relación con Dios y su fe ejemplar. Pero igualmente se describen sus defectos, debilidades y fracasos, tanto en su relación con Dios, como en las áreas familiares y la sociedad en general. Y tanto en las valoraciones positivas como en las negativas, encontraremos valiosas lecciones para aplicar en nuestra vida en la actualidad, motivos de inspiración, motivación y estímulo para nuestra experiencia individual, familiar y social.
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