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Estudio bíblico de Salmos 29-30

Salmos 29 y 30

Continuamos hoy recorriendo el libro de los Salmos y al llegar al Salmo 29, llegamos a un Salmo de la naturaleza. No es el primero que hemos tenido. En el Salmo 8 habíamos leído: Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste. Ahora, este era un Salmo nocturno, un Salmo que puede ser leído en una noche clara. Luego el Salmo 19 también es un Salmo de la naturaleza. Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Entonces el salmista comparó el sol con el novio que sale de su cámara nupcial. Es para leerse al pleno medio día. Es un Salmo diurno. Pero este Salmo 29, es un Salmo que describe una tormenta. Aquí uno tiene la oscuridad de la tormenta, el sonido de los truenos, el destello de los rayos, y el temor que este panorama suele inspirar. Esta es una tormenta similar a aquellas que han causado grandes daños materiales en los pueblos y ciudades. Así que la lectura de este salmo es muy apropiada para el momento de la tempestad.

Este es un Salmo para las tormentas. Bien, si usted está verdaderamente atemorizado por una tormenta, esta es una razón pragmática para que usted lea este Salmo. Muchos de nuestros oyentes se encuentran en zonas donde aún en el día de hoy, están sujetos a tempestades como éstas.

La estructura del Salmo es interesante. Luego hay que considerar el ambiente y por último, el tema de este Salmo. Este Salmo es parte de la poesía hebrea del nivel más alto. Ewald dijo de este Salmo: "Este Salmo está elaborado con tal simetría, que no se encuentra un ejemplar más perfecto en hebreo". Y Delitzsch lo llamó "El Salmo de los siete truenos", El Dr. Perowne por su parte, dijo que este Salmo era "una descripción magnífica de una tormenta; su poderosa marcha del norte hacia el sur, la desolación y el terror que causa, el retumbar de los truenos, el relampagueo de los rayos, la furia y los momentos de calma de los elementos se describen vivamente.

Así es que este Salmo que es un cántico de la poesía hebrea, describe una fuerte tormenta. La poesía hebrea no se logra por medio de rimas; así es como nosotros concebimos la poesía en la actualidad; nos agrada que las oraciones terminen en palabras que tengan un sonido similar. La poesía hebrea se logra por lo que se conoce como paralelismo, que consiste en repetir la misma idea de una manera diferente, y por lo general ampliándola y entrando en detalles sobre la misma.

Este Salmo se desplaza con un paso majestuoso y con la misma libertad de una tormenta. Existe en él una cierta cadencia de triunfo, un abandono glorioso, un júbilo valeroso.

Ahora, hemos dividido este Salmo en tres partes: el prólogo, el tema, y el epílogo. Los primeros dos versículos forman el prólogo, que dice Tributad al Señor, hijos de los poderosos, dad al Señor la gloria y el poder, dad al Señor la gloria debida a su nombre; adorad al Señor en la hermosura de la santidad. David elevó aquí nuestros pensamientos a alturas indecibles.

El epílogo está formado por los dos últimos versículos: EL Señor preside en el diluvio, y se sienta el Señor como rey para siempre. Y el Señor dará poder a su pueblo; el Señor bendecirá a su pueblo con paz. Aquí podemos apreciar la tormenta con toda su furia abatiéndose sobre la tierra, pero el Señor aun está en control. Y, estimado oyente, en las tormentas de la vida el está aún en control de la situación.

Antes de entrar a considerar este salmo en detalle, diremos algo sobre el tema, que está desarrollado en los versículos 3 al 10. La voz del Señor se menciona siete veces: la voz del Señor sobre las aguas. . . la voz del Señor con potencia. . . la voz del Señor con gloria. . ., la voz del Señor que desgaja las encinas. . . etc.

Observemos el ambiente, el escenario de este salmo. Fue escrito por David. El fue un hombre criado al aire libre. No estuvo encerrado en una oficina, ni retenido por el trono. Sin embargo, cuando llegó la tormenta, él no se encontraba fuera; estaba en Jerusalén, una ciudad maravillosamente situada. David se encontraba en el palacio de cedro edificado en el Monte de Sión, el punto más alto de la ciudad. Desde allí podía contemplar toda la tierra. Podía mirar hacia al noreste y ver las nubes comenzando a reunirse, y la tormenta disponiéndose a estallar.

Cuando usted mire en un mapa, verá que el Mar Mediterráneo se encuentra a su izquierda en el oeste; hacia el norte usted puede ver dos cadenas de montañas del Líbano. Luego se puede observar el monte Carmelo; también puede apreciar en su mapa a Haifa, el Monte Hermón, el Mar de Galilea al este, el valle de Esdraelon, el río Jordán y el Mar Muerto. Otros puntos que puede observar en su mapa son el monte Ebal y el Monte Gerizim en Samaria, y el escabroso terreno que se encuentra inmediatamente al norte. Puede apreciar Bet-el, Hai, y Anatot al norte de Jerusalén. Ahora usted está en Jerusalén y hacia el oeste puede ver a Jope; hacia el este puede ver a Jericó; y al sur se encuentra el desierto de Judea, que es un lugar siniestro y nefasto. David y Amós supieron cómo sobrevivir en ese desierto. Desde el palacio de David en el Monte de Sión, él podía contemplar este paisaje.

Y entramos ahora al tema del Salmo. Leamos los dos primeros versículos, donde tenemos el

Prólogo

"Tributad Al Señor, hijos de los poderosos, dad al Señor la gloria y el poder. Dad al Señor la gloria debida a su nombre; adorad al Señor en la hermosura de la santidad".

Observemos que el salmo está dirigido a los hijos de los poderosos. El obispo Horne dijo que el escritor se estaba dirigiendo a los poderosos de la tierra, exhortándoles a dar la gloria a Dios y a someterse al reino del Mesías. Ahora vamos a considerar

El tema

Aquí llegamos a la sustancia del salmo. Lo tormenta azotaba toda la tierra. Tenemos aquí 3 estrofas. Leamos los versículos 3 y 4:

"Voz del Señor sobre las aguas. ¡Truena el Dios de gloria: El Señor sobre las muchas aguas! Voz del Señor con potencia; voz del Señor con gloria".

Este fue el comienzo de la tormenta. Allí lejos en el noroeste se oyó un trueno distante y relámpagos. La tormenta se estaba preparando y empezaba a moverse en dirección a Jerusalén, y la voz del Señor era el trueno. Desde el palacio David contemplaba el cielo. Oyó como el viento comenzaba a soplar. Las nubes se oscurecieron amenazadoras. Ocultaron el sol y pareció anochecer al mediodía. Se oyó un suave rumor de truenos y los rayos centelleantes parecieron bifurcarse. Aquello no era una lluvia de verano. No era una simple tormenta. Parecía un huracán. La tormenta estalló en la costa Mediterránea. Las olas embravecidas aumentaron de tamaño, rompieron y se estrellaron contra la playa con gran estruendo cuando la tormenta llegó a tierra firme. Uno podía ver a los elementos convulsionados marchando con fuerza desde el norte hacia el sur. La ciudad de Jerusalén no escaparía pues la tormenta se acercaba cada vez más. Realmente se podía oír la voz del Señor con potencia, siguiendo las palabras del salmo. En ese momento se podía escuchar el trueno con claridad, sacudiendo conmocionando todo. Realmente, bien habló el poeta al decir Truena el Dios de gloria. Este espectáculo producía un temor reverencial. Continuemos leyendo el versículo 5:

"Voz del Señor que quiebra los cedros; ¡quiebra el Señor los cedros del Líbano!"

Mientras el estruendo y los ecos del trueno se prolongaban, el Líbano pareció temblar. Los árboles fueron golpeados por los rayos, y el imponente Monte Hermón se sacudió como cuando un perro sacude furiosamente a un conejo. Al acercarse la tormenta a Jerusalén, su llegada era majestuosa e inspiraba admiración y temor. Se desplazaba sobre las colinas con el ruido del trueno y los relámpagos. El texto aquí parece describir la llegada y como comenzaban a sentirse sus efectos. Leamos ahora los versículos 6 y 7:

"Los hace saltar como becerros; al Líbano y al Sirión como hijos de toros salvajes. Voz del Señor que derrama llamas de fuego"

Los relámpagos estaban entonces cerca de Jerusalén. Crepitaban como los cañones en una batalla. La tormenta estalló en toda su furia. En la ciudad las calles estaban desiertas. Las contraventanas se cerraban estrepitosamente. Se hizo silencio en toda la ciudad. Era como el silencio que precede al golpe de un mazo de hierro. Solo podía escucharse el ladrido de un perro en el valle del Cedrón. Y repentinamente, llegó. La lluvia descendió torrencialmente. Vientos impetuosos se abalanzaron contra las murallas de Jerusalén. Una contraventana se desprendió y fue arrastrada ruidosamente. David había presenciado ese espectáculo antes. Así que esperó pacientemente y escuchó la voz del Señor. Continuemos leyendo el versículo 8:

"Voz del Señor que hace temblar el desierto; ¡hace temblar el Señor el desierto de Cades!"

Entonces David vio pasar sobre él la tormenta. La lluvia amainó y los vientos se calmaron. La tormenta se alejaba y la gente comenzó a abrir sus ventanas. Al alejarse de Jerusalén la tormenta avanzaba hacia el desierto de Judea, en dirección al sur y al este. Allí se encontraba Cades. Pronto la tormenta se desvanecía en el desierto del Sinaí. El aire era fresco y David podía escuchar el rumor el agua en el valle del Cedrón. Y dice el versículos 9 de este Salmo 29:

"Voz del Señor que desgaja las encinas y desnuda los bosques. En su Templo todo proclama su gloria".

La tormenta había logrado algo bueno. Los animales estaban atemorizados, causando a algunas hembras el parto prematuro de sus crías, evitándoles un dolor prolongado. También hizo que algunas personas fueran al templo, personas que no habían acudido a aquel lugar por mucho tiempo. Fueron al templo para pedir ayuda a Dios. La tormenta se había alejado, desapareciendo por el sur. Leamos ahora el versículo 10, que comienza el

Epílogo

"El Señor preside en el diluvio y se sienta el Señor como rey para siempre".

Dios controló a la tormenta todo el tiempo, así como tuvo el diluvio bajo su control. Y dice el versículo 11 de este Salmo 29:

"El Señor dará poder a su pueblo; el Señor bendecirá a su pueblo con paz".

¡Ah, cuán grande es el poder de Dios en una tormenta! Y ese mismo Dios es el que da fuerza durante una tormenta. Dios puede fortalecer y permitirnos soportar las tormentas de la vida, sabiendo que después vendrá la calma y la paz. La tormenta en toda su furia puede azotar toda la tierra, pero el Señor está aún en el control. En cada tormenta de la vida el mantiene el control y bendecirá a Su pueblo con paz.

Al recorrer los Salmos hemos destacado el hecho de que Israel tendrá que pasar por una Gran Tribulación, pero Dios cuidará a Su Pueblo durante esa experiencia. Armagedón es aun un acontecimiento futuro para ese pueblo. El enemigo vendrá del norte e invadirá esa tierra, pero Dios estará presente en esa tormenta, controlando la situación. Este Salmo contiene un mensaje para ese pueblo.

Y el Salmo tiene un mensaje para nosotros. Nosotros pertenecemos a la nueva creación. No pertenecemos a la vieja creación. El apóstol Pablo en su Segunda epístola a los Corintios, capítulo 5, versículo 17, dijo: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas. Esa es la razón por la cual yo no guardo el día del sábado; pertenece a la vieja creación. Y alguien quizá diga: Bueno, ¿Y cuándo fue cambiado el día del sábado? Nunca fue cambiado, estimado oyente. Somos nosotros los que hemos sido cambiados, y ahora estamos unidos al Cristo viviente. Nuestro día nuevo de adoración es el primer día de la semana, el día de la resurrección. Adán había recibido el dominio sobre la creación, y lo perdió. Cristo lo recuperó, y la antigua creación nos proporcionó una norma, una ilustración para nosotros y el mensaje se encuentra aquí hoy ante nosotros,

Ahora, hay tormentas en la nueva creación; tormentas espirituales, tormentas que amenazan con destruirnos. Si usted es un hijo de Dios, usted ha pasado por tormentas, y sin duda hay algunos que se encuentran en una tormenta en este mismo momento. Y el último Adán, Jesucristo, Él es Amo y Señor de las tormentas. Él pasó por tormentas con los Suyos. Él mismo. En una ocasión, cuando El y Sus discípulos se encontraban en un bote, vino una tempestad sobre el Mar de Galilea. Dice el relato Bíblico en Marcos 4:37-40: 37Pero se levantó una gran tempestad de viento que echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. 38Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal. Lo despertaron y le dijeron: ? ¡Maestro!, ¿no tienes cuidado que perecemos? 39Él, levantándose, reprendió al viento y dijo al mar: ? ¡Calla, enmudece! Entonces cesó el viento y sobrevino una gran calma. 40Y les dijo: ? ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Ese día, el Señor calmó la tempestad, pero no siempre lo hace. A veces nos habla en un susurro y nos dice: "Tú vas a llegar a buen puerto". Y eso es lo importante, estimado oyente.

Muchas personas nos han escrito contándonos las tormentas de la vida por las que han pasado. Y nos dicho que el estudio de la Biblia y la consolación del Espíritu Santo les han dado fuerzas para soportar esas experiencias que parecen llevar la capacidad de soportar el dolor, el sufrimiento, la adversidad más allá del límite que se puede soportar. Todos ellos nos han manifestado que si el Señor no hubiera estado a su lado, se hubieran hundido en la desesperación o en la depresión.

(El autor de estos estudios bíblicos el Dr. Vernon McGee contaba lo siguiente: "Me encontraba en una ciudad hace algún tiempo, y mientras estaba predicando en ese lugar se desató una tormenta tremenda, y para la hora en que tenía que partir, cuando fui llevado a la estación del ferrocarril, yo le agradecía al Señor de que no tuviera que salir de allí en un avión. A la hora de salir el tren, podía escuchar los grandes truenos, observar los relámpagos y la lluvia que caía con toda su fuerza. Pero antes de finalizar su viaje, la tormenta pasó y pudo contemplar la luna en un cielo despejado. Y de pronto, antes de partir el tren, salió la luna y todo eso se transformó en algo tan hermoso, tan maravilloso". ) Estimado oyente, ¿está usted pasando por una tormenta? Permítanos decirle dos cosas: la tormenta llegará a su fin, y el Señor Jesús cuidará de usted mientras pasa por esa tormenta,

Y con esto llegamos al

Salmo 30

Este Salmo es una canción de dedicación de la casa de David. Es un canto de alabanza y adoración. Después de haberse acabado una tormenta de la vida, llega una canción, Algunos estudiosos de la Biblia opinan que David escribió esta obra cuando llevó el arca del pacto a Jerusalén y lo instaló en la tienda o tabernáculo que había instalado para ella. Otros creen que lo escribió para la dedicación de la era de Ornán, donde el futuro templo sería edificado. Y por otra parte otros creen que el salmo tiene un aspecto profético y que fue la expresión de alabanza y gratitud de David cuando Dios le prometió edificarle una casa (2 Samuel 7:11). Es interesante que en el moderno ritual judío este salmo es usado en la fiesta de Hannukah o fiesta de la dedicación, que se remonta a la época de los Macabeos. Escuchemos lo que dicen los primeros dos versículos, de este Salmo 30:

"Te glorificaré, Señor, porque me has exaltado y no has permitido que mis enemigos se alegren de mí. Señor, Dios mío, a ti clamé y me sanaste".

Es nuestra opinión y la de muchos otros, que David estuvo en una ocasión enfermo como el rey Ezequías, y que Dios lo sanó. No tenemos ninguna constancia de cuál habrá sido su enfermedad. Pero en estos versículos se nos dijo que Dios lo había sanado. Al profesor McGee, autor de estos estudios le agrada tanto este salmo que lo considera "su salmo", porque después de sufrir de cáncer, el Señor le permitió vivir. Ahora, el versículo 3, dice:

"El Señor, hiciste subir mi alma del sepulcro. Me diste vida, para que no descendiera a la sepultura".

Yo no sé lo que usted opina, estimado oyente, pero yo podría cantar este Salmo. Tiene mucho significado para mí. Ahora, los versículos 4 y 5 dicen:

"¡Cantad al Señor, vosotros sus santos, y celebrad la memoria de su santidad!, porque por un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría".

La tormenta llegará a su fin. Incluso si El me juzgara, su enojo solo durará un instante. El Señor castiga a los Suyos cuando lo considera necesario y realmente no es agradable ser castigado, pero su enojo no durará para siempre. Como dice el salmo, solo durará un instante. Leamos ahora los versículos 8 y 9:

"A ti, Señor, clamaré; al Señor suplicaré. ¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad?"

¿Sabe usted que el autor de estos estudios bíblicos el Dr. J. Vernon McGee, le dijo lo mismo al Señor? Le dijo: "Señor, me gustaría quedarme en esta vida y enseñar tu Palabra. Voy a estar contigo mucho tiempo cuando vaya al cielo, así que me encantaría quedarme en la tierra un poco más". David le habló a Dios de la misma forma y por ello McGee se sentía unido a él. Estimado oyente, usted encontrará un salmo que se adapte a su propia vida. Creo que cada persona puede encontrar un salmo que esté a la medida de su experiencia personal. En cuando a mí, éste mismo me queda como un traje hecho a medida. Y finalmente, dice el versículo 12 de este Salmo 30:

"Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Señor Dios mío, ¡te alabaré para siempre!"

No hay nada que pueda decir para mejorar este versículo final. Lo que dijo David, quiero expresarlo yo y espero, estimado oyente, que esto sea también lo que usted quiere expresarle a Dios. En este salmo vimos que la vida de David había cambiado. El pasó de la enfermedad a la salud, del lamento a la alegría, y del silencio a la alabanza. Espero que ésta sea su experiencia frente a Dios.

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