Estudio bíblico: El hombre de la mano paralizada - Lucas 6:6-11
El hombre de la mano paralizada (Lc 6:6-11) (Mt 12:9-14) (Mr 3:1-6)
Parecería que hay ciertos acontecimientos que nos quedan grabados exactamente en el día en que ocurrieron. Este es uno de los milagros que sucedieron en un día de reposo. En el versículo 5, que antecede al milagro, leemos: "También les decía: El Hijo del Hombre es Señor del sábado".
(Lc 6:6) "Aconteció en otro sábado que él entró en la sinagoga y enseñaba. Y estaba allí un hombre cuya mano derecha estaba paralizada". Observen que es la mano en que la mayoría de las personas tiene su máxima habilidad. Este hombre no sólo no la podía utilizar, sino que el término "paralizada" nos da la idea de algo atrofiado, y probablemente los dedos estaban retraídos. La palabra que se usa en el griego es "xeeraino" que se utiliza en el Nuevo Testamento 16 veces. En general se usa con la idea de una planta o un árbol que se seca. Por ejemplo, en relación con la semilla en la parábola del Sembrador. Allí leemos: "pero cuando el sol salió, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó" (Mt 13:6) (Mt 21:19) (Jn 15:6).
La mano paralizada implica no sólo la falta de movimiento sino la atrofia de los músculos y aun la piel, lo cual hace que la comparación, usando un término que en general se usa en relación con un árbol, sea muy gráfica. Este tipo de anormalidad puede ser debido a un gran número de causas. Quizás la más común sería el daño de los nervios que van a la mano. La lesión podría estar a distintos niveles: desde la muñeca, el brazo en sí, la médula espinal o aun en el cerebro. Por el mandato del Señor Jesucristo de estirar la mano entendemos que esta estaba contraída como se ve en estos casos. Por supuesto las causas que pueden ocasionar este daño son múltiples: desde el traumatismo hasta las enfermedades vírales del tipo de la poliomielitis. Creo que sería improbable que esto fuera "polio" dado que la lesión parece ser localizada sólo en la mano. Del mismo modo creo que sería raro que fuera debido a un accidente vascular encefálico debido a que las personas diestras normalmente se acompañan con dificultad para hablar dado que en las tales el centro del lenguaje está en el lado izquierdo del cerebro, en donde sucede la lesión.
Versículo 7: "Los escribas y los fariseos le acechaban para ver si le sanaría en sábado, para hallar de qué acusarle". ¡Cuán perverso es el corazón del ser humano! Están esperando la oportunidad para caerle encima. Más provechoso les hubiera sido si con una mente abierta hubiesen estado dispuestos a escucharlo y ver qué es lo que tenía para decirles.
Pero observemos la frase del versículo 8: "Pero él, conociendo los razonamientos de ellos". Nosotros podemos imaginar qué es lo que otras personas están pensando; pero una y otra vez en las Escrituras se nos dice que el Señor conoce los pensamientos.
Observen que este hombre no abre su boca. Específicamente él no pide ser sanado. A la mayoría de nosotros nos gustaría ser sanados de nuestro problema lo antes posible. Observen cómo el milagro se produce. Parece que ahora se utiliza la "cámara lenta". Ahora el Señor Jesús se dirige a este hombre y le dice: "Levántate y ponte en medio. Él se levantó y se puso en medio". El hombre está en el medio de todos en la sinagoga. Seguro que se siente algo molesto de ser el centro de la mirada de todos, especialmente sabiendo que un conflicto muy serio se va a desarrollar. El hombre, en silencio, se pone delante. Todos miran esa mano inutilizada por la enfermedad. Los dedos están retraídos. La mano es un órgano maravilloso que le permite al ser humano hacer movimientos increíbles que ningún animal puede imitar. Esa mano cuando pertenece a un artista puede pintar cuadros maravillosos. Esa mano que en el cuerpo de un músico puede volar sobre las teclas de un piano o saltar sobre las cuerdas de un arpa o una guitarra, está retraída como la garra de un animal feroz. Es que esa mano está, desde el punto de vista funcional, muerta.
Versículo 9: "Entonces Jesús les dijo: Yo os pregunto: ¿Es lícito en el sábado hacer bien o hacer mal? ¿Salvar la vida o quitarla?". En primer lugar, el Señor Jesús, en este caso específico, hace esta pregunta no para justificar su acción porque otros milagros los hubiera hecho en el día de reposo, sino para enseñarles un principio.
Notemos la primera parte de la interrogación: "¿Es lícito en el sábado hacer bien o hacer mal?". Por supuesto que hacer mal no es lícito en ningún día. Pero creo que aquí la idea es que los fariseos creían que no hacer el bien era neutral, o sea, algo indiferente y sin consecuencias. Ahora el Mesías les está diciendo que la falta de hacer el bien es equivalente a hacer el mal. Notemos que de inmediato él pregunta: "¿Salvar la vida o quitarla?". Claro que quitar la vida no es lícito. Pero el no estar dispuestos a salvar una vida trae como consecuencia que la vida se pueda perder. Es algo serio. Si alguien se está ahogando en el día de reposo mi opción va a ser salvarle la vida si yo actúo, o quitársela en forma indirecta si yo no actúo.
¡Qué profundidad tremenda! Para el Señor Jesús el hacer lo bueno, el dar la vida, está por encima de la ley religiosa. Y no es que él infringe la ley sino que toda ley es supeditada a una ley mayor y que está a un nivel superior.
Mateo nos da los detalles del concepto que Lucas nos entrega sintetizado. En (Mt 12:11) leemos: "Pero él les dijo: ¿Qué hombre hay entre vosotros que tenga una oveja, que si ésta cae en un pozo en sábado, no le echará mano y la sacará?". Observemos que la forma de enunciar la pregunta espera una misma reacción lógica en todos los circundantes, descartándose de plano cualquier otra actitud distinta. Por supuesto, cualquier persona que se examine con honestidad podrá preguntarse si sería capaz de adoptar una actitud pasiva. En el versículo 12 de Mateo 12, Jesucristo agrega: "Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! De manera que es lícito hacer bien en sábado".
La pregunta escudriñadora se ha hecho. Los maestros de la sinagoga han sido confrontados. Algunos empalidecen, y en otros sus rostros se vuelven rojos por la ira.
Versículo 10: "Y mirándolos a todos en derredor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Él lo hizo, y su mano le fue restaurada".
Examinemos las palabras con detalle: "mirándolos a todos en derredor" me hace recordar cuando vino la mujer que tocó sus vestidos y el Señor Jesús miró alrededor y ella confesó que era quien lo había tocado. El Maestro luego dice: "Extiende tu mano". Allí, delante de todos, ese hombre extiende su mano que ha recuperado su función. Pero no sólo es capaz de mover los dedos de esa mano atrofiada por la falta de uso. Esos músculos enflaquecidos, esa piel atrófica por el proceso de la enfermedad se recupera completamente. Esa mano ahora parece tan sana como la otra.
Observamos que este hombre al parecer no dice nada, o si lo dijo no fue registrado; pero sin duda sale de allí maravillado por el milagro acontecido.
¿Cuál va a ser la respuesta de ellos? En vez de estar contentos porque este hombre ha recuperado la función de su mano, están llenos de furor y hablan entre sí sobre qué podrían hacer contra Jesús.
(Mr 3:5) nos dice: "Y mirándolos en derredor con enojo, dolorido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano". Aquí hay dos expresiones muy importantes a considerar: "mirándolos en derredor con enojo". No hacerlo así significaría una condescendencia carente de auténtica espiritualidad, impropia en nuestro Señor. El Justo y Santo no puede disimular lo que hay en su corazón. Después de todo, él es aquel que Dios ha establecido para juzgar al mundo con justicia. ¡Qué provechoso podría ser para estos hombres tratar de entender la razón del santo enojo del Mesías! Solamente dos veces se nos dice claramente en las Escrituras que el Señor se enojó. En griego, esta es la misma palabra ("orge") que se traduce como "ira" en relación con la predicación de Juan el Bautista en (Mt 3:7): "¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?". Ver también (Jn 3:36) (Ef 2:3) (Stg 1:19-20) (Ap 6:16-17). Quisiera enfatizar que Jesús de Nazaret no se enojó impropiamente, sino que lo impropio hubiera sido que no lo hubiera hecho.
En sentido espiritual, nosotros, como aquel hombre, tenemos nuestras manos paralizadas; no están haciendo la obra que el Señor tenía en su propósito. Pero un día estaremos en su presencia. En las palabras hermosas de (1 Jn 3:2) leemos: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Pero sabemos que cuando él sea manifestado, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es". Cuando estemos en su presencia nuestras manos no tendrán artritis ni cicatrices. Nuestros dedos no serán torpes en sus movimientos. Podremos usar el cuerpo espiritual que se nos promete para su gloria y honra. Allí cualquiera de nosotros tendremos la habilidad de un Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rembrandt, Goya y Velázquez, todos combinados al mismo tiempo, para poder pintar con nuestra adoración espiritual el retrato de "aquel que amamos porque él nos amó primero".
Pero miremos una vez más el versículo 5 de Marcos 3. En el rostro del Santo Hijo de Dios se ve la tristeza que ha traído el ver la dureza de los corazones. El Señor Jesucristo no estuvo en este mundo como alguien que es impasible e insensible a las cosas que ocurrían a su alrededor. Al ver el lugar donde Lázaro había sido sepultado, la Escritura nos dice que lloró. Aquí se nos dice que se entristeció.
Me imagino al hombre volviendo a su casa mirando una y otra vez esa mano que ahora ha recuperado no solamente el aspecto de una mano normal sino una función completa. Llega a la casa y se la muestra a todos sus familiares y amigos de la misma manera que un niño muestra su juguete nuevo. Habrá dicho algo como: "¡Miren lo que Jesús de Nazaret ha hecho por mí!".
Temas para predicadores
El santo enojo de Jesucristo.
La maldad de los pecadores.
La sanidad completa e instantánea que Jesucristo hizo.
Copyright © 2001-2024 (https://www.escuelabiblica.com). Todos los derechos reservados
CONDICIONES DE USO