Estudio bíblico de Mateo 5-7 Resumen
Mateo 5 al 7 - Resumen
El Sermón del Monte en perspectiva
Habiendo concluido el estudio del Sermón del Monte, creo necesario volver a examinarlo de forma global para tener una visión clara del mismo, ya que se han mencionado conceptos y comentarios que pueden haber resultado nuevos para algunos oyentes. Muchos piensan que este discurso de Jesús ha sido dirigido a la iglesia y expone un estilo de vida para los cristianos de nuestra sociedad contemporánea.
Sin embargo, si retrocedemos y examinamos la Palabra de Dios en su totalidad, veremos que Dios ha presentado tres grandes sisTemas por medio de los cuales El había de gobernar y regir a la humanidad.
El primero fue el sisTema Mosaico, es decir, la Ley. Como es sabido, al principio del libro del Génesis --en el capítulo 7-- se relataba que Dios tuvo que destruir a toda la raza humana (con la excepción de un hombre y su familia) a causa de su violencia y porque, citando literalmente el texto, "toda intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer siempre el mal". La familia humana se había alejado de Dios y tuvo que ser juzgada. De aquella tierra, El pudo salvar solamente a un hombre y a su familia. A partir de ellos, Dios se puso en acción para escoger a un hombre que se convertiría en el padre de un pueblo que daría testimonio de su Persona, como el único Dios verdadero. De hecho, a este pueblo le iba a dar una tierra, convirtiéndolo en una gran nación que fuese de bendición para el mundo. Por medio de ese pueblo, Dios iba a alcanzar al mundo con su revelación. Más tarde, a través de Moisés, Dios les dio el sisTema Mosaico, que fue un sisTema basado en sacrificios. El libro del Éxodo nos explica los detalles de cómo surgió aquella organización y nos revela que la parte esencial del sisTema era el altar del holocausto, donde se ofrecían los sacrificios. Aquel altar nos habla de la cruz del Señor Jesucristo, y Dios nunca perdonó un pecado aparte de un sacrificio ofrecido, porque la Ley no salvaba al ser humano. Solamente le revelaba que era un pecador. Por ello, se convirtió en un sisTema de condenación, no de salvación. En consecuencia y a través de todo el Antiguo Testamento las llamadas ofrendas encendidas sobre el altar señalaban hacia la venida de un Salvador, el Señor Jesucristo.
Jesús vino y se ofreció como Rey, para cumplir las profecías del Antiguo Testamento. Pero Su nación le rechazó.
El Evangelio según Mateo le presenta como Rey. Mi convicción personal es que todo el contenido de este Evangelio debe ser entendido a la luz del hecho de que El es el Rey. Como ya hemos señalado, nació Rey, vivió como un Rey y murió como un Rey. Resucitó de los muertos como un Rey y volverá otra vez como un Rey.
Una de las cosas que El hizo cuando estaba en la tierra fue formular una ley que era diferente a la ley Mosaica. Fue el llamado y ya mencionado Sermón del Monte, registrado en el libro de Mateo, capítulos 5, 6 y 7. Fragmentos del mismo pueden encontrarse en los otros Evangelios, aunque en Mateo se encuentra en su extensión completa. Estoy seguro de que se trata de una edición abreviada; y la evidencia para adoptar esta conclusión es que el tomó 2 de los mandamientos de la Ley de Moisés y los elevó a un nivel más alto, como jamás habían sido interpretados en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, dijo que cualquiera que se enfureciese contra su hermano quedaría expuesto al juicio y condenado. Esta interpretación no se encuentra en el Antiguo Testamento. También dijo que cualquiera que mirase a una mujer para codiciarla, ya era culpable de haber cometido adulterio. De esta manera, el violar estos principios afectaría a una gran parte de la raza humana.
Por consiguiente, afirmamos que el Sermón del Monte eleva la ley hasta un grado sumo. Cuando Cristo reine, probablemente tendremos una edición completa de este Sermón, como ley del reino. En él hay grandes principios para nosotros, que tenemos un sisTema diferente para vivir la vida cristiana en lo que se llama la época de la gracia o la época del Espíritu Santo. Es un período en el cual Dios salva por Su gracia y no por cumplir o seguir una ley. No somos salvos por algo que hagamos. Nadie es cristiano hasta creer en algo, que es precisamente lo que explicó el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios 15:3 y 4:
"Que Cristo murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras."
En mucha de la enseñanza tradicional, los diez mandamientos de la ley Mosaica han aparecido vinculados a la santificación personal y a cómo vivir agradando a Dios. En el muy supuesto caso de que alguien cumpliese todos los mandamientos, ello no le salvaría, porque lo que salva no es la ley sino la fe en el Señor Jesucristo.
Tampoco marca la ley, por sí misma, un estilo de vida para los cristianos. ¿Quiere decir, entonces, que uno puede quebrantarla? Por supuesto que esta afirmación no implica esa libertad. Simplemente significa que, como cristianos, tenemos un modo de vida que es mucho más elevado que el descripto por los diez mandamientos. Y ya que hemos dicho que el Sermón del Monte elevó la ley a un grado superior, ¿te has detenido a pensar si tú podrías cumplir las normas del Sermón del Monte?
Las afirmaciones de algunos en el sentido de seguir fielmente los principios de dicho Sermón, podrían caer en el terreno de la hipocresía, al promover que algunas personas asuman una apariencia de religiosidad, cuando la realidad es que su corazón no ha cambiado. Es que el corazón humano tiene que ser cambiado, transformado.
Se ha hablado de la paternidad de Dios y de la hermandad humana. Solo que el Señor Jesús contradijo esa idea, cuando a los líderes religiosos de su época, y como registró Juan en su Evangelio,8:44, les dijo: "Sois de vuestro padre el diablo". Evidentemente en aquellos tiempos había algunas personas que no podían llamar a Dios, su Padre. La paternidad universal de Dios no era para ellos una realidad, así como no lo es para muchos en la actualidad. Algunas potencias han gastado sumas difícilmente calculables para orientar los acontecimientos mundiales hacia la paz; pero no solo ha sido imposible comprar la paz ni la fraternidad entre las naciones, sino que nunca se ha visto tan amenazada la paz mundial por la agresividad y la violencia entre algunos grandes pueblos, como en la hora actual. ¿Y qué decir de la corrupción a todos los niveles? Parece claro que hoy en día no es posible gobernar ninguna nación ni el mundo aplicando los principios del Sermón del Monte.
Un oyente de nuestro programa nos escribió diciendo: "Yo no tengo problemas, yo soy el problema". Aquí está la raíz de la mayoría de las dificultades del mundo. El problema no se encuentra ni en los diez mandamientos ni en el Sermón del Monte, que han llegado a nosotros de parte de Dios y revelan su persona, su mente y Su Voluntad. Es que hay algo radicalmente malo en los seres humanos.
Escuchemos las palabras del Señor Jesús en el Evangelio según Mateo, 15:18--20, que nos describen dónde se encuentra el problema:
"Pero lo que sale de la boca proviene del corazón, y eso es lo que contamina al hombre. Porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias. Estas son las cosas que contaminan al hombre ; pero comer sin lavarse las manos, no contamina al hombre."
Tú puedes tener una religión que requiera el lavamiento de las manos o del cuerpo, así como también puedes participar en cualquier tipo de ritual o liturgia; pero el problema continúa siendo interior, del corazón. Solo el Señor Jesucristo puede cambiar, transformar el corazón por medio del milagro conocido como regeneración. Él le dijo a un Fariseo bueno y respetable, llamado Nicodemo, que tenía que nacer de nuevo. Aunque en nuestro tiempo se haya empleado mal, o se haya abusado del término nacer de nuevo, éste nos describe una verdad maravillosa y milagrosa.
Tú y yo necesitamos ser regenerados porque tenemos una vieja naturaleza humana. Cuando el Señor Jesús habló de lo que surge del corazón se estaba refiriendo a corazones como el tuyo y el mío. Así que, la raíz del problema se encuentra en el corazón.
El apóstol Pablo escribió extensamente sobre este hecho, en su carta a los Gálatas 5:19--21, diciendo, sobre la naturaleza humana:
"Las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes"
En los tiempos actuales y para muchas personas, la ética queda condicionada a las situaciones de la vida. Los valores ya no son absolutos, al perderse la distinción entre lo que es moral o no. La calificación de inmoral, prácticamente no existe, y se considera aceptable todo lo que te haga sentir bien o que te permita pasarlo bien, dado que la búsqueda del placer propio constituye la máxima prioridad.
Dios dio los 10 mandamientos para controlar la vieja naturaleza humana, pero la nación que los recibió se alejó de Él. Y como también expresó el apóstol Pablo en sus cartas, el ser humano no fue capaz de estar a la altura de los principios éticos de la ley. Y ésta ha sido la situación a través de los siglos de historia del cristianismo. Entonces, consciente de lo que Dios requiere ¿de qué manera ha de enfrentarse el ser humano a la vida, con las limitaciones de su propia naturaleza? ¿Con sus propios esfuerzos? Hay otra alternativa. La Palabra de Dios, expresada por medio del apóstol Pablo en la misma carta que acabamos de citar, en Gálatas 5:22 y 23, dice:
"Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley."
No hay ley que sea capaz de producir estas virtudes, ni tampoco hay leyes que se opongan a quienes las practiquen. No es natural que a ti o a mí nos brote del corazón ese amor que nos impulse a sentir una preocupación afectuosa por los demás o un verdadero amor a Dios. ¿De dónde surgen la insatisfacción personal en las relaciones familiares y amistosas, la falta de solidaridad, la agresividad, la violencia psíquica y física? Nuestra civilización contemporánea ofrece innumerables pruebas de los resultados logrados por los esfuerzos personales, aunque con frecuencia estén motivados por las mejores intenciones.
Quedan, pues, descartados los esfuerzos personales a la hora de lograr los frutos de amor, mansedumbre y las demás virtudes. Recordando partes del Sermón del Monte, especialmente aquella bienaventuranza que afirmaba que los humildes heredarán la tierra . . . Al mirar a nuestro alrededor, e informarnos un poco más sobre lo que ocurre en tantos lugares de esta tierra, donde existen conflictos aparentemente sin solución y al observar las tensiones provocadas por la lucha por el poder y la supremacía, resulta evidente que los humildes no heredarán esta tierra, hasta que venga el Señor Jesucristo, el Rey, el más manso y humilde que caminó por los senderos de este mundo. El vendrá con poder y gloria para erradicar la injusticia de la tierra y establecer Su reino. Solo entonces los elevados principios del Sermón del Monte serán una realidad y prevalecerán.
Y volviendo a nuestro interrogante, ¿cómo vivir hoy el desafío de la experiencia humana? La respuesta es, por el poder del Espíritu Santo. El es el único que producir esos frutos en nuestra vida, como el amor, la alegría y la paz. ¿Tienes tú, paz en tu corazón? ¿Tienes paz con Dios? Solo el Espíritu de Dios puede dártela, haciendo que sea una realidad. ¿Disfrutas de una auténtica alegría? Vale la pena experimentar la que Dios da, que te permite no ser vencido por los impactos de la aflicción. ¿Y en cuanto a un carácter humilde caracterizado por la mansedumbre? Tú y yo no podemos lograrlo por nosotros mismos, por el orgullo que reside en nuestra mente o corazón y que tan fácilmente revela nuestra naturaleza humana. Sin embargo, el Espíritu puede lograr este fruto.
Esta es una nueva forma de vida. No se trata ya del antiguo sisTema de la ley Mosaica ni del Sermón del Monte. Se trata de algo nuevo. Dios nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos, en Cristo. Y ahora somos capaces de caminar por este mundo con una actitud de mansedumbre, de humildad en la mente y en el corazón, por el poder del Espíritu de Dios.
Y hoy tenemos que ser llenos constantemente del Espíritu Santo, es decir, controlados por el Espíritu, lo cual nos capacitará para vivir una vida que agrade a Dios y una vida de servicio, en la que El producirá fruto. Dios nos llama, pues, a vivir en un nivel superior, con una auténtica calidad de vida.
Espero que puedas ver el Sermón del Monte en su verdadera perspectiva. Para finalizar, diré que ahora estamos listos para descender del monte donde Jesús pronunció Sus principios éticos. En nuestro próximo programa veremos que El también tiene la fuerza para imponer esta ley, cuando venga a gobernar esta tierra.
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