Estudio bíblico de Jueces 7:10-8:23
Jueces 7:10-8:23
Continuamos estudiando hoy el capítulo 7 de Jueces. Y en nuestro programa anterior, estábamos hablando de la reducción que Dios había hecho del ejército de Gedeón de 10.000 a 300 hombres.
El grupo armado de Gedeón fue un grupo de hombres resueltos, dispuestos a morir para libertar a Israel. Estos hombres lamieron las aguas con su lengua, como lame el perro, debido a que estaban concentrados en busca de los madianitas y no en busca de agua. Beberían cómodamente después de que terminara la batalla. Ésa es la resolución que les hace falta a los cristianos de nuestro tiempo, al enfrentarse con los obstáculos, las dificultades y las luchas de la vida. Leamos ahora los versículos 10 hasta el 14 de este capítulo 7 de Jueces, para conocer el relato de
La victoria de Israel sobre Madián
"Si tienes temor de descender, baja al campamento con tu criado Fura, y oirás lo que hablan. Entonces te animarás y descenderás a atacarlos. Gedeón descendió con su criado Fura hasta los puestos avanzados de la gente armada que estaba en el campamento. Los madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente se habían esparcido por el valle como una plaga de langostas, y sus camellos eran innumerables como la arena que se acumula a la orilla del mar. En el momento en que llegó Gedeón, un hombre contaba un sueño a su compañero, diciendo: He tenido un sueño: Veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián. Llegó a la tienda y la golpeó de tal manera que cayó; la trastornó de arriba abajo y la tienda cayó. Su compañero respondió: Esto no representa otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás, varón de Israel. Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento."
Ésta fue la lección final de Gedeón antes de salir a la batalla. Fue al límite del campamento y escuchó escondido mientras dos soldados hablaban. Ellos francamente creían que Dios iba a entregar a los madianitas en manos de Gedeón y su ejército. Y Dios permitió a Gedeón escuchar su conversación a fin de que recibiese ánimo antes de la batalla. Continuemos leyendo ahora los versículos 16 al 22 de este capítulo 7 de los Jueces:
"Y repartiendo los trescientos hombres en tres escuadrones, puso trompetas en manos de todos ellos, y cántaros vacíos con antorchas ardiendo dentro de los cántaros, y entonces les dijo: Miradme a mí y haced como hago yo; cuando yo llegue al extremo del campamento, haréis vosotros como hago yo. Tocaré la trompeta, y también todos los que estarán conmigo; entonces vosotros tocaréis las trompetas alrededor de todo el campamento, gritando: ¡Por Jehová y por Gedeón!. Llegaron, pues, Gedeón y los cien hombres que éste llevaba consigo, al extremo del campamento, cuando acababan de renovar los centinelas de la guardia de la medianoche. Tocaron entonces las trompetas y quebraron los cántaros que llevaban en sus manos. Los tres escuadrones tocaron las trompetas y, quebrando los cántaros, tomaron con la mano izquierda las antorchas y con la derecha las trompetas que tocaban, y gritaron: ¡Por la espada del Señor y de Gedeón! Los israelitas se mantuvieron firmes cada uno en su puesto alrededor del campamento, y todo el ejército madianita echó a correr dando gritos y huyendo. Mientras los trescientos tocaban las trompetas, el Señor puso la espada de cada uno contra su compañero en todo el campamento. Y el ejército huyó hasta Bet-sita, en dirección de Zerera, hasta la frontera de Abel-mehola, en Tabat."
Éste es el relato que tenemos acerca de la estrategia de Gedeón. Dividió a sus trescientos hombres en tres cuerpos. Y se les dieron tres cosas: cántaros, antorchas y trompetas. Observemos que las antorchas estaban metidas dentro de los cántaros, a fin de que la luz no se viera, y las tomaron en la mano izquierda, y en la derecha las trompetas. Cuando salieron a la batalla, su grito debía ser: "¡Por la espada del Señor y de Gedeón!" Ahora lo interesante es que Gedeón no llevaba ninguna espada. Tampoco la llevaba ninguno de sus trescientos hombres. Es que, estaban bajo el dominio de los madianitas, y éstos no les permitían tener ningún arsenal. Guardaban las armas y las espadas para ellos mismos. Por lo tanto, la estrategia de Gedeón empleó cántaros, lámparas y trompetas.
Como ya hemos dicho, los madianitas y los amalecitas eran de las tribus nómadas del desierto. Habían invadido la tierra de Israel y se habían apropiado de sus cosechas y sus víveres. Tenían una organización muy relajada. Andaban por el desierto como nómadas desorganizados y no tenían ningún ejército organizado. Habían apostado una pequeña guardia alrededor del campamento, pero la mayor parte del pueblo estaba dormida y dispersa. No esperaban ser atacados de noche. En primer lugar, era difícil ver en la oscuridad. Por tal motivo, Gedeón apostó a sus trescientos hombres en tres grupos alrededor del campamento. En un momento determinado tocaron sus trompetas y quebraron los cántaros para que la luz resplandeciera. Cada trompeta podía crear la impresión de que probablemente estuvieran presentes algunos centenares de soldados del enemigo. Ahora, imagínese usted a los madianitas despertándose de un sueño profundo. Lo primero que hicieron fue blandir sus espadas en todas direcciones. Los israelitas no tenían espadas. Todo lo que hicieron fue sostener las antorchas y los madianitas lucharon entre sí en medio de la confusión. Los madianitas pronto huyeron por los montes al bosque, y salieron de aquella región. Esto dio a Gedeón y a los israelitas una gran victoria.
Hay algunas maravillosas lecciones espirituales en esta narración. En primer lugar, quisiéramos volver a este asunto del rocío en el vellón de lana. Necesitamos hoy en día, una obra de embellecimiento interior en nuestras vidas, lo cual solo Dios puede hacer. Necesitamos pedirle que envíe rocío sobre nuestras vidas infructuosas. En el libro del profeta Oseas, capítulo 14 y versículo 5, Dios dijo: "Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano". Y Dios habló muchas veces en cuanto a este tema. En Deuteronomio 33:13 dijo a José: ". . . Bendita del Señor sea tu tierra, con lo mejor de los cielos, con el rocío, y con el abismo que está abajo". Y en Proverbios capítulo 19, versículo 12 leemos: "Como rugido de cachorro de león es la ira del rey, y su favor como el rocío sobre la hierba". También en el capítulo 3 de Proverbios, versículo 20 dice: "Con su ciencia los mares fueron divididos, y destilan rocío los cielos". Y finalmente, en el Salmo 133, versículos 1 al 3 Dios dice: "¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es que habiten los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde sus vestiduras; como el rocío del Hermón, que desciende sobre los montes de Sión; porque allí envía el Señor bendición, y vida eterna". Estos pasajes demuestran que Dios ha bendecido de esta manera a los Suyos. Necesitamos ese toque – ese toque fresco. Lo necesitamos como el rocío que desciende por la mañana sobre el capullo de rosa y la hierba. Necesitamos un toque delicado.
El profeta Oseas en el capítulo 14 de su profecía, versículo 5 nos dijo que: ". . . el lirio es delicado". Nuestro Señor Dios descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada. Aun cuando nos hallemos en dificultades y nos haya cortado como a la hierba, descenderá sobre nosotros como la lluvia. Nuestro Señor lloró sobre Jerusalén. Pero ¿lloramos nosotros hoy en día por los pecadores que se pierden? Al publicano le fue posible golpearse el pecho y clamar a Dios en cuanto a su pecado. Pero, ¿qué de nosotros hoy? Necesitamos experimentar un toque de Dios que nos haga fuertes, arraigados y firmemente establecidos. ¡Ah, que pudiéramos decir con el Salmista: "Pronto está mi corazón oh Dios, mi corazón está dispuesto; cantaré y entonaré Salmos" (Salmo 57:7)
Necesitamos el rocío de Dios sobre nosotros vidas para traer pureza a nuestras vidas. El apóstol Pedro nos dijo en su segunda carta, capítulo 3, versículo 14: "Por eso, amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprochables, en paz". Esto es lo que necesitamos en la actualidad. Dios solamente usa un vaso, es decir, un instrumento limpio. El apóstol Pedro otra vez en su primera carta, capítulo 1, versículo 16 dijo: "Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo". Dios nos lo dijo a nosotros. El apóstol Pablo en su segunda carta a los Corintios, capítulo 7, versículo 1 dijo: "Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de cuerpo y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios". ¡Qué maravillosa lección tenemos aquí!
Vamos a considerar ahora, otra lección espiritual en cuanto a los cántaros. El apóstol Pablo dijo en su segunda carta a los Corintios, capítulo 4, versículo 7: "Pero tenemos este tesoro en vasos de barro. . ." Aquellos cántaros representan los cuerpos de los creyentes. Eso es lo que quiso decir Pablo en su carta a los Romanos, capítulo 12, versículo 1: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos (es decir, vuestras personalidades enteras) en sacrificio vivo,. . . a Dios. . ." Es por eso que no debemos gloriarnos por ser seguidores de ningún hombre. El apóstol Pablo lo dijo en su primera carta a los Corintios, capítulo 3 versículo 21. Él dice: "Así que, ninguno se gloríe en los hombres;" Ése es el vaso de barro. Tenemos este tesoro en vasos de barro, es decir, los cántaros. Algunos de nosotros no somos quebrados, o sea, no hemos sido quebrantados y, en consecuencia, la luz no resplandece por medio nuestro. Ahora no es nuestra luz la que debe resplandecer, sino la luz del Señor Jesucristo. Su luz debe resplandecer en nosotros y a través de nuestra vida. Y sólo puede resplandecer en una vida quebrantada. Debemos resplandecer como luces en el mundo. El apóstol Pablo escribiendo a los Filipenses, les dice en el capítulo 2 de su carta, versículos 14 y 15: "Haced todo sin murmuraciones ni discusiones, para que seáis irreprochables y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como lumbreras en el mundo."
Vamos a considerar ahora por un momento, las trompetas. El apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios, capítulo 14, verso 8 dice: "Y si la trompeta diera un sonido incierto, ¿quién se prepararía para la batalla?" Esto habla del testimonio público de los creyentes. Y tres cosas deben considerarse: Primero, el testimonio de los creyentes debe caracterizarse por la certeza y la claridad. Segundo, las personas que Dios utiliza, son escogidas por Él. Dios escogió a los 300 hombres para servir en el ejército de Gedeón. Los escogió junto a las aguas, según la actitud que mostraron al beber las aguas. Y en tercer lugar, así como los cántaros tuvieron que ser quebrados, el creyente tiene que ser quebrantado, a fin de que la luz resplandezca. Debe haber una dedicación de mente y de corazón, si hemos de hacer la obra que Dios quiere que hagamos.
Estimado oyente, alguien lo ha expresado de la manera siguiente: "A Dios le es posible reparar el corazón partido, si se le entregan todas las piezas". Si usted está dispuesto a ser quebrantado por Él, permítanos decirle que Él puede repararle de la manera que Él quiere que usted sea restaurado.
Permítanos añadir aquí, que Dios sólo usa los vasos limpios. Si usted estuviera muriendo de sed en un desierto y llegara a un oasis o a un pozo, y encontrara allí dos vasos; un hermoso vaso de oro, pero muy sucio y un viejo vaso de barro quebrado, pero bien limpio y brillante ante el sol, ¿de cuál de los dos bebería usted? Pues bien, ¿no cree usted que Dios tiene tanto sentido común como usted? A Dios le gustaría darle un toque de pureza en su vida, en esta misma generación en la cual vivimos.
Necesitamos pues ser reparados cual cántaro que ha sido quebrado, y necesitamos el toque de Dios en nuestras vidas. El apóstol Pablo dijo en su primera carta a los Corintios, capítulo 15, versículo 58: "Estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano". Y el apóstol Pedro en su segunda carta, capítulo 3, versículo 14 dijo: "Por eso, amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprochables, en paz."
Hoy en día, es necesario que el rocío descienda sobre nuestras vidas trayendo un toque de alegría en la comunión y compañerismo con Cristo. Eso solamente se puede lograr siendo lleno del Espíritu, es decir, controlado por el Espíritu. Aun al final de su ministerio, el apóstol Pablo podía decir que su aspiración todavía era la que había tenido en un principio. Y escribiendo a los Filipenses, capítulo 3, versículo 10 dijo: "Quiero conocerle. . . y participar de sus padecimientos". Estimado oyente, necesitamos aquel toque, el toque del regocijo en el compañerismo con Cristo. ¿Habrá una respuesta en su corazón hoy a estas experiencias? Necesitamos ser claros y limpios en nuestro vivir. ¡Qué mensaje espiritual se encuentra en esta historia de Gedeón! Era cobarde, es verdad. Pero Dios le usó. Dios escoge aquello que, de acuerdo con los criterios humanos, es débil. Y esto me da mucho ánimo. Y espero que también le sirva de ánimo a usted.
Y llegamos ahora a
Jueces 8
Este capítulo es una continuación del relato sobre Gedeón, e incluye los eventos que sucedieron después de la extraordinaria liberación que Dios le dio al vencer a los madianitas. Gedeón apaciguó a los de la tribu de Efraín. Los reyes madianitas Zeba y Zalmuna fueron perseguidos y muertos. Al ser libres, los israelitas prosperaron por primera vez en mucho tiempo y estaban tan agradecidos a Gedeón por todo lo que él ha hecho, que quisieron que él reinara sobre ellos, como dice el versículo 22 de este capítulo 8:
"Los israelitas dijeron a Gedeón: Sé tú nuestro señor, y también tu hijo y tu nieto, pues que nos has librado de manos de Madián."
Esta es la primera indicación que se nos da en la Escritura de que los hijos de Israel querían que un rey reinara sobre ellos. Dios les dijo en el principio que Él no quería que tuvieran un rey, así como las naciones que habitaban a su alrededor. Debido a que Gedeón les había libertado de la servidumbre, ellos querían que él aceptara el cargo de rey. Al parecer, Gedeón fue el primero a quien ofrecieron este alto oficio. Pero él lo rechazó. Más tarde veremos que Israel nuevamente pidió tener un rey. De hecho insistieron en tener un rey, y por fin lo solicitaron formalmente. Después, Dios le dijo a Samuel, el último de los jueces y el primero de los profetas, que él debía ungirles un rey. Entonces Dios le aclaró a Samuel que Israel no le había rechazado a él, sino a Dios mismo. Porque Dios quería reinar sobre ellos y, de esa manera, el gobierno de Israel sería una teocracia. Volviendo al incidente de nuestro relato del libro de los Jueces, fue Dios, quien usó a Gedeón tan admirablemente. Sin embargo, fue a Gedeón y no Dios, a quien los israelitas pidieron que reinara sobre ellos. Y no sólo querían que reinara Gedeón, sino también su hijo y su nieto. Esto significaba que tenían muy arraigado el deseo de tener un rey así como las naciones alrededor de ellos. Veamos la gran respuesta que Gedeón le dio al pueblo. Leamos el versículo 23 de este capítulo 8 de Jueces:
"Pero Gedeón respondió: No seré señor sobre vosotros, ni lo será mi hijo. El Señor será quien os gobierne."
Gedeón ciertamente había aprendido una lección, eso era indiscutible. Este joven que sacudía el trigo allá abajo, casi oculto en el lagar, había reconocido su cobardía y sabía que era Dios quien le había dado la victoria. Sabía que no tenía ninguna fuerza en sí mismo para ganar la batalla, pero se dio cuenta de que Dios le había levantado con este fin. Gedeón en verdad se convirtió en un hombre admirable. Se menciona en el libro de Hebreos capítulo 11, donde se nombraron los "héroes de la fe". Leamos ese notable pasaje en Hebreos, capítulo 11, versículos 32 al 34: "¿Y qué más digo? El tiempo me faltaría para hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas. Todos ellos, por fe, conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros."
El escritor a los Hebreos explicó que el tiempo le faltaría para contar todo en cuanto a estos hombres y, sin embargo quiso contar algo sobre Gedeón. Dios levantó a Gedeón para llevar a cabo una tarea extraordinaria. Su vida nos enseña que cada hombre y cada mujer que Dios usa, tiene que ser utilizado según las condiciones de Dios. Y Él escoge a las personas que este mundo considera débiles, para manifestar a través de ellas Su poder y Su fuerza.
Terminamos hoy, pues, con esta reflexión, que nos hace recordar al escritor de gran parte del nuevo Testamento: San Pablo, quien en un momento crítico en que soportaba un gran sufrimiento, cuando luchaba por aceptar la voluntad de Dios para su vida, pronunció la célebre declaración que encontramos en 2 Corintios 12:10: "Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte".
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