Estudio bíblico de 1 Crónicas 21:22-22:9
1 Crónicas 21:22 - 22:9
Continuamos nuestro estudio del capítulo 21 del Primer Libro de Crónicas. Y en nuestro programa anterior, vimos cómo el ángel del Señor ordenó a Gad que le llevara un mensaje a David y el mensaje consistía en que David debía subir y construir un altar al Señor, en la era de Ornán Jebuseo. Y dijimos que, allí era el lugar donde se trillaban las mieses, donde se separa el grano de la paja. Ese lugar está localizado en el monte Moriah. En ese lugar se ha erigido la mezquita de Omar, esa es la zona del templo, es decir, allí era donde se edificaría más tarde el templo. Y dijimos que no fue David quien eligió el lugar, sino Dios mismo quien lo había elegido, y por supuesto, David estaba de acuerdo con eso. Luego, vimos cómo David subió a la era de Ornán Jebuseo, y en ese mismo momento, Ornán estaba trillando el trigo.
En esos días, durante la época de la cosecha, en las horas de la tarde comenzaba a soplar el viento. El agricultor lanzaba al aire el trigo y el viento separaba la paja del trigo, que entonces caería en la era. Aquí vemos que Dios escogió la era de Ornán, en el Monte Moriah, porque éste fue el lugar donde Abraham había ofrecido a su hijo, proyectándose hacia el futuro, a la época de los sacrificios del templo y, finalmente, al sacrificio de Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Porque también en aquel lugar, en el otro extremo del monte Moriah, es donde el Señor Jesucristo fue crucificado. Ese lugar se llama Gólgota, o sea, el lugar de la Calavera.
Continuemos hoy, leyendo los versículos 22 y 23, de este capítulo 21 del Primer Libro de Crónicas:
"Luego dijo David a Ornán: Dame este lugar de la era, para que edifique un altar al Señor; dámelo por su cabal precio, para que cese la mortandad en el pueblo. Respondió Ornán a David: Tómala para ti, y haga mi señor, el rey, lo que bien le parezca. Yo daré los bueyes para el holocausto, trillos para leña y trigo para la ofrenda. Yo lo doy todo".
Este hombre era muy generoso. Ofreció toda su propiedad y le dijo a David que también le daba los toros para el holocausto, los trillos para hacer la leña y el trigo para la ofrenda. Pero veamos lo que David le respondió aquí en el versículo 24:
"Replicó el rey David a Ornán: No, todo quiero comprarlo por su justo precio; porque no tomaré para el Señor lo que es tuyo, ni sacrificaré holocausto que nada me cueste".
En otras palabras David rehusó ofrecer a Dios lo que no le hubiera costado nada. Vamos a leer el versículo 25:
"Y dio David a Ornán por aquel lugar la suma de seiscientas monedas de oro".
O sea, que David pagó el precio total de la era. Luego, en el versículo 26 notamos algo significativo:
"David edificó allí un altar al Señor, en el que ofreció holocaustos y ofrendas de paz e invocó al Señor, quien le respondió por fuego desde los cielos en el altar del holocausto".
David entonces ofreció su sacrificio a Dios. El fuego del cielo indicó que Dios había aceptado la ofrenda de David. Ahora, en el versículo 27, tenemos lo que Dios le dijo al ángel. Leamos el versículo 27 de este capítulo 21 del Primer Libro de Crónicas:
"Entonces el Señor habló al ángel, y Éste volvió su espada a la vaina".
La espada del juicio fue envainada. Pero en el Gólgota, esa espada se hundió en el costado del Señor Jesucristo. Y como alguien dijo: "Llegué al corazón de Dios, a través de la herida de una lanza". De esa forma lo hicimos nosotros, por la sangre derramada por aquellas heridas de la cruz. Ahora, los versículos 28 al 30 dicen:
"Al ver David que el Señor lo había oído en la era de Ornán, el jebuseo, ofreció sacrificios allí. Pues el tabernáculo del Señor que Moisés había hecho en el desierto, y el altar del holocausto, estaban entonces en el lugar alto de Gabaón; pero David no pudo ir allá a consultar a Dios, porque estaba atemorizado a causa de la espada del ángel del Señor".
Y quisiéramos que usted note algo importante en este pasaje. David edificó el altar en el mismo lugar donde luego se edificaría el templo, y ofreció un sacrificio. Éste es el lugar donde Dios se encontraría con Su pueblo, y aquí se convirtió en un lugar de sacrificio. David edificó un altar y en él ofreció holocaustos y ofrendas de paz. Ese holocausto hablaba de la persona de Jesucristo y de Su sacrificio en la cruz. Entonces David presentó una ofrenda de paz. Esta ofrenda señalaba a Cristo, que es nuestra paz. Cristo hizo posible nuestra paz con Dios por medio de su sangre derramada en la cruz, y Dios extiende hoy Su misericordia. Nosotros tenemos un sumo sacerdote; después de derramar su propia sangre por nosotros en la cruz, él ascendió a los cielos y se encuentra a la derecha del Padre. A nosotros se nos invita hoy a ir a Él, a acudir a Él. Estimado oyente, no hay ningún otro acceso a Dios sino por medio del Señor Jesucristo. David, por la fe lo entendió así, y ofreció a Dios su holocausto y la ofrenda de paz.
Ahora, recordemos que se estaba propagando una plaga por el pueblo. David había visto al ángel con una espada desenvainada en su mano, extendida sobre Jerusalén. David entonces ofreció a Dios sacrificios e invocó el nombre del Señor. Estaba suplicando misericordia.
Estimado oyente, Dios es un Dios de misericordia y bondad. Pero, ¿sabe una cosa? Dios no nos salva por medio de Su misericordia ni porque tenga un buen corazón. Creemos que anteriormente tratamos de dejar bien claro esto, ya que Dios no puede obrar de esa manera, con criterios humanos. Dios ha preparado un camino de salvación. Y esto es así porque la pena tiene que ser pagada. El problema del pecado no puede ser puesto a un lado. Dios es justo y no salva simplemente por misericordia, ni por su amor. Dios no le puede salvar por un amor que vaya en contra de Su propia justicia. Dios le ama, eso es cierto, y extenderá su misericordia por usted, pero no lo puede salvar de esa manera. La Biblia dice: "Por gracia sois salvos por medio de la fe". ¿Ve usted? No es por amor, concebido en términos humanos, ni tampoco por misericordia, que somos salvos, sino por gracia, por su bondad. Eso quiere decir, estimado oyente, que alguien tenía que pagar el castigo por nuestros pecados. Porque Dios no podía simplemente hacerle entrar al cielo a escondidas, o por la puerta de atrás, pasando por alto el pecado y sus consecuencias. Había que solucionar el problema del pecado. Dios no podía cerrar sus ojos a la realidad del pecado para salvarnos. Somos todos pecadores ante Dios y el precio tenía que ser pagado. Jesucristo vino a pagar nuestra pena, nuestro castigo.
Usted es un pecador culpable ante Dios. Pero deja de serlo, cuando confía en el Señor Jesús. Usted bien sabe que Él murió para pagar por sus pecados hace más de 2.000 años. Él es nuestra propiciación. Y, ¿qué era eso? El propiciatorio era la tapa que estaba sobre el arca en el tabernáculo. El arca fue lo que David trajo a Jerusalén, y sobre ella se encontraba el propiciatorio; y el sumo sacerdote entraba una vez por año y la rociaba con sangre, y eso hacía que el trono de Dios se convirtiera en un trono de misericordia. La razón por la cual Dios puede mostrar misericordia hacia usted, es porque Cristo murió por usted. Y ésa es la única manera que Él tiene para hacerlo. Si usted acepta el sacrificio de Cristo, el sacrificio que Él hizo por usted en la cruz, Dios le salvará.
Tenemos un gran sumo sacerdote que ha llegado a los cielos que es Cristo, el Hijo de Dios. El escritor a los Hebreos, en el capítulo 4 de su carta, versículo 15, dijo: "15Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia". Eso es todo lo que necesitamos: misericordia y hallar gracia. Eso es algo más de lo que necesitamos, porque Él nos salva por gracia para ayudarnos en los días de necesidad y de debilidad frente al mal. La razón por la cual Dios puede ser misericordioso; la razón por la cual Dios puede salvarle por gracia; es porque Jesucristo murió por usted, estimado oyente. Ése es el mensaje que tenemos aquí.
Llegamos así a
1 Crónicas 22
En el capítulo 22 tenemos la última división de este Primer Libro de Crónicas, que expone el entusiasmo de David en la preparación y organización para la edificación del templo, templo que Dios no le permitiría construir. La sección comienza aquí en el capítulo 22 y se extiende hasta el capítulo 29.
El plan y el propósito del autor de este libro se ven claramente en esta parte. Antes de la narración sobre la intención de David de construir un templo, incluyó el relato de la adquisición del lugar donde sería edificado, que ya hemos leído en el capítulo 21. Comparando con los otros libros históricos que ya hemos estudiado, vemos que la versión del segundo libro de Samuel sólo menciona el deseo de David de edificar un templo, y dejó de tratar el asunto una vez que el pedido de David fue denegado. En cuanto a 1 Reyes, este libro guardó silencio en cuanto a los pasos adicionales que David habría adoptado con el objeto de preparar a su hijo Salomón para la construcción del templo. Sin embargo en Crónicas, aun no negando el hecho de que Dios dijo que David no construiría el templo (1 Crónicas 17:4-12), destacó que a David se le permitió preparar los planes y los materiales para el proyecto. El pasaje que sigue a continuación, describe los citados pasos.
Reiteramos que Crónicas presenta el punto de vista de Dios y para Él, el templo era el proyecto más importante que David había concebido. El rey tenía también un proyecto de urbanización y viviendas. Sin embargo, la prioridad era la edificación del templo. ¿Por qué? Es que hasta que un individuo o un pueblo no tuvieran una correcta relación con Dios, todos los proyectos adicionales caían a la categoría de insignificantes. Una vez que se estableció una relación apropiada con Dios, es decir, que se puso en orden la parte espiritual, entonces el desarrollo urbano y el programa de ayuda a los pobres, ocuparon su debido lugar.
Hoy en día oímos hablar mucho sobre proyectos urbanos o programas para aliviar la pobreza. Podría llegar a pensarse que una provisión de bienes materiales solucionaría los problemas del mundo. Es cierto que aliviarían la presión que producen el hambre y la indigencia, o sea, que producirían un alivio momentáneo al contribuir a unas mínimas condiciones básicas de supervivencia. Aunque es interesante destacar que, con demasiada frecuencia, tales programas se han visto viciados por la corrupción de algunos de sus organizadores. Así es que siempre vamos a parar a la misma conclusión. El ser humano no puede solucionar los problemas del mundo hasta que no haya resuelto los problemas del pecado y de su relación con Dios, que son los problemas fundamentales.
Volviendo a nuestro relato, diremos que, desde el punto de vista de Dios, los preparativos de David para el templo, fueron la principal actividad de aquel rey. Porque el templo nos habla de lo que es espiritual, es decir, de una correcta relación con Dios. Por tal motivo, los demás proyectos del reino, las guerras interminables y las intrigas políticas pasaron a un segundo plano y esto es evidente en el relato de estos libros de Crónicas. Leamos, pues, los primeros dos versículos de este capítulo 22, del Primer Libro de Crónicas:
"Y dijo David: Aquí estará la casa del Señor Dios, y aquí el altar del holocausto para Israel.Después mandó David que se reuniera a los extranjeros que había en la tierra de Israel, y señaló de entre ellos canteros que labraran piedras para edificar la casa de Dios".
Es evidente que David estaba empeñado en construir el templo en la era de Ornán. Continuemos ahora con los versículos 3 y 4:
"Asimismo preparó David mucho hierro para los clavos de las puertas y para las grapas; y también una incalculable cantidad de bronce, y madera de cedro sin cuenta, pues los sidonios y tirios habían traído a David abundante madera de cedro".
Aquí se menciona a los sidonios, o habitantes de Sidón, Hiram era el rey de Tiro y Sidón y era quien había provisto la piedra y la madera para la construcción del templo. Ahora leamos el versículo 5:
"David se decía: Salomón, mi hijo, es muchacho y de tierna edad, y la Casa que se ha de edificar al Señor ha de ser magnífica por su excelencia, para renombre y honra suya en todas las tierras; ahora, pues, yo haré los preparativos necesarios. E hizo David grandes preparativos antes de su muerte".
David sabía que Salomón era joven e inexperto, y el templo tenía que ser una obra magnífica en todos los aspectos. Es por esta razón que ese santuario tendría que conocerse como el templo de David, en vez de ser llamado el templo de Salomón. Sigamos avanzando y leamos los versículos 6 al 8:
"Llamó entonces David a Salomón, su hijo, y le mandó que edificara Casa a Jehová, Dios de Israel. Y dijo David a Salomón: Hijo mío, en mi corazón tuve el propósito de edificar un templo dedicado al nombre del Señor, mi Dios. Pero recibí palabra del Señor, que decía: Tú has derramado mucha sangre y has hecho grandes guerras; no edificarás Casa a mi nombre, porque has derramado mucha sangre en la tierra delante de mí".
Como hemos dicho, esas guerras que él tuvo que pelear le fueron impuestas, y él no fue el agresor. David era una persona que había derramado mucha sangre. Nadie expresó eso mejor que Dios mismo. Dios no está del lado de las guerras. Él se opone a ellas. Él es partidario de la paz y Su Hijo es el Príncipe de paz, y sólo Él traerá paz a esta tierra. Pero no habrá paz mientras exista el mal y el pecado. Dios no le permitió a David edificar el templo porque Él era un hombre de guerra. Sigamos leyendo el versículo 9:
"Mira que te nacerá un hijo, el cual será hombre de paz, pues yo le haré estar en paz con todos sus enemigos en derredor; por tanto, su nombre será Salomón, y en sus días concederé paz y reposo a Israel".
Este hombre Salomón era pacífico y Dios dijo que reinaría durante un tiempo de paz. Pero, como veremos más adelante, la paz no sería permanente.
Sin embargo, Jesús que un día estuvo frente al pueblo de Israel cuando los líderes religiosos le rechazaron dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados". Él haría lo que el rey Salomón fue incapaz de hacer. Él era del linaje de David. Dios es quien puede dar descanso, paz, calma y serenidad al alma humana. Él es misericordioso porque Su Hijo murió por usted. El es el camino de Dios. ¿No quiere usted aceptar la propuesta de Dios?
Y en este capítulo, concretamente en los últimos versículos que hemos leído encontramos a David hablando con su hijo Salomón, explicándole los motivos por los que Dios no le dejaría edificar el templo por haber sido un hombre de guerra y tener sus manos manchadas con sangre. Recapitulando lo dicho anteriormente, diremos que David había reunido todo lo necesario y su hijo Salomón, un hombre pacífico, tendría a su cargo la edificación del templo. David había adquirido el lugar donde se llevaría a cabo la edificación, y también había organizado el suministro de todos los materiales necesarios para la obra. Éste es, pues, el énfasis que encontramos entre los capítulos 22 al 29.
La historia de los pueblos, especialmente de los grandes imperios ha destacado los grandes acontecimientos que llevaron a esas naciones a ocupar una posición de poder político y económico. Así han quedado registrados nombres de los personajes que estuvieron en una primera línea, aquellos que lideraron el camino a la grandeza. Se recuerdan las fechas claves y los campos de batalla en los que se decidió el ascenso o caída de los imperios. Además, por todas partes hay monumentos que nos recuerdan los momentos decisivos, como homenaje a los vencedores.
Crónicas destacó el punto de vista de Dios e incluyó aquellos eventos que Él consideró importantes para el cumplimiento de sus propósitos. También en el resto de las Sagradas Escrituras, Dios destacó las personas y eventos a través de los cuales Él fue registrando la historia de la salvación. Y al mirar hoy atrás, creemos que Dios escribe la historia de otro modo, y para la eternidad quedarán registrados Sus siervos, es decir, aquellos reyes, sacerdotes y profetas que actuaron bajo la dirección divina en el cumplimiento de sus propósitos, y que se destacaron por su fe y por su obediencia, y también los hechos claves del plan redentor de Dios, que culminó en la obra de Jesucristo en la cruz y en la victoria de Su resurrección de los muertos. Y en la actualidad, lo que frecuentemente pasa desapercibido para los seres humanos, es importante para Dios. Muchos nombres y acontecimientos célebres para la historia humana caerán en el olvido. Pero Dios registra en sus anales la obra de sus mensajeros que proclaman Su mensaje por todo el mundo; Él tiene en cuenta sus sufrimientos, sus privaciones, y sus nombres, los nombres de aquellos a quienes Él recompensará, permanecerán por toda la eternidad.
Y así, el sistema del mundo prosigue su accidentada marcha, sin prestar mayor atención a la situación moral y espiritual de las personas, y contemplando cada vez con mayor indiferencia todo lo que se relaciona con Dios y la persona del Señor Jesucristo. Al relatar la parábola de las cien ovejas, registrada en Lucas 15, el mismo Jesús destacó que hay alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente. ¿Qué le parece, estimado oyente? No sabemos si usted goza del reconocimento justo de la sociedad en que actúa, o en qué medida es valorado, a la dimensión del afecto que a usted le profesan sus familiares y amigos. Pero resulta que Dios le ama, indiferentemente de su origen, raza, o condiciones sociales y culturales. Usted es importante para Dios. Por ello le rogamos que se sienta usted incluido e invitado a responder al mensaje profético del profeta Isaías, que en el capítulo 45 del libro de Isaías versículo 22 dijo: "Volveos a mi y sed salvos, todos los pueblos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro". ¿No quiere usted aceptar Su invitación? Él ha sacudido cielo y tierra para poder llegar hasta la puerta de su corazón. El no avanzará más allá de ese lugar. Él dijo en Apocalipsis 3:20: "Yo estoy a la puerta y llamo; Si alguno oye la vez y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo".
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