Estudio bíblico de Isaías 40:1-31
Isaías 40
Amigo oyente, con este capítulo hemos llegado ahora a la última de las divisiones principales del libro de Isaías. Existe un marcado contraste entre la primera sección (los primeros 35 capítulos) y la última sección de este libro. La primera sección incluía la revelación del Soberano en el Trono, mientras que esta sección final tenemos la revelación del Salvador en el lugar del sufrimiento. Ya vimos la corona en el capítulo 6, y en esta sección, en el capítulo 53, veremos la cruz. En la primera sección el tema era el gobierno de Dios, y en esta sección, el tema es la gracia de Dios.
Las primeras palabras, "Consolad" fijan el espíritu de esta sección final. El mensaje de Dios es de consuelo antes que del juicio que observamos en la primera sección.
El cambio de tema ha llevado a algunos críticos a postular la hipótesis del Déutero-Isaías. Como los temas son en esta sección totalmente diferentes, suponen que fueron escritos por diferentes autores, o sea, que tendríamos dos Isaías. Bueno, un cambio de tema no implica necesariamente un cambio de autor. El mensaje ha cambiado pero no el mensajero. Muchos autores escriben sobre temas que son enteramente diferentes. Por ejemplo, en el Salmo 2 tenemos el tema del juicio de Dios, y en el Salmo 22, la salvación de Dios; en ese caso también tenemos dos temas totalmente diferentes tratados por el mismo autor.
En esta sección de Isaías los truenos y relámpagos del Sinaí se calman, se apagan ante el mensaje maravilloso de la gracia que proviene de Dios.
Leamos ahora el versículo 1 de este capítulo 40 de Isaías, que encabeza un párrafo en el cual se nos hablará sobre:
El consuelo, un mensaje de Dios
"¡Consolad, consolad a mi pueblo!, dice vuestro Dios."
Todos los ayes o lamentos, o cargas, de la primera sección han sido levantados porque surgió alguien que sería el portador de la carga. Alguien que más tarde en la historia cumpliría todo lo que Isaías dijo sobre Él. Él será el que extenderá la invitación que encontramos en Mateo 11:28, que dice, "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar". El Señor Jesucristo levanta, las cargas.
La expresión "Consolad, consolad", es una expresión de ansia que brota del corazón palpitante de Dios. Nuestro Dios es el Dios de "toda consolación". Ésa fue la forma en que el apóstol Pablo habló de Él en 2 Corintios 1:3-4 que dice: "3Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, 4el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios". El Espíritu Santo fue llamado "el Consolador". Y el Señor Jesucristo dijo, en Juan 14:16, "6Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre". Así que Él es hoy nuestro Consolador. Continuemos leyendo el versículo 2 de este capítulo 40 de Isaías:
"Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado está perdonado, que doble ha recibido de la mano del Señor por todos sus pecados."
Se ha sugerido que cuando alguien tenía una deuda o hipoteca en una casa de Israel, se escribía en un papel, es decir, en un documento legal y se colocaba en uno de los dinteles de la puerta para que todos sus vecinos y amigos supieran que esa persona tenía una hipoteca sobre su vivienda. Otra copia quedaba en poder del que tenía la hipoteca. Ahora, cuando la deuda era pagada, la segunda copia, como una copia hecha con papel de carbón, era clavada sobre el otro dintel de la puerta, para que todos pudieran ver que la deuda había sido pagada. Y éste es el significado de la frase "doble ha recibido de la mano del Señor por todos sus pecados". Los pecados de Jerusalén fueron pagados por Aquel que sufrió fuera de las puertas de la ciudad. Ésta es la diferencia entre los tratos de Dios con Su pueblo en el Antiguo Testamento y con nosotros en nuestro tiempo. Eso separa realmente al Cristianismo de todas las religiones paganas y de la Ley de Moisés. La diferencia se resume en la palabra "propiciación". En las religiones paganas la gente traía una ofrenda a sus dioses para apaciguarlos, y ése es el significado de la palabra "propiciación". Ahora, muchas personas piensan que eso es lo que quiere decir en la Biblia, y que tienen que hacer algo para convencerle, para obtener su favor, porque Dios está enojado. Los paganos siempre están haciendo eso, porque sus dioses están enojados y resulta difícil llevarse bien con ellos. Sus sentimientos se resienten fácilmente y no son muy amigables. La realidad es que el pecado, el pecado del hombre le ha alienado de Dios, pero fue Dios el que hizo algo. Y hoy Dios es propicio, se muestra favorable. Usted no tiene que hacer nada para obtener su favor. La propiciación es hacia Dios, y la reconciliación es hacia nosotros. Dios ha hecho todo lo que era necesario hacer. Y hoy se nos dice que debemos reconciliarnos con Dios, y no que hagamos algo para obtener su favor. Dios ya lo ha logrado. Eso es lo que el Señor Jesucristo hizo por nosotros en la cruz. Sólo necesitamos aceptar lo que Cristo ha hecho. Y ésta es hoy la palabra de consuelo para un mundo perdido. Y en el versículo 3, de este capítulo 40, leemos:
"Voz que clama en el desierto: ¡Preparad un camino al Señor; nivelad una calzada en la estepa a nuestro Dios!"
Los cuatro escritores de los evangelios, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, citan este versículo aplicándolo a Juan el Bautista. Y ya que está citado cuatro veces en el Nuevo Testamento, diremos que se refiere a Juan el Bautista. Ahora, en los versículos siguientes, los versículos 4 al 6, leemos:
"¡Todo valle sea alzado y bájese todo monte y collado! ¡Que lo torcido se enderece y lo áspero se allane! Entonces se manifestará la gloria del Señor y toda carne juntamente la verá, porque la boca del Señor ha hablado. Voz que decía: ¡Da voces! Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba y toda su gloria como la flor del campo."
Lucas citó también estas palabras aplicándolas a Juan el Bautista. Y ahora, leemos en los versículos 7 y 8, de este capítulo 40 de Isaías:
"La hierba se seca y la flor se marchita, porque el viento del Señor sopla en ella. ¡Ciertamente como hierba es el pueblo! La hierba se seca y se marchita la flor, mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre."
El hombre es comparado a la hierba en el campo, y nos hacemos la pregunta: "¿Cómo puede haber consuelo si se nos recuerda que somos como la hierba? Uno puede apreciar en muchos lugares, en la primavera, después de la lluvia, que la hierba es hermosa cuando cubre los campos y las laderas de las montañas, pero no mucho después, cuando el sol la ha calentado por un tiempo comienza a secarse y muere. Y así es el hombre, amigo oyente.
Y podemos preguntarnos: ¿Dónde está el consuelo ante esta realidad? Sin embargo, sí hay consuelo. El hombre es débil y frágil, pero la Palabra de Dios es fuerte, firme y segura. La Palabra de Dios es nuestro refugio, un fundamento en el cual podemos apoyarnos y descansar. Es nuestra espada, escudo, nuestro castillo fuerte, nuestra protección, nuestra seguridad y nuestra salvación. Escuchemos lo que dijo Pedro en su primera epístola, capítulo 1, versículo 23: "Pues habéis renacido, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque toda carne es como hierba y toda la gloria del hombre como flor de la hierba; la hierba se seca, y la flor se cae, mas la Palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada". Amigo oyente, sólo el Evangelio es el que da vida eterna al hombre que, por naturaleza, es simplemente una criatura transitoria en esta tierra es sólo por medio del evangelio que el hombre recibe vida eterna, muy naturalmente. Ahora, tenemos un maravilloso mensaje aquí en el versículo 9, que dice:
"Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sión; levanta con fuerza tu voz, anunciadora de Jerusalén. ¡Levántala sin temor! Di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!"
Otra versión traduce "portadora de buenas noticias" en vez de "anunciadora". Las "buenas noticias" son el Evangelio, y las buenas noticias de Juan el Bautista fueron "He aquí a vuestro Dios". Amigo oyente, mientras usted no vea a Jesucristo como Dios manifestado en la carne, usted aún no le ha visto realmente. Usted tiene que venir a Él teniendo en cuenta lo que Él es; no es simplemente un Hombre, sino Dios, Emmanuel, Dios con nosotros. Si Él fuera solamente un ser humano, no podría ser mi Salvador; pero Él es Emmanuel, y Él es mi Salvador. Ésta es una hermosa realidad. Continuemos leyendo el versículo 10 de Isaías 40:
"He aquí que el Señor vendrá con poder, y su brazo dominará; he aquí con el está su galardón, y delante de él su recompensa."
Ahora Isaías, como hacía generalmente, unió la primera y segunda venida de Cristo. Este versículo mira anticipadamente a Su segunda venida. En realidad, el Evangelio incluye tanto la primera como la segunda venida de Cristo. Nosotros tenemos tendencia a perder esta verdadera orientación y ponemos el énfasis en la primera venida de Jesús o en Su segunda venida. Bien, coloquemos el énfasis en ambas venidas, que constituyen la totalidad del Evangelio. Y continúa diciendo el versículo 11:
"Como pastor apacentará su rebaño. En su brazo llevará los corderos, junto a su pecho los llevará; y pastoreará con ternura a las recién paridas."
El Señor asumió el título de Pastor cuando vino por primera vez. En Juan 10:11 dijo: "Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas". Y en el versículo 15 de ese capítulo continuó diciendo: "pongo mi vida por las ovejas".
Ahora, leamos el versículo 12, a partir del cual se habla de la grandeza de Dios como Creador. En él se presenta a la:
La creación, una revelación de Dios
"¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?"
¿Quién ha podido hacer esto amigo oyente? En primer lugar, cuando uno sale al espacio, no pesa nada; así que nos preguntamos, ¿quién pesa las cosas hoy? ¿Y dónde las va a pesar? Éste es un versículo que siempre nos hace pensar en ese conocido himno que se titula "Cuán grande es Él". Ahora, en los versículos 13 y 14 leemos:
"¿Quién examinó al espíritu del Señor o le aconsejó y enseño? ¿A quién pidió consejo para poder discernir? ¿Quién le enseñó el camino del juicio o le dio conocimiento o le mostró la senda de la prudencia?"
Dios no tiene igual, ni alguien a quién pueda ir a pedirle consejo. Alguien ha formulado una pregunta ocurrente: ¿Qué es lo que usted ha visto que Dios nunca ha visto? La respuesta es bien simple. Dios nunca ha visto a un semejante, a alguien igual a Él. Mientras que nosotros vemos a personas semejantes a nosotros todos los días. Y ahora, en el versículo 18, de este capítulo 40 de Isaías, leemos:
"¿A qué, pues, haréis semejante a Dios o qué imagen le compondréis?"
Usted y yo, amigo oyente, sabemos muy poco. Todo lo que sabemos es lo que ha sido revelado en la Palabra de Dios, y creemos que Él no nos ha revelado todo. En primer lugar, sin Su ayuda, ni siquiera podemos comprender lo que Él nos ha dicho.
Aquí Isaías estaba contrastando a Dios con los ídolos: "¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?" Usted puede mirar a su alrededor, y observar los cuadros que se han pintado sobre Él. Personalmente, no nos agradan los cuadros que representan al Señor Jesucristo. Quizás esta afirmación vaya en contra de los sentimientos de algunos. Respetando esos sentimientos, podemos decir que no necesitamos cuadros de Jesús. Cierto filósofo escocés dijo en una oportunidad: "Los hombres nunca pensaron en pintar un cuadro de Jesús hasta que perdieron la presencia de Él en sus corazones."
Notemos ahora el primer ataque irónico que Isaías dirigió contra la idolatría Leamos el versículo 19:
"El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata."
Es decir que el rico tiene ídolo ornamentado. Parece tener un dios muy rico. Y dice el versículo 20;
"El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva."
En cambio el pobre sólo puede tener un ídolo rudimentario; talla un dios de un trozo de madera. ¡Qué absurda es la idolatría! Y continúa diciendo el versículo 21 de Isaías 40:
"¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿No os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó?"
Es completamente ridículo comparar a Dios con un ídolo mudo. Ahora, el versículo 22, dice:
"Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar."
Otra versión traduce "la redondez de la tierra". El Antiguo Testamento no enseña que la tierra sea plana; pero los científicos de la época de Colón enseñaron esa teoría. Aquellos llamados científicos, en su tiempo, no prestaron atención a la Palabra de Dios, y se perdieron una verdad de la máxima importancia. Creemos que algunos científicos también se están perdiendo algo hoy. En este versículo se afirma claramente que la tierra es una esfera situada en un universo aun mayor, y que el trono de Dios se encuentra mucho más allá del alcance de penetración de los telescopios más potentes que investigan la bóveda ilimitada del espacio.
A la luz de todo esto, Dios nos llama a reflexionar. Leamos el versículo 27, que llama nuestra atención sobre ocuparnos en una:
Reflexión, un llamada de Dios
"¿Por qué dices, Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido del Señor, y de mi Dios pasó mi juicio?"
Dios conoce las dificultades y problemas de Su pueblo. Y su usted le pertenece a Él, Él puede calmar las tormentas de la vida, aunque a veces hay lecciones que los suyos pueden aprender en la tormenta. Cuando usted se encuentre en medio de una tormenta, en vez de sentarse, lamentarse y criticar a Dios, ¿por qué no mira a su alrededor y averigua qué lección quiere Él que usted aprenda? Dios no permitirá que usted pase por pruebas a menos que tenga algo preparado para que usted aprenda.
La lección puede ser la siguiente. Leamos el versículo 28 de Isaías 40:
"¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es el Señor, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance."
Tenemos un gran Dios. Él nunca se cansa, porque no es como el hombre. Y, finalmente, leamos los versículos 30 y 31 de este capítulo 40 de Isaías.
"Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; mas los que esperan en el Señor tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán."
Aquí tenemos tres grados o niveles de poder. Y algunos expositores bíblicos los han comparado con las tres etapas de crecimiento cristiano que tenemos en la Primera Epístola del apóstol Juan, capítulo 2, versículos 12 al 14. Estas tres etapas de crecimiento son: (1) El joven creyente levantará alas como las águilas; (2) el creyente adulto correrá y (3) el creyente maduro, caminará.
Estimado oyente, indiferentemente de quien sea usted, si usted va a caminar con Dios a través de este mundo, creemos que le costará algo. Pero Él le va a dar a usted la fuerza, cualquiera que sea su condición. Si usted necesita fuerza para caminar, Él se la dará. Si usted necesita fuerza para volar, para remontar el vuelo, Él también se la dará. Y así, este gran capítulo nos revela el consuelo de Dios como Creador nuestro, como nuestro Salvador, y como Aquel que nos sostiene.
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