Estudio bíblico: El libro de Josué - Introducción
El libro de Josué - Introducción
Presentamos aquí las notas de los estudios sobre el libro de Josué que fueron impartidos por el querido hermano don David Gooding en el centro de estudios bíblicos del Centenillo, en España, a un grupo de pastores de diferentes procedencias durante el mes de noviembre de 2013. Ahora las compartimos por este medio con la confianza de que, con la ayuda del Señor, también pueden ser de utilidad para otros hermanos.
La presencia y gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos nosotros al comenzar nuestros estudios sobre el libro de Josué.
Vamos a dedicar este primer capítulo a orientarnos correctamente en el estudio de este importante libro del Antiguo Testamento que es Josué.
Propósito del libro
1. Para salvación
Debemos comenzar considerando lo que Pablo nos dice en:
(2 Ti 3:14-17) "Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra."
Pablo afirma que las Escrituras del Antiguo Testamento pueden hacernos sabios para la salvación que es en Cristo Jesús. Por lo tanto, necesitamos acercarnos al libro de Josué con la convicción de que es capaz de salvarnos. Al estudiar este libro, Dios quiere añadir a nuestro conocimiento, pero además tiene la preocupación y el propósito de salvarnos. Si preguntáramos a Dios por qué debemos preocuparnos en estudiar este libro de Josué, él nos contestaría que lo necesitamos para nuestra salvación. La salvación en las Escrituras es un concepto amplio, no es una cosa que ocurre una vez y para siempre el día en que nos convertimos, es un proceso que comienza en ese momento pero que continúa durante toda nuestra vida cristiana, y, por lo tanto, debemos preguntarnos constantemente de qué manera lo que estamos aprendiendo nos ayuda en este sentido amplio de la salvación, y aún más, cómo puede ayudar a otros para su salvación lo que nosotros predicamos.
2. Inspirado y útil
También notamos que Pablo, además de afirmar que toda la Escritura del Antiguo Testamento es inspirada por Dios, añade que es útil. Y creer esto en nuestra sociedad moderna, y algunas veces en nuestras propias iglesias, puede requerir de cierto coraje y convicción. Toda Escritura es útil, pero no sólo para creyentes en general, sino también para personas como Timoteo, que tenían una posición de responsabilidad en la enseñanza de la Palabra de Dios en la Iglesia.
Así que tenemos que decir que el libro de Josué es útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
Claves para una interpretación correcta
En primer lugar, hemos de recordar que el libro de Josué fue escrito originalmente para sus contemporáneos, y, por lo tanto, debemos usar toda la ayuda que podamos conseguir para asegurarnos de entender bien lo que esto implicaba originalmente para ellos cuando fue escrito. Así que, cuando encontremos referencias geográficas o relatos de acontecimientos históricos, tenemos que averiguar con cuidado lo que significan en su contexto histórico.
Por otro lado, aunque no sabemos quién era el autor de este libro, ni tampoco cuándo se escribió, sí que tenemos evidencias de que fue escrito siglos antes de la venida de nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, se dirigió a personas que no lo iban a tratar de una forma tipológica, sino que lo iban a entender de manera literal, como un libro de historia y también de exhortación. Y para comenzar, nosotros también vamos a acercarnos a este libro sobre la misma base histórica, bien que finalmente podremos encontrar similitudes importantes con nuestra propia experiencia.
Veamos un ejemplo: A los primeros lectores del libro se les recordó que sus antepasados tuvieron que luchar para ocupar su herencia puesto que había enemigos que se oponían a su entrada en la tierra prometida. Pero nosotros también, que vivimos en esta época de la historia, encontramos que tenemos que pelear la buena batalla de la fe para poder poseer plenamente todos los beneficios de la gloriosa herencia que Dios nos ha dado.
Diferencias con nuestro tiempo
Pero, aunque nos acerquemos en un principio al libro de Josué buscando su significado literal, para poder aplicárnoslo es necesario observar que también hay diferencias muy importantes entre aquel periodo de la historia del pueblo de Dios y el cristianismo actual en el cual vivimos. Veamos algunas de ellas.
1. El tipo de lucha
A los israelitas de aquel entonces se les mandaba organizar sus ejércitos, preparar sus armas y luchar, sin embargo, a nosotros, como cristianos de este tiempo, se nos prohíbe explícitamente el uso de la espada, ya sea para defender la causa de Cristo o para promocionar su reino. Las armas de nuestra milicia, dice Pablo, no son carnales, no son armas físicas (2 Co 10:3-6). De hecho fue lamentable el día en que la iglesia cristiana se olvidó de ese claro mandamiento del Señor e intentó extender el reino de Cristo mediante el uso de técnicas militares.
2. La ejecución de los juicios
En segundo lugar, a los israelitas de los tiempos de Josué se les mandó ejecutar los juicios de Dios sobre los habitantes de Canaán, pero a la iglesia cristiana no se le pide hacer cosa semejante en este tiempo. Somos seguidores del Señor que dijo que no había venido para juzgar al mundo, sino para que el mundo fuera salvo por él. Conocemos bastante de la historia cristiana como para saber las atrocidades que se cometieron en el nombre de Dios cuando el cristianismo se olvidó de esto, cuando la iglesia cristiana usó el poder civil para ejecutar a aquellos que consideraban herejes y cuando reunieron sus ejércitos para luchar contra los turcos e infieles. Pero tal vez lo más triste sea recordar a algunos reformadores que también hicieron que el Estado ejecutara a ciertos cristianos por negarse a que sus niños pequeños fueran bautizados, porque creían y practicaban el bautismo de creyentes.
Es peligroso, por tanto, ignorar las grandes diferencias que hay entre la dispensación de la época de Josué y la de la iglesia cristiana.
Temática
1. Una advertencia contra el sincretismo
Este libro repite para el lector moderno el mismo mandamiento divino que fue entregado a los antiguos israelitas: El verdadero creyente no tiene que comprometerse con ningún tipo de idolatría pagana. En este sentido, conviene recordar cómo Dios mandó al pueblo de Israel evitar los matrimonios con la gente pagana de alrededor, con la advertencia de que su fe podría ser terriblemente trastornada por pensamientos y actos paganos. Y aún hoy en día, en la iglesia cristiana, necesitamos estos serios avisos del Señor. De hecho, encontramos varios pasajes en el Nuevo Testamento que tratan de la misma cuestión. Por ejemplo, a algunos de los convertidos en Corinto, que antes habían sido paganos, les surgían dudas sobre la actitud que ahora debían tener frente a las prácticas anteriores de su religión pagana. El apóstol Pablo les contestó con la famosa exhortación: (2 Co 6:14-17) "Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor".
Debemos entender, pues, que cualquier comunión o identificación con ritos paganos ataca los fundamentos de nuestra relación con Dios, ya que la idolatría es una negación del único Dios verdadero y, por tanto, corrompe nuestra lealtad a Dios. Por esto, las exhortaciones de Josué son tan importantes y esenciales para nosotros en el día de hoy como lo fueron entonces.
Además, nosotros sabemos ahora lo suficiente de la historia de la iglesia como para habernos dado cuenta de los desastres que le sobrevinieron cuando dentro de sus cultos se incluyeron ciertas prácticas paganas. De hecho, este no es un problema de la antigüedad únicamente. Por ejemplo, hace pocos años cierto arzobispo anglicano de Canterbury, después de una visita a la India en la que quedó impresionado por la espiritualidad de los hindúes, regresó diciendo a la nación británica que había llegado la hora de unirse con el hinduismo en la búsqueda de la verdad.
De hecho, se ha convertido en algo muy impopular decir en el día hoy que el Señor Jesucristo es "el camino, y la verdad, y la vida y que nadie viene al Padre si no es por él" (Jn 14:6). A muchos les parece que eso denota una tremenda arrogancia, que es un insulto hacia personas de otra fe, y que ese tipo de declaraciones puede llegar a provocar conflictos y enfrentamientos entre la población, que deben evitarse procurando no hablar de esa manera ofensiva.
Por ejemplo, ocurrió recientemente en el Reino Unido que un grupo de evangelistas tuvieron una campaña y colgaron una pancarta en el exterior de su capilla con estas palabras del Señor Jesús: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". Un día, las autoridades locales telefonearon a esos hermanos advirtiéndoles que no volverían a darles permiso para una campaña semejante, porque podría ocasionar conflictos civiles entre la población.
Y mientras contemplamos que en el tiempo presente el mundo se mueve hacia la unificación de una religión mundial, los verdaderos creyentes tendremos que estar firmes en contra de todo tipo de sincretismo y ecumenismo, encontrando ayuda y lecciones de valor incalculable en el libro de Josué.
2. Josué y Cristo
Aunque ya hemos dicho que se trata de un libro histórico y que sus primeros lectores no lo trataron de forma tipológica, sin embargo, nosotros, que vivimos a este lado de la historia, tendremos inevitablemente que preguntarnos cuál es la relación entre la persona de Cristo y la de Josué si queremos llegar a interpretar el libro de Josué de forma correcta y completa. En otras palabras, hemos de adoptar un acercamiento cristológico a este libro. Voy a intentar demostrar lo que quiero decir usando un ejemplo:
A Josué se le mandó introducir al pueblo de Israel en la herencia que Dios les había prometido por medio de Abraham. Consideremos por unos momentos el pacto que Dios hizo con Abraham y que encontramos en Génesis:
(Gn 15:7-21) "Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra. Y él respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar? Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino. Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves. Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba. Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él. Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez. Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí. Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos. En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates; la tierra de los ceneos, los cenezeos, los cadmoneos, los heteos, los ferezeos, los refaítas, los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos."
Este es el famoso pacto que Dios hizo con Abraham para darle a él y a su simiente la tierra de Canaán en herencia. Lo primero que debemos observar es que estamos delante de un documento legal que ha de analizarse con cierta precisión. Y al hacerlo, la primera pregunta que nos surge es: ¿Quién era la descendencia o "simiente" a quien Dios iba a dar esa herencia?
Para encontrar la respuesta debemos ir a lo que Pablo escribió a los Gálatas
(Ga 3:15-16) "Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade. Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo."
Pablo afirma que cuando Dios hizo la promesa de dar la herencia a Abraham y a su simiente, la simiente en la cual Dios estaba pensando era Cristo. Evidentemente este hecho tiene unas implicaciones muy amplias. La primera de ellas, y la más importante, es que nadie tiene derecho a ocupar la tierra de Israel aparte de Cristo y que será imposible interpretar correctamente el libro de Josué aparte de la persona de Jesús.
Otra consideración que se desprende es que la herencia prometida no fue dada a ningún israelita individualmente, ni tampoco a una generación concreta de israelitas. De hecho, observamos a través de la historia que en muy pocas ocasiones ocuparon los israelitas la tierra. Y esto tiene que ver con su actitud frente a la "simiente" y a aquellos que antes de él anunciaron su venida (Mt 21:33-46).
Cuando pensamos en lo que le ocurrió a nuestro Señor Jesucristo cuando vino a este mundo para tomar posesión de su herencia, es triste considerar que la respuesta de los israelitas fue la de expulsarle violentamente de su propio país, clavándole en la cruz. Pero Cristo es el auténtico heredero y, por supuesto, va a tomar posesión de su herencia. Este mundo todavía no ha visto el final de esta historia. Él va a regresar, posará sus pies sobre el Monte de los Olivos, reclamará sus derechos mesiánicos y heredará esa tierra. Y no sólo Israel, sino el mundo entero, tal como nos dice el Salmo 2.
(Sal 2:7-8) "Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra."
Ahora nosotros nos regocijamos en nuestros corazones sabiendo que un día veremos al Señor viniendo de nuevo a este mundo y contemplaremos con gozo cómo él tomará posesión no sólo de la tierra prometida a la simiente de Abraham, sino de toda la tierra y del universo entero. Y, dicho sea de paso, nosotros que creemos en él, también heredaremos todo eso. Es cierto que algunos creyentes piensan que la idea de tener una herencia terrenal no es un concepto muy espiritual, pero Cristo sí que tiene interés en esa herencia, porque él es la simiente a la que se hizo la promesa. Pero es que además nos dice la Escritura que cualquiera que es de Cristo, también es heredero de esa promesa:
(Ga 3:26-29) "Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa."
¿Entendemos el argumento? El término "simiente" en el contrato original se refiere a Cristo. Él va heredar el territorio; pero vosotros que habéis sido bautizados en Cristo, habéis sido revestidos de Cristo, sois de Cristo y, por lo tanto, por así decirlo, estáis dentro de Cristo, de manera que la herencia prometida a Cristo es compartida también por vosotros, que sois linaje de Abraham y herederos según la promesa. De modo que nos interesa mucho este libro de Josué, porque tenemos parte en la herencia que aquí se promete.
Sin embargo si nos acercamos al libro de Josué de esta forma cristológica, vamos a encontrarnos con algunas cuestiones y preguntas, como por ejemplo: ¿Cuál es la relación entre esa herencia eterna que recibimos en Cristo y la herencia de la cual tomó posesión Israel en los tiempos de Josué? Porque es sabido por todos los creyentes que, aunque Josué nos habla de cómo él llevó al pueblo de Israel a su herencia, Cristo, sin embargo, nos introduce a una herencia mucho más grande y eterna.
Pensando en esto, encontramos que Pedro describe nuestra salvación usando intencionadamente términos que nos recuerdan la herencia del Antiguo Testamento. Él nos dice en (1 P 1:18-19) que "fuisteis rescatados... no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo" y añade un detalle que evoca deliberadamente la memoria de la primera pascua: "... como de un cordero sin mancha y sin contaminación". Con esto está estableciendo una conexión entre la redención de Israel de Egipto por medio de la sangre de corderos literales y la redención que ahora Cristo ha obtenido para nosotros por medio de su propia sangre.
Pero añade también otros detalles interesantes. Por ejemplo, nos recuerda que, al igual que Israel fue llevado a Canaán para tomar posesión de la herencia bajo el liderazgo de Josué, nosotros hemos renacido "para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros" (1 P 1:3-4).
Sin embargo, aunque es cierto que Josué sí que dio reposo a los israelitas introduciéndolos en la herencia prometida, el escritor de Hebreos hace notar que siglos después de que eso ocurriera, Dios comenzó a hablar de otro reposo:
(He 4:8-9) "Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios."
Se estaba refiriendo a algo que el salmista había escrito siglos antes:
(Sal 95:11) "Por tanto, juré en mi furor que no entrarían en mi reposo."
El argumento usado en Hebreos es el siguiente: Si Josué les hubiese dado un reposo completo y si ése fuera el descanso definitivo que Dios promete, entonces no se hablaría de otro descanso siglos después. Y si Josué no cumplió en plenitud el propósito divino de dar un reposo definitivo al pueblo, se deduce que queda otro reposo para el pueblo de Dios, un reposo que no se cumplió en los tiempos de Josué.
Ahora bien, antes de continuar debemos preguntarnos varias cosas: ¿Cuál es la relación que existe entre el primer reposo en los tiempos de Josué y el segundo reposo que queda todavía, según Hebreos? ¿Cuál es la relación que existe entre la sangre de los corderos que redimieron a Israel y la sangre de Cristo mediante la cual nosotros somos redimidos?
Para buscar una respuesta vamos a examinar algo que dijo el Señor:
(Lc 22:15-16) "Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios."
En estos versículos, el Señor está enseñando que la pascua se iba a "cumplir". Y nuevamente surge una pregunta: ¿En qué sentido se tenía que cumplir la pascua?
Cuando pensamos en la idea bíblica de "cumplir", con frecuencia tenemos en mente alguna predicción que tiempo después llega a cumplirse. Por ejemplo, el profeta dijo que el Mesías nacería en Belén y el Nuevo Testamento nos enseña que esa predicción se cumplió cuando Cristo nació en Belén. Zacarías predijo que el Mesías vendría montado sobre un borrico y que entraría en Jerusalén y de nuevo los evangelios recogen el cumplimiento de esa predicción en Cristo. Y como en estos ejemplos, así en muchas otras ocasiones.
Pero ahora, cuando pensamos en la pascua, no vemos cómo esto podría ser una predicción que requiriera un cumplimiento. De hecho, la pascua era un evento histórico que Israel repetía año tras año. ¿En qué sentido se puede "cumplir" un evento histórico del pasado? Pues bien, aquí nos tenemos que detener por unos momentos para analizar la relación entre estas dos cosas. Y, para entenderlo mejor, yo utilizo la palabra "prototipo" en lugar del concepto más sencillo que describe el término "tipo".
Por ejemplo, nosotros utilizamos la palabra prototipo en el lenguaje moderno para describir los primeros aviones que se construyeron. Eran máquinas muy primitivas, pero que cumplían con el concepto básico de la aerodinámica y por lo tanto lograban volar. Ahora, cuando los comparamos con los sofisticados aviones modernos, uno casi pensaría que no tienen nada en común, y sin embargo, el mismo principio básico que permitió volar a aquella máquina primitiva es el que se expresa en un nivel mucho más elevado en los aviones modernos. Y nosotros no decimos que el primer avión era un "tipo" de los aviones modernos, sino un "prototipo". De la misma manera, nos referimos a la pascua original como un prototipo de la muerte del Señor Jesucristo, porque en la primera pascua se expresó el mismo principio básico que en la cruz del Calvario: la redención de la ira de Dios por medio de la sangre de una víctima inocente, aunque, por supuesto, en el Calvario ese principio se expresó en un nivel mucho más elevado. En este sentido, pues, la pascua era un prototipo de la muerte del Señor Jesucristo.
Y ahora sugiero que la conquista de la tierra prometida por Josué y la entrada de Israel a su herencia eran un prototipo de la gran herencia a la que nos lleva nuestro Josué, es decir, nuestro Jesús. Y, por lo tanto, podemos esperar encontrar los mismos principios básicos en la conquista de Canaán durante la época de Josué que los que veremos luego en un nivel mucho más elevado cuando Cristo nos lleve a nosotros a su gran herencia.
Pensemos ahora en otro ejemplo: ¿Fue el cruce del Río Jordán un prototipo? Y en caso de serlo, ¿de qué?
Algunos sugieren que representa el bautismo cristiano y para demostrarlo argumentan que éste va seguido de una vida de "lucha contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Ef 6:12).
Para otros, como John Bunyan, el autor de "El Peregrino", se trata de una experiencia que tiene lugar en la vida del creyente cuando llegamos al final de nuestra carrera y cruzamos el Jordán para entrar en nuestra "herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible" de la que nos habla Pedro (1 P 1:4), pero mientras tanto estamos todavía en el desierto. Y, finalmente, hay los que piensan que la cuestión de los prototipos es irreal y que aquel episodio podría servir para expresar cualquier cosa que a uno se le ocurra, lo cual, por supuesto, es muy peligroso.
¿Con qué interpretación nos quedamos? Antes de nada, debemos recordar que contamos con la autoridad del Señor Jesucristo, quien dijo que la pascua se cumplió en su muerte. Por lo tanto, la cuestión de los prototipos no es fruto de la imaginación de nadie.
Por otro lado, el Nuevo Testamento nos confirma que dos cosas pueden ser verídicas simultáneamente a pesar de su aparente contradicción. Por ejemplo, Pablo escribe en (Ef 2:6) que los creyentes estamos sentados juntamente con Cristo en los lugares celestiales, y con esto no negamos el hecho de que estamos sentados aquí en la tierra y que no hemos entrado todavía plenamente en nuestro reposo último y definitivo. Y además, que estando ahora ya sentados en los lugares celestiales, sin embargo, todavía tenemos que luchar contra principados y potestades que están en las regiones celestes, según explica (Ef 6:12), porque en otro sentido aún somos peregrinos caminando hacia la ciudad celestial.
¿Y cómo podemos ordenar todo esto en nuestra mente? Pues tal vez estudiando en serio el libro de Josué como un prototipo dado por Dios para ayudarnos a entender la salvación que tenemos en Cristo.
Ahora bien, podríamos argumentar que, si ya tenemos la realidad en Cristo, ¿por qué hemos de preocuparnos de prototipos de Cristo en el Antiguo Testamento? O volviendo a la ilustración que utilizábamos antes: Si tenemos un avión moderno para volar, ¿cómo nos puede ayudar el estudiar una máquina primitiva de esas que mencionamos antes? ¿Para qué preocuparnos del estudio de Josué como creyentes hoy en día?
La repuesta sería que la entrada de Israel a la tierra prometida con Josué era algo que Dios planificó y realizó, y que no fue una idea primitiva inventada por Josué o Moisés. Y que, por lo tanto, cuando Dios estaba inspirando el libro de Josué y explicando cómo él hizo que el pueblo de Israel entrara en su herencia terrenal, Dios también sabía en aquel momento que más adelante mandaría a su Hijo a nuestro mundo para llevarnos un día a una herencia mucho más gloriosa en el cielo.
No podemos creer que Dios llevó al pueblo de Israel a Canaán sin pensar por un momento en lo que iba a hacer más adelante con su Cristo en este mundo y que a posteriori se le ocurrió que podía usar la historia de Josué como una ilustración. Por lo tanto, estudiando este prototipo veremos que el diseño era deliberado por parte de Dios, no sólo para beneficiar a los israelitas en aquel entonces, sino para servirnos a nosotros como ejemplo de la gran salvación que tenemos en el Señor Jesucristo.
Y el mismo Dios que inspiró su palabra siglos atrás cuando escribió Josué, él mismo nos hablará a nosotros también por medio de este libro. Y seguro que al ir adentrándonos en el estudio de Josué, no podremos por menos que pensar automáticamente en el Señor Jesucristo. Dios lo sabe, porque fue él mismo quien diseñó aquellos acontecimientos como un prototipo para nosotros. De esta forma este relato del Antiguo Testamento nos ayudará a entender más de lo que Dios ha hecho a nuestro favor por medio de Cristo.
Antes de terminar esta introducción sobre el término técnico "prototipo", quisiera hacer un par de aclaraciones:
Primeramente, debo decir que al referirme a un hecho como un prototipo, en ningún momento estoy negando su realidad histórica para convertirlo en una fábula. Así, por ejemplo, cuando me refiero a la entrada de Israel en Canaán, o cuando digo que Moisés guardó la pascua en Egipto, o que el pueblo de Israel cruzó el mar Rojo, o que las murallas de Jericó cayeron y que Rahab fue salvada por medio de la fe, en todos los casos me refiero a ellos como eventos históricos y experiencias personales reales.
Al usar la palabra prototipo para hablar de estas cosas, lo que quiero decir es que el Dios que salvó a Israel en esos tiempos ya tenía en mente una salvación mucho más grande que manifestaría en el futuro. Así que, el descanso que Josué dio al pueblo de Dios en Canaán fue una experiencia auténtica, pero no era la etapa final de la salvación, la cual sólo encontraremos en Jesucristo.
Entonces, al estudiar el libro de Josué debemos tener constantemente estas dos cosas en mente: Su experiencia fue genuina y real, por lo tanto, podemos aprender de ella lecciones reales y prácticas para nuestra propia vida. Pero, a la vez, vamos a encontrar que en muchos aspectos era un prototipo de la salvación que ahora tenemos en Cristo, la cual quedará reflejada e ilustrada en nuestro estudio de este libro.
Comentarios
Moises Figueroa Garcia (Puerto Rico) (03/04/2021)
Me encanta esta introducción al libro de Josue. Me parece que viene en un momento tan crucial en la historia humana y en la misión de la Iglesia cristiana de nuestros tiempos. Aca en Puerto Rico, como en muchos otros lugares se están abriendo cada vez más las puertas al sincretismo religioso e ideológico y es importante que sigamos enseñando y predicando el Evangelio de Jesucristo tal y como está escrito ya en la Biblia.
Debido a la pandemia del COVID 19 apenas estamos volviendo poco a poco a una nueva normalidad acá y una de las cosas que pronto volveremos a hacer es abrir nuestra escuela bíblica dominical y definitivamente estaré usando estas lecciones en las mismas.
Gracias y Dios continue bendiciendo este hermoso ministerio que tienen ustedes.
Pastor Moises Figueroa Garcia
Cidra, P.R.
Rubiela Isaza (Colombia) (02/04/2021)
Quiero aprender cómo compartir la palabra de mi señor con denuedo, y no con temor.
Raul Ubarte (Panamá) (01/04/2021)
Excelente el libro, pero tienen que mandar todo completo el estudio .
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