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Estudio bíblico: Persecución religiosa - Juan 16:1-4

Autor: Luis de Miguel
España
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Persecución religiosa (Juan 16:1-4)

El capítulo que ahora comenzamos es una continuación directa del anterior, sin interrupción ni pausa. Si el Señor les había hablado del odio, la persecución y el rechazo que los discípulos sufrirían por ser sus seguidores (Jn 15:18-21), ahora añade que los expulsarían de las sinagogas y que serían perseguidos a muerte. Una vez más la suerte que correrían los discípulos sería la misma de su Señor, y todo esto, indudablemente, pondría a prueba la fe de los discípulos.
Ante un escenario así el Señor tenía que prepararles. En primer lugar tenía que consolarles por la tristeza que su partida les causaba, pero por otro debía prepararles para las tribulaciones que les sobrevendrían.

Prevención y preparación

(Jn 16:1) "Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo."
Cuando Winston Churchill dio su primer discurso como primer ministro británico ante la Casa de los Comunes el 13 de mayo de 1940, ocho meses después de haber comenzado la Segunda Guerra Mundial, y cuando las fuerzas aliadas estaban experimentando continuas derrotas frente a la Alemania nazi, dio un histórico discurso en el que dijo: "No tengo nada que ofrecer, sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor. Tenemos ante nosotros una prueba de la naturaleza más penosa. Tenemos ante nosotros muchos, muchos largos meses de lucha y de sufrimiento". Estas palabras tuvieron una extraordinaria influencia en la opinión pública británica, preparándola para enfrentarse a una guerra dura y prolongada.
Cuando en tiempos recientes la Federación Rusa invadió Ucrania, hizo creer a sus jóvenes soldados que sería una intervención rápida acompañada por una fácil victoria, algo así como un desfile militar en el que ingenuamente esperaban recibir el aplauso de aquellos que estaban conquistando. Pero cuando el pueblo ucraniano presentó una férrea defensa de sus territorios, y empezaron a morir miles de jóvenes soldados rusos, también surgieron los problemas en el ejército: desmotivación, motines, falta de disciplina en las tropas y deserciones. Muchos analistas cuestionaron el liderazgo de las autoridades rusas por su falta de realismo al enviar a sus soldados al frente de batalla. Podemos entender la fuerte impresión que aquellos jóvenes rusos tendrían al ver los videos e imágenes que circulaban por las redes sociales en los que se veían los cuerpos muertos de sus compañeros tirados en el asfalto, los prisioneros de guerra, los vehículos militares destruidos o capturados por el enemigo... Difícilmente puede haber algo que desmotive más que alguien nos engañe en una causa en la que se nos exige que entreguemos nuestra vida.
El Señor sabía perfectamente lo peligroso que es satisfacer falsas expectativas, por eso habló a sus discípulos con total honestidad, sin eludir las tremendas dificultades que encontrarían en el mundo una vez que él fuera con el Padre. Por eso, con total realismo y honestidad, les explicó lo que iban a encontrar en su servicio: conflictos, persecución, heridas, oposición, incluso muerte. Él no ocultó a sus "soldados" la naturaleza de la campaña que iban a comenzar. Sólo de este modo, cuando llegara el momento de la prueba, podrían recordar sus palabras y no se sentirían defraudados. Él nunca les habló de un camino diferente al de la cruz para alcanzar la corona.
Hablar del costo de la misión es una de las primeras cosas que se debe inculcar a los cristianos de todas las épocas. No hay ninguna bondad en dibujar el servicio a Cristo con falsos colores que ocultan la verdad. El apóstol Pablo les dijo a los creyentes en las iglesias que había fundado en su primer viaje misioneros: "Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios" (Hch 14:22).
Cuando no hacemos esto, sino que profetizamos cosas agradables y clamamos "paz" a todas las personas que entran en contacto con el evangelio, corremos el peligro de llenar las filas del ejército de Cristo con soldados nominales, que en el tiempo de tribulación se apartarán y dejaran la lucha. Quien espera cruzar las aguas turbulentas de este mundo y llegar al cielo con el viento y la marea siempre a su favor, se engaña peligrosamente.
El Señor nunca hizo nada para que sus discípulos vivieran con un optimismo ingenuo, sino que buscó por todos los medios que fueran realistas, para que los tiempos difíciles no les tomaran por sorpresa.
Notemos que el propósito de sus palabras era "para que no tengáis tropiezo". El término "tropiezo" o "escándalo" (en griego "skandalizo"), hacía referencia al gatillo de una trampa donde se coloca la carnada para tentar al animal. El Señor les explicaba "estas cosas" para que no fueran atrapados en una trampa o tropezaran con un obstáculo. Si eso ocurría, él sabía que se sentirían desalentados, desilusionados, y que fácilmente acabarían por apartarse del camino.
No olvidemos que los discípulos, al igual que el resto del pueblo judío, esperaban que cuando el Mesías viniera establecería su reino en este mundo de una forma visible y toda oposición sería quitada. Pero una y otra vez el Señor les estaba diciendo que iba a morir en una cruz y que ellos quedarían en este mundo siendo aborrecidos y perseguidos. Si no estaban advertidos no sería de extrañar que comenzaran a preguntarse si Jesús era realmente el Mesías esperado.
Pero él se lo dijo todo por adelantado para que los ataques que iban a recibir no les encontraran desprevenidos y quedaran atrapados e indefensos.
En junio de 1995, el capitán Scott Francis O?Grady, un piloto de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, fue derribado mientras cumplía con una misión aérea sobre Bosnia-Herzegovina. A pesar de esto, él pudo descender en paracaídas sin haber sufrido rasguño alguno, pero sabía que los que lo habían derribado pronto vendrían a buscarlo para llevárselo prisionero. Poniendo en práctica todo lo que había aprendido durante años de intensa preparación en la Fuerza Aérea para poder sobrevivir, O?Grady logró permanecer oculto a los ojos de soldados enemigos durante seis días, hasta que por fin fue rescatado por los infantes de marina. Durante ese tiempo él sobrevivió recogiendo agua de lluvia y comiendo insectos. Cuando le preguntaron acerca de la prueba sufrida, O?Grady dijo que la salvación de su vida se debió a la preparación para sobrevivir que había recibido. La Fuerza Aérea le había enseñado a esperar los problemas, así que, estaba preparado para ellos en el momento que llegaran.
Por supuesto, estas enseñanzas de Jesús no estaban resultando muy atractivas aquel día, de hecho, a ninguno de nosotros nos gusta que nos hablen de estas cosas. Preferimos escuchar sobre prosperidad y victoria, pero esa no es la forma correcta de preparar a los creyentes para la vida real.
Cualquiera que tenga hijos pequeños o jóvenes, sabe que no siempre permanecerán en la casa, que llegará el momento en que se independicen, así que, los padres no dejamos de preguntarnos si los estaremos preparando para sobrevivir y prosperar en este mundo. ¿Sabrán cuidar de sí mismos cuando ya no estemos con ellos? ¿Estarán preparados para enfrentar las dificultades de la vida? Por supuesto, los padres no sabemos el futuro que les aguarda, por eso les preparamos para cualquier cosa que les pueda sobrevenir.
Y en el ámbito espiritual ocurre lo mismo. No podemos enseñar sólo aquellas cosas que tienen que ver con las circunstancias actuales que vivimos, sino que debe haber un ministerio de preparación enfocado hacia el futuro, tal como hizo el Señor en esta ocasión. La verdad es que el Señor sonaba aquí como un padre preocupado que está a punto de enviar a sus hijos a ganarse la vida en el mundo.

Persecución religiosa

(Jn 16:2) "Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios."
En este versículo encontramos diferentes afirmaciones del Señor en las que debemos reflexionar.
En primer lugar el Señor les estaba anunciando que los judíos no aceptarían el mensaje de Cristo: "Os expulsarán de las sinagogas". Esta sería la primera oposición que ellos enfrentarían una vez que el Señor ascendiera al cielo. Y era importante saberlo de antemano, porque lo lógico hubiera sido que el pueblo judío, y en especial sus dirigentes, hubieran sido los primeros en recibir a Jesús como el Mesías, pero ellos debían saber que no iba a ser así. Esto les liberaría también de la autoridad de esta institución religiosa.
Por lo tanto, no les estaba advirtiendo aquí de una persecución realizada por un estado secular, sino por parte de las autoridades religiosas judías. Al fin y al cabo, esto no tendría nada de extraño una vez que también habían perseguido y crucificado a Cristo.
No hay duda de que la primera oposición violenta que los cristianos enfrentaron provino de los judíos. Los apóstoles fueron amenazados y castigados por el Sanedrín en varias ocasiones por predicar la resurrección de Jesús. Esteban, el primer mártir del cristianismo, fue apedreado por los judíos. Muchos de los problemas que el apóstol Pablo encontró en sus viajes misioneros fueron causados por las autoridades judías en los diferentes lugares a donde llegaba predicando el evangelio. Él mismo dice que cinco veces había recibido cuarenta azorres menos uno, un castigo característico impuesto por las autoridades de la sinagoga (2 Co 11:24).
Pero a pesar de que el Señor sabía cuál sería la respuesta futura de los líderes judíos, en ningún momento exhortó a sus discípulos a abandonar las sinagogas; serían ellos quien les expulsarían cuando les proclamaran el Evangelio.
Ahora bien, la expulsión de la sinagoga era mucho más que impedir asistir a sus reuniones. Debemos recordar que para un judío la sinagoga era parte integral de su vida, el centro de la vida social, religiosa y familiar. Ser expulsado de la sinagoga implicaba quedar aislado de la mayoría de las actividades de la comunidad. Perdería el acceso a la vida religiosa, pero también la aceptación social, los amigos, incluso el empleo. Serían considerados como los paganos, excluidos de la esperanza mesiánica y del resto de las promesas que Israel había recibido, y se convertirían en objeto del odio y rechazo. Incluso perderían el privilegio a un entierro honorable.
La expulsión de la sinagoga era un castigo terrible que todos los judíos temían, comparable a la misma muerte. No es de extrañar que algunos dirigentes judíos tuvieran miedo de confesar públicamente a Jesús:
(Jn 12:42) "Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga."
Ahora bien, el judaísmo oficial sería el primero en oponerse violentamente al cristianismo, pero no sería el único. El Señor habla a continuación de "cualquiera que os mate". Aquí se generaliza la oposición, dando a entender que la persecución contra el reino de Cristo sería el denominador común que sufrirían los cristianos de todos los tiempos. Después de veinte siglos de cristianismo sabemos que esta oposición ha adoptado formas diferentes, pero siempre se ha mantenido. Puede venir de los paganos más ignorantes, pero también de los intelectuales en las universidades; de religiosos en la llamada cristiandad, pero también de otras religiones como el budismo o los musulmanes; de ideólogos políticos de un color o de otro; de países pobres y ricos...
Otro detalle a tener en cuenta es que la persecución llegaría en muchos casos a la muerte. Es decir, los enemigos del Evangelio no dudarán en usar los medios y la intensidad necesaria con el fin de terminar con el cristianismo.
Pero aun hay un asunto más sorprendente: "Viene la hora cuando cualquiera que os mate pensará que rinde servicio a Dios".
Llega un momento en que la conciencia puede estar tan cegada que un hombre religioso puede perseguir a los cristianos hasta el punto de matarlos y creer que está sirviendo a Dios. El apóstol Pablo fue un buen ejemplo de esto antes de llegar a ser un cristiano:
(Hch 26:9-11) "Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras."
(Ga 1:13) "Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba"
Pablo medía su celo por su religión por el terror y los estragos que causaba a la iglesia de Cristo. ¿Cómo se puede cometer un pecado de esta crueldad y al mismo tiempo pensar que se está haciendo una obra piadosa?
El problema es que hay religiones que contemplan la violencia religiosa como parte de la voluntad de Dios. Es curioso notar que el término original en la expresión "servicio a Dios" es el mismo que se usaba para un culto de adoración o un servicio espiritual (Ro 12:1) (He 9:1,6). Es decir, estas personas creerán que cuando maten a un cristiano será como si estuvieran ofreciendo sus oraciones, ayunos y limosnas a Dios.
La historia nos ha demostrado que las palabras de Jesús eran completamente ciertas. El nombre de "Dios" ha sido una de las mejores excusas que los religiosos han esgrimido para justificar el asesinato de aquellos que no pensaban como ellos. ¡Cuántas guerras en el nombre de la religión ha conocido este mundo! Se le llama "guerra santa", pero son simplemente crímenes profanos.
Tenemos innumerables ejemplos de esta intolerancia religiosa ilustrada en las páginas de la Biblia:
(Hch 23:12-15) "Algunos de los judíos tramaron un complot y se juramentaron bajo maldición, diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubiesen dado muerte a Pablo. Eran más de cuarenta los que habían hecho esta conjuración, los cuales fueron a los principales sacerdotes y a los ancianos y dijeron: Nosotros nos hemos juramentado bajo maldición, a no gustar nada hasta que hayamos dado muerte a Pablo. Ahora pues, vosotros, con el concilio, requerid al tribuno que le traiga mañana ante vosotros, como que queréis indagar alguna cosa más cierta acerca de él; y nosotros estaremos listos para matarle antes que llegue."
Pero también en la historia secular encontramos ejemplos similares de violencia religiosa en el nombre de Dios. Por ejemplo, la "Santa Inquisición" fue llevada a cabo por hombres religiosos que pensaban que servían a Dios al torturar y matar a quienes profesaban una fe diferente a la de ellos. Y lo mismo se podría decir de algunas de las iglesias que surgieron de la Reforma Protestante. Todos ellos consideraban que librar al mundo de los herejes era un acto de adoración al Señor, pero él no acepta sacrificios humanos como parte de su culto.

Dios no justifica la violencia en su nombre

(Jn 16:3) "Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí."
Debemos subrayar el mensaje del Señor Jesucristo: aquellas instituciones religiosas que matan a sus semejantes en el nombre de Dios, realmente no le conocen. Está fuera de toda duda que el Señor desautorizó y desaprobó este tipo de conductas.
De hecho, dejó claro cuál era el origen de esas actitudes. Cuando los judíos le perseguían para matarle por razones similares, les dijo lo siguiente:
(Jn 8:44) "Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él."
Una religión que acepta la muerte de los hombres por causa de sus creencias religiosas tiene su origen en el diablo, no en Dios. ¡Cuidado, la religión se puede convertir en algo realmente horrible! Los mismos judíos habían llegado a profesar una religión de ese tipo que les sirvió para "justificar" el asesinato del Hijo de Dios. Y la llamada Cristiandad, con frecuencia ha hecho caso omiso a la prohibición explícita del uso de la violencia, y ha perseguido, asesinado y masacrado a miles de personas. Pero este es un cristianismo falso, completamente alejado de lo que Cristo enseñó.
Ya vimos en el capítulo anterior que el odio contra el cristianismo se origina en la enemistad del corazón del hombre contra Dios. Aquí el Señor incide en el mismo punto. El odio y la persecución hacia los hijos de Dios son tanto la consecuencia como la prueba de la ignorancia que muchas personas religiosas tienen de Dios.
Pueden ser religiones con una impresionante fachada, pero en el fondo esconden un fraude: No conocen a Dios. Su religión es un sutil refugio donde esconder su rebeldía contra Dios.
Otra cuestión en la que debemos reflexionar seriamente es el hecho de que no todo celo es justo ni agrada a Dios.
Algunas personas piensan que el fervor religioso por sí solo es una prueba indiscutible de que una persona es un cristiano auténtico, pero aquí vemos que no todo fervor es digno de confianza. Saulo de Tarso, en los días en que fue un perseguidor de la iglesia, era un hombre con mucho celo y fervor religioso, pero no conocía a Dios. Y también aquí el Señor nos advierte que hay fanáticos que creen estar sirviendo a Dios, cuando en realidad están luchando contra él.
Que una persona tenga celo y fervor religiosos no prueban que lo que cree sea lo correcto, ni tampoco le aseguran la entrada en el reino de los cielos. Con frecuencia escuchamos que lo importante es creer en algo y ser sinceros en ello, pero lo realmente importante es creer en lo que Dios ha enseñado y manifestar celo en ello; lo demás, no sirve de nada. Al que sigue otras cosas, le pueden parecer causas muy nobles, pero si no brotan de la Palabra de Dios, no debe esperar que cuenten con la aprobación divina.
Consideremos el judaísmo del que el Señor estaba diciendo que perseguirían a los discípulos. Ellos estaban impregnados de las tradiciones de su religión, y eran sumamente escrupulosos en el cumplimiento de cada una de ellas. Además, manifestaban un increíble espíritu religioso en todo lo que hacían. Cada aspecto de su vida giraba en torno a su religión. Sin embargo, es de ellos de quienes el Señor dice que no conocían a Dios. ¡Qué advertencia más seria! ¡Se puede ser muy religioso y no conocer a Dios!
Su problema es que ellos fomentaban sus tradiciones humanas en un espíritu religioso, en lugar de poner su confianza en las Escrituras, y por otro lado, actuaban para cumplir con una religión en lugar de buscar una relación viva y personal con Dios. ¡Cuántas veces la religión es una barrera que impide a los hombres acercarse a Dios!

"Os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis"

(Jn 16:4) "Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros."
El Señor vuelve a incidir nuevamente en lo que les había estado diciendo antes. Sin duda, era importante para él que recordaran estas enseñanzas. No quería que cuando llegara la hora de la prueba para ellos, dijeran: "¿por qué nos pasa esto? ¿Por qué no nos advirtió de estas cosas?". Por el contrario, quería que cuando llegara ese momento, su fe se fortaleciera recordando que el Señor ya les había hablado de todo ello. Bueno, de hecho, la hora iba a llegar mucho antes de lo que ninguno de ellos imaginaba. En pocas horas su Maestro iba a ser crucificado y ellos mismos quedarían bajo la mirada inquisidora de las autoridades judías.
Ahora bien, aquí les dice que "esto no os lo dije al principio porque yo estaba con vosotros". Algunos ven aquí cierta contradicción, porque el Señor sí que les había hablado en otras ocasiones del sufrimiento por causa de su nombre (Mt 5:10-12) (Mt 10:21-28). Pero debemos considerar que el Señor se iba revelando gradualmente a los discípulos, y hasta este momento no les había dicho que serían odiados por los líderes religiosos del judaísmo, ni tampoco que sus perseguidores llegarían a matarlos creyendo que estaban haciendo un servicio a Dios.
Por otro lado, el Señor no creyó necesario advertirles con toda claridad de este asunto porque él mismo estaba con ellos para cuidarlos y defenderlos. Mientras estaban físicamente con él, los embates más fuertes de los ataques se dirigían contra él, dejando a salvo a los discípulos, pero esa situación iba a cambiar drásticamente en unas horas. Con Jesús crucificado, el Sanedrín comenzaría a dirigir su ira contra sus seguidores.
Hasta ese momento de su ministerio el Señor había visto necesario enseñarles acerca de los principios del Evangelio, pero ante su inminente partida tenían que escuchar estas otras cosas que llenarían sus mentes y corazones de tristeza. Así que, les habla con la mayor claridad posible sobre la persecución.

Una reflexión final

Según el informe de 2022 de Puertas Abiertas, una organización que sirve a los cristianos perseguidos, el desplazamiento de los cristianos de sus hogares y comunidades es una estrategia deliberada de persecución religiosa diseñada para erradicar la presencia cristiana en las regiones donde la persecución es más intensa.
En sus conclusiones el informe analiza que como parte de esta estrategia deliberada se busca fracturar a las comunidades religiosas. El desplazamiento no es sólo una consecuencia de la persecución, sino, en realidad, en muchos casos es parte de un plan intencionado más amplio para eliminar al cristianismo de una comunidad o de un país.
En cuanto a las causas que llevan a los cristianos a sufrir el desplazamiento se encuentra en primer lugar la presión de la familia, seguido por los funcionarios gubernamentales, los miembros de la comunidad local y los grupos religiosos violentos.
Las familias, explica Puertas Abiertas, tienen la capacidad de privar de las necesidades básicas de supervivencia, como la comida o el refugio, así como de amenazar o violar la seguridad física, a lo que se suma la presión diaria que sufren los conversos al cristianismo; en algunos casos, la amenaza de muerte convierte en necesaria una vía de escape rápida.
En muchas ocasiones los desplazados internos y refugiados cristianos siguen enfrentando hostilidad y opresión en los lugares donde llegan, siendo por ello un colectivo vulnerable también en el lugar de acogida.

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