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Estudio bíblico de 1 Tesalonicenses 4:13-18

1 Tesalonicenses 4:13-18

En el día de hoy, amigo oyente, regresamos a este tan importante pasaje de la Primera epístola del Apóstol Pablo a los Tesalonicenses, el capítulo 4. Como puede usted ver en el Bosquejo General que presentamos en la introducción a esta carta a los Tesalonicenses, en la sección anterior (3:1-4:12) el título era "La venida de Cristo es una esperanza purificadora"; esa sección estaba centrada en la Santificación del creyente. En esa sección el apóstol Pablo instó a los Tesalonicenses a que continuaran creciendo en la fe, y entró en un tema eminentemente práctico: cómo debían caminar, es decir, vivir, los creyentes a la luz de esa esperanza del retorno de Cristo.

Ahora en este versículo 13, que consideramos en nuestro programa anterior, comenzó una nueva sección titulada "La venida de Cristo es una esperanza consoladora", que completaremos hoy y que se extiende hasta el versículo 18 de este mismo capítulo 4. En esta destacada parte de la carta de San Pablo hemos de ver lo que la muerte significa para el cristiano, y lo que el arrebatamiento significa para la Iglesia. Leamos nuevamente este versículo 13, que es el punto de partida de esta sección:

"Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza."

El apóstol Pablo les habló acerca de los que duermen. Pablo se estaba refiriendo a la muerte del cuerpo. Esta expresión nunca se refiere al alma o al espíritu del hombre, porque el espíritu del hombre no muere. A medida que avanzamos tomaremos nota de ello, pero antes quisiera mencionar 4 razones por las que la muerte del cuerpo es descrita como estar "dormido."

1. Hay una similitud entre el sueño y la muerte. Un cuerpo muerto y un cuerpo dormido son realmente muy parecidos. Algunas veces seguramente hemos observado a un amigo o un ser querido en su ataúd y alguien seguramente ha hecho la observación de que parecía dormido. En cierta manera es verdad. El cuerpo de un creyente está dormido. Alguien que duerme no deja de existir, simplemente porque el cuerpo está durmiendo. El sueño es temporal; la muerte también es temporal. El sueño tiene su despertar; la muerte tiene su resurrección. Es que no se trata de que la vida sea existencia y la muerte una no-existencia.

2. La palabra que se traduce "dormido" tiene su raíz en la palabra griega "keimai", que significa "echarse, acostarse". Y lo verdaderamente interesante es que la palabra resurrección es una palabra que se refiere solamente al cuerpo. Es "anastasis" y proviene de dos palabras griegas; "histemi" que junto con la preposición "ana" significa "levantarse, ponerse en pie". Y solo un cuerpo puede ponerse en pie en la resurrección.

C.S. Lewis en su libro Screwtape Letters usa un poco de sarcasmo para ridiculizar a aquellos que creen que la resurrección es una resurrección del espíritu, y no del cuerpo. El pregunta qué posición adopta el alma o el espíritu cuando se acuesta en la muerte, o qué posición adopta el espíritu cuando se levanta en la resurrección. Si usted quiere creer en el sueño del alma, debe explicar cómo puede recostarse el alma y después levantarse. Obviamente, la palabra "dormido" se refiere al cuerpo.

La misma palabra para "sueño" se usa aquí tal como se usa cuando se refiere al sueño natural, cuando el cuerpo reposa sobre la cama. Presentaremos dos ejemplos al respecto. En Lucas 22:45, dice, hablando de Jesús: 45Cuando se levantó de la oración y fue a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza. Imaginemos que Pedro, Jacobo y Juan se fueron a dormir en un tiempo de crisis. La palabra es la misma que se usa aquí en 1 Tesalonicenses. Nuevamente, en Los Hechos 12:6, dice: 6Cuando Herodes lo iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel. Una cosa que sabemos con toda seguridad de Simón Pedro es que él no sufría de insomnio. Incluso en momentos de gran crisis, era capaz de dormir. Otra vez, se usa la misma palabra para "dormir" y se refiere al sueño natural del cuerpo.

3. La Biblia enseña que el cuerpo vuelve al polvo del cual fue formado, pero el espíritu vuelve a Dios que lo dio. Incluso el Antiguo Testamento enseña esto. En Eclesiastés 12:7 leemos: antes que el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. "El polvo", es decir nuestro cuerpo. En Génesis 3:19 vemos que Dios le dijo a Adán. . . polvo eres y al polvo volverás. Fue el cuerpo el tomado del polvo, y entonces Dios sopló en el hombre el aliento de la vida, o el espíritu. Es el cuerpo el que irá a dormir hasta la resurrección, solo el cuerpo. El espíritu del creyente regresará a Dios.

El espíritu o el alma no muere, y por lo tanto, el espíritu, o al alma, no será resucitado. Solo el cuerpo puede acostarse en la muerte, y solo el cuerpo puede levantarse, ponerse en pie en la resurrección. Y esto fue bastante obvio cuando Pablo dijo en 2 Corintios 5:8, que estar ausentes del cuerpo, era estar presentes ante el Señor.

El cuerpo es simplemente una tienda frágil que es dejada a un lado temporalmente en la muerte. Dice 2 Corintios 5:1, 1Sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha por manos, eterna, en los cielos. La palabra griega para tabernáculo aquí es "kenos", que significa tienda. Los cuerpos en los que vivimos son tiendas. Uno puede vivir en un verdadero palacio, pero la vivienda real es realmente una pequeña tienda. Dios nos puso a cada uno de nosotros en una tienda. Aquí no hay diferencias entre vivir en una casucha o residir en una mansión. A todos se nos ha dado la misma clase de tienda. Uno podría reducir el cuerpo a los elementos químicos que lo forman, y se nos ha dicho que la suma total que se obtendría sería de unos 3 Euros, aunque la inflación podría subir un poco el precio. Así que cada uno de nosotros vive en una tienda que, por cierto, tiene un valor muy escaso. Y se puede venir abajo en cualquier momento. Realmente, nuestros cuerpos son extremadamente frágiles.

Dijo Pablo en 2 Corintios 5:2, 2Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial. Y en el versículo 4 de ese mismo capítulo dice: 4Asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia, pues no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Así que gemimos dentro de nuestras tiendas. ¿Había pensado alguna vez en esto?

Recordemos también que Pablo escribió en este mismo pasaje de 2 Corintios, esta vez en los versículos 6 y 7: 6Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor 7(porque por fe andamos, no por vista). Así que durante nuestra vida nos sentimos con nuestro cuerpo como en casa; después de todo es donde vivimos. La gente no llega realmente a vernos; es que estamos escondidos dentro de nuestros cuerpos. Y la casa corporal en que vivimos está, según los casos, en mejor o peor estado de reparación, pero ahí es donde vivimos mientras andemos por esta tierra.

Y vemos que en este mismo capítulo de 2 Corintios 5:8 Pablo continuó diciendo: 8Pero estamos confiados, y más aún queremos estar ausentes del cuerpo y presentes al Señor. No podemos imaginar una experiencia más agradable que ésta. Por ello, cuando vamos a despedir los restos mortales de un ser querido no pensamos tanto en si tiene o no un aspecto natural. Sino que sabremos que estamos simplemente contemplando la tienda que él o ella han dejado, su vieja vivienda, que ha sido puesta a descansar. El, o ella, han ido a la presencia del Señor. Y en la resurrección, ese cuerpo, como los de todos nosotros, resucitará.

Daniel fue otro autor de la Biblia que habló de la muerte del cuerpo como un "sueño". Dijo en su capítulo 12:2, Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados: unos para vida eterna, otros para vergüenza y confusión perpetua. O sea, que el polvo volverá al polvo, es decir, el cuerpo; pero el espíritu va a Dios que lo envió.

4. Los primeros cristianos adoptaron una hermosa palabra para los lugares de enterramiento de sus seres queridos; la palabra griega "Koimeterion", que significa "una casa de descanso para extranjeros, un lugar para dormir". La misma palabra pasó a otros idiomas, por ejemplo al nuestro, dando lugar a la palabra "cementerio". La misma palabra se usaba en aquellos días para las posadas o mesones, lo que identificaríamos hoy con un hotel en la carretera. Son instalaciones en las que uno pasa una noche para dormir y al día siguiente se dispone a continuar el viaje. Esta es una figura del lugar donde enterramos a nuestros seres queridos. Es un pensamiento consolados saber que dejamos allí sus cuerpos hasta el día de la resurrección. Un día el Señor vendrá y esos cuerpos se levantarán.

Regresemos ahora a la consideración del versículo 13 del cuarto capítulo de Tesalonicenses. Dijo Pablo: para que no os entristezcáis, como los otros que no tienen esperanza. El mundo pagano no tenía esperanza; para ellos la muerte era algo terrible. En Tesalónica se encontró una inscripción que decía: "Después de la muerte, no se puede volver a la vida, después de la tumba, ya no nos veremos más", El poeta griego Teócrito escribió: "Las esperanzas son para los vivos; los muertos están sin esperanza". Esas eran las creencias en el mundo antiguo; eran tristes y pesimistas.

Los creyentes no deben entristecerse como los paganos. Cuando vamos a un entierro siempre podemos saber si la familia del que ha partido es cristiana o no. Por la forma en que expresan su tristeza podemos saber si tienen esperanza o no. Los cristianos lloran, por supuesto, no hay nada anormal en ello. Pablo nunca dijo que no debíamos llorar. Lo que sí dijo fue que no debíamos entristecernos como aquellos que no tienen esperanza. Un cristiano sufre la aflicción ante la muerte de un ser querido, pero al mismo tiempo, siente el consuelo de la esperanza que tiene en el regreso de Cristo y en la resurrección de los muertos.

Bien, debemos regresar al pasaje que debemos considerar hoy ya que es un pasaje tan destacado de la Biblia. El versículo 14, del capítulo 4, de la Primera epístola a los Tesalonicenses, dice:

"Si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él."

Y quisiéramos destacar el énfasis de la frase de Pablo: Jesús murió y resucitó. Aquí no dice que El durmió, sino que murió. Que exacta es esta afirmación.

Hay 3 clases de muerte en la Biblia. Existe la muerte física, que es la separación del espíritu del cuerpo. Es lo que comúnmente llamamos muerte. Adán realmente no murió físicamente hasta 930 años después de la Caída.

Después está la muerte espiritual. Pablo dijo que tener una mentalidad carnal, dominada por las pasiones humanas, equivale a muerte, que es separación de Dios. Esto es lo que le sucedió al hombre en el Jardín del Edén cuando Dios dijo que el hombre moriría el día que comiera del fruto. (Recordemos que en Génesis 2:16 y 17 Dios le había dicho: De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comas, ciertamente morirás.) Entonces el hombre quedó separado de Dios. Adán se escondió de Dios; huyó de Dios cuando Dios llegó al jardín. Es que había una separación entre ellos. Así que Adán murió el día que comió del fruto prohibido; esa fue su muerte espiritual. Pablo describió esta muerte espiritual en Efesios 2:1, cuando escribió: El os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados.

La tercera muerte es la muerte eterna. Esta es la separación eterna de Dios. Esta es la segunda muerte descrita en Apocalipsis 20:14. Continuemos leyendo ahora en el cuarto capítulo de 1 Tesalonicenses, el versículo 15:

"Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron."

La frase en palabra del Señor nos transmite la certeza de Pablo de que él estaba dándoles a los Tesalonicenses la Palabra de Dios a través de la respuesta a la pregunta que ellos le habían hecho. Pablo sabía que se habían estado preocupando por aquellos que habían muerto antes del arrebatamiento de la Iglesia, y quiso que ellos supieran que los que habían muerto en Cristo tendrían una participación en el arrebatamiento.

La aclaración está contenida en la frase de Pablo nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Los que estén con vida en aquel gran acontecimiento del arrebatamiento, no se adelantarán a los que hayan muerto. Así que los muertos en Cristo estarán yendo en primer lugar. Continuemos leyendo el versículo 16 de este cuarto capítulo de 1 Tesalonicenses:

"El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces, los muertos en Cristo resucitarán primero."

Aquí dice El Señor mismo. . . descenderá del cielo. El no estará enviando ángeles. Cuando El venga a la tierra para establecer Su Reino, enviará a Sus ángeles a los cuatro puntos cardinales de la tierra, para reunir a los elegidos, que serán tanto israelitas como no judíos, que entrarán al Reino. Sin embargo no vemos el ministerio de ángeles relacionado con el arrebatamiento de la Iglesia. Los ángeles anunciaron el nacimiento de Cristo pero ¿cómo fue anunciado? Como el Hijo de David, como el recién nacido Rey. Fue anunciado como un Rey. Los sabios del oriente quisieron saber dónde podían encontrar a Aquel que había nacido Rey de los judíos. En contraste con esta escena, en el establecimiento de la Iglesia en el Día de Pentecostés, no había ángeles. El Espíritu Santo mismo descendió. Cuando el Señor recoja a Su Iglesia del mundo, el Señor mismo descenderá del Cielo. En esa ocasión no habrá ángeles. Es que los ángeles están relacionados con Israel, pero no con la Iglesia.

Continúa el versículo diciendo que el Señor descenderá del cielo con voz de mando. Esa es una voz del que estará al mando. Será la misma voz que El usó cuando se presentó frente a la tumba de Lázaro y dijo: Lázaro, ven fuera (como vemos en Juan 11:43).

Y aquí se menciona la voz de arcángel. Ahora bien, pero ¿no es éste un ángel relacionado con el arrebatamiento? No, es Su voz que será como la voz de un arcángel. Se refiere a la calidad, a la majestad y a la autoridad de Su voz.

Y dice aquí también, la trompeta de Dios. ¿Habrá trompetas allí? No, sino que Su voz será como el sonido de una trompeta. ¿Podemos estar seguros de ello? En Apocalipsis 1:10 Juan, que se encontraba exiliado en la Isla de Patmos, escribió: 10Estando yo en el Espíritu en el día del Señor oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta, Juan se volvió para ver quién era, y vio al Cristo glorificado. Será la voz del Cristo glorificado la que sonará como una trompeta.

Cuando Él llame a su Iglesia ellos los cuerpos de los creyentes saldrán de las tumbas, ¿Y qué sucederá entonces? Dice aquí: Los muertos en Cristo resucitarán primero. Y el versículo 17 dice:

"Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor."

Nuevamente tenemos aquí la palabra arrebatados, que significa "asir apresuradamente", "arrebatar", "levantar" o "raptar".

Este evento constituirá un procedimiento muy ordenado. Los muertos resucitarán primero. Podemos imaginarnos a Esteban saliendo de la tumba. Podría ser que él guiara el desfile, ya que él fue el primer mártir de la iglesia cristiana. Después vendrán los apóstoles y todos esos millones que han entregado sus vidas por causa de Jesús. Y continuarán viniendo procedentes de los siglos. Finalmente, si nosotros estamos con vida en ese tiempo, subiremos a la parte de atrás del desfile. Estaremos más bien lejos, al final de la cola de la procesión. La mayor parte de la Iglesia ya ha cruzado el portal de la muerte. Finalmente por hoy, leamos el versículo 18 de este cuarto capítulo de 1 Tesalonicenses:

"Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras."

¿Dice aquí, aterrorizaos los unos a los otros con estas palabras? Por supuesto que no. La Biblia dice, alentaos, es decir, animaos. No solo significa consolarse en sentido normal de la palabra, sino también instruir y exhortarse los unos a los otros, y hablar sobre estas cosas. Estimado oyente, algún día, Jesús va a recoger a los Suyos de esta tierra. Esta realidad nos llena de ánimo y consuelo. Los cuerpos de los muertos serán levantados. Entonces, todo aquel que esté con vida en ese momento será recogido con los demás para encontrarse con el Señor en el aire. De esta manera, estaremos siempre con el Señor. En realidad, vendremos con El a la tierra para reinar con Él cuando venga la tierra a establecer Su Reino.

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