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Estudio bíblico de Números 13:1-14:12

Números 13:1-14:12

Continuando con nuestro estudio en el libro de Números, llegamos hoy al capítulo 13, en el que tenemos el fracaso del pueblo en Cades. Los hijos de Israel están ahora en Cades-barnea. Este es el lugar de decisión para ellos. Este es el lugar donde volvieron atrás, lo que constituyó una violación seria del pacto. Este incidente realmente abarca los capítulos 13 y 14. El capítulo 13 describe la misión de los doce espías en la tierra de Canaán, su regreso y su informe. Entremos, pues, en el estudio de este capítulo, y veamos la razón dada para el envío de espías a la tierra de Canaán. Leamos los versículos 1 al 3, de este capítulo 13 de Números:

"El Señor habló a Moisés y le dijo: Envía unos hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; enviaréis un hombre por cada tribu paterna, todos ellos príncipes. Entonces los envió Moisés desde el desierto de Parán, conforme a la palabra del Señor. Todos aquellos hombres eran príncipes de los hijos de Israel."

Ahora, ¿de quién fue la idea de enviar a los espías? ¿Era acaso ésta la idea de Dios? ¿Era realmente la intención de Dios espiar la tierra? No. Siempre necesitamos tener un cuadro compuesto y completo de la Palabra de Dios, porque muchas veces, un cierto aspecto de una verdad es expuesto en un pasaje bíblico, y otro aspecto es presentado en otro lugar. Por ejemplo, necesitamos los relatos de los cuatro Evangelios para tener una apreciación completa y total del Salvador.

Al parecer, esta iniciativa de enviar espías, proviene de parte de Dios; pero, en realidad, lo que ocurrió es que Dios estaba haciendo esto en respuesta a una petición del pueblo de Israel. Escuchemos el relato incluido en el libro de Deuteronomio, capítulo 1, versículos 20 al 22: "Entonces os dije: Habéis llegado al monte del amorreo, el cual el Señor nuestro Dios nos da. Mira, el Señor tu Dios te ha entregado la tierra; sube y toma posesión de ella, como el Señor, el Dios de tus padres, te ha dicho; no Temas ni desmayes. Pero os acercasteis todos a decirme: Enviemos varones delante de nosotros que reconozcan la tierra, y a su regreso nos traigan razón del camino por donde hemos de subir, y de las ciudades adonde hemos de llegar".

Ahora, la idea de enviar espías a la tierra, no fue de Dios. El envío de los espías denotó debilidad y temor por parte del pueblo. Había el temor de que quizá no serían capaces de conquistar la tierra. Había sido muy fácil que el pueblo se justificara, diciendo que la prudencia aconsejaba la necesidad del envío de los espías. Pero, el caso fue que era Dios quien les estaba guiando, de modo que, esta solicitud demostraba más bien, una falta de fe. No estaban confiando en Dios.

Amigo oyente, Dios sabía todo en cuanto a la tierra. El no les habría enviado a la tierra, si supiera que no podrían apoderarse de ella. Cuando por fin entraron en la tierra, los gigantes todavía estaban allí, así como todos los mismos problemas; sin embargo conquistaron la tierra.

¡Qué mensaje importante es para nosotros hoy este mensaje! ¿Andamos realmente por la fe? Por supuesto que debemos adoptar precauciones, pero llega un momento en que es necesario encomendar nuestro camino al Señor como dice el salmista en el Salmo 37:5 "Encomienda al Señor tu camino, y confía en él; y él hará". Ud. y yo tenemos que llegar a un lugar y a un momento en nuestras vidas en que encomendemos los caminos de nuestra vida a El, confiando completamente en El.

Los israelitas habían llegado a un momento de decisión en sus vidas. Lo que debía hacer, era encomendar su camino a El y confiar en El completamente; pero, no lo hicieron. Decidieron enviar a los espías para averiguar lo que les esperaba más adelante.

Tenemos, pues aquí otro caso en el cual Dios cede a los deseos de Su pueblo. El les permite lograr lo que pedían. Sin embargo, recuerde lo que dijo el salmista en el Salmo 106:15 "Y él les dio lo que pidieron; mas envió mortandad sobre ellos." (Salmo 106:15).Lo que les ocurriría en esta ocasión será peor que cualquier escasez.

Ahora, después de demostrar su falta de fe y confianza en Dios, Dios dispone que se envíen los espías a la tierra y así contesta su petición. El ordena que se haga de una manera ordenada, y que un príncipe de cada tribu sea escogido. Ahora, en los versículos 4 al 16, aparecen los nombres de todos estos espías que fueron enviados. Pero entre todos estos, los únicos que realmente nos interesan, son los que aparecen en los versículos 6 y 8. Leamos estos dos versículos, que nos hablan de

La elección de los espías

"De la tribu de Judá, Caleb hijo de Jefone."

Y el versículo 8, dice:

"De la tribu de Efraín, Oseas hijo de Nun."

Ahora, Oseas es otro nombre con el cual fue designado Josué. Más adelante, sabremos más en cuanto a estos dos hombres extraordinarios, que trajeron el informe minoritario, es decir, el informe que ciertamente llegaba a conclusiones contrarias al que presentaron los otros diez espías. Bueno, leamos ahora los versículos 17 al 20, que describen

La misión de los espías

"Los envió, pues, Moisés a reconocer la tierra de Canaán, diciéndoles: Subid de aquí al Neguev y luego subid al monte. Observad cómo es la tierra y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, escaso o numeroso; cómo es la tierra habitada, si es buena o mala; cómo son las ciudades habitadas, si son campamentos o plazas fortificadas, y cómo es el terreno, si es fértil o estéril, si en él hay árboles o no. Esforzaos y traed de los frutos del país. Era el tiempo de las primeras uvas."

Ahora, los espías están listos para entrar en la tierra. Les ha sido encargada su comisión y saben lo que deben hacer. Veamos ahora, cómo proceden. Leamos el versículo 21:

"Ellos subieron y reconocieron la tierra desde el desierto de Zin hasta Rehob, junto a la entrada de Hamat."

Notemos que Hamat quedaba al extremo norte de la tierra. Así que los espías cumplieron su misión en forma admirable. La verdad es que bien pudieron haber escrito un libro y titularlo: "Dentro de Palestina" o "Dentro de la Tierra Prometida". Ahora, eran ya "expertos" en cuanto a la tierra. Los versículos siguientes mencionan los lugares a dónde fueron y dice que vieron allí a los hijos de Anac, los cuales eran gigantes. Leamos los versículos 22 al 25:

"Subieron al Neguev y llegaron hasta Hebrón. Allí vivían Ahimán, Sesai y Talmai, hijos de Anac. Hebrón fue edificada siete años antes de Zoán en Egipto. Llegaron hasta el arroyo Escol y allí cortaron un sarmiento con un racimo de uvas, el cual llevaron entre dos en un palo, y también granados e higos. Y se llamó aquel lugar el valle del Escol, por el racimo que allí cortaron los hijos de Israel. Al cabo de cuarenta días regresaron de reconocer la tierra."

Nuestra traducción, da la impresión de que se necesitaban dos hombres para llevar un sólo racimo de uvas. Por lo menos, lo que hicieron fue cortar suficientes uvas, uvas suculentas, por cierto y todos estos racimos fueron colgados de un palo, llevado entonces por dos hombres. Los espías trajeron de vuelta muestras del fruto, para demostrar lo maravillosa que era la tierra. Leamos entonces el reportaje que estos espías presentan, sobre su viaje de reconocimiento. Este reportaje aparece en los versículos 26 en adelante. Leamos primero, los versículos 26 y 27, que presentan

La confirmación de los hechos

"Fueron y se presentaron ante Moisés, Aarón y toda la congregación de los hijos de Israel, en el desierto de Parán, en Cades. Les dieron la información a ellos y a toda la congregación, y les mostraron los frutos de la tierra. También les contaron: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; estos son sus frutos."

Dios tenía toda la razón cuando dijo que era una tierra en la que la leche y la miel corrían como el agua. Ahora, ellos sólo estaban confirmando lo que Dios ya les había dicho. Pero continúan dando su informe. Leamos los versículos 28 y 29, para ver

La mala interpretación de aquellos hechos

"Pero el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; también vimos allí a los hijos de Anac. Amalec habita el Neguev; el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte; el cananeo habita junto al mar y a la ribera del Jordán."

Ahora, esto era verdad. Era una realidad que había gigantes en la tierra. Las ciudades estaban amuralladas y bien protegidas. Su informe era correcto, pero, lo interpretaron mal. Allí fue donde se equivocaron. Y esta mala interpretación de los hechos, la vemos también reflejada en los versículos finales de este capítulo. Adelantémonos un poco y leamos los versículos 31 al 33:

"Pero los hombres que subieron con él dijeron: No podemos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra que recorrimos y exploramos es tierra que se traga a sus habitantes. Todo el pueblo que vimos en medio de ella es gente de gran estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes. Nosotros éramos, a nuestro parecer, como langostas, y así les parecíamos a ellos."

Cuando usted, amigo oyente, tiene miedo y ha perdido su fe; ¿no es verdad que las circunstancias, las dificultades y los problemas, se ven muy exagerados, magnificados? Ante nuestros ojos, aparecen como una dimensión mucho mayor que la que realmente tienen. En aquella tierra había gigantes, pero aquellos hombres les recordaban aún más grandes de lo que realmente eran. Les parecían más grandes, a causa del miedo que les tenían. ¡Qué contraste interesante es este, que se nos da aquí! ¡Gigantes y langostas! Ahora, ¿sabe usted lo que estos 10 espías omitieron? ¡Se les olvidó incluir a Dios! Se compararon con los gigantes, viéndose como langostas. Esa es la manera en que se vieron. Pero, se les olvidó completamente, tener en cuenta a Dios. Si sólo se hubiesen acordado de Dios, ¡qué diferente habría sido su historia! Pero, retrocedamos una vez más y leamos el versículo 30 que constituye el informe minoritario; el único sin embargo, que presenta

La correcta interpretación de los hechos

"Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella, porque más podremos nosotros que ellos."

Ahora, según esto, fue Caleb quien dio este informe, pero los otros trataron de refutarlo. Sólo Josué estuvo de acuerdo con Caleb. Así, pues, tenemos el cuadro completo. Este informe concordó perfectamente con los hechos. Había dos diferentes apreciaciones u opiniones en cuanto a la interpretación de esos hechos. Según este informe de la minoría, sería posible entrar y apoderarse de la tierra. Pero, de acuerdo con el informe de la mayoría, no era posible tomar posesión de la tierra. Ahora, el pueblo creyó el informe de la mayoría. No creyeron que les fuera posible tomar posesión de la tierra. Es decir, les faltó la fe en Dios, y las consecuencias de esta falta de fe, las veremos ahora en nuestro estudio del capítulo siguiente,

Números 14:1-12

En este capítulo encontramos que Israel rehúsa entrar a la tierra prometida, debido a su incredulidad. Los israelitas, ahora, han llegado al lugar en que tienen que tomar una decisión. Tienen que decidir si van a entrar en la tierra prometida, o no.

Aquí descubriremos que Israel decide no entrar a la tierra prometida, y que esta decisión se debe única y exclusivamente a su incredulidad. La Biblia constituye el mejor comentario sobre esa resolución, y es el escritor de la Epístola a los Hebreos, quien lo declara de esta manera, en el capítulo 3, versículos 17 al 19: "¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad". ¡Fue, pues, la incredulidad, lo que les impidió entrar en la tierra prometida!

Entremos ahora, en el estudio de este capítulo, que es prácticamente, una prolongación del capítulo anterior. Leamos versículos 1 al 3 donde, en primer lugar tenemos

La negativa de Israel a entrar en la tierra

"Entonces toda la congregación gritó y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche. Todos los hijos de Israel se quejaron contra Moisés y contra Aarón, y toda la multitud les dijo: ¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto! ¡Ojalá muriéramos en este desierto! ¿Por qué nos trae el Señor a esta tierra para morir a espada, y para que nuestras mujeres y nuestros niños se conviertan en botín de guerra? ¿No nos sería mejor regresar a Egipto?."

Sí, lloraron mucho aquella noche. Se sentían muy tristes, pensando en su imaginaria situación desesperada. Se encuentran en un estado de ánimo tan triste, que creen que sus esposas y sus niños caerían en poder del enemigo. Usan a sus niños como excusa, y aparentan pensar en la seguridad de sus hijos. Pero, realmente lo que hacen, es criticar a Dios, como si El no pensara en la seguridad de sus hijos. ¿Y sabe usted, quienes entraron en la tierra prometida? Pues, fueron precisamente, esos mismos niños, la generación siguiente. Los mayores se sentaron allí llorando y diciendo que estaban preocupados por la seguridad de los niños. Pero, la verdad es que, era Dios quien estaba pensando en la seguridad de los niños, y como veremos más adelante, Dios les trajo a la tierra. La verdad de las cosas era que, simplemente, no confiaban en Dios. Leamos ahora los versículos 4 hasta el 9:

"Y se decían unos a otros: Designemos un capitán y volvamos a Egipto. Moisés y Aarón se postraron sobre sus rostros delante de toda la multitud de la congregación de los hijos de Israel. Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos y dijeron a toda la congregación de los hijos de Israel: La tierra que recorrimos y exploramos es tierra muy buena. Si el Señor se agrada de nosotros, él nos llevará a esta tierra y nos la entregará; es una tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra el Señor ni temáis al pueblo de esta tierra, pues vosotros los comeréis como pan. Su amparo se ha apartado de ellos y el Señor está con nosotros: no los temáis."

Ahora, estos dos hombres, Caleb y Josué, presentaron los mismos hechos que los otros espías. ¿Cuál era entonces la diferencia que había en su informe? La diferencia estaba en su interpretación de los hechos. Porque mientras que diez espías no lo hicieron, estos dos hombres, incluyeron a Dios en su presentación. Cuando usted, amigo oyente, se ve ante la presencia de los gigantes y se siente como una langosta, es entonces cuando usted necesita a Dios. Y este pueblo ciertamente necesitaba a Dios, y si el pueblo mereciese el agrado de Dios, sin duda alguna, El les conduciría a la tierra. Pero, ¿cómo puede Dios mirarles con agrado, a menos que creyesen en El? Tienen que confiar en El. En contraste, vemos que Josué y Caleb, tienen mucha confianza. Tienen una fe en Dios, que se revela en su lenguaje. Es como si dijeran, "Ellos van a ser pan comido para nosotros". Pero observemos lo que ocurre en el versículo 10:

"Entonces toda la multitud propuso apedrearlos. Pero la gloria del Señor se mostró en el Tabernáculo de reunión a todos los hijos de Israel."

¿Se fija usted, que cada vez que se presenta la rebelión, la murmuración, o la queja, la gloria del Señor aparece? Dios está sumamente disgustado por esta actitud rebelde contra El. Continuemos leyendo los versículos 11 y 12:

"Y el Señor dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos? Yo los heriré de mortandad y los destruiré, y a ti te pondré sobre gente más grande y más fuerte que ellos."

Dios está dispuesto a destruir a Israel y a cumplir Sus promesas por medio de Moisés. Está dispuesto a levantar otra nación de Moisés. Pero en nuestro próximo programa veremos que Moisés intercede a favor de Israel. Terminamos hoy en este momento del relato. Hemos visto en este pasaje Bíblico el contraste entre la fe y la incredulidad. En este panorama sombrío de la historia de aquel pueblo incrédulo, sobresalen las figuras de aquellos hombres de fe: Josué y Caleb, que escribirían con sus vidas, páginas ejemplares para todas las épocas. Fueron aquellos, junto con las personas que en todas las épocas han depositado su fe en Dios en las circunstancias más difíciles, los que verdaderamente han agradado a Dios. Al despedirnos, amigo oyente, le rogamos que se examine a sí mismo en cuanto a su fe en Dios y en Su Hijo Jesucristo. Después de leer este capítulo que hoy hemos considerado, recuerde las siguientes palabras de la carta a los Hebreos 11:6, y reflexione sobre ellas: Pero no es posible agradar a Dios sin tener fe, porque para acercarse a Dios es necesario creer que El existe y que recompensa a quienes le buscan.

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