Estudio bíblico de 1 Crónicas 22:10-24:5
1 Crónicas 22:10 - 24:5
Continuamos nuestro estudio en el capítulo 22 del Primer Libro de Crónicas. Y decíamos en nuestro programa anterior, que según el punto de vista de Dios, David comenzó a hacer los preparativos para edificar el templo. Y decíamos que ésa fue su obra más importante, más que todas las batallas en las cuales David tomó parte. Más aun que las guerras en las que participó. En realidad, fue lo más importante que David hizo en toda su vida. Y en este capítulo, concretamente en los últimos versículos que hemos leído encontramos a David hablando con su hijo Salomón, explicándole los motivos por los que Dios no le dejaría edificar el templo; por haber sido un hombre de guerra y tener sus manos manchadas con sangre. Recapitulando lo dicho anteriormente, diremos que David había reunido todo lo necesario y su hijo Salomón, un hombre pacífico, tendría a su cargo la edificación del templo. David había adquirido el lugar donde se llevaría a cabo la edificación, y también había organizado el suministro de todos los materiales necesarios para la obra. Éste es, pues, el énfasis que encontramos entre los capítulos 22 al 29.
Bien, veamos ahora lo que nos dice aquí el versículo 10, de este capítulo 22, del Primer Libro de Crónicas:
"Él edificará una Casa a mi nombre; será para mí un hijo, y yo seré para él un padre; y afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre".
Como ya hemos visto, el Señor Jesucristo sería el cumplimiento final de esta promesa.
Nuestra impresión es que David no tenía un excesivo interés en que Salomón se convirtiera en rey. Éste se había criado en el palacio, en la corte de las mujeres. No había aprendido a sobrevivir y defenderse en el terreno accidentado, como su padre había hecho. Por ello y debido a los antecedentes de ambos, sus vidas habían seguido cursos diferentes. En esta ocasión, pues, David intentó transmitirle a Salomón su entusiasmo, estimulándole a emprender la tarea de edificar un templo magnífico. Al mismo tiempo le dijo que su casa real sería establecida para siempre. Debemos detenernos por un momento para recordar que Dios no había permitido que David saliera indemne del pecado que había cometido. No fue capaz de llevar a cabo la empresa que había soñado realizar más que cualquier otra obra de su vida, la cual era edificar un templo dedicado a Dios. Estimado oyente, hay muchos en el día de hoy, a quienes Dios no les permite cumplir la meta que se habían propuesto alcanzar, debido al pecado que han cometido en el pasado. O también es posible en algunos casos, que las consecuencias del pecado afecten durante toda la vida. Leamos el versículo 11:
"Ahora pues, hijo mío, el Señor esté contigo, y seas prosperado, para que edifiques la Casa al Señor tu Dios, como él ha dicho de ti".
David estaba tratando de dar muchos ánimos a Salomón. Él sabía que necesitará todo el estímulo posible para llevar a cabo esa misión. Al haber sido educado en la corte, no era una persona muy agresiva, que digamos. Pero Salomón recibió los beneficios del reino de David. Se puede decir de él, lo que el Señor Jesús dijo en Juan 4:38: "Otros han trabajado y vosotros os beneficiáis de su trabajo". Salomón, se había entonces beneficiado de las obras de otro, y ese otro era su propio padre David. Escuchemos ahora, lo que dijo aquí en el versículo 12:
"Que el Señor te dé entendimiento y prudencia, para que cuando gobiernes a Israel guardes la ley del Señor, tu Dios".
David le rogó a su hijo que continuase en el camino de la voluntad de Dios. Creemos que David había detectado algunas de las debilidades de Salomón, y posiblemente su madre, Betsabé también era consciente de ellas. Algunas de las tendencias de aquel joven tenían que ver con su relación con las mujeres. En este pasaje, pues, tenemos los consejos de David a Salomón. Si queremos conocer los consejos de su madre, los encontraremos en el último capítulo de Proverbios. Leamos ahora, el versículo 13, de este capítulo 22, del Primer Libro de Crónicas:
"Entonces serás prosperado, si cuidas de poner por obra los estatutos y decretos que el Señor mandó a Moisés para Israel. Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes".
David sabía que su hijo se iba a desanimar. Él sabía que Salomón era moralmente débil y temeroso. Por tal motivo le aconsejó que desarrollara valor y firmeza. Ahora, el versículo 14 dice:
"Mira, yo con grandes esfuerzos he preparado para la casa del Señor tres mil trescientas toneladas de oro, treinta y tres mil toneladas de plata, y bronce y hierro sin medida, pues es mucho. Asimismo he preparado madera y piedra, lo cual tú podrás aumentar".
David le estaba diciendo a Salomón que no tendría necesidad de ahorrar ni economizar en la edificación. No tendría que recortar gastos ni tampoco habría escasez de materiales. No hay necesidad de ahorrar en este edificio. No hay ninguna necesidad de economizar. En los días difíciles, en los días en que he había intentado consolidar el reino, con todo el trabajo que ello implicaba, había llevado a cabo la tarea de reunir los materiales necesarios para el templo de Dios.
Dios no había pasado ese detalle por alto. Dios había visto lo que había en el corazón de David. Por ello David fue considerado un hombre afín a los deseos y propósitos de Dios. Dios quería esta actitud del corazón, este énfasis en los valores espirituales por encima de todo.
Permítanos preguntarle, estimado oyente, ¿Cuál es el objetivo de su vida? ¿Cuál es la mayor ambición de su vida? Se nos dice en el día de hoy, que tenemos una generación joven sin ningún propósito; sin objetivos en su vida. Hay muchos jóvenes que han sido criados en hogares relativamente prósperos, sin ninguna orientación cristiana. No se les ha señalado que más adelante podía haber algo valioso, algo que merecía la pena, algo glorioso, algo supremo. No se les ha formado con esa orientación en sus hogares ni en las escuelas. Y existe una creciente preocupación en los colegios por la falta de valores éticos entre niños y jóvenes, por la agresividad que muestran a sus compañeros y profesores, por su indisciplina y su rechazo a toda autoridad. ¿Cuál es el propósito de la vida? ¿Por qué se producen tantos suicidios entre jóvenes? ¿Y qué diremos de los que andan vagando por el mundo sin objetivos? Algo o alguien indudablemente ha fallado en la cadena de formación de esos jóvenes: no sabemos si habrá sido el hogar, el colegio o la iglesia. ¿No habría sido mejor inculcarles admiración hacia la persona de Jesucristo, para que les hubiera provocado ilusión conocerle y seguir Su ejemplo?
En el caso que tenemos ante nosotros, por lo menos David le estaba dando algunas direcciones a su hijo. "Tu tienes un objetivo de valía: edificar una casa para Dios". En el catecismo se encuentra la pregunta: ¿Cuál es el propósito principal del hombre? La respuesta es: El propósito principal del hombre es el de glorificar a Dios y disfrutarlo para siempre. ¡Eso sí que vale la pena!
El Señor me ha prometido a mí, y a usted, que estaremos siempre con Él. Y ya que Él es Dios, creo que Su propósito prevalecerá, y no los míos o los suyos. Aparentemente, Él tiene en vista, algo maravilloso, algo hermoso. Yo no lo tengo, porque no he visto lo que hay allá en Su presencia, pero estoy interesado en lo que Él tenga para mí. Tendríamos que ser capaces de decir, con el apóstol Pablo, lo que él escribió en Filipenses 3:14: "Prosigo a la meta, al premio que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús". David, pues, tenía un lugar especial en el corazón de Dios, porque él tenía un propósito noble, excelso, elevado. Notemos ahora, lo que se dice aquí en el versículo 15, de este capítulo 22 del Primer Libro de Crónicas. Continuó David hablando y dijo:
"Tienes contigo muchos obreros, canteros, albañiles, carpinteros, hombres expertos en toda clase de obra".
Aquí vemos que David ya había hecho arreglos con Hiram para que se encargara de la edificación. Y continuó en el versículo 16:
"Del oro, de la plata, del bronce y del hierro, hay en abundancia. Levántate y manos a la obra; que el Señor esté contigo".
Ocúpate de esta tarea, joven; aquí tienes un digno propósito. Eso es lo que le dijo David a su hijo. Y continuó en los versículos 17 al 19, hablando y diciendo:
"Asimismo mandó David a todos los principales de Israel que ayudaran a Salomón, su hijo, diciendo: ¿No está con vosotros el Señor, vuestro Dios, el cual os ha dado paz por todas partes? Porque él ha entregado en mis manos a los habitantes de la tierra, y la tierra ha sido sometida delante del Señor y delante de su pueblo. Aplicad, pues, ahora vuestros corazones y vuestras almas a buscar al Señor, vuestro Dios. Levantaos y edificad el santuario del Señor Dios, para traer el Arca del pacto del Señor, y los utensilios consagrados a Dios, a la casa edificada al nombre del Señor".
En estas palabras David estaba ordenando a los líderes de Israel que también ellos se implicaran en este proyecto. Quisiéramos dirigirnos directamente por un momento, a los oyentes que son creyentes en Cristo. No sabemos lo que usted está haciendo, dónde lo está haciendo o dejando de hacer; pero quizás ha descendido mucho en su nivel espiritual de vida. Quizás esté incluso encontrando defectos en otros. O puede ser que éste no sea su caso pero, en cualquier caso, en vez de ponerse en movimiento apoyándose en las promesas de Dios, se encuentra usted en una situación de pasividad, con una actitud de apatía. Permítanos darle un toque de alerta, para que despierte de ese sopor en el que se encuentra; que por la obra del Espíritu Santo reviva usted y se acerque al Señor Jesucristo. Dígale que desea seguirle y que quiere tener en su vida un renovado énfasis espiritual. Haga algo determinado, algo que sea positivo. Haga algo, amigo oyente, algo que merezca la pena y disfrute haciéndolo. No se quede allí pasivo, sin hacer nada. Haga algo ahora mismo. Ponga manos a la obra. Eso es lo que David le dijo a su hijo Salomón. David sí que puso en acción a su hijo. Y llegamos ahora a
1 Crónicas 23
Al llegar a este capítulo recordemos que nos encontramos aún en la sección que trata sobre el templo. Insistimos en que Dios consideró este asunto como importante, y ésta es la sección en la cual el colocó el énfasis. David también lo consideró de suma importancia, y estamos viendo más de su celo y entusiasmo por la adoración a Dios en estos preparativos que él estaba realizando.
Estimado oyente, si usted es un hijo de Dios, David le está enfrentando con este desafío. ¿Realmente coloca usted a Dios en el primer lugar de su vida? ¿Disfruta usted de esa relación? ¿Quiere usted hacer algo para Dios? ¿Le ha dado Él una dirección y un propósito a su vida? ¿Tiene usted en su corazón el deseo de servirle? En este pasaje, David estaba activamente implicado en un proyecto para Dios y estaba rogándole a Salomón que se pusiera en acción para edificar un gran templo: Establece a Salomón como rey; veamos ahora el versículo 1:
"Anciano ya David y de edad avanzada, proclamó a Salomón, su hijo, rey de Israel".
Alguien se preguntará de qué murió David. Pues, de acuerdo con esta descripción, su problema era únicamente su avanzada edad. Y continuamos con los versículos 2 y 3 de este capítulo 23 del Primer Libro de Crónicas:
Habiendo reunido a todos los principales de Israel, a los sacerdotes y a los levitas, 3fueron contados los levitas mayores de treinta años; y fue el número de ellos, contados uno por uno, treinta y ocho mil.
Cuando leímos en Números, capítulo 4, versículo 48, cuando salieron de Egipto y fueron contados, los levitas eran aproximadamente ocho mil. Entonces, aquí vemos que eran treinta y ocho mil. O sea que, habían aumentado mucho en número, tal como Dios les había dicho que se multiplicarían. Notemos ahora lo que se nos dice aquí en los versículos 4 y 5 de este capítulo 23:
De estos, veinticuatro mil dirigirían la obra de la casa del Señor, y seis mil serían gobernadores y jueces. Además, cuatro mil serían porteros, y cuatro mil alabarían al Señor, con los instrumentos que David había hecho para tributar alabanzas".
David le dio mucho énfasis a la música. Imaginemos a aquel gran grupo de cuatro mil, alabando al Señor con sus instrumentos y voces. Recordemos que los Levitas servían en el tabernáculo. Los de la familia de Aarón sirvieron como sacerdotes, y las tres familias de Levitas tuvieron responsabilidades específicas en el cuidado del tabernáculo. Ahora, el versículo 6, dice:
"Los repartió David en grupos conforme a los hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari".
En la travesía del desierto, éstos fueron responsables de transportar el tabernáculo. Lo desarmaban y lo instalaban. Los hijos de Gersón llevaban las cortinas y las cubiertas. Los hijos de Coat llevaban los elementos del mobiliario. Los hijos de Merari llevaban las tablas, con sus travesaños, sus postes y sus bases. Como hemos visto en el libro de Números, el desarmar el tabernáculo por la mañana para continuar el viaje, el armarlo al atardecer y la reanudación del servicio en el mismo, era una operación muy elaborada.
Pasemos entonces, al versículo 26:
"Por eso los levitas no tendrán que transportar más el Tabernáculo y todos los utensilios para su ministerio".
La tarea de los Levitas de llevar el tabernáculo en el desierto, había llegado a su fin y ellos tenían nuevos oficios que realizar.
Creemos que aquí también tenemos algo que aprender. Hay muchas organizaciones cristianas que en un tiempo fueron utilizadas en los propósitos de Dios; pero llegó una época cuando ya no fueron necesarias, por haber cumplido la finalidad para la que fueron creadas. Cuando Dios ha terminado con algo, Él no lo utiliza más. Sin embargo, hay algunas personas que tratan de conservar algunas organizaciones viejas que ya no están prestando ningún servicio. En esos casos, diríamos que ha llegado la hora de comenzar con algo nuevo, adaptado a las nuevas necesidades.
Los levitas ya no iban a seguir andando por el desierto y tendrían una nueva responsabilidad. Las varas fueron removidas del arca, porque ésta ya no sería transportada nuevamente; sería dejada de manera permanente en la era de Ornán, que David había comprado para erigir el templo. En el templo, los Levitas tendrían mucho trabajo que hacer y, entonces, David los organizó en turnos, asignados por sorteo. Así, servirían por un período de tiempo y luego se retirarían a descansar. De esta manera organizó David el servicio del templo. Y así, concluimos el capítulo 23 de este Primer Libro de Crónicas. Llegamos ahora a
1 Crónicas 24
Y quisiéramos volver a recordarle, estimado oyente, una vez más, que estamos en una sección de este libro, entre los capítulos 22 y 29, donde Dios colocó el énfasis en la edificación del templo. Esta sección, incluida en una extensa parte, que abarca desde el capítulo 11 hasta el 29, habla sobre David; sobre su reino. Leamos los versículos 1 y 2 de este capítulo 24, donde se comienza a hablar de
La división organizativa de los hijos de Aarón
"Los hijos de Aarón fueron también distribuidos en grupos. Los hijos de Aarón: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. Pero como Nadab y Abiú murieron antes que su padre, sin haber tenido hijos, Eleazar e Itamar ejercieron el sacerdocio".
Recordemos que los hijos de Aarón eran sacerdotes y este registro nos retrotrae a los tiempos en que estaban en el desierto. El capítulo 10 de Levítico registró el pecado de Nadab y Abiú, que les condujo a la muerte. Leamos el versículo 3 de este capítulo 24 del Primer Libro de Crónicas:
"David, con Sadoc, de los hijos de Eleazar, y Ahimelec, de los hijos de Itamar, los repartió por sus turnos en el ministerio".
Aquí vemos que David había puesto en marcha un procedimiento muy bien organizado. David había comenzado el proceso con la compra del lugar donde se edificaría el templo, luego había reunido los materiales y finalmente culminó con la organización del servicio de los sacerdotes. Por ello hemos destacado anteriormente que esta obra arquitectónica debería ser recordada como el templo de David y no como el templo de Salomón. Leamos, finalmente por hoy, el versículo 5 de este capítulo 24 de primera de Crónicas:
"Los repartieron, pues, por suerte a unos y otros; porque tanto entre los hijos de Eleazar como entre los hijos de Itamar hubo príncipes del santuario y príncipes de la casa de Dios".
Según el versículo 4, hubo 24 grupos. Un grupo vendría, realizaría su trabajo bajo la dirección de uno de los descendientes de Aarón. Después, vendría otro grupo para reemplazarles, bajo la dirección de otro de los descendientes de Aarón. Esta operación de cambio de turnos, debe haber sido una operación muy ordenada e interesante para observar.
Las familias de los Levitas habían aumentado tanto en número que habrá resultado imposible que todos ellos ejercieran su servicio al mismo tiempo. Como vimos anteriormente, desde la época de Moisés hasta los días de David, los Levitas habían crecido numéricamente de aproximadamente ocho mil hasta llegar a un total de treinta y ocho mil. Por este motivo, el rey David tuvo que dividirlos en grupos que trabajaron en turnos.
Hoy hemos visto la detallada organización y el minucioso orden establecido para el cuidado y funcionamiento del templo, de aquel lugar en que el pueblo elevaría su adoración y alabanza a Dios. En tal sentido, podemos recordar que en el Nuevo Testamento, con la llegada de Jesucristo al mundo, y hablando con una mujer samaritana que estaba preocupada por las opiniones divergentes sobre el templo en el que se debía adorar, Jesucristo mismo le aclaró que con su llegada, los creyentes de la nueva época podrían adorar directamente a Dios sin tener que acudir a determinados templos. Además, le adorarían conforme al Espíritu de Dios y a la verdad. Porque a partir de entonces, los que creyeran en Jesucristo como su Salvador, recibirían el Espíritu Santo. Además, al quedar históricamente atrás aquellos antiguos templos, y según la enseñanza del apóstol Pablo, los creyentes mismos son reconocidos como templo de Dios. Cada creyente es un templo del Espíritu Santo, que mora en él de manera permanente. Por ello el apóstol Pablo pude decirles a los Efesios en 1:13, "habiendo creído en Él, fuisteis sellados como propiedad de Dios por medio del Espíritu Santo que Él había prometido". Y, por si quedara alguna duda, dijo también el apóstol en Gálatas 4:6, "Y para mostrar que ya somos sus hijos, Dios envió el Espíritu de su Hijo a nuestro corazón". Estimado oyente, le invitamos a creer en el Señor Jesucristo, le invitamos a convertirse en un hijo de Dios, y en un templo, en una morada del Espíritu Santo que, de ahora en adelante le irá transformando, dando fuerzas y consolando, para que cada día que pasa, se parezca usted más a Jesucristo.
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