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Estudio bíblico de 1 Tesalonicenses 2:14-20

1 Tesalonicenses 2:14-20

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en esta Primera epístola del Apóstol Pablo a los Tesalonicenses. Y vamos hoy a considerar lo que dice el capítulo 2, comenzando con el versículo 14 y llegando hasta el final de este capítulo.

Recordemos que en el primer capítulo de esta carta, titulado "La venida de Cristo es una esperanza inspiradora" hemos visto que el evangelio había sido recibido por los Tesalonicenses en medio de una gran aflicción. Pero también comprobamos los resultados de la predicación del apóstol Pablo, en que aquellos fieles creyentes se habían apartado de la idolatría para volverse a Dios. Y esa relación que tenían con Cristo les había convertido en un ejemplo para los cristianos de aquella época en otras ciudades del imperio Romano.

Ahora, con respecto a este capítulo 2, diremos que en nuestro Bosquejo General, presentado en la introducción a este libro, lo hemos titulado "La venida de Cristo es una esperanza activa". Al principio de nuestro estudio de este capítulo 2 destacamos que "La venida de Cristo" para recoger a Su Iglesia ha sido llamada "el arrebatamiento de la Iglesia". Y no es una doctrina para discutir, sino una doctrina para vivir. Hay muchas personas que creen que Cristo vendrá a recoger a la Iglesia después de la Gran Tribulación. Hay quienes piensan que vendrá antes, como creemos nosotros, y otras que creen que vendrá durante ese período de tiempo. Y aun, otros creen que no vendrá en absoluto, y sin embargo manifiestan creer en Él como su Salvador. Ahora bien, para todos estos grupos que hemos mencionado, se plantea una pregunta importante: ¿cómo afecta su interpretación de la venida de Cristo a su vida? ¿La influencia de alguna manera? Estimado oyente, si su punto de vista sobre este tema no tiene efecto alguno sobre su vida, entonces usted debería reconsiderar lo que usted cree. La expectativa del retorno del Señor tendría que ser un factor motivador en la vida del creyente.

En los primeros 6 versículos de este capítulo hemos examinado "el motivo y método de un verdadero testigo de Jesucristo". Y a partir del versículo 7, y hasta el versículo 9, hemos considerado "el aspecto maternal" del ministerio del apóstol Pablo, expresado en el consuelo que él les proporcionó a los Tesalonicenses. Y desde el versículo 10 hasta el versículo 13 hemos leído acerca del "aspecto paternal" del ministerio del apóstol Pablo. Nos queda para hoy entonces, estudiar "El aspecto fraternal del ministerio del apóstol Pablo", desde el versículo 14 hasta el 16, y examinar "El premio de un verdadero testigo de Cristo", entre los versículos 17 y 20.

Usted recordará que en nuestro programa anterior, dejamos nuestro estudio en el versículo 13, de este capítulo 2 de la Primera epístola a los Tesalonicenses. Pues, bien, veamos nuevamente este versículo porque nos dice cosas importantes, que vamos a repasar brevemente. Leamos el versículo 13 otra vez:

"Por lo cual también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes."

Aquí tenemos el otro lado de la proclamación del evangelio. Pablo les había dicho al principio, como vimos en 1 Ts. 1:5, pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo. Esa es la forma en la cual el evangelio debe ser presentado. Si alguien está presentando el evangelio y lo está comunicando con el poder divino, su mensaje debería ser recibido como la Palabra de Dios.

Estimado oyente, permítanos hacerle una pregunta: ¿Cómo recibe usted la Palabra de Dios? ¿La recibe como la Palabra de Dios? ¿Se siente aludido por ella, emocionado, impactado? ¿O la recibe con una actitud crítica hacia el predicador, o hacia el contenido del mensaje? En este último caso, ¿será que no está recibiendo el mensaje como la Palabra de Dios?

La Palabra de Dios debe ser comunicada como la Palabra de Dios, y también debe ser recibida como tal, con una actitud abierta, con un espíritu sensible, y con respecto a la autoridad que tiene como Palabra de Dios. Estimado oyente, si usted la recibe de esa manera, entonces esa Palabra podrá actuar en usted, y usted será bendecido, inspirado y motivado por ella. Si no la recibe con esa actitud, entonces, usted estará perdiendo el tiempo.

Hemos visto entonces la claridad con la que Pablo estuvo exponiendo la Palabra de Dios. Esta Palabra irritó a algunas personas porque la Palabra de Dios es como la sal, y la sal escuece cuando está en contacto con la herida abierta del pecado en la vida de un individuo. Y la Palabra de Dios es también una luz, pero hay muchas personas que prefieren la oscuridad, porque sus hechos son perversos. Como dijo Juan en el capítulo 3, versículo 19; Y esta es la condenación; la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus acciones eran malas.

Pablo estaba enseñando en este capítulo que la Iglesia de Dios debería reflejar a la familia de Dios aquí en la tierra. El habló de una relación maternal con los creyentes, de una relación paternal, y después, en el párrafo siguiente, vemos que hablará sobre una relación fraternal. Ahora, ¿qué queremos decir al expresar que la Iglesia tendría que reflejar a la familia de Dios?

La Iglesia debería ser una revelación de Dios para la comunidad, tal como la familia debería serlo. La relación entre marido, mujer e hijos en el hogar tendría que revelar el triple aspecto del amor de Dios y Cristo para el mundo. Pablo acababa de presentar el aspecto maternal expresado en la iglesia local. El estaba dispuesto a trabajar día y noche para alimentar a los Tesalonicenses, tal como un niño es alimentado por su madre. No trabajaba por horarios previamente determinados, sino que estaba dedicado a ellos a tiempo completo. O sea, que les dedicó a aquellos creyentes todas sus fuerzas, su energía, y la totalidad de su tiempo. Se entregó a ellos sin ninguna limitación.

Después Pablo dijo que era como un padre para esa iglesia. Un hijo en el hogar necesita experimentar tanto el amor maternal como el amor paternal. En nuestro tiempo, cuando los padres están separados o divorciados es una tragedia para los hijos. El hijo con mucha frecuencia no recibe el amor del padre. Ese amor paternal también es expresado en la disciplina, y Pablo dijo que él era esa clase de padre para la iglesia en Tesalónica.

Algunos al enseñar la Biblia ponen el énfasis sobre el consuelo. Siempre están consolando a los cristianos. A la gente le agrada ese énfasis porque a todos les gusta ser consolados. A algunos les gusta que les froten la espalda y la cabeza, porque es físicamente reconfortante, es relajante y produce un bienestar físico. Pero no solo debemos tener consuelo; también necesitamos disciplina. Nos tememos que, lamentablemente, el aspecto paternal, el lado de la disciplina, es una carencia en nuestros hogares, en la vida pública, y también en la comunidad cristiana. Por todo ello, siguiendo los principios de la Palabra de Dios, del modelo de la vida y del mensaje de Jesucristo, el mensaje de los apóstoles y siervos de Dios de los primeros tiempos de la historia de la iglesia, y concretamente el ministerio del apóstol Pablo que estamos considerando, mantuvo el equilibrio adecuado entre el consuelo y la disciplina. El mismo Pablo les diría a los Efesios en 4:15 que hablaran la verdad en amor. Y así hicieron todos aquellos siervos de Dios: comunicaron la verdad con amor. Y ese, estimado oyente, es el principio que rige nuestra comunicación del mensaje del evangelio, y la enseñanza de la Biblia.

Ahora el aspecto fraternal del servicio cristiano dentro de la iglesia fue representado por el hijo en la familia. Leamos entonces el versículo 14 de este segundo capítulo de la primera carta de San Pablo a los Tesalonicenses, que inicia el párrafo titulado

El aspecto fraternal del ministerio del apóstol (el desafío)

"Vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea, pues habéis sufrido de los de vuestra propia nación las mismas cosas que ellas sufrieron de los judíos."

Aquí comienza diciendo hermanos. ¿Qué convierte a los seres humanos en hermanos? Bueno, hay dos cosas que crean esa relación de hermanos. Indiferentemente de la raza o el color de la piel, es cierto que todos han pecado y están privados, están lejos de la presencia gloriosa de Dios. Nadie puede evitar estar incluido en esta categoría. Ahora, si se nos permite la expresión, somos una fraternidad de pecadores. Y ya que es una fraternidad de personas unidas por la realidad del pecado, no constituye una fraternidad unida por el amor. Y en consecuencia, hay que tener cuidado con un hermano de esa fraternidad, es decir con otro ser humano, porque no siempre podrá confiar en él.

Ahora, ¿qué fue lo que atrajo a los Tesalonicenses, haciéndoles vivir esa experiencia de unidad, como hermanos? El apóstol Pablo dijo en este mismo versículo 14: habéis sufrido de los de vuestra propia nación las mismas cosas. La iglesia de Tesalónica estaba mayormente formada por no judíos, y ya estaban experimentando persecución, aunque ese aun no era el tiempo de la gran persecución que sufrirían bajo los emperadores. Pero lo cierto que en esa ciudad estaban sufriendo. El apóstol pudo decirles: "Antes que comenzarais a sufrir, los hermanos allá en Jerusalén ya estaban sufriendo en manos de sus hermanos de raza. El sufrimiento os ha unido y os mantiene unidos". Eran hermanos en el dolor; el sufrimiento es como un cemento, como un elemento que mantiene unidos a los cristianos.

En algunas zonas del mundo los miembros de la iglesia se están "despegando" -podríamos decir-y la causa que produce esta situación fue la misma que se le comunicó a los israelitas en Deuteronomio 32:15, que dice: Pero engordó Jesurún, y tiró coces". Es decir, que ellos habían entrado a un periodo de abundancia y se volvieron críticos. Ahora, francamente, en algunos países la persecución es ya una realidad, y en otros es una posibilidad muy cercana.

Hay muchos cristianos que están orando para que se produzca una renovación espiritual. Algunos grupos de oración se reúnen regularmente para orar por este asunto. Nunca les hemos oído orar para que experimenten sufrimiento o persecución, de manera que venga una renovación. Y no creemos que en muchas regiones, baja las condiciones actuales, se produzca una renovación de este tipo. En nuestros días se percibe, en algunos sectores, un renovado interés en la Palabra de Dios, y ciertos cristianos lo consideran una renovación. Sin embargo, no lo calificaríamos así. Creemos que se una renovación se produjera en la iglesia, todos lo notaríamos. Nadie tendría que andar preguntándose si es una renovación o no lo es.

Pero sí creemos que si el sufrimiento llegara a la Iglesia, lograría que los creyentes se unieran y dejaríamos entonces de lado toda esa insensatez de estar criticando a otro hermano. Reconoceríamos que cada hijo de Dios es nuestro hermano. Puede haber desacuerdo en varios temas, pero cada creyente en Jesucristo es mi hermano. Formamos parte de la familia de Dios, y deberíamos reflejar esta realidad ante el mundo. Cuando la Iglesia verdaderamente refleje esta relación espiritual, entonces se producirá una renovación.

Lo que sucede es que, cuando estamos orando en las condiciones actuales, estamos tratando de tomar un desvío o un atajo para experimentar una renovación. ¿Por qué no oramos más bien para que se presenten las condiciones que producen la renovación? Si repasamos la historia, veremos que fueron las situaciones extremas las que en algunas ocasiones trajeron una renovación espiritual. Por ejemplo, el gran movimiento que surgió en Inglaterra, tuvo lugar en días realmente difíciles, cuando ese país se encontraba al borde de la revolución. Parece que se requieren condiciones especialmente duras, situaciones límite, para que se produzca una renovación en profundidad. Como dijimos anteriormente, en algunas zonas del mundo ya se presentan esas condiciones. Pero continuemos con nuestra lectura, leyendo los versículos 15 y 16 de este capítulo 2 de la Primera epístola a los Tesalonicenses. Dijo Pablo:

"Estos mataron al Señor Jesús y a sus propios profetas, y a nosotros nos expulsaron; no agradan a Dios y se oponen a todos los hombres, impidiéndonos hablar a los no judíos para que estos se salven. De esta manera colman siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre ellos la ira hasta el extremo."

Consideramos que éste es un pasaje muy destacado de la Biblia. Nos revela un gran principio. Dios permite que el pecado continúe su curso completo. La figura retórica que usaron los profetas era que: "La copa de la maldad debía ser llenada". Dios está permitiendo que esa copa se llene. Es decir, Dios no detiene este proceso porque si Él lo hiciera, Satanás podría decir que él no tuvo una oportunidad porque Dios no le permitió llegar hasta el final. Creemos que la gran tribulación será el período de tiempo en el que Dios permitirá que Satanás de rienda suelta a su actividad.

Leamos ahora el versículo 17, en el cual se inicia el párrafo titulado

La recompensa de un verdadero testigo de Cristo

"En cuanto a nosotros, hermanos, separados de vosotros por un poco de tiempo, de vista pero no de corazón, deseábamos ardientemente ver vuestro rostro."

Otra vez vemos que el apóstol usó la palabra hermanos, que nos habla de la verdadera hermandad. Cuando una persona está en Cristo, unida a Cristo, es hermana de todas las otras que están unidas a Cristo. Fuera de Cristo, solo queda una fraternidad de pecadores.

Pablo continuó diciendo separados de vosotros por un poco de tiempo, de vista pero no de corazón. El apóstol había sido prácticamente expulsado de Tesalónica, pero su corazón aun estaba allí. No le agradó tener que dejar a estos cristianos y quería poder verlos otra vez. Por cierto, que pudo hacerlo. Ahora, en el versículo 18, dijo:

"Por eso quisimos ir a vosotros, yo, Pablo, ciertamente una y otra vez, pero Satanás nos estorbó"

Pablo tuvo un discernimiento espiritual para ver que era la estrategia de Satanás la que le impedía volver a Tesalónica. La palabra Satanás realmente significa "adversario".

Creemos que en la actualidad Satanás procura estorbar a cualquier programa de difusión de la Palabra de Dios. Hemos visto, por todas partes, varios ejemplos de esos intentos. Escuchemos ahora lo que Pablo dijo aquí en los versículos finales de este capítulo 2, los versículos 19 y 20:

"Pues ¿cuál es nuestra esperanza, alegría o corona de gloria? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y alegría."

Pablo está diciendo que una de las grandes experiencias con las cuales contaba cuando Cristo viniera a recoger a Su iglesia sería la oportunidad de ver a estos creyentes que él había guiado a Cristo. Los cristianos de Tesalónica que él había ganado para Cristo eran para él un motivo de alegría aquí en la tierra y lo serían en la futura eternidad.

Por cierto, estimado oyente, ¿habrá alguna persona en el cielo que se le acerque a usted y le dé las gracias por haber tenido una parte al presentarle la Palabra de Dios y guiarle a Cristo aquí en la tierra? ¿Ha contribuido usted para las misiones y la ayuda para los misioneros? Si usted lo ha hecho, en el cielo, alguien a quien nunca ha conocido, alguien del otro extremo del mundo, podría acercarse y agradecérselo. Le agradecerá por haberse interesado en ayudar a proclamar la Palabra de Dios, porque ese mensaje le alcanzó y le permitió ser salvo. Estimado oyente, este va a ser parte del premio que recibiremos en el cielo. Tenemos que ser conscientes de ello durante nuestra vida aquí en la tierra. Es una hermosa esperanza poder esperar con ansia, con esa expectativa, el momento en el que Jesucristo recoja a Su iglesia de este mundo. Y causa incluso más alegría el pensar que alguien que ha confiado en Cristo a causa de su testimonio personal irá con usted a encontrarse con el Señor.

Y bien, amigo oyente, así concluimos nuestro estudio de este capítulo 2, de la primera epístola del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses. Vamos a detenernos aquí por hoy, y Dios mediante, en nuestro próximo programa, comenzaremos a estudiar el capítulo 3. Esperamos que usted también pueda acompañarnos mientras recorremos este capítulo. Mientras tanto, le sugerimos que lea el contenido del capítulo 3, para familiarizarse con su contenido.

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