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Estudio bíblico: Parábola del sembrador - Marcos 4:1-20

Autor: Luis de Miguel
España
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La parábola del sembrador - Marcos 4:1-20

(Mr 4:1-20) "Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él mucha gente, tanto que entrando en una barca, se sentó en ella en el mar; y toda la gente estaba en tierra junto al mar. Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina: Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga.
Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola. Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados. Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? El sembrador es el que siembra la palabra. Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones. Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan. Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno."

Una nueva etapa en el ministerio de Jesús

Ya hemos considerado en un estudio anterior, que aunque el Señor todavía tenía su centro de operaciones en Capernaum y que desde allí alcanzaba las ciudades vecinas del litoral del Mar de Galilea, sin embargo, trasladó su predicación fuera del ambiente de la sinagoga al aire libre. Y en este pasaje, vamos a ver que también cambió su forma de predicar, ya que comenzó a enseñar por medio de parábolas.
¿Por qué estos cambios en el ministerio de Jesús?
Marcos nos ha presentado previamente la reacción negativa de los religiosos fariseos y también la de sus familiares (Mr 3:6) (Mr 3:21). Ellos habían tenido un enorme privilegio que no habían querido aprovechar. El mismo Hijo de Dios había estado enseñando y llevando a cabo grandes milagros en medio de ellos, pero en lugar de reconocerle como el verdadero Mesías, lo habían menospreciado. Rehusaron deliberadamente aceptar todas las credenciales que le identificaban como el Mesías y le rechazaron al punto de atribuir sus obras al mismo Satanás (Mr 3:22). Con esta actitud, los líderes del pueblo de Israel habían llegado más allá de todo arrepentimiento posible.
Pero no todos habían reaccionado de la misma manera. Muchos del pueblo todavía le seguían, y aunque es cierto que algunos lo hacían porque querían ser sanados de sus enfermedades o tenían otros intereses materiales, sin embargo, también había un grupo de discípulos que escuchaban su Palabra y aceptaban su autoridad. Esta situación llevó a Jesús a formar dos grupos claramente diferenciados:
"Los que estaban cerca de él con los doce" (Mr 4:10-11), a los que les declaraba los "misterios del reino" que eran ilustrados por medio de las parábolas.
"Los que están fuera, por parábolas" (Mr 4:11). No eran discípulos, no estaban abiertos a entender ni obedecer al señorío de Cristo. No es que el Señor los colocara fuera, sino que quedaban fuera por falta de deseos de entrar y entonces, no viendo más que la forma externa, no comprendían el mensaje espiritual de las parábolas.

¿Qué es una parábola?

El vocablo "parábola" proviene de un término griego que literalmente significa "colocar al lado de" con el propósito de hacer una comparación o presentar una ilustración. Tal como lo usaba Jesús, básicamente consistía en una historia humana que ilustraba una lección espiritual.
Podemos encontrar casos del uso de parábolas en el Antiguo Testamento: Por ejemplo la historia de la corderita que Natán le contó a David cuando se deshizo traicioneramente de Urías y tomó a su esposa Betsabé (2 S 12:1-7).
Habiendo explicado lo que es una parábola, debemos hacer una advertencia en cuanto a su interpretación. Una parábola no se debe tratar nunca como una alegoría. En una alegoría, cada escena, personaje y detalle de la historia encierra un significado (por ejemplo, "El Peregrino" de Juan Bunyan). En una parábola no debemos buscar un significado a cada detalle sino fijarnos en la idea principal que intenta resaltar.
¿Con qué propósito empleaba Jesús las parábolas?
Podemos decir que de esta forma el Señor estaba haciendo una especie de "criba" en función de la relación que tenían con él. A veces ni aún los discípulos entendían las parábolas, pero al estar cerca de Jesús y tener el deseo de aprender los principios del Reino, buscaban la oportunidad para preguntarle y así entender las parábolas. En cambio, para el incrédulo la parábola no pasaba de ser una sencilla historia en la que no veía ni buscaba ningún sentido espiritual, quedando así completamente en oscuridad.
Pero al mismo tiempo, cuando Jesús les hablaba por parábolas, era también una manifestación del juicio de Dios. El lo explicó usando las duras palabras que encontramos en Isaías: (Is 6:9-10) "Y dijo: Anda, y dí a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad" (Mr 4:11-12). No olvidemos que tanto en la época de Isaías, como en la de Jesús, el pueblo había rechazado a Dios a pesar de las múltiples evidencias que habían recibido. Vemos por lo tanto una verdad muy seria: no podemos rechazar a Jesús y seguir teniendo oportunidades indefinidamente.

Jesús, el Maestro

El Señor sacaba sus ilustraciones de la vida cotidiana y su forma de hablar era tan sencilla que hasta un niño la podía entender. Hoy, después de veinte siglos, sus ilustraciones y las enseñanzas que se desprenden de ellas no han perdido su frescura y siguen siendo de aplicación universal y perpetua.
Además, las parábolas involucraban al oyente, obligándole a pensar por sí mismo y a posicionarse frente a lo que estaba escuchando. Por ejemplo, la parábola del sembrador nos obliga a preguntarnos qué tipo de tierra soy yo.

La parábola del sembrador

Esta parábola arroja luz sobre todas las demás, y encabeza todas las series de parábolas que encontramos en los tres evangelios sinópticos.
(Mr 4:13) "Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?"
La parábola ilustra la manera en que los hombres reciben la predicación del Reino y explica la necesidad de tener "buen oído", o sea, la disposición de escuchar la Palabra con corazón humilde y con deseos de saber la verdad y obedecerla.
Se describen cuatro tipos diferentes de reacciones a la predicación de la salvación.

"El misterio del Reino de Dios"

Jesús dijo que el contenido de la parábola tenía que ver con lo que él describió como "el misterio del Reino de Dios" (Mr 4:11). ¿Qué quiere decir esto?
Un misterio en el Nuevo Testamento es una verdad que hasta ese momento era desconocida y que llega a conocerse mediante una revelación especial de Dios.
¿En qué consiste este misterio que ahora nos es revelado?
Que el Reino no sería manifestado de forma visible en el mundo durante el ministerio terrenal de Jesús. Según los judíos, el Mesías tenía que aparecer en pompa exterior y con ostentación de poder para establecer el Reino. Pero ésta era la misma idea del Reino con que Satanás había tentado a Jesús al comienzo de su ministerio (Mt 4:5-6).
Y que el Reino de Dios se iba a establecer en los corazones de los hombres. El campo sobre el cual era sembrada la semilla no era sólo Israel, sino cualquiera que escuchara la Palabra de Jesús.
Marcos recoge tres parábolas que ilustran diferentes etapas del Reino.
La parábola del sembrador (Mr 4:1-20) tiene la intención de mostrarnos cómo llega el reino de Dios a los corazones humanos. La Palabra de Dios es sembrada durante este intervalo con diversos grados de éxito.
La parábola de la semilla que crece en secreto (Mr 4:26-29), trata del modo en que crece el reino de Dios.
La parábola de la semilla de mostaza (Mr 4:30-32) nos muestra que aunque el comienzo del reino de Dios es insignificante, su final es sorprendente.

La semilla

La semilla hace referencia a la Palabra de Dios: "El sembrador es el que siembra la palabra" (Mr 4:14).
El Reino de Dios comienza con la predicación de la Palabra y por eso debemos confiar en la predicación de la Palabra más que en cualquier otra cosa. La Palabra de Dios, al igual que la semilla, tiene vida en sí misma. Allí donde se le da la oportunidad, demostrará su poder viviente en la producción de fruto.
(Ro 10:17) "La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios."
(1 P 1:23) "Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre."
Por último, notemos que el grano es igualmente bueno en todos los casos. La variación en el resultado depende enteramente del terreno en el que la semilla cae.

El sembrador

En esta parábola, el sembrador es el mismo Señor.
(Mt 13:37) "El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre."
Pero es legítimo decir también que cualquier pastor, misionero, evangelista, o creyente que predique fielmente la Palabra de Dios, es también un sembrador.
(Mr 4:14) "El sembrador es el que siembra la palabra."
La labor del sembrador es llevar la Palabra a todo tipo de personas. Es cierto que produce mucha tristeza cuando pensamos en la cantidad tan grande de la preciosa semilla que se siembra en vano y se pierde, pero llegará un día en que se pedirá cuanta a los hombres por ella (Jn 12:48).

Cuatro tipos de suelo

El suelo o terreno es el corazón humano. Se mencionan cuatro tipos diferentes en función de las distintas formas en que la Palabra es tratada por los que la oyen.
La semilla es la misma en todos los casos y la diferencia en el rendimiento depende enteramente del tipo de suelo donde es sembrada.
Una parte de la semilla cayó "junto al camino", en un terreno tan duro que no podía hundirse en el suelo, de modo que las aves pudieron comerla sin que hubiera dado señal alguna de vida. Hace referencia a personas insensibles, que como el sendero por el que ya han pisado muchos, así también ellas han rechazado tantas veces la Palabra que al final sus corazones han quedado endurecidos. También puede referirse a personas con conciencias bloqueadas por causa del pecado. Gente que cree que no necesita nada, que se sienten autosuficientes y se muestran indiferentes a la predicación de la Palabra porque les parece una cosa ridícula o inútil. En todos estos casos, Satanás no tiene ninguna dificultad en quitar la semilla que ha sido sembrada.
"En pedregales" quiere decir más bien en tierra poco profunda, extendida sobre la roca donde no había humedad ni nutrientes. Empezó a germinar, pero no pudo echar raíces, y el sol pronto quemó la pequeña planta. Son una ilustración de personas que reciben superficialmente la Palabra. Dependen de sus emociones y sentimientos pero no tienen convicciones profundas y sinceras. Por eso, al hallarse frente a la oposición o a la persecución, vuelven al mundo.
En el tercer caso, la semilla "cayó entre espinos" y aunque la germinación fue perfecta y el crecimiento bueno, las espinas la oprimieron de tal forma que no llevó fruto. Cuando la semilla se sembró, el terreno parecía estar bastante limpio, pero allí estaban las semillas de los espinos que "nacieron juntamente ella" (Lc 8:7). Es una ilustración de las muchas cosas que tratan de desplazar a Cristo del lugar supremo que le corresponde y que ahogan su Palabra. Los intereses y las preocupaciones: personas ansiosas, nerviosas, siempre en tensión, constantemente preocupadas por las cosas de la vida: ¿qué comeremos? ¿qué beberemos? ¿con qué nos vestiremos? Las riquezas: Personas interesadas por enriquecerse, buscando entretenimientos y placeres. Notemos que Jesús se refiere a ellas como "el engaño de las riquezas". Lo que muestra la naturaleza engañosa de las riquezas, que siempre ofrecen satisfacer y nunca llegan a cumplir su promesa. El deseo de otras cosas: Gente inquieta, yendo siempre de un lado a otro, incapaces de permanecer mucho tiempo en un mismo sitio como para echar raíces, sin rumbo fijo, de una experiencia a otra. Mientras que el sol seca rápidamente los tallos tempranos que surgieron en los pedregales, los espinos ahogan lentamente la espiga.
En el último caso encontró el terreno bien preparado, y no sólo germinó sino que creció y dio su fruto plenamente, bien que con diferencias de rendimiento: "y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno" (Mr 4:8). Se trata de personas que escuchan la Palabra con un corazón deseoso de conocer y hacer la voluntad de Dios, y en estas circunstancias, siempre produce fruto.
Aunque mucho del trabajo parece ser en vano y sin éxito para los ojos humanos, el Reino de Dios ha de ir adelante conforme a los propósitos de Dios. Nuestro siglo, al igual que el primero, se caracteriza por fracasos al igual que por éxitos en la obra cristiana. El que haya personas que rechazan nuestros esfuerzos por esparcir el Evangelio no debe frustrarnos a tal grado que nos demos por vencidos. No olvidemos que el Señor también pasó por lo mismo.

Los enemigos de la Palabra

La parábola nos muestra que Satanás se esfuerza por impedir que la Palabra arraigue en los corazones.
(Mr 4:15) "... En seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones."
También vemos la oposición que el mundo trae constantemente sobre aquellos que escuchan la Palabra:
(Mr 4:17) "tribulación o la persecución por causa de la Palabra."
Y la propia naturaleza caída del hombre obra en su contra. Este punto queda manifestado por "los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas" (Mr 4:19).

La importancia del fruto

La manifestación de la vida auténtica se ve por el fruto. Aquellos que afirman haber recibido la Palabra de Dios, deben comenzar inmediatamente a producir el fruto del Espíritu de Dios, es decir, "amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza" (Ga 5:22-23). Jesús dijo que "por sus frutos los conoceréis" (Mt 7:15-20).
Si no hay fruto, tampoco podemos afirmar que haya nueva vida. Esta es la clave para entender la parábola. La meta es dar fruto. Puesto que las semillas sembradas entre pedregales y espinos no llegaron a dar fruto, no podemos identificar estos casos como auténticos creyentes. Todos hemos oído de muchas profesiones de salvación que son muy dudosas o claramente falsas.
La parábola nos enseña también que existen diferencias aun entre aquellos cuya vida es espiritualmente fructífera.
(Mr 4:20) "Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno."
No todos los cristianos experimentan el mismo grado de fructificación, porque tampoco todos los cristianos son igualmente fieles, leales, valientes, humildes, consagrados... al Señor.

La importancia de la perseverancia

La perseverancia es junto con el fruto la otra marca del cristiano verdadero. Aquellos que cuando viene la aflicción o la persecución se apartan, nunca llegan a producir fruto, que como acabamos de ver, es la evidencia de haber recibido correctamente la Palabra. En la parábola del sembrador tal como aparece en el evangelio de Lucas, dice:
(Lc 8:15) "Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia."

Nuestra responsabilidad

La parábola trata sobre nuestra responsabilidad frente al mundo y nos enseña que tenemos el deber de predicar la Palabra con fidelidad. Cada creyente y cada iglesia debe tener una visión evangelizadora. No sólo en grandes esfuerzos evangelísticos, de manera ocasional, sino a diario, de forma personal. No sólo los que tienen un don específico de evangelista, sino todos los creyentes.
(Hch 8:4) "Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio."
Dios nos va a pedir responsabilidades por esto (Ez 33:1-9).
Pero la respuesta de las personas no es nuestra responsabilidad, sino que depende enteramente de ellos. Nosotros no tenemos capacidad para convertir a las personas, sin embargo, muchas veces nos culpamos a nosotros mismos y creemos que la solución está en cambiar el método. Pero no debemos olvidar que sólo hay una forma correcta de evangelizar, y es predicando la Palabra.
Y por otro lado, no debemos animarnos o desanimarnos en función de los resultados obtenidos, sino en función de si hemos cumplido con nuestra responsabilidad de predicar la Palabra.
(2 Co 2:14-16) "Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estos cosas, ¿quién es suficiente?"

Conclusiones

Y ahora debemos preguntarnos ¿qué somos? ¿en qué clase de oyentes debemos clasificarnos? No olvidemos nunca que hay tres maneras de oír la predicación sin provecho, y sólo una de oírla con ventaja.
Una persona puede cambiar. Quizá por mucho tiempo ha sido "pedregales", pero esa situación es reversible si así lo desea.
No olvidemos nunca que sólo el fruto que se produce con perseverancia es el signo infalible de haber sido oyentes de corazón. Ser estéril es encontrarse en el camino del infierno.

Preguntas

1. ¿Qué es una parábola? ¿Por qué comenzó Jesús a emplear las parábolas en sus predicaciones?
2. ¿Quién es el sembrador de la parábola? ¿Y la semilla?
3. ¿Cuántos fueron los diferentes resultados cuando la semilla fue sembrada? ¿En qué se diferencian los unos de los otros? ¿Qué representa cada uno de ellos?
4. ¿Cuáles son los enemigos de la Palabra? Explícalo con tus propias palabras y pon algún ejemplo que hayas conocido.
5. Cite dos evidencias de una verdadera conversión de acuerdo a lo que hemos estudiado en esta lección.

Comentarios

Colombia
  Jose Abelardo Astudillo  (Colombia)  (28/01/2024)

Excelente trabajo.
Dios les bendiga escuela bíblica .

Venezuela
  Gladys Aguilar  (Venezuela)  (17/01/2024)

Me gustó el estudio sobre la parábola del sembrador, aprendí mucho. Qué bueno es Dios porque entre tantas palabras y comparaciones me dejó una pequeña reflexión como por ejemplo: qué tipo de tierra soy. wuao es la pregunta incógnita. Amo predicar la palabra del señor porque cada día me enseña algo nuevo y fructífero para mí vida gracias.

Venezuela
  Gabriel Vivas  (Venezuela)  (21/01/2023)

Saludos a todos los lectores y a la Escuela bíblica, Siguiendo al maestro, me gozo mucho en esta enseñanza pienso que es una base fundamental que muchos vamos descubriendo en el camino como creyentes le doy gracias a Dios por todas las personas que nos educamos mas en este estudio.

Venezuela
  Marisol Villalobos  (Venezuela)  (15/10/2022)

Excelente Explicación de la Parábola del Sembrador, bien detallada y un análisis impecable y razonable del mensaje o contenido en el capitulo 4:4-20 del Evangelio de Marcos. Bendiciones desde Venezuela.

Colombia
  Pedro José Luis  (Colombia)  (08/10/2022)

Bendecido día... Quiero agradecerles desde Colombia su nivel de educación para llevarnos a conocer verdades Bíblicas que nos llevan a ser bendecidos para bendecir.

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