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Estudio bíblico de Mateo 11:7-12:2

Mateo 11:7-12:2

Nuestro programa anterior terminaba con Juan el Bautista en la prisión, enviando a dos de sus discípulos a Jesús para preguntarle lo siguiente: "¿Eres tu el que había de venir, o esperaremos a otro?" El tenía motivos para suponer que el Rey ocuparía su trono en aquellos días, pero sus pensamientos se debatían entre la confusión y las dudas a causa de la demora en el establecimiento del reino. Jesús le había respondido citando al profeta Isaías, demostrando que El tenía las credenciales que el Antiguo Testamento afirmaba que el Mesías tendría.

El Señor continuó hablando, y con sus palabras

Jesús honró a Juan el Bautista

Leamos los versículos 7 al 10:

"Mientras ellos se marchaban, Jesús comenzó a hablar a las multitudes acerca de Juan: ¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Más, ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con ropas finas? Mirad, los que usan ropas finas están en los palacios de los reyes. Pero, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y uno que es más que un profeta. Este es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, quien preparara tu camino delante de ti."

Aunque generalmente los intérpretes han considerado que aquí la caña se utilizó para explicar lo que Juan no era, yo prefiero pensar que Juan era como un viento que sacudía las cañas. En nuestro tiempo, muchos mensajes proclamados desde el púlpito son débiles en su impacto e influencia, estando sometidos a las preferencias de los que oyen. Es como si el mismo púlpito fuese una caña sacudida por diversos vientos. ¡Gracias a Dios que Juan el Bautista era como un viento que sacudía las cañas!

Además el Señor resaltó que Juan representaba el cumplimiento de la profecía del libro del profeta Malaquías 3:1. Era el mensajero especialmente elegido para presentar el Mesías a Israel. De acuerdo al Evangelio de Juan 1:21--23, Juan el Bautista era tan solo "la voz del que clama en el desierto".

Leamos el versículo 11, pues Jesús continuó diciendo:

"En verdad os digo que entre los nacidos de mujer no se ha levantado nadie mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él."

A veces se ha debatido la cuestión de quién fue el más importante, frente a personajes como Abraham, Moisés, o David. Aquí Jesús declaró que Juan el Bautista había sido más grande que nadie en la historia pasada. Ningún personaje pudo superar a Juan el Bautista.

Pero aquí también dice que "el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él". Cuando el Señor Jesús vino, comenzó a llamar a un grupo de personas que son incluso mayores que Juan el Bautista. ¿Cómo pudieron ser ellos más importantes? Por estar unidos a Cristo y revestidos de Su justicia.

Leamos el versículo 12, porque Jesús, además dijo:

"Y desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo conquistan por la fuerza."

Este es un versículo difícil de interpretar, porque la citada "fuerza" puede ser interior o exterior. Es cierto que las fuerzas externas del mal, desde fuera, tratan de destruir al reino por la fuerza. Pero también es cierto que aquellos que están sinceramente comprometidos presionan, es decir, que tratan de entrar al reino violentamente. Esta expresión tiene connotaciones de necesidad y desesperación. Ya hemos visto a aquel joven que corrió y se postró a los pies de Jesús, diciendo: "Maestro, te seguiré adondequiera que vayas". Tenemos, pues, estos dos aspectos. Al reflexionar sobre ello, no tengo claro qué quiso decir El exactamente. Puede que se haya referido a ambos aspectos.

Leamos ahora los versículos 13 al 15, en los que Jesús añadió:

"Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis aceptarlo, él es Elías, el que había de venir. El que tiene oídos, que oiga."

Juan el Bautista había cumplido la predicción del mensajero que iba a venir, de acuerdo citado pasaje de Malaquías 3:1. Podría surgir la pregunta: si Israel hubiese aceptado a Cristo en Su primera venida, ¿habría El establecido el reino inmediatamente, y Juan el Bautista habría sido Elías? La respuesta es afirmativa. No sé cómo podría haber ocurrido algo así, pues solo sé que esto es lo que Jesús dijo. Algunos podrían argumentar que si Cristo tenía la intención de ir a morir a la cruz, entonces su ofrecimiento como Rey no era sincero. Por supuesto que fue sincero. Bueno, el caso es que, continuando con su actitud de alejamiento de Dios y Su revelación ya evidente en los tiempos del Antiguo Testamento, los judíos no le aceptaron, le rechazaron y le persiguieron. Así es que las preguntas hipotéticas plantean problemas inexistentes.

Los 2 versículos siguientes incluyen una de las parábolas del Señor expresada con sarcasmo e ironía y que El no pronunció para herir ni hacer daño, sino para ilustrar una gran verdad. Leamos los versículos 16 y 17:

"Pero, ¿con qué compararé a esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, que dan voces a los otros, y dicen: Os tocamos la flauta, y no bailasteis; entonamos endechas, y no os lamentasteis."

Aquí tenemos la imagen de muchachos que son como niños mimados, que se encaprichan, van de un comportamiento extremo a otro y nada les complace. Así era la generación a la que Jesús estaba hablando y así es, también, nuestra generación. Continuemos leyendo los versículos 18 y 19:

"Porque vino Juan que no comía ni bebía, y dicen: Tiene un demonio. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: "Mirad, un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores. Pero la sabiduría se justifica por sus hechos."

Juan era austero y severo, y aquellas personas no se sintieron cómodas con él. Sin embargo, Jesús tenía una actitud amistosa y bondadosa. ¿Y qué dijeron de Él? Que era glotón y demasiado amigo de los pecadores. O sea que, no les agradó Juan, ni Jesús. Y esto sucede también en la actualidad, pues hay personas a quienes nada ni nadie puede complacer. Cada vez hay más gente descontenta e insatisfecha.

Comenzamos ahora el párrafo en que

Jesús rechazó a las ciudades que no se arrepintieron

En este momento del relato, se produjo un cambio muy grande. Recordemos que, como Rey, Jesús había enunciado sus principios éticos y presentó sus credenciales realizando milagros, predicando que el reino de los cielos se había acercado; pero su pueblo le rechazó. Este rechazo le hizo tomar una decisión y entonces, les rechazó como pueblo. Como El era el Rey, tenía la última palabra. Leamos los versículos 20 y 21:

"Entonces comenzó a increpar a las ciudades en las que había hecho la mayoría de sus milagros, porque no se habían arrepentido. ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros que se hicieron en vosotras se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se hubieran arrepentido en cilicio y ceniza."

Corazón y Betsaida eran ciudades del norte, cerca de Capernaum, donde Jesús tenía su centro de actividades. En esa zona El había realizado muchos milagros, pero fue rechazado y en consecuencia, pronunció palabras de juicio sobre ellos. El versículo 22 continúa diciendo:

"Por eso os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para vosotras."

El resplandor de la luz, crea responsabilidad. El Señor nunca realizó actividades, ni fijó su residencia en Tiro o en Sidón. Pero pasó mucho tiempo en la zona de Corazín y Betsaida. Teniendo en cuanta la luz que sus habitantes habían recibido, les consideró responsables. Yo creo que habrá diversos grados de castigo, así como de recompensa, cuando llegue el momento del juicio de Dios. Incluso en nuestra época, hay muchas personas que han tenido la gran oportunidad de recibir a Cristo en sus vidas, pero le han vuelto la espalda.

Sin entrar en muchos detalles, debo decir que ignoro qué actitud tendrá Dios con aquella persona que vive en una pequeña y remota isla, que nunca ha escuchado el evangelio y que persiste en inclinarse ante sus ídolos para adorarlos. También desconozco qué va a hacer Dios con aquella persona que todos los domingos asiste a la iglesia, escucha el Evangelio y no hace nada al respecto.

Pasemos ahora a los versículos 23 y 24, donde Jesús habló de Capernaum, su centro de actividades:

"Y tú, Capernaúm, ¿acaso serás elevada hasta los cielos? ¡Hasta el Hades descenderás! Porque si los milagros que se hicieron en ti se hubieran hecho en Sodoma, ésta hubiera permanecido hasta hoy. Sin embargo, os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma que para ti."

¡Qué privilegio el de aquella ciudad, al tener allí Jesús su centro de operaciones! Pero sus habitantes le rechazaron. El Señor estaba diciendo que si la malvada ciudad de Sodoma hubiese sido testigo de los milagros que realizó en Capernaum, sus habitantes se habrían apartado de su maldad y no habrían merecido el juicio que cayó sobre ellos. Llama la atención ver a alguien tan manso como Jesús pronunciar tan duras palabras. Estaba hablando como un Juez, y como un Rey. Debiéramos prestar atención a este lenguaje enérgico, en el que llegó a afirmar que, aunque Sodoma y Gomorra fueron lugares de una depravación atroz, para ellos será más tolerable el juicio que para las ciudades que escucharon el mensaje de Jesús y lo rechazaron.

Leamos el párrafo formado por los versículos 25 hasta el 27:

"En aquel tiempo, hablando Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios e inteligentes, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así fue de tu agrado. Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar."

La frase "Señor del cielo" nos recuerda el pasaje de Génesis 14:19, donde Dios fue llamado por este nombre. El es Señor del cielo y de la tierra. Muchos sabios nunca acaban de aprender esta verdad, aunque muchos niños la comprenden. Si predicamos de manera que los niños entiendan lo que estamos diciendo, podemos estar casi seguros de que las personas mayores también lo comprenderán. Solo que a veces, sucede que los niños lo comprenden y los adultos no lo captan. Las últimas palabras de este párrafo constituyen otra forma de expresar la declaración del Evangelio de Juan 14:6, cuando Jesús dijo: ". . nadie viene al Padre sino por mí".

Leamos los versículos de la última sección de este capítulo, en la que

Jesús extendió una nueva invitación a los individuos

Este párrafo nos muestra una ruptura definida y un cambio en el mensaje del Señor. Hasta ese momento el Señor había proclamado el siguiente mensaje: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado". El había presentado sus credenciales y fue rechazado como Mesías. Estas ciudades que hemos mencionado le volvieron la espalda y así lo haría también Jerusalén. El Señor, entonces, adoptó la misma actitud con la nación de Israel, y ya no les presentó el reino. El se encaminaba hacia la cruz y Su invitación comenzó a dirigirse a los individuos. Escuchemos sus palabras, en los versículos 28 al 30:

"Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera."

Este lenguaje presenta un contraste con el expresado anteriormente en este capítulo. Es como salir de una tempestad y entrar en el ambiente cálido de un día de primavera; es como pasar de la tormenta a la calma apacible, y como salir de las tinieblas y entrar en la luz. Este fue un nuevo mensaje de Jesús, quien se apartó de la nación, en un sentido colectivo, para dirigirse al individuo. Ya no proclamaba el anuncio nacional de un reino sino una invitación personal para encontrar el "descanso" de la salvación.

Cuando El habló de los estaban "cargados", se estaba refiriendo a estar agobiados por el pecado. La misma figura había sido utilizada por el profeta Isaías en 1:4,

"¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de iniquidad, generación de malvados! Han abandonado al Señor . . . se han apartado de Él."

Y también encontramos la misma imagen en el Salmo 38:4; que dice: ". . . mis iniquidades . . . como pesada carga, pesan mucho para mí".

Estimado oyente, el pecado es demasiado pesado como para que lo lleves. El único lugar en el mundo donde puedes dejar tu carga es en la cruz de Cristo. El la llevó por ti, y te invita a venir a El trayendo tu carga de pecado. El puede perdonarte porque en la cruz llevó la carga de tu pecado.

Esta invitación del Señor para los que estaban muy cansados y cargados, ofreciendo descanso, se refiere a la salvación del pecador por medio de Jesucristo. Y la siguiente declaración: "Tomad mi yugo sobre vosotros . . y hallaréis descanso para vuestras almas", se refiere al proceso de santificación, en el que el creyente va haciendo realidad en su vida la santidad de Dios. Hay un descanso que Jesús da, y que es el descanso de la redención. Hay también un descanso que el creyente experimenta, que le llega a través de un compromiso y consagración a Cristo. Cuando te hayas comprometido con Cristo, ya no tendrás que preocuparte por ser reconocido por los demás, ni tendrás que maniobrar para ocupar un determinado lugar o posición. Cuando estés unido a Cristo por ese yugo, El te colocará exactamente donde El quiera que estés, y que será el mejor lugar para ti.

Mateo 12:1-2

Tema: Conflicto y ruptura total de Jesús con los líderes religiosos.

La tendencia o dirección en el curso de los acontecimientos, continúa en este capítulo. Si no se percibe esta dinámica, no se entiende correctamente el mensaje del libro. Mateo no trató de redactar una biografía de Jesús, ni pretendió registrar los eventos en su orden cronológico. Presentó a Cristo como Rey. El nació Rey y expuso lo que hemos llamado el Sermón del Monte, que era la ética del reino, el manifiesto del Rey. Demostró que tenía poder en los milagros que realizó y envió a sus apóstoles a proclamar su mensaje. La reacción de los habitantes de aquella región fue de rechazo, por lo que el Rey había pronunciado un mensaje de juicio sobre aquellas ciudades.

Entonces estalló un conflicto público entre el Señor Jesús y los líderes religiosos de aquella época, especialmente con los Fariseos quienes, al principio parecieron tener una actitud amistosa, pero luego rompieron con El por la cuestión del día sábado. Este conflicto surgió en dos lugares: fuera, en el campo y luego, nuevamente, en la sinagoga. Leamos los versículos 1 y 2 del párrafo en que

Jesús afirmó ser el Señor del sábado

"Por aquel tiempo Jesús pasó por entre los sembrados en el día de reposo; sus discípulos tuvieron hambre, y empezaron a arrancar espigas y a comer. Y cuando lo vieron los fariseos, le dijeron: Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo."

Antes de entrar en la discusión sobre el sábado, que ha durado hasta nuestros días, diremos que la razón por la que los discípulos estaban arrancando las espigas y comiendo los granos era que tenían hambre, por estar siguiendo a Jesús. Recordemos que, en 8:20, El había dicho que las zorras tenían madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tenía donde reclinar su cabeza. Esto nos recuerda otra vez la pobreza que soportó nuestro Señor. Le veremos defender la conducta de los discípulos. En ese momento comenzó la ruptura con los líderes religiosos, cuyo desarrollo consideraremos en nuestro próximo programa.

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