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Estudio bíblico de 1 Corintios 3:1-23

1 Corintios 3:1-23

En el día de hoy, estimado oyente, nuestro estudio nos lleva, como ya dijimos, al tercer capítulo de la Primera Epístola a los Corintios. Bien, usted recordará que en nuestro programa anterior, estuvimos hablando sobre la claridad del Espíritu Santo; vimos que el Espíritu Santo corrige la sabiduría humana. Y resumiendo, diremos que Pablo ha presentado dos clases de seres humanos: el ser natural y el espiritual. El hombre natural es el descendiente de Adán, nacido en este mundo con una naturaleza pecaminosa, con una propensión, una inclinación natural a hacer el mal, Y eso es lo que puede lograr, incluso cuando creemos que hacemos el bien, suelen aparecer motivaciones mixtas o dudosas. No podemos esperar mucho de ese hombre natural, quien probablemente nos diría: "yo vivo y actúo lo mejor que puedo ". Y probablemente nos estaría diciendo la verdad.

Luego está el otro tipo de persona, llamado "el hombre espiritual", o sea, el que tiene el Espíritu de Dios, al ser un hijo suyo. Él comprende todas las cosas, tiene un discernimiento, una percepción espiritual. Ese criterio espiritual hace que resulte incomprendido por los que están dominados por la forma de pensar del sistema del mundo. Porque el hombre normal y natural sencillamente no puede entender ni sus creencias ni sus actitudes. Ésa es, pues, la diferencia entre el hombre que tiene el Espíritu de Dios, por ser un hijo Suyo, y el que no lo tiene, por no tener una relación con Dios.

En este tercer capítulo de la Primera Epístola a los Corintios, encontramos una concepción de Dios, que es lo que clarifica el servicio cristiano. Y se nos va a presentar otra clasificación de personas, esta vez entre los creyentes. Los creyentes llamados "carnales", o sea aquellos que actúan dominados por su propia naturaleza, con criterios puramente humanos, y los llamados "espirituales", o sea, los que son guiados por el Espíritu. Son dos estados o condiciones que se manifestarán en sus vidas y en su servicio cristiano. El apóstol Pablo nos dijo en el primer versículo de este capítulo 3:

"De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo".

Y aquí tenemos la tercera clasificación y se trata de ser un cristiano desnaturalizado, o un hombre carnal. Ya hemos hablado del hombre natural y del hombre espiritual, al que podríamos llamar también sobrenatural. Y aquí tenemos al desnaturalizado, o no natural, porque aunque es un creyente, es aún carnal, inmaduro o en un estado de infancia espiritual, en cuya vida y acciones predomina su naturaleza humana.

En toda la primera parte de esta epístola, como dijimos al principio, Pablo hablará sobre el tema de la llamada carnalidad y en la última parte, él hablará sobre cosas espirituales. Y creemos que el apóstol Pablo se cansó de hablar tanto sobre la carnalidad, porque cuando uno llega al capítulo 12, pareció expresar un suspiro, cuando comenzó a tratar un nuevo tema y dijo: "No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales".

Ahora, el creyente carnal es el que no ha crecido espiritualmente; y creemos que eso es evidente ya que es aquel al cual le falta discernimiento o percepción espiritual. No porque no tenga al Espíritu Santo habitando en él, sino porque él no está creciendo en el conocimiento de Cristo. Indudablemente ese estado es una indicación de su relación con la Palabra de Dios, lo cual tiene mucha importancia. Este creyente no natural, carnal, es como un niño aunque esté unido a Cristo. Tiene la capacidad para hacer las cosas, pero no tiene ningún deseo de hacerlo. Una criatura tiene en sí misma la posibilidad de llegar a ser una persona bien educada, pero para hacerlo, tiene que comenzar por alimentarse con un alimento básico como, por ejemplo, la leche. Así que vemos que Pablo trasladó esa situación de la edad y condición humana al ámbito espiritual. Y Pablo dijo aquí en el versículo 2, de este capítulo 3 de su Primera Epístola a los Corintios:

"Os di a beber leche, no alimento sólido, porque aún no erais capaces; ni sois capaces todavía"

Por tanto, Pablo no les siguió hablando de asuntos espirituales, porque no estaban preparados para ello. Primero les tenía que hablar sobre los problemas de carnalidad o inmadurez que ellos tenían. Desgraciadamente, éste es el nivel en el que se encuentran hoy la mayoría de los miembros de las iglesias.

¿Cómo puede uno identificar un creyente carnal? Bueno, es el creyente que está usando el débil brazo de su naturaleza humana. Los métodos que usa son carnales, meramente humanos, y por medio de ellos quiere llegar a obtener resultados espirituales. Se limita a trasladar al ámbito cristiano, actitudes, costumbres, actividades de entretenimiento y de convivencia social que constituyen la forma de vivir y de convivir en sociedad, propias de los no creyentes.

La palabra carnal viene de "sarquikós". La palabra "carnal" viene del francés y del latín "carna" que significa sensual. Es aquello que es atractivo a los sentidos, no al espíritu. La palabra "carnaval" proviene de esta palabra "carna" o sea, carne y "val" o "vala" que quiere decir despedida o adiós a la carne. Ahora, el carnaval es algo que tiene lugar antes de cuaresma. Y se le llama carnaval porque durante la cuaresma se le dice adiós a las cosas de la carne, y la gente se priva de ciertos placeres. Es por eso que en algunos países, la gente come y bebe exageradamente, para luego quedar saciados y poder aguantar la sobriedad y moderación que exige la cuaresma.

El apóstol Pablo habló de esta gente diciendo: "Cuyo dios son sus propios apetitos", en su carta a los Filipenses, capítulo 3, versículo 19. Ésa quizá sea una manera cruda de hablar, pero habla de cosas que son mucho más crudas y muy reales, por cierto. Hay muchas personas para las cuales esta descripción es muy apta. En otras palabras, dejan que su naturaleza física actúe con entera libertad, de acuerdo con sus propias inclinaciones. Otros creyentes, al oír esta descripción dirán que no se consideran carnales, porque huyen de todo tipo de excesos, de conductas dudosas y se consideran fieles seguidores de Cristo. Entonces, ¿cuál es la señal de la carnalidad? Bueno, veamos lo que dijo el apóstol aquí el versículo 3:

"Porque aún sois carnales. En efecto, habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales y andáis como hombres?"

¿Qué es entonces un creyente carnal? No es únicamente el que sucumbe fácilmente a las tentaciones de una vida permisiva. En cualquier comunidad de creyentes donde haya luchas y divisiones, y donde las personas no puedan controlar su temperamento, es donde se encuentran los comportamientos carnales. Leamos los versículos 4 hasta el 6 de este capítulo 3 de la Primera Epístola a los Corintios, donde Pablo continuó diciendo:

"Pues cuando uno dice: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios".

Ambos eran servidores de Dios. Pablo había sido el misionero, el que había comenzado la obra cristiana en un nuevo territorio. Luego llegó Apolos y por medio de reuniones predicó e instruyó a los creyentes, pero los dos servían a Dios y se complementaban el uno al otro. Ahora, el versículo 7, dice:

"Así que ni el que planta es algo ni el que riega, sino Dios que da el crecimiento".

Usted puede ver que lo importante no era quien era el predicador o el maestro. La cuestión era si Dios lo estaba usando y, entonces, Dios recibiría el mérito por los resultados. Así que a quien tenían que dar la honra y la gloria era a Dios. Notemos ahora lo que dice el versículo 8 de este capítulo 3 de la Primera Epístola a los Corintios:

"Y el que planta y el que riega son una misma cosa, aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor"

Necesitamos reconocer hoy que hay muchas personas a los cuales Dios está usando y que ellos pueden estar haciendo las cosas un poco diferentes, de acuerdo con la personalidad de cada una. Y ésa no es razón suficiente para que yo pueda pensar que ellos están haciendo algo negativo. Porque yo reconozco que muchas personas, aunque no están haciendo las cosas como a mí me agrada o de la manera en que yo las haría, sí están haciendo las cosas que Dios quiere que ellos hagan. Otros utilizan diferentes métodos, y el caso es que Dios los está usando. En realidad, todos somos trabajadores en la misma obra, enviados por Dios y utilizados por Él. Ahora, los versículos 9 y 10, dicen:

"Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois el campo que Dios trabaja, el edificio que Dios construye. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo, como perito arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica sobre él; pero cada uno debe tener cuidado de cómo sobreedifica".

Estamos trabajando todos juntos en esta tremenda empresa. El fundamento fue colocado hace más de dos mil años. Ni usted ni yo podemos dejar nuestra labor. Todo lo que podemos hacer es continuarla y señalar al fundamento que es Jesucristo. Podemos construir sobre ese fundamento. Y luego, otros hombres pueden sobreedificar en ese fundamento. Lo importante en el día de hoy es que divulguemos la Palabra de Dios y el evangelio que puede salvar a los seres humanos. En el versículo 11, continuó diciendo el apóstol Pablo:

"Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo".

¿Está usted edificando sobre Él, o no? Ésta es para el creyente una cuestión importante. Cuando usted vino a Cristo, no lo hizo por medio de obras. Vino con las manos vacías, sin traer nada, pare recibirlo todo. Y usted fue colocado en la Roca que es Cristo. Sobre ese fundamento usted puede edificar. Ahí es precisamente donde deben estar presentes esas buenas obras. Escuche lo que dijo Pablo, aquí en los versículos 12 y 13:

"Si alguien edifica sobre este fundamento con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y paja, la obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la pondrá al descubierto, pues por el fuego será revelada. El fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno".

Ahora, Pablo estaba diciendo que uno puede edificar sobre ese fundamento que ya ha sido colocado, con seis clases diferentes de material. Lo puede hacer con oro o con plata, con piedras preciosas, con madera, con heno, o con paja. A los primeros tres de ellos, el fuego no les causará ningún daño; en realidad el fuego purifica al oro, la plata y las piedras preciosas. Pero el fuego consumirá o quemará rápidamente la madera, el heno y la paja, que desaparecerán en una nube de humo. O sea que el creyente tiene libertad para construir sobre el fundamento, con cualquiera de estos materiales: oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, y paja. Y el versículo 14 dice:

"Si permanece la obra de alguno que sobreedificó, él recibirá recompensa".

Aquí se nos enseña que el creyente puede trabajar para recibir una recompensa. Es decir, si él edificó con oro, plata, o piedras preciosas. Opinamos que alrededor nuestro hay muchos creyentes que reflejan la santidad de Dios en sus vidas. Es emocionante ver que este programa radial llega a gente de toda clase y de toda condición. Y hemos podido conocer a algunos personalmente y a otros por medio de cartas, que Dios está usando de una manera extraordinaria, y que están edificando con oro, es decir, con material de la mejor calidad.

Usted sabe que una pequeña partícula de oro no se destaca mucho, y no es tan visible como un montón de heno. No todos lo pueden ver, y quizás solamente Dios sabe que esa partícula es de oro. Pero si uno viaja por ciertos campos, puede ver una pila de heno a muchos kilómetros de distancia. Y hay mucha gente que está edificando con heno, ese material de baja calidad, y todo el mundo se entera de lo que están haciendo; pero esas obras equivalentes a la calidad del heno, algún día serán probadas, y entonces no quedará ningún montón de heno a la vista, porque el fuego lo consumirá todo. Y lo mismo ocurre con la madera y la paja. Ahora, el versículo 15, dice:

"Si la obra de alguno es consumida por el fuego, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego".

Aquí podemos ver el contraste. Otra versión lo traduce así: "Si alguien construyó un edificio resistente al fuego, recibirá su pago; pero si lo que construyó llega a arder, lo perderá todo, aunque él mismo logre salvarse, como quien escapa del fuego". Ahora, si él está sobre el fundamento, es decir que ha confiado en Cristo, no perderá su salvación, aunque no recibirá ninguna recompensa.

Ahora, estimado oyente, ¿qué está usted edificando? ¿Con qué materiales está usted construyendo? Si usted está edificando con oro, quizás la obra no se destaque ante la vista como muy impresionante. Pero, si ha edificado algo así como una pila de heno o de paja que se destaca mucho en el horizonte, desaparecerá con el fuego convirtiéndose en una nube de humo que pronto se desvanecerá. Y para expresarlo sencilla pero gráficamente, quisiéramos decir que en el cielo habrá algunas personas que habrán llegado allí porque su fundamento era Cristo, pero que estarán oliendo a fuego y humo, como si hubieran salido de un incendio, porque todo lo que han hecho fue consumido por las llamas. Ellos no recibirán una recompensa. Este pasaje trata, pues, sobre la recompensa en el servicio de Dios.

Si usted es un creyente carnal, fácilmente identificable o no, según sus reacciones de la falta de madurez resulten más, o menos visibles, creemos que el apóstol Pablo estaba diciendo que usted no puede esperar una recompensa porque no ha estado relacionado propiamente con Dios a través de Su Palabra, ni sometido al control del Espíritu Santo. Usted puede notar que el creyente carnal es aquel que no conoce bien la Palabra de Dios y si la conoce, se trata de un conocimiento que no afecta a ciertas áreas de su vida. Es que uno puede identificar las tres categorías mencionadas por el apóstol Pablo, de acuerdo con la relación de esas personas con la Palabra de Dios. El hombre llamado "natural" opina que esa Palabra y su mensaje son una insensatez, algo que no tiene sentido para él. El creyente llamado "espiritual" discierne, percibe la Palabra de Dios, y ésta le proporciona una percepción espiritual. Y el creyente llamado "carnal" preferirá cualquier actividad social o de esparcimiento, a recibir la enseñanza de la Palabra de Dios. Así es que la actitud frente a la Palabra de Dios nos ayuda a identificar a un creyente carnal o en estado de inmadurez, que no se desarrolla en su crecimiento espiritual. Luego, dicen aquí los versículos 16 y 17 de este capítulo 3 de la Primera carta a los Corintios:

"¿Acaso no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios está en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es".

El Hijo de Dios es el templo del Espíritu Santo. Y sobre eso vamos a hablar más adelante, porque el apóstol Pablo volverá a presentar este tema. Leamos ahora el versículo 18, que encabeza un párrafo que podríamos titular

El creyente posee, en Cristo, todas las cosas

"Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros cree ser sabio según este mundo, hágase ignorante y así llegará a ser verdaderamente sabio".

Nos gustaría ver a aquellos que están estudiando en el día de hoy en un Seminario o en instituciones en las que se entrena a futuros teólogos y profesores de diversas áreas de la enseñanza Bíblica, que fueran conscientes de la importancia que tiene, en la hora actual, la divulgación de la Palabra de Dios. Luego, leemos en los versículos 19 al 23 de este capítulo 3:

"La sabiduría de este mundo es insensatez ante Dios, como está escrito: Él prende a los sabios en su propia astucia. Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos o razonamientos de los sabios, y sabe que son vanos, inútiles. Así que, ninguno se jacte en los hombres, porque todo es vuestro: sea Pablo, Apolos o Cefas, sea el mundo, la vida o la muerte, sea lo presente o lo por venir. Todo es vuestro, y vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios".

Resulta maravilloso poder apreciar el alcance de estas afirmaciones, y no tener que estar limitado a un grupo determinado, o a una denominación cristiana en particular. Y en vez de sentir que pertenecemos exclusivamente al área de influencia de algún maestro o enseñanza de alguien en especial, como les sucedía a los Corintios, que se agrupaban únicamente alrededor de ciertos maestros o predicadores, podemos disfrutar de la realidad de que todos los siervos y mensajeros de Dios nos pertenecen y forman parte de nuestro patrimonio espiritual. Realmente, cuando uno observa la diversidad de grupos cristianos que se fundamenta en la Palabra de Dios, que se enriquecen con sus enseñanzas, y que intentan, con la ayuda y el poder del Espíritu Santo crecer espiritualmente a partir de la niñez, desarrollándose para alcanzar la madurez cristiana para controlar su naturaleza humana que tiende al mal por medio de la Palabra y el Espíritu, disfrutamos verdaderamente de la unidad del cuerpo de Cristo, que es la iglesia. Por todo ello, podemos llevarnos bien, tener relaciones fraternales con todos aquellos que se reúnen en el nombre de Cristo, alrededor de la persona de Cristo porque están unidos a Él, y disfrutar de la compañía de esos creyentes que, habiendo creído en el Señor Jesucristo como su Salvador, han depositado su confianza en Él, que es el único fundamento. Esas personas, indiferentemente de su origen o procedencia, condición social o profesional, fueron llamadas por el apóstol Pablo, y por inspiración divina, "templo de Dios" porque el Espíritu de Dios vive en ellos.

Estimado oyente, vemos por todas partes vidas vacías, sin mayor significado, sin objetivos de calidad, que tratan de satisfacer esa carencia con todo tipo de recursos humanos. ¿No querrá usted permitir que esa morada vacía se convierta en una morada de Dios, en una habitación de Su Espíritu?

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