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Estudio bíblico: La resurrección de Jesús (1ª Parte) - Teorías críticas

Serie:   La resurrección
Autor: Luis de Miguel
España
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La resurrección de Jesús

Introducción

Sin lugar a dudas, la afirmación más increíble que Jesús hizo, fue que resucitaría de los muertos al tercer día.
(Mr 10:32-34) "Iban por el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante, y ellos se asombraron, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer. He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará."
Pero no sólo eso, sino que también afirmó que su propia victoria sobre la muerte sería compartida por todos aquellos que creyeran en él.
(Jn 11:25-26) "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente."
(Ap 1:17-18) "Yo soy... el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades."
Por todo ello, la resurrección de Cristo ocupa un lugar principal para la fe cristiana, al punto de que si no se pudiera probar como cierta, todo el cristianismo se derrumbaría. Los mismos apóstoles eran conscientes de ello:
(1 Co 15:14-15) "Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan."
(1 Co 15:17-19) "Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestro pecados... Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres."
Seguramente, por esta misma razón, no hay ningún otro acontecimiento en los evangelios, donde la evidencia histórica sea más convincente que cuando se trata la resurrección de Jesús.
En cualquier caso, es evidente que la resurrección de Jesús no se presta a ser estudiada por el método científico, ya que es imposible que vuelva a ser repetida en presencia de investigadores. Pero incluso, aunque esto último fuera posible, nadie sería capaz de explicar científicamente cómo ésta se llevó a cabo. Lo único que podrían hacer sería certificar su muerte y tres días después, constatar que estaba vivo. De hecho, esto es exactamente lo que hicieron aquellas personas que fueron testigos de su muerte y de su resurrección. Por lo tanto, lo que nos proponemos hacer en este estudio, es un examen histórico de los sucesos tal como nos han llegado a través de los Evangelios, y apartando cualquier idea preconcebida, dejar que la evidencia hable por sí misma.
En nuestro estudio, trataremos de analizar todo el conjunto de esta amplia evidencia histórica en dos apartados, siguiendo el esquema que mostramos a continuación:
1. Teorías críticas
Jesús no murió, sólo se desmayó
La teoría de la tumba desconocida
Las mujeres se dirigieron a un sepulcro equivocado
Los discípulos robaron el cadáver
Fueron alucinaciones
Fue una invención que se convirtió en leyenda
La teoría de la resurrección espiritual
2. Evidencias positivas
Los lienzos funerarios estaban en orden
El Señor fue visto
Los discípulos fueron transformados
La evidencia de los milagros
El punto de vista de los testigos hostiles
El sepulcro no fue venerado por los primeros cristianos
La extensión del cristianismo
3. Conclusiones

Jesús no murió, sólo se desmayó

Quienes mantienen esta teoría, dicen que Jesús no murió realmente en la cruz, sino que simplemente tuvo un desmayo, pero que después se reanimó con el frescor de la tumba, saliendo por sus propios medios y presentándose vivo ante los discípulos.
1. Había un certificado de defunción
Los soldados que custodiaron a Jesús todo el tiempo que duró la crucifixión, le vieron morir, pero aun así, no se conformaron con esta apreciación, sino que uno de ellos le abrió el costado con una lanza.
(Jn 19:33-34) "Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua"
El mismo apóstol Juan, que estaba allí presente viendo la crucifixión de Jesús, nos ha dejado su testimonio.
(Jn 19:35) "Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis"
Más tarde, cuando José de Arimatea fue a pedir el cuerpo de Jesús para retirarlo de la cruz y darle sepultura, Pilato se sorprendió de que ya hubiera muerto y lo hizo comprobar.
(Mr 15:43-45) "José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto. E informado por el centurión, dio el cuerpo a José"
Y evidentemente, José de Arimatea y Nicodemo, que se encargaron de bajar el cuerpo de Jesús de la cruz y que después en el sepulcro lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, también pudieron comprobar que estaba muerto, razón por la cual lo sepultaron.
(Jn 19:38-40) "Después de todo esto, José de Arimatea... vino y se llevó el cuerpo de Jesús. También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos."
2. Ignora el carácter mortal de las heridas que Jesús había recibido
Antes de ser crucificado, Jesús había sido azotado por los soldados romanos (Jn 19:1). Para esto usaban un azote con varias tiras de cuero de diferentes medidas en las que se entretejían trocitos de hueso y de plomo puntiagudos. El reo era desnudado y azotado severamente sin que hubiera límite al número de azotes que recibía. Al principio, las espaldas, los hombros y las piernas del reo experimentaban cortes superficiales en la piel, que poco a poco iban profundizando, dejando una masa irreconocible de piel desgarrada y ensangrentada a través de la que se podían ver músculos y tendones. El soldado no paraba de azotar al prisionero hasta que percibía que se hallaba cerca de la muerte.
El historiador judío Flavio Josefo, que se había pasado al lado romano, descubrió que estaban crucificando a tres amigos suyos. Rápidamente pidió al general romano Tito que los liberara. Y a pesar de que Tito accedió a ello, aun así, dos de los tres murieron a pesar de que hacía poco tiempo que habían sido crucificados.
Si consideramos el agotamiento de Jesús después de una noche y un día enteros en los que fue interrogado en seis ocasiones diferentes (tres por los judíos y tres por los romanos), le añadimos las heridas causadas por los azotes, la pérdida de sangre y el agotamiento en el camino hasta el Calvario, las largas horas que estuvo crucificado y la lanza que le atravesó el costado, no había posibilidad alguna de que quedara con vida.
3. Muchas suposiciones sin confirmar
Después de todo esto, ¿es posible pensar que sólo sufrió un desmayo temporal del que nadie se dio cuenta? ¿Que logró sobrevivir en una fría cueva durante tres días sin calor, sin alimentos y sin cuidado médico? ¿Cómo pudo en esas condiciones reunir las fuerzas necesarias para remover la inmensa piedra que cerraba el sepulcro (Mt 27:60) (Mr 16:1-3)? ¿Y cómo pudo salir del sepulcro sin que se diera cuenta la guardia de soldados romanos que vigilaban la tumba (Mt 27:65-66)? ¿Cómo podemos pensar que en esas condiciones, débil, malherido y hambriento, se pudo presentar ante sus discípulos dándoles la impresión de que había conquistado la muerte?

La teoría de la tumba desconocida

Ha habido quien ha pensado que puesto que Jesús fue crucificado, lo más probable es que no fuera colocado en un sepulcro, sino echado en una fosa común.
1. La evidencia arqueológica
Aunque esta teoría gozó de cierta popularidad por mucho tiempo, sin embargo, el descubrimiento en junio de 1968 de los restos de Yohanan Ben Ha?galgal en una tumba familiar en las afueras de Jerusalén dio el golpe de gracia a esta teoría, puesto que aunque Yohanan había sido crucificado, a pesar de eso, fue enterrado en una tumba.
2. El relato bíblico
Como ya hemos comentado más arriba, José de Arimatea pidió a Pilato el cuerpo de Jesús para llevarlo a una tumba privada, hecho que fue observado por diferentes mujeres (Mt 27:57-61). Y fue precisamente en esa tumba, donde la guardia romana fue puesta a custodiar el cuerpo de Jesús (Mt 27:62-66).

Las mujeres se dirigieron a un sepulcro equivocado

Según esta teoría, cuando María Magdalena y sus amigas llegaron el primer día de la semana al sepulcro, aun estaba amaneciendo, y con la falta de luz confundieron la tumba de Jesús con otra que estaba vacía, razón por la cual se asustaron tanto que en su nerviosismo llegaron a confundir a un joven hortelano que estaba allí con un ángel, y aunque éste intentó aclararles quién era realmente, apenas lograron entenderle mientras huían apresuradamente del huerto.
1. ¿Por qué fueron las mujeres a la tumba?
En primer lugar, debemos observar que la razón por la que estas mujeres visitaron la tumba fue con el propósito natural de ungir el cuerpo de Jesús, algo que no habían podido hacer inmediatamente después de la crucifixión, ya que fueron interrumpidas por causa de la observancia del día de reposo.
(Lc 23:55-56) "Y las mujeres... prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento."
(Mr 16:1) "Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle."
(Lc 24:1) "El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado..."
Todo esto nos da una idea precisa de porqué fueron a la tumba aquella mañana, y también de su estado emocional. Ellas no fueron allí por mero dolor sentimental, sino porque querían cumplir con un deber de orden práctico. Incluso los razonamientos que se hacían acerca de cómo quitarían la gran piedra que tapaba la entrada del sepulcro (Mr 16:3), nos da a entender que no estaban en un estado emocional que les impidiera considerar la realidad tal como era.
2. ¿Quiénes eran las mujeres que fueron al sepulcro?
Los cuatro evangelios dejan constancia de que varias mujeres fueron el primer día de la semana al sepulcro. En todos ellos se menciona a María Magdalena. Sin embargo, dependiendo del evangelista, observamos ciertas diferencias en cuanto a quién le acompañó. Por ejemplo, Juan da a entender que María Magdalena fue sola siendo aún oscuro (Jn 20:1), en cambio, Mateo dice que también estaba allí "la otra María" (Mt 28:1), Marcos menciona a "María la madre de Jacobo y Salomé" (Mr 16:1) y Lucas añade a "Salomé" (Lc 24:10). ¿Cómo debemos entender todo esto? ¿Fue sola María Magdalena o iba acompañada? ¿Quiénes fueron realmente con ella?
Aunque no es posible saber con total certeza cómo ocurrieron las cosas en aquella mañana, a partir de los datos que tenemos, es razonable pensar que María Magdalena debió de ser quién organizó todo lo relacionado con el ungimiento del cuerpo de Jesús. También parece probable que las mujeres no fueron todas juntas al sepulcro, de hecho María Magdalena debió de ser la primera en llegar, y seguramente lo hizo sola, llegando poco después las otras. De igual manera, su regreso a la ciudad tampoco lo debieron hacer juntas. María Magdalena seguramente era bastante más joven que las otras mujeres, algunas de las cuales tenían hijos ya adultos ("María la madre de Jacobo"), por lo tanto, no es difícil pensar que se pudo adelantar a las demás en su regreso a la ciudad para dar las nuevas a los apóstoles, aunque finalmente las más mayores también llegaron para aportar su propio testimonio. Esta sería la razón por la que María Magdalena, a pesar de que estaba sola cuando dio su informe a los apóstoles, sin embargo utilizó la primera persona del plural: "Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto" (Jn 20:2).
Después de que María Magdalena informó a los apóstoles, aun debió de regresar sola a la zona del sepulcro para buscar el cuerpo de Jesús, momento en el que el Señor se le apareció resucitado (Jn 20:11-18).
¿Debemos pensar que todas las mujeres se equivocaron de sepulcro? ¿Que a pesar de que buscaron el cuerpo de Jesús, ninguna de ellas se dio cuenta de cuál era el sepulcro en el que estaba Jesús?
3. ¿Cuándo fueron al sepulcro?
Dado que en Oriente era un hecho aceptado que la descomposición del cuerpo de una persona comenzaba alrededor del tercer día después de la muerte, ellas madrugaron con el fin de hacerlo lo antes posible, lo cual era también muy conveniente, teniendo en cuenta que ya era el tercer día que Jesús estaba en el sepulcro.
Como ya hemos señalado, es probable que las mujeres no salieran en un solo grupo de la ciudad, siendo la primera en llegar María Magdalena cuando aún era oscuro (Jn 20:1). Pero cuando llegaron las otras mujeres, ya estaba amaneciendo (Mt 28:1), o era muy de mañana y ya había salido el sol (Mr 16:2) (Lc 24:1). Por lo tanto, aquellas mujeres tenían la luz suficiente para ver e identificar correctamente el sepulcro.
4. Las mujeres conocían el sepulcro
Otra razón por la que podríamos pensar que las mujeres no lograron identificar correctamente el sepulcro, sería porque ninguna de ellas sabía a ciencia cierta el lugar exacto en el que José de Arimatea y Nicodemo habían colocado el cuerpo de Jesús. Pero esto tampoco es así, puesto que aunque parece que ellas no tomaron parte activa en la primera preparación que estos dos hombres hicieron del cuerpo de Jesús, sin embargo, los estuvieron observando de cerca mientras ellos lo hacían.
(Mr 15:47) "Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían"
(Lc 23:55) "Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo"
(Mt 27:59-61) "Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue. Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro"
5. Los demás discípulos también fueron al sepulcro
Además, las mujeres no fueron las únicas que en esa mañana fueron al sepulcro. Una vez que recibieron la noticia, algunos de los discípulos también fueron allí para comprobar lo que las mujeres les habían dicho.
(Lc 24:12) "Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido"
(Jn 20:3-8) "Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó."
¿También se equivocaron de sepulcro Pedro y Juan? ¿Todo el mundo fue a la tumba equivocada?

Los discípulos robaron el cadáver

Esta fue la versión oficial que los judíos hicieron correr como un rumor en los primeros días después de la resurrección.
(Mt 28:11-15) "...He aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy."
Aunque Mateo registra esta teoría, sin embargo, era tan evidente su falsedad que no se molestó en refutarla. Veamos los hechos.
1. Las autoridades judías y romanas se hicieron cargo del cuerpo de Jesús
Cuando José de Arimatea pidió a Pilato el cuerpo de Jesús (Jn 19:38), esto debió desagradar mucho a los judíos. No debemos olvidar que José de Arimatea era miembro del Sanedrín y a partir de ese momento se había declarado abiertamente como discípulo de Jesús. Y era él quien a partir de entonces tenía la custodia del sepulcro donde se encontraba el cuerpo sin vida de Jesús. Además, a última hora, se le había unido Nicodemo, otro destacado miembro del Sanedrín (Jn 19:39) que también llegó a confesarse abiertamente como seguidor de Jesús. Por lo tanto, los judíos habían perdido el control de la situación, aunque lo que ellos debieron considerar como más grave, era que quienes tenían la custodia del cuerpo de Jesús eran dos de sus discípulos, que por otro lado eran miembros del Sanedrín. Esto generaba una situación potencialmente peligrosa para ellos, porque con mucha facilidad podían "hacer desaparecer" el cuerpo de Jesús y dar testimonio conjunto de que había resucitado, algo que al ser dos importantes dirigentes judíos habría tenido valor desde el punto de vista legal (Jn 8:17).
Con esta situación de fondo, los principales sacerdotes y los fariseos fueron a Pilato para ser ellos mismos, apoyados por la autoridad romana, quienes tomaran el control de la situación:
(Mt 27:62-66) "Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero. Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia."
No deja de sorprendernos que Pilato atendiera a las autoridades judías, teniendo en cuenta que no debía estar de muy buen humor con ellos después de la forma en la que le habían obligado el día anterior a dictar la sentencia de muerte de Jesús en contra de su voluntad.
En cualquier caso, era obligación del gobernador romano el mantener la paz y el orden, así que, puesto que era él quien había dictado la sentencia de muerte, debía también ocuparse de las consecuencias que pudiera tener su propio acto. Por lo tanto, aunque el día anterior se había lavado las manos no queriendo saber nada más acerca de Jesús, nuevamente se encontraba con que seguía teniendo que hacerse cargo de él, así que puso una guardia a disposición de los judíos para que protegieran el sepulcro contra un posible robo de los discípulos.
2. El sello romano
A partir de este momento, los judíos en colaboración con la guardia romana, prepararon el dispositivo que impidiera que los discípulos pudieran robar el cuerpo de Jesús. Pero notemos con atención cómo se hizo esto y lo que significaba.
(Mt 27:65-66) "Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia."
Evidentemente, lo primero que tuvieron que hacer una vez que llegaron al lugar, fue inspeccionar el sepulcro, certificando que el cuerpo sin vida de Jesús seguía realmente allí. Después de esto hicieron rodar nuevamente la piedra para tapar la entrada del sepulcro y pusieron un sello de arcilla estampada con el sello oficial del gobernador romano. Este sello certificaba que el cuerpo que había allí era realmente el de Jesús, y que ellos aceptaban desde ese momento la responsabilidad de su protección, respondiendo con sus propias vidas en el caso de que no cumplieran con el deber asignado.
Su misión terminaría después del tercer día a partir de la crucifixión de Jesús, puesto que éste había sido el planteamiento que los judíos habían hecho a Pilato. Teniendo en cuenta que ya había pasado un día, no era mucho el tiempo que les quedaba para proteger el sepulcro, dos días en total.
3. La guardia romana
¿Cómo estaba formada esta guardia romana encargada de custodiar el sepulcro donde estaba el cuerpo de Jesús?
Una guardia romana era una unidad de cuatro a dieciséis hombres. Por ejemplo, cuando Pedro fue encarcelado por Herodes Agripa, fue entregado a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno (Hch 12:4). No es extraño suponer que si para custodiar a un hombre dentro de una fortaleza se emplearon dieciséis soldados, para proteger un sepulcro en "campo abierto" por lo menos se usó un número similar o superior.
Por otro lado, estos hombres habían sido entrenados para realizar su trabajo con precisión, sabiendo que en caso de que no cumplieran con fidelidad su cometido, ellos mismos pagarían con su propia vida (Hch 12:19).
Nos resulta imposible creer que todos ellos se quedaran dormidos mientras un pequeño grupo de discípulos asustados (Mt 26:56) robaba el cuerpo de Jesús.
4. La gran piedra que cubría la entrada al sepulcro
Otro detalle importante que debemos valorar para considerar la credibilidad de esta teoría tiene que ver con la piedra que cerraba la entrada del sepulcro.
Por los detalles con los que contamos, sabemos que se trataba de una piedra muy grande. El sepulcro era una cueva excavada en la roca en la que había que entrar agachándose, lo que nos da una idea del tamaño de la piedra que sería necesaria para cubrir un hueco así.
(Jn 20:5) "... Llegó al sepulcro y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró."
El que la piedra era muy grande y pesada se deduce también de los razonamientos que se hacían las mujeres cuando iban a ungir el cuerpo de Jesús:
(Mr 16:3) "Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?"
Suponemos que cuando José de Arimatea y Nicodemo colocaron la piedra tapando la entrada al sepulcro lo hicieron haciéndola rodar. Seguramente la piedra había estado colocada en cierta pendiente, sujetada por algún tipo de cuña que ellos retiraron para hacer rodar la piedra hasta la entrada en el sepulcro.
(Mr 15:46) "... Y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro."
A partir de todos estos datos, nos cuesta mucho imaginar que un grupo de discípulos asustados pudieran mover esa gran piedra, y lograran sacar el cuerpo de Jesús sin que ninguno de los soldados se diera cuenta.
5. ¿Dónde estaban los discípulos?
Ya hemos considerado que las autoridades judías pensaban que los discípulos de Jesús podían intentar robar el cuerpo de Jesús con el fin de dar así la impresión de que se había cumplido la falsa predicción, que según ellos, su Maestro había hecho en cuanto a que resucitaría después de tres días.
Sin embargo, el comportamiento de los discípulos demostraba que ellos no lo habían entendido así. De hecho, aunque el Señor les habló de su muerte y su resurrección en al menos tres ocasiones (Mr 8:31) (Mr 9:30-32) (Mr 10:32-34), ellos parecían no entenderlo ni aceptarlo, pensando por el contrario que Jesús iba a establecer un reino material con su llegada a Jerusalén sin necesidad de pasar por la muerte.
Por todo eso, cuando Jesús fue arrestado por los judíos, ellos huyeron atemorizados y se escondieron (Mt 26:56) (Mr 14:50), con la razonable convicción de que si eran apresados, también ellos serían muertos.
La realidad es que en aquellas horas, los discípulos no estaban pensando en robar el cuerpo sin vida de su Maestro, sino que más bien, aterrorizados como estaban, sólo estaban preocupados en seguir escondidos para mantenerse a salvo de los judíos (Jn 20:19). No hay nada que nos haga pensar que ellos estuvieran tramando un acto desesperado para robar el cuerpo de Jesús, oponiéndose para ello al poder de los judíos y de los romanos.
6. ¿Quién quitó la piedra?
Como ya hemos comentado, quitar la gran piedra que cubría la entrada del sepulcro no era algo que podían hacer unos pocos hombres asustados que andaban de puntillas para no ser descubiertos por la guardia romana. Pero, entonces, ¿quién quitó la piedra?
Un detalle que debemos considerar antes de intentar contestar esta pregunta es algo que observaron las personas que en aquella mañana de domingo fueron al sepulcro, y es que aquella gran piedra no sólo no estaba en la entrada del sepulcro, sino que había sido movida cuesta arriba, colocada a cierta distancia del sepulcro. Esto es lo que se desprende del verbo griego que encontramos en (Mr 16:4).
Si realmente hubiera sido un robo, las personas que lo cometieron habrían separado un poco la piedra, dejando el espacio suficiente para sacar el cuerpo, pero de ninguna manera habrían hecho el gran esfuerzo de hacer rodar la piedra cuesta arriba para alejarla de su posición. Esto tampoco se ajusta con la descripción de un robo.
A partir de toda esta información que nos ha llegado por los testigos que fueron al sepulcro en las primeras horas de ese domingo, la teoría de un robo se plantea como imposible. Todos los guardias tendrían que haber sido completamente sordos y ciegos para no darse cuenta de lo que estaba ocurriendo. Y a pesar de los prejuicios que algunas personas pudieran tener, lo cierto es que los hechos encajan correctamente con la versión que aquellos testigos nos han ofrecido:
(Mt 28:2) "... Un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella."
7. El informe de la guardia
Lo que quedó completamente demostrado, es que aquella guardia romana no pudo impedir que la piedra fuera quitada y que el Señor saliera del sepulcro. Pero fue en ese momento donde comenzaron las complicaciones para los soldados romanos. Ninguno de ellos tenía el más mínimo rasguño que pudiera hacer creer a sus superiores que habían sido reducidos por una multitud muy superior a ellos. ¿Qué informe iban a presentar que pudiera justificar su fracaso en el cumplimiento de su misión y que de alguna manera les pudiera servir para salvar sus propias vidas? ¿A quién lo presentarían, a Pilato o a las autoridades judías?
Ellos sabían perfectamente que contarle un asunto así a Pilato les llevaría directamente a la muerte, así que, en un acto casi reflejo fueron a la ciudad e informaron a los judíos.
(Mt 28:11) "... Unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que había acontecido."
A partir de este momento, las principales autoridades judías tenían un informe oficial de la resurrección de Jesús. ¿Qué harían con esta importantísima información? Desgraciadamente, tampoco este hecho supremo logró hacer que cambiaran su línea de comportamiento y se endurecieron en su sinrazón, creando una mentira para ocultar la verdad.
(Mt 28:12-15) "Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy."
De todo esto se desprenden ciertos hechos importantes. Primero, que tanto los judíos como los romanos tuvieron que admitir que la tumba estaba vacía. Segundo, que la explicación que dieron era completamente absurda: ¿cómo sabían que habían sido los discípulos quienes robaron el cuerpo si todos ellos estaban dormidos? Un razonamiento así causaría risa en cualquier tribunal. Esto, sin volver a insistir en todas las demás dificultades que hemos señalado anteriormente. Y en tercer lugar, podemos ver con claridad que ni las autoridades judías ni las romanas mostraron ningún interés por investigar lo ocurrido. En una sociedad como aquella, en la que el Estado tenía todos los medios para averiguar lo que quisiera, echamos de menos que no hicieran ni un simple interrogatorio a los discípulos. La razón estaba clara: ellos sabían perfectamente lo que había pasado y remover el asunto no haría más que complicarles las cosas aun más.
8. El silencio de las autoridades ante el testimonio de los discípulos
En pocos días, aquellos discípulos que vimos la última vez escondidos y aterrorizados, los encontramos ahora en Jerusalén, en el mismo templo judío dando testimonio de la resurrección de Jesús (Hch 2:32) (Hch 3:15).
Es interesante observar entonces el comportamiento de los líderes judíos. Aunque todos los apóstoles son detenidos en varias ocasiones y se les amenaza para que no sigan predicando en el nombre de Jesús, sin embargo, en ningún momento se les pregunta: ¿qué hicisteis con el cuerpo de Jesús? ¿Dónde lo habéis escondido? No hay nada parecido a esto. ¿Por qué?
La respuesta es evidente: ellos sabían que los discípulos no habían robado el cuerpo de Jesús. Tenían el informe de la guardia romana y habían sido los primeros en saber que Jesús había resucitado de los muertos, tal como él mismo había anunciado.
Por otro lado, si Jesús realmente hubiera estado muerto en el sepulcro, ¡qué fácil habría resultado terminar con aquel movimiento tan molesto para ellos! Sólo era necesario mostrar la tumba con el cuerpo y el cristianismo habría sido cortado de raíz. ¿Por qué no lo hicieron?
En estas circunstancias, el silencio de las autoridades era una prueba tan elocuente de la resurrección de Jesús como el testimonio de los apóstoles.
Lo único que pudieron hacer con los discípulos fue amenazarles y abusar de su autoridad con castigos físicos (Hch 4:18) (Hch 5:40).

Fueron alucinaciones

Esta teoría intenta demostrar que las mujeres que fueron al sepulcro se encontraban en un estado sicológico que les predisponía a ver cosas que no eran reales. Por esta razón confundieron a un hortelano con el Señor resucitado.
Pero una vez más, esta teoría ignora mucha de la evidencia que nos llega directamente de los primeros testigos.
1. El carácter de las "apariciones"
Según se presenta esta teoría, se podría pensar que el Señor se apareció de forma rápida, en algún lugar oscuro en el que sería fácil confundir las cosas. Pero nada más lejos de la realidad.
Después de resucitar, Jesús no sólo se apareció a las mujeres en la madrugada del domingo, cuando apenas había luz, sino que también se reunió con sus discípulos a diferentes horas del día. El Nuevo Testamento recoge al menos diez apariciones diferentes en las que podemos encontrar las características más variadas.
Por ejemplo, el Señor fue visto por individuos que se encontraban solos (María Magdalena, Pedro y Santiago), por grupos pequeños (los discípulos reunidos...) y por más de quinientas personas juntas.
Apareció en diversos lugares: en el jardín del sepulcro, cerca de Jerusalén, en el aposento alto, en el camino a Emaús, junto al mar de Galilea, en un monte de Galilea y en el monte de los Olivos.
También hubo diversidad en lo que respecta a la disposición de ánimo de quienes lo vieron: María Magdalena estaba llorando; las mujeres estaban temerosas y azoradas; Pedro lleno de remordimientos y Tomás de incredulidad. La pareja que caminaba hacia Emaús estaba distraída por los acontecimientos de la semana y los discípulos de Galilea por la pesca.
Cristo se apareció a muchas personas, y las descripciones de las apariciones implican gran detalle.
2. ¿Eran los discípulos personas propensas a tener alucinaciones?
Se sabe que las alucinaciones van acompañadas de ciertas particularidades tanto en el carácter de la persona que las sufre como en las circunstancias en las que se dan. Las alucinaciones se hallan asociadas la mayoría de las veces con individuos paranoicos o esquizofrénicos, siendo los esquizofrénicos los más susceptibles. Casi todos hemos conocido personas que ven cosas y oyen voces y a veces o siempre viven en un mundo imaginario, un mundo propio.
El carácter de los apóstoles ha quedado bien reflejado en los evangelios y en sus mismos escritos, no pudiendo decir que fueran personas desequilibradas, propensas a este tipo de alucinaciones.
Además, ninguno de ellos esperaba que Cristo resucitara, y la actitud que manifestaron cuando recibieron las primeras noticias sobre su resurrección, fue de duda o de incredulidad.
Por ejemplo, la forma en la que José de Arimatea y Nicodemo prepararon el cuerpo de Jesús en la sepultura nos indica con claridad que no estaban pensando en que resucitara. Lo mismo que las mujeres que fueron al tercer día para ungirle. Todos ellos se estaban despidiendo definitivamente de su querido Maestro.
Cuando Pedro y Juan recibieron los primeros informes de las mujeres en cuanto a la tumba vacía y el testimonio del ángel, los dos se apresuraron a ir a comprobarlo por sí mismos y sólo creyeron cuando lo vieron con sus propios ojos.
(Mr 16:11) "Ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron."
(Lc 24:11) "Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían."
Y es interesante la reflexión que Juan hace en su evangelio en relación a esto:
(Jn 20:9) "Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos."
Todos recordamos la incredulidad de Tomás cuando los otros discípulos le dijeron que habían visto a Jesús: Exigió conocimiento de primera mano antes de aceptarla como cierta.
(Jn 20:24-28) "Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!"
La impresión que nos ha llegado de estos hombres es que no tenían ninguna predisposición a ver visiones ni a sufrir alucinaciones, por el contrario, se resistían incluso a la evidencia de lo que veían. Esta fue la razón por la que el Señor tuvo que darles sobradas pruebas de que realmente era él quien había resucitado.
(Lc 24:36-43) "Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos."
Y en ocasiones, el Señor tuvo que reprenderles por su incredulidad.
(Mr 16:14) "Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado."
(Lc 24:25) "Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!"
3. "Alucinaciones colectivas"
En relación a esto, hay dos detalles más que debemos considerar.
Primeramente, si lo que las mujeres y los discípulos vieron fueron alucinaciones, tendríamos aquí un fenómeno totalmente desconocido por la ciencia, y nos referimos a lo que podríamos llamar "alucinaciones colectivas". ¿Cómo es posible que más de quinientas personas sufrieran la misma alucinación al mismo tiempo (1 Co 15:6)? Si realmente todos ellos tuvieron la misma alucinación, tendríamos que hablar necesariamente de un milagro.
Y en segundo lugar, curiosamente todos dejaron de tener "alucinaciones" en el mismo momento, justo después de la ascensión del Señor. ¿No sería más razonable pensar que lo que ellos estaban viendo era realmente al Señor y que dejaron de verlo cuando él ascendió al cielo?

Fue una invención que se convirtió en leyenda

Esta teoría pone en tela de juicio el carácter de los discípulos de Jesús. Nos da a entender que Jesús simplemente fue un hombre normal, pero que los apóstoles y los posteriores discípulos fueron añadiendo historias inventadas por ellos mismos con el fin de ensalzar la personalidad de Jesús hasta convertirle en el Hijo de Dios que había resucitado de entre los muertos, algo que por otro lado nunca pretendió ser, ni que tampoco ocurrió. Pasados varios siglos, estas leyendas se pusieron por escrito en los diferentes Evangelios.
1. ¿Mintieron los apóstoles acerca de Jesús?
Lo primero que debemos preguntarnos es si tenemos alguna prueba razonable para dudar sobre la honestidad de los apóstoles y discípulos del primer siglo. Y lo cierto es que no hay ninguna evidencia por la que debamos poner en tela de juicio su palabra, sino en todo caso, cuanto sabemos de ellos nos llena de completa confianza.
Por ejemplo, en sus escritos hacen continuas exhortaciones a vivir conforme a los más elevados principios éticos y espirituales. Y por supuesto, no eran del tipo de personas que mandaban a los demás lo que por otro lado ellos nunca practicaban.
Además, la forma en la que nos han llegado sus narraciones de los hechos que ahora consideramos, son sobrias y desprovistas de todo adorno. Hay abundantes detalles que serían propios de testigos oculares. Con toda honestidad se tratan los fracasos de los discípulos. Y además, en una sociedad como aquella, ¡a quién se le habría ocurrido inventar una leyenda en la que unas mujeres estuvieran en la primera línea de los acontecimiento! No debemos olvidar el bajo nivel que se le otorgaba a la mujer dentro de la sociedad judía.
Además, sería absurdo pensar que todos ellos se habían inventado la historia de la resurrección de Jesús, y a pesar de que sabían que era mentira, todos estuvieron dispuestos a morir por defenderla. Si hubiera sido algo inventado, tarde o temprano, cuando llegaron los momentos de sufrimiento intenso, alguno de ellos se habría retractado de lo que dijo, pero tal caso nunca llegó.
Y cuando consideramos el precio que todos ellos tuvieron que pagar por mantenerse firmes en afirmar que Jesús había resucitado, no cabe pensar que lo hicieran por obtener algún tipo de beneficio, porque de hecho, lo perdieron todo. Veamos algunos de los detalles que la historia nos ha dejado sobre este particular:
Unas semanas después, las autoridades judías los encarcelaron dos veces, y les golpearon por predicar públicamente que Jesús había resucitado (Hch 4:1-21) (Hch 5:17-42).
Luego, otro discípulo, Esteban, murió apedreado (Hch 6:8-7:60).
A raíz de esto, la persecución a la que fueron sometidos los cristianos fue tan severa que muchos de ellos huyeron de Jerusalén (Hch 11:19).
Más tarde, Jacobo, uno de los apóstoles, fue ejecutado por Herodes por la misma razón (Hch 12:1-2).
Durante la persecución perpetrada por el emperador Nerón, muchos cristianos fueron muertos de maneras horrendas, entre ellos varios apóstoles.
El mismo apóstol Juan, fue desterrado a la isla de Patmos (Ap 1:9).
Pero aun más, si esta teoría fuera cierta, no sólo deberían ser acusados de mentirosos y de locos, sino también de ser unos hombres terriblemente crueles. Decimos esto, porque si ellos sabían que Jesús no había resucitado realmente, y por causa de su mentira veían morir y ser perseguidas a muchas de las personas que les habían creído, si en estas circunstancias ellos seguían callados sin confesar su mentira, deberían ser acusados de un grado de maldad inimaginable.
2. ¿Cuándo se escribieron los Evangelios?
Por otro lado, esta teoría da por sentado que los Evangelios fueron escritos más de doscientos años después de que hubiera tenido lugar la resurrección. Se calcula este periodo de tiempo para dar lugar a que los testigos originales hubieran muerto y para que la transmisión oral de los hechos se hubiera deformado suficientemente antes de ser puesta por escrito por unos autores anónimos.
Es cierto que si realmente hubieran pasado doscientos o trescientos años antes de que los hechos fueran puestos por escrito, no tendríamos un relato fiable de lo que ocurrió. Pero la evidencia indica que las cosas no sucedieron de esta manera, sino que los evangelios fueron escritos antes de que terminara el primer siglo por los propios apóstoles o bajo su supervisión.
Por ejemplo, los arqueólogos han encontrado un fragmento de una copia del evangelio de Juan (Jn 18:30-33) datado en el año 120 d.C. Precisamente este evangelio fue el último que se escribió, en torno al año 95 d.C.
Y lo más importante, cuando ellos pusieron por escrito aquellas cosas de las que habían sido testigos directos, lo hicieron con total veracidad, ajustándose siempre a los hechos tal como ocurrieron. Veamos al apóstol Juan y a Lucas explicándonos como lo hicieron:
(1 Jn 1:1-4) "Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido."
(Lc 1:1-4) "Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido."

La teoría de la resurrección espiritual

Los que sostienen esta teoría especulan con que el cuerpo de Cristo se quedó en la tumba donde se corrompió y su resurrección fue espiritual. Según ellos, Jesús nunca habló de un reino terrenal y material, fueron sus discípulos los que no quisieron oír otra cosa, por esta razón, inventaron su resurrección literal para dar así continuidad a su idea de un reino terrenal. Esta resurrección espiritual la podemos entender como una influencia que sobrevive, algo que también ha ocurrido con otros grandes hombres del pasado. Pero lo cierto, es que aparte de una experiencia subjetiva y personal de los discípulos, nunca hubo una resurrección física y objetiva. Y en tal caso, si Jesús llegó a resucitar con algún cuerpo, éste tuvo que ser espiritual, pero no físico, de tal manera que lo que los discípulos pudieron llegar a ver no era algo real, sino simplemente un "ente espiritual", una especie de fantasma sin conexión con nuestro mundo material tal como nosotros lo conocemos.
1. El cuerpo físico de Jesús no estaba en la tumba
Es fácil decir que el cuerpo de Jesús se quedó en la tumba, pero esta teoría ignora toda la evidencia que hemos analizado anteriormente sobre el informe de la guardia, y el rumor que hicieron correr los dirigentes judíos para dar una explicación al hecho de que la tumba había quedado vacía. Tampoco tiene en cuenta que los discípulos comprobaron que el sepulcro estaba vacío.
Pero lo que aun es más sorprendente, si los que sostienen esta teoría piensan que la resurrección física de Jesús fue una invención de los discípulos para dar lugar a un reino terrenal en el que ellos iban a ocupar las primeras posiciones, habría sido de esperar que cuando los gobernantes judíos entraron en conflicto con ellos, les hubieran llevado hasta el sepulcro para mostrarles que realmente Jesús no había resucitado, sino que su cuerpo seguía estando allí. Pero nunca ocurrió nada parecido. Todos sabían que la tumba de Jesús estaba vacía.
2. La resurrección de Jesús fue un hecho histórico y objetivo
Como acontecimiento histórico, la resurrección puede ser fechada en un momento concreto: "Fue sepultado y resucitó al tercer día" (1 Co 15:4).
Si la resurrección de Cristo produjo en los discípulos una serie de experiencias espirituales renovadoras, sólo fue posible porque primero hubo un acontecimiento histórico y objetivo, de otra manera no habría sido posible.
3. ¿Cómo era el cuerpo de Jesús después de la resurrección?
La teoría de que Jesús tenía un cuerpo espiritual que era imposible de identificar, fue el mismo Señor quien se encargó de desmontarla:
(Lc 24:36-43) "Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos."
(Mt 28:9) "He aquí Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron."
(Jn 20:27-29) "Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron."
Aun así, aunque Jesús era la misma persona después de la resurrección: "Yo mismo soy" (Lc 24:39), sin embargo, no podemos negar que su cuerpo había sufrido algún tipo de transformación que lo convirtió en un nuevo vehículo para su personalidad, dotada de nuevos poderes y poseyendo inmortalidad. En este sentido, es claro que lo que pasó con Jesús no fue una resucitación como en el caso de Lázaro, sino una resurrección. Es decir, no volvió a la vida de la misma forma que se había ido, sino que su cuerpo sufrió profundos cambios, aunque sin perder su identidad reconocible. Por ejemplo, a partir de la resurrección, el Señor podía entrar en una habitación con las puertas cerradas (Jn 20:19), o podía desvanecerse de la vista de los discípulos (Lc 24:31), o ascender al cielo.

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