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Estudio bíblico de Isaías 41:1-42:25

Isaías 41 y 42

En el capítulo 41 continúa el pensamiento que comenzó en el capítulo 40, al exponer la grandeza de Dios. El énfasis aquí no se colocó tanto sobre Dios como Creador, sino más bien en Su trato con el hombre. La grandeza de Dios se revela tanto en la creación como en la historia humana.

También hay ciertas cosas en este capítulo que son un poco enigmáticas. Parecería haber en un segundo plano algún perfil de profecía, pero el tema es que Dios protegerá y guiará a Sus hijos por el mundo, que está lleno de dificultades y peligros. En consecuencia, tenemos aquí palabras de consuelo para el hijo de Dios.

A este capítulo lo hemos dividido de la siguiente manera: en los primeros seis versículos, tenemos que Dios domina sobre las personas. En los versículos 7 al 20, tenemos la proposición de Dios de que Israel confíe en Él. Luego, tenemos en los versículos 21 al 29, que Dios derriba los ídolos. Leamos el primer versículo de este capítulo 41, que comienza a hablarnos sobre la realidad de que:

Dios domina a los individuos

"Escuchadme, costas, y esfuércense los pueblos; acérquense, y entonces hablen; vengamos juntos a juicio."

Todo el mundo de los individuos, se está dirigiendo hacia el día del juicio. Es decir, el enfrentamiento final que se acerca será entre la luz y las tinieblas, entre Dios y el diablo, entre la fe y la incredulidad. Dios está llamando a las personas para que se vuelvan hacia Él, para que acepten la salvación que Él está ofreciendo. Debemos decir que Dios está siendo favorable para el hombre hoy. Él no está demandando nada de usted, amigo oyente. Él sólo le está pidiendo que acepte Su gracia y la salvación que tiene para ofrecer. Ahora, en el segundo versículo de este capítulo 41, leemos:

"¿Quién despertó del oriente al justo, lo llamó para que lo siguiera, entregó delante de él naciones y le hizo someter a reyes? ¿Quién los volvió con su espada como polvo, como paja arrebatada por su arco?"

Algunos creen que en este versículo el justo del oriente sería una insinuación velada de Ciro. Ahora, Ciro será mencionado más adelante por nombre, pero éste no es el lugar. Creemos que esta expresión aquí se refiere realmente a una cualidad, es decir a la justicia, antes que a una persona. Podría ser una referencia al gobierno de justicia que Cristo establecerá cuando regrese a la tierra. Encontramos que este pensamiento se desarrolla aquí en esta sección. Ahora, en el versículo 6, de este capítulo 41, podemos leer lo siguiente:

"Cada cual ayuda a su vecino y dice a su hermano: ¡Esfuérzate!"

Ya que Dios viene a corregir lo que está mal y a remediar las injusticias, las personas que están en una buena relación con Dios pueden animarse. Es decir que hay esperanza para el hombre insignificante que hoy confía en Dios. Esta persona no tiene que preocuparse por su futuro.

Leamos el versículo 7, donde tenemos nuevamente una referencia a la idolatría y a partir del cual:

Dios invitó a Israel a confiar en él

"El carpintero anima al platero y el que alisa con martillo al que bate en el yunque, diciéndole: ¡Bien está la soldadura! Y luego asegura su obra con clavos para que no se mueva."

Ante una emergencia, había quienes con un martillo batían un material para hacer un dios, es decir, un ídolo temporal. Pero entonces Dios dijo aquí en el versículo 8:

"Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham, mi amigo."

Es decir que Dios se volvió a Israel para consolarles en su pena y sufrimiento. Les dijo: "En lugar de martillar de esa manera para hacer un ídolo, ¿por qué no os volvéis a mí?" Después de todo, Él sabía que eran pecadores. Inclusive los llamó Jacob, y Jacob era el deshonesto. Fue Dios quien lo convirtió en Israel, un príncipe con Dios. Y Dios quería hacer lo mismo por los hijos de Jacob.

Recordemos que Abraham fue llamado "amigo de Dios". Y Dios quería traer a esta gente a una buena relación con Él. En el versículo 10, leemos:

"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia."

Este versículo ha sido una columna de fortaleza y una fuente de consuelo para los hijos de Dios de todas las edades.

Ahora al continuar, Él dijo que si ellos se oponían a Dios, llegarían al colmo de su locura, porque se estaban acercando al día en que todos esos ajustes tendrían que ser hechos. En el versículo 13, leemos una declaración destacada. Allí dice:

"Porque yo el Señor soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha y te dice: No temas, yo te ayudo."

Aquí tenemos una proposición misericordiosa de parte de Dios para que ellos confiaran en Él. Y ¡qué consuelo implica esta actitud! Dios quiere que depositemos nuestra confianza en Él. Dios quiere capacitarnos para que caminemos con Él, para que tengamos comunión con Él, y para que le conozcamos. ¡Lo que se está perdiendo la humanidad en el día de hoy! Algunas personas pueden incluso implicarse tanto en actividades de la iglesia que se pierdan todo esto. Y ahora, en el versículo 14, dijo:

"¡No temas, gusano de Jacob; vosotros, los poquitos de Israel! Yo soy tu socorro, dice el Señor; el Santo de Israel es tu Redentor."

Quizás pensemos que somos algo, o alguien, pero somos como gusanos, es Dios quien puede que cualquiera de nosotros sea algo importante. Sólo Dios puede transformarnos en alguien. El ser humano insignificante se esfuerza y se pavonea por el escenario de la vida, como dijo Shakespeare. Jadea como el viejo lobo alrededor de la morada de los cerdos. ¿Hacia dónde está yendo el ser humano hoy? Y, ¿qué está logrando como resultado de lo que está haciendo? Algunos son conscientes de la inutilidad de todo ello y se quitan la vida. ¿A qué otro lugar pueden dirigirse? El único lugar hacia el cual uno puede volverse es a Dios. ¡Lo que el hombre se está perdiendo! La comunión con Dios, una relación de compañerismo con Él, Su salvación, Su bondad, Su gracia; todas estas cosas son suyas si usted, amigo oyente, acude a Él.

Después el profeta Isaías habló a la gente acerca de las bendiciones materiales del milenio. Ellos iban a estar allí. Y a Dios le agradaría hablarle a usted y hablarme a mí acerca de las bendiciones espirituales que están ahora a nuestra disposición, y de aquellas que tendremos en la eternidad. Entramos ahora a otra división de este capítulo. Leamos el versículo 21, de este capítulo 41 de Isaías, donde veremos que

Dios derriba los ídolos

"Alegad por vuestra causa, dice el Señor; presentad vuestras pruebas, dice el Rey de Jacob."

Éste fue un desafío a la idolatría. Ahora, ¿quién es un idólatra? ¿Ha considerado usted la posibilidad de que sea uno de ellos? Cualquier cosa que usted ponga entre su alma y Dios, se convierte en su ídolo, indiferentemente de lo que sea. Es cualquier cosa a la cual usted le esté dedicando su tiempo y su energía; y hasta puede ser en realidad la religión misma. Cualquier cosa a la que usted permita que ocupe el lugar de una relación personal con Dios, se convierte en su ídolo.

Ahora ¿qué pueden hacer los ídolos? ¿Pueden explicar el origen del Universo? ¿Está usted satisfecho con las explicaciones que la evolución le ha ofrecido? Por supuesto, ha habido varias explicaciones, pero Dios dijo aquí en el versículo 21, "presentad vuestras pruebas". Leamos ahora el versículo 22 de este capítulo 41 de Isaías:

"Que se acerquen y nos anuncien lo que ha de venir: que nos digan lo que ha pasado desde el principio y pondremos nuestro corazón en ello; y sepamos también su final. ¡Hacednos entender lo que ha de venir!"

El hombre no conoce el comienzo, el origen del universo. No interesa la teoría que usted esté siguiendo. Hay muchos que van a encontrarse en una situación embarazosa dentro de algunos años porque la evolución será simplemente una de las muchas teorías dejadas de lado en el transcurso de la historia. Se han dado muchas explicaciones sobre el origen del Universo, que en su momento fueron calificadas como científicas, y que en la actualidad han sido desechadas. Y lo mismo le ocurrirá con el tiempo a la teoría de la evolución. Y, entonces los seres humanos recurrirán a otra teoría. El hombre no conoce su origen, ni su futuro. En este sentido, es una criatura ignorante. ¿Alguna vez se ha detenido usted a pensar cuán poco conoce?

Es muy interesante notar que uno puede obtener una buena preparación académica e incluso un doctorado, y llegar incluso a la conclusión de que sabe muy poco, no sólo sobre su origen o hacia dónde se dirige, sino también sobre esta vida y menos aun sobre la vida después de la muerte. Ninguna de esas cosas que previamente hemos calificado como ídolos puede darle al hombre esa información que le falta. Así es que, es bueno volverse hacia Aquel que sí tiene la respuesta. Esto no quiere decir que Él le dará todas las respuestas, pero es muy bueno saber que Él sí conoce todas las respuestas. Hay un lema muy interesante que hemos visto expuesto en la facultad de ciencias de una universidad, y que dice: "Después del saber, está el saber dónde descubrirlo". Hay muchas cosas que no sabemos, pero conocemos a aquel que lo sabe todo. Y si hubiera algo que necesitamos saber, Dios nos lo mostraría. Bueno, volviendo a este capítulo 41 de Isaías, que estamos estudiando, leamos el versículo 24:

"He aquí que vosotros sois nada, y vuestras obras, vanidad; abominación es el que os escoge."

El hombre no puede explicar su pasado, y tampoco conoce su futuro aparte de Dios, como ya hemos dicho. Esto hace que todos sus esfuerzos realizados aparte de Dios, lleguen a ser algo vacío e inútil. Él es quien tiene las respuestas que usted necesita tener. Notemos, ahora, lo que dice aquí el último versículo, de este capítulo 41, de Isaías, el versículo 29:

"He aquí, todos son vanidad y sus obras no son nada. ¡Viento y confusión son sus imágenes fundidas!"

La "confusión" es el resultado de la idolatría o de cualquier filosofía que vaya contra Dios o que sea atea. No tiene la respuesta a los problemas de la vida. Estos sistemas creados por el hombre no pueden satisfacer al corazón humano. La respuesta se encuentra en Aquel que trae buenas y alegres noticias. Y llegamos ahora al:

Capítulo 42

El tema de este capítulo es el siervo del Señor, que es Jesús. Luego, la polémica contra la idolatría, y finalmente, Israel, el siervo de Jehová. En cada capítulo Isaías fue progresando gradualmente hasta llegar a la condenación de la idolatría.

Encontramos en este capítulo que la nación de Israel fue llamada "el siervo del Señor". También el Señor Jesucristo es el Siervo del Señor, y así fue llamado en el Evangelio de Marcos 10:45, donde dijo: "porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos". Y en el Evangelio de Mateo 12:17-21, hay una aplicación de esta profecía al Señor Jesús.

Ahora, volviendo a Isaías, tenemos en primer lugar, que el siervo del Señor es el Señor Jesucristo, y eso se menciona en los primeros 7 versículos de este capítulo 42. Luego, tenemos el azote de la idolatría, las imágenes y esculturas, y eso es mencionado en los versículos 8 al 17. Y, luego, a partir del versículo 19, se nos habla del siervo del Señor; es decir, Jacob y la nación.

Leamos entonces el primer versículo de este capítulo 42 de Isaías, donde se comienza a hablar de:

El Siervo del Señor - Jesús

"Éste es mi siervo, yo lo sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento. He puesto sobre él mi espíritu; él traerá justicia a las naciones."

Éste es un llamado para considerar al Señor Jesucristo. Dice el versículo 3,

"No quebrará la caña cascada ni apagará el pábilo que se extingue: por medio de la verdad traerá la justicia."

Este versículo caracterizó la vida y ministerio del Señor Jesús cuando estuvo aquí. (Esto se citó en el evangelio según San Mateo, capítulo 12, versículo 20.) Dice aquí "no quebrará la caña cascada". El Señor Jesucristo no tuvo que actuar con una vara contra el pecado. Él simplemente permitió que el pecado acarreara su propio juicio y castigo. Dice también aquí "ni apagará el pábilo que se extingue". El pábilo que humea, es decir, el hombre que continúa pecando, finalmente terminará en llamas. La paga del pecado es muerte. Siempre actúa de esa manera. Ningún ser humano puede cambiar este desenlace.

Ésta es una hermosa sección, en la que se presenta al Señor Jesús como un Siervo. Dicen los versículos 6 y 7:

"Yo, el Señor, te he llamado en justicia y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos y de casas de prisión a los que moran en tinieblas."

Cristo realizó estos milagros como credenciales de su Realeza cuando estuvo en esta tierra por primera vez. Vino como la luz del mundo. Como el anciano Simón profetizó en Lucas 2:32, diciendo: "Luz para revelación a las naciones y gloria de tu pueblo Israel."

Llegamos ahora al párrafo en el cual Isaías comenzó su polémica contra la idolatría. Leamos el versículo 8, en el cual habló sobre:

El azote de la idolatría - Las imágenes

"¡Yo, el Señor, este es mi nombre! A ningún otro daré mi gloria, ni a los ídolos mi alabanza."

Dios no compartirá Su gloria con otro. Y después habló del azote de la idolatría, y del juicio de Dios que ésta traería. Dice el versículo 15:

"Convertiré en soledad montes y collados, haré secar toda su hierba; los ríos tornaré en islas y secaré los estanques."

Aquí se declara que la tierra física será afectada por el juicio divino. Y continúa diciendo el versículo 16:

"Guiaré a los ciegos por un camino que no conocían; los haré andar por sendas que no habían conocido. Delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré y no los desampararé."

Ésta es la manera en que Dios guía a los Suyos. Usted y yo estamos como ciegos ante el futuro, pero Él no, y guiará a todos los que pongan su confianza en Él. El versículo 17 de este capítulo 42 añade:

"Serán vueltos atrás y en extremo confundidos los que confían en ídolos y dicen a las imágenes de fundición: Vosotros sois nuestros dioses."

Aquí se advirtió a los idólatras que el juicio se aproximaba.

Leamos ahora el versículo 19, que encabeza el párrafo titulado

El siervo del Señor - La nación

"¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es tan sordo como mi mensajero que envié? ¿Quién es tan ciego como mi escogido, tan ciego como el siervo del Señor."

Aquí Dios identificó al siervo ciego como Su propio pueblo Israel. Ésta fue la condenación de Dios de Su propio pueblo. Dice el versículo 22:

"Mas este es un pueblo saqueado y pisoteado, todos ellos atrapados en cavernas y escondidos en cárceles. Son puestos para despojo, y no hay quien los libre; son despojados, y no hay quien diga: ¡Restituid!"

La nación de Israel era el sujeto de este versículo. Ellos fueron "un pueblo saqueado y pisoteado". ¿Por qué? Porque se apartaron de Dios y se volvieron a los ídolos. Dice el versículo 24:

"¿Quién dio a Jacob en botín y entregó a Israel a saqueadores? ¿No fue el Señor, contra quien pecamos? No quisieron andar en sus caminos ni obedecieron su Ley."

Así que el pueblo y la nación fueron identificados como Israel. Dios los dispersó, pero también los reunirá. Finalmente, dice el versículo 25:

"Por tanto, derramó sobre él el ardor de su ira y la violencia de la guerra; le prendió fuego por todas partes, pero no entendió; lo incendió, mas no hizo caso."

El castigo del Señor no causó que la nación se arrepintiera y se volviese a Él. ¿Frustró esa actitud los propósitos de Dios? La respuesta, por supuesto, es que no, como veremos en el próximo capítulo, en el estudio del cual, estimado oyente, esperamos contar con su compañía.

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