Estudio bíblico: Jesús y las riquezas - Marcos 10:23-31
Jesús y las riquezas - Marcos 10:23-31
(Mr 10:23-31) "Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios. Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros."
Introducción
Mientras el joven rico desaparecía entre la multitud, Jesús hizo un comentario acerca de lo difícil que es para los ricos entrar en el reino de Dios. Esta declaración dejó asombrados a los discípulos, que creían que la posesión de riquezas era una clara indicación del favor y la aprobación divinas. Ellos pensaban que a los "buenos" Dios les daba bienes aquí en la tierra. Por esa misma razón, los pobres, los enfermos, las estériles, las viudas, los huérfanos... eran menospreciados.
El incidente con el joven rico dio lugar a que el Señor les enseñara sobre el tema, volviendo nuevamente a mostrar cuán equivocados estaban muchos de los conceptos que gozaban de gran popularidad en el judaísmo de la época y de los que los mismos discípulos habían quedado gravemente contagiados. Los principios del reino de Cristo eran diferentes: si a alguien le iba a costar entrar en su reino era precisamente a los ricos.
Es muy triste contemplar cómo con el paso del tiempo, el cristianismo organizado ha procurado las riquezas materiales y a vuelto a caer en los mismos errores que el Señor corrigió en sus discípulos.
Porque no debemos olvidar que es Satanás quien promete los reinos de este mundo (Mt 4:8-9), y que contrariamente a lo que muchos quieren creer, Cristo nunca predicó que aquellos que creyeran en él, tendrían en este mundo una vida llena de prosperidad material, de éxito, de aceptación social, libre de problemas, sufrimiento, enfermedades, persecuciones, odio...
1. El evangelio de la prosperidad
En la actualidad, hay ciertos grupos que enseñan que la prosperidad económica y el éxito en los negocios son una evidencia externa del favor de Dios. Esta tendencia moderna es conocida como la "Teología de la prosperidad", "Palabra de Fe" o "Confiésalo y recíbelo". Esta es una enseñanza bastante común en muchos de los famosos telepredicadores modernos.
En realidad, refleja exactamente el mismo tipo de pensamiento que el Señor Jesucristo corrigió en sus discípulos hace dos mil años y que vamos a estudiar en este pasaje.
En cualquier caso, no nos debe extrañar que este "evangelio de la prosperidad" tenga tanto éxito en la actualidad. Sus predicadores dicen: "la pobreza es del diablo y Dios quiere que todos los cristianos sean prósperos", "la pobreza es un espíritu maligno del que Dios nos va a liberar". Y en medio de un mundo donde la riqueza y el éxito son idolatrados, no tiene nada de extraño que a la gente le agrade este tipo de mensajes.
Por otro lado, el camino propuesto para él éxito es relativamente fácil. Acompañando a las predicaciones de este tipo de "evangelio", siempre hay una serie de insistentes "invitaciones" a depositar generosas ofrendas para apoyar los "ministerios" promovidos por estos predicadores. Su mensaje es: "envíenos una ofrenda para que la bendición de Dios sea puesta en acción; cuanto más generosa sea su ofrenda, mayor será la bendición de Dios para su vida". Y por supuesto, si la promesa de prosperidad no se cumple, no pida cuentas, porque lo que le dirán es que no ha tenido la fe suficiente o adecuada.
Además, la vida de estas superestrellas del evangelismo de la prosperidad están marcadas por lujos excesivos y riquezas. Conducen Rolls Royce, tienen casas de varios millones de dólares y viajan en sus Jets privados. Les gusta vivir de forma ostentosa y alardear de todo lo que tienen, puesto que según ellos, se tratan de bendiciones de Dios que evidencian lo espirituales que son. Lo cierto es que sobre este tipo de predicadores siempre pesa la sospecha de si se están enriqueciendo indebidamente mientras explotan la ingenuidad de los creyentes sinceros que ofrendan su dinero.
2. La postura bíblica
Por mucho que se revista de espiritualidad, este movimiento hace del materialismo una meta para el creyente, alejándole de los verdaderos valores espirituales.
Por supuesto, Dios quiere bendecir abundantemente nuestras vidas. Lo que resulta extraño, sin embargo, es el énfasis desmedido que este movimiento pone en lo material. En la mayoría de las ocasiones sus predicaciones parecen tener más interés en aquellas cosas que se pueden disfrutar en este mundo, que en la salvación eterna del alma.
El apóstol Pablo decía que Dios nos ha bendecido con "toda bendición espiritual" en Cristo (Ef 1:3). Y el Señor Jesucristo hizo una seria advertencia sobre la avaricia explicando que "la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee" (Lc 12:15).
No vemos en ninguna parte de la Escritura la afirmación de que todos los buenos creyentes tienen que ser ricos, o que la pobreza esté relacionada con la falta de fe. Precisamente el capítulo 11 de Hebreos, que trata especialmente de la fe, describe con claridad que por la fe algunos "conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros...", pero también, por la misma fe, "otros fueron atormentados... experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles, fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados... errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra" (He 11:33-38). Como vemos, la fe auténtica se puede manifestar de formas muy diversas, llevando a unos a la pobreza y a otros al triunfo. Pero notemos que todos ellos fueron aprobados por Dios en cuanto a su fe. Por lo tanto, establecer la cantidad de riquezas que uno tiene como criterio para valorar la vida espiritual es completamente falso.
Por otro lado, no olvidemos que Dios ha dado diferentes dones a los creyentes, proveyendo en cada caso de lo necesario para su desarrollo. Así que, a algunos les da riquezas para que puedan "repartir con liberalidad" (Ro 12:8), tal como el libro de los Hechos nos explica que ocurrió al comienzo de la iglesia cristiana (Hch 4:34-35). Pero no podemos decir que el propósito de Dios para todos los creyentes es que sean ricos, porque él reparte sus dones de forma diferente a cada uno de sus hijos.
Estos predicadores citan las palabras del Señor Jesucristo cuando dijo que "por sus frutos los conoceréis" (Mt 7:20), para dar a entender que una vida de éxito material es la evidencia de la verdadera espiritualidad. Sin embargo, nos permitimos citar también las palabras del apóstol Pablo para hacer notar a qué tipo de "fruto" se refería el Señor Jesucristo: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza" (Ga 5:22-23). Es por un carácter santificado en lo que se demuestra la presencia y el poder transformador del Espíritu Santo y no en el saldo de la cuenta bancaria o en el automóvil que se conduce. ¡Eso sería absurdo!
Otro de los puntos importantes de este tema, es que una de las razones por las que Dios daba riquezas a su pueblo era con el fin de que pudieran compartirlas con los que no tenían. En este sentido, el Señor explicó la historia de un rico que terminó en el infierno porque no tuvo cuidado del mendigo que estaba a su puerta. El rico vivía en el placer y el lujo mientras que Lázaro moría de hambre (Lc 16:19-31). Esto nos advierte de que Dios no aprueba que un cristiano lleve una vida de lujo desmedido, mientras millones de personas se mueren de hambre en la actualidad. Esto es una actitud insolidaria, que nada tiene que ver con el estilo de vida que predicó el Señor Jesucristo y que él mismo vivió.
Este tipo de predicadores convierten el evangelio en una relación mercantilista con Dios: "yo le doy a Dios, y él me lo devuelve multiplicado". Afuera queda la relación personal, la oración, la consagración, el leer la Biblia, incluso el esfuerzo y sacrificio en el trabajo. Todo se reduce a que en un momento dado la persona haga su ofrenda.
Por otro lado, ¿por qué hay que sembrar específicamente en los ministerios de estos pastores de mega-iglesias? ¿Acaso no nos bendecirá Dios si ofrendamos en nuestra propia iglesia local que seguramente tiene también muchas necesidades?
3. El ejemplo de Cristo
Cuando José y María fueron al templo a presentar a su hijo, lo que llevaron para el sacrificio fue dos tórtolas, que era lo que la ley estipulaba para las personas más pobres (Lc 2:24).
Más adelante, durante su ministerio público, a uno que quería seguirle le explicó: "Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza" (Lc 9:58). Y lo que dijo era completamente cierto; le vemos enseñando desde una barca ajena, entrando en Jerusalén en un burro prestado, cenando en la última noche en un aposento que le habían dejado para la ocasión, y finalmente, sepultado en una tumba ajena.
Indudablemente, el estilo de vida que el Señor tenía, no se parecía en nada al que presumen de llevar los famosos predicadores de la prosperidad.
4. El ejemplo de los apóstoles y primeros cristianos
El apóstol Pablo reconocía haber pasado situaciones de pobreza en la obra de Dios (Fil 4:11-12) y también sus compañeros
(1 Co 4:9-13) "Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres. Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados. Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija. Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos."
"¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!"
Estas fueron las palabras que Cristo dijo mientras el joven rico se iba. Su abandono fue doloroso. Era otro alma que partía rumbo a la condenación. Y nos preguntamos si no habría habido alguna forma de retenerlo. ¿Por qué el Señor fue tan radical con él hasta el punto de mandarle que vendiera todas sus posesiones? ¿No se podría haber rebajado un poco el nivel de exigencia para ver si de esa forma el joven hubiera aceptado quedarse? Al fin y al cabo, tampoco habría venido mal a la causa del Evangelio tener a una persona con recursos financieros entre sus filas.
Podemos plantearlo de muchas maneras, pero lo cierto es que el Evangelio del Señor Jesucristo es radical: "Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven, sígueme, tomando tu cruz" (Mr 10:21). Dios no acepta un corazón dividido, no acepta lealtades a medias. Exige la ruptura y el abandono de todo aquello que interfiera en este seguimiento. Nosotros podemos estar tentados a endulzar las palabras, a rebajar un poco el precio, a colocar una cruz menos pesada... pero Cristo no lo hace. El dio su vida entera en la Cruz, con el fin de ganar enteramente al pecador. Y a Dios no le mueven otros intereses; quiere salvar al pecador y no le interesan los bienes que puede tener o la posición social que ocupe.
1. Los peligros de las riquezas
Este mundo, con toda su publicidad, quiere despertar en nosotros la admiración y la envidia hacia aquellos que son ricos. Pero el Señor veía con claridad los peligros de la prosperidad económica. Y por supuesto, esto es algo en lo que también deberían reflexionar los predicadores del "evangelio de la prosperidad".
Las riquezas materiales tienden a hacer que el corazón del hombre se apegue a este mundo.
Crean una falsa sensación de poder, seguridad y autoridad. Con facilidad la persona se vuelve arrogante, orgullosa y satisfecha de sí misma. Cristo se refirió a las riquezas como "el engaño de las riquezas" (Mr 4:18), puesto que hacen que la persona que las posee llegue a creer de sí misma algo que realmente no es. Además, no se da cuenta tampoco de lo efímeras que pueden llegar a ser. ¡Cuántos han pasado de la riqueza a la pobreza en muy poco tiempo!
Con facilidad, al centrarse tanto en lo material, es fácil llegar a perder de vista lo importante que son las relaciones personales, tanto con nuestros semejantes como con Dios.
Finalmente, las riquezas esclavizan gradualmente a aquellos que se aferran a ellas. Crea una cada vez mayor dependencia de la comodidad, de la "buena vida", hasta que llega un momento en que las personas no pueden renunciar a ella.
Las riquezas suponen una tentación muy grande. Alguien ha dicho que por cada cien personas que pueden soportar la adversidad no hay más que una que pueda soportar la prosperidad. ¡Cuántos creyentes hemos visto que mientras tuvieron lo justo para vivir, fueron fieles al Señor, pero en el momento que prosperaron se hicieron mundanos y casi olvidaron definitivamente su fe!
Se necesita ser un gran hombre de Dios para manejar fielmente las riquezas, y aun así, estará sujeto a muchas y variadas tentaciones.
2. Las riquezas no ayudan para alcanzar la salvación
El hecho de ser rico no ayuda a la persona a salvarse, sino que más bien se puede convertir con facilidad en un obstáculo. El rico tiene la tendencia a sentirse superior, y en la entrada a la salvación, hay que reconocerse pecador, culpable, desgraciado y miserable, exactamente igual que todos los demás hombres. Allí un rico está en la misma posición que el pobre, aunque probablemente le cueste más reconocerlo.
3. "Bienaventurados los pobres"
En el Sermón del Monte, el Señor Jesucristo dijo: "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mt 5:3). Esto complementaría la afirmación que estamos estudiando: "¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!".
¿A qué pobres se estaba refiriendo el Señor? Pues no eran los indigentes que están desprovistos de los bienes básicos para la vida, o los que sufrían algún tipo de opresión social, víctimas impotentes de la injusticia humana, sino los pobres en términos espirituales, aquellos que son humildes y reconocen su necesidad y recurren sólo a Dios en busca de salvación.
En sí mismo, no hay ninguna virtud o ventaja en ser pobre, pero sí que es cierto que facilita el camino a la dependencia de Dios. Del mismo modo, que no hay ningún pecado en ser rico, siempre y cuando no se ponga la confianza en las riquezas y éstas no nos aparten de Dios.
(1 Ti 6:17) "A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos."
Todos debemos pedir a Dios el sentirnos satisfechos con lo que poseemos.
(Fil 4:11-12) "He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad."
(1 Ti 6:7-9) "Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores."
"Los discípulos se asombraron de sus palabras"
Como ya hemos considerado, el Señor estaba corrigiendo la forma equivocada en la que ellos habían interpretado algunas partes de las Escrituras del Antiguo Testamento. Para ellos, si una persona era rica, eso significaba que Dios le había honrado y bendecido.
(Dt 28:1,11-12) "Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra... Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar. Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado."
Según la interpretación popular en aquellos días, el rico necesariamente tenía que estar en mejor posición que el pobre para entrar en el Reino, porque evidentemente, ya disfrutaba del favor divino. Además, su concepto del Reino de Dios era material, y estaba limitado a este mundo terrenal, así que, cuantas más posesiones tuvieran, mejor preparados estarían para disfrutar de él.
Pero ya hemos considerado en otros estudios, que el Reino, tal como era expuesto por el Señor Jesucristo, se trataba de un concepto espiritual, que por el momento se desarrolla en el corazón del hombre y que tiene que ver principalmente con bendiciones espirituales.
Ellos habían interpretado incorrectamente las promesas del Antiguo Testamento, y cuando el Señor les explicó lo que realmente querían decir, les produjo un fuerte asombro, el mismo que les causaría a los predicadores del "evangelio de la prosperidad" si tuvieran en cuenta este enfoque del Señor.
"Los que confían en las riquezas"
Ahora el Señor aclara su declaración anterior. No es que los ricos no pueden entrar en el reino de Dios, sino "los que confían en las riquezas".
Esto no incluye exclusivamente a los que ya tienen riquezas, también tiene que ver con los que las anhelan tener. ¡Cuántas veces hemos conocido a creyentes que desatienden las cosas de Dios por estar trabajando en dos o tres trabajos a la vez con el fin de ganar más dinero! Se puede amar y codiciar lo que se tiene, pero también lo que se desea tener. Ambas cosas son igualmente destructivas.
Frecuentemente, la riqueza inclina al hombre a sentirse autosuficiente, incluso con respecto a la vida eterna. He aquí por qué es tan difícil que los que confían en las riquezas entren en el reino de Dios. Sólo quienes reconocen su pobreza espiritual absoluta, pueden disfrutar de la gracia de Dios.
El rico confía que todo se puede pagar o ganar, pero no es así en el caso de la salvación.
(Sal 49:6-9) "Los que confían en sus bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan, ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate (porque la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás) para que viva en adelante para siempre, y nunca vea corrupción."
"Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja"
La imagen a primera vista es grotesca y a esto debe su eficacia. Algunos han buscado fórmulas para interpretar que lo que el Señor quería decir es que se trataba de algo muy difícil, pero en realidad se refiere a algo que es completamente imposible, como más adelante explicó: "Para los hombres es imposible, mas para Dios, no".
¿Qué es exactamente lo que resulta imposible? El contexto nos indica que alguien que confía en las riquezas (o en cualquier otra obra humana) es imposible que pueda salvarse. La salvación depende completamente de Dios. El hombre sólo puede recibirla por medio de la fe, teniendo claro que la fe no es una obra, sino únicamente la petición desesperada de salvación, pero en ningún caso una obra meritoria.
Esto volvió a causar asombro entre los discípulos. Era evidente que estaban teniendo dificultades para recibir una enseñanza tan diferente a lo que estaban acostumbrados a escuchar.
Pero la cuestión era realmente importante, así que el Señor la volvió a repetir por medio de esta ilustración. Lo que tenían que entender es que la salvación es imposible para los hombres, independientemente de los logros humanos que hayan conseguido o las posesiones que tengan. Todos por igual necesitamos ser salvados por Dios: "Para los hombres es imposible, mas para Dios, no".
La buena noticia es que hay salvación para todo el mundo, rico y pobre, con tal que el hombre confíe únicamente en el Todopoderoso. Porque ¡Dios sí puede salvar!
"Nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido"
En ese momento, como si algo se hubiera encendido en la mente de Pedro, se sintió movido a señalar a Cristo que él y sus compañeros lo habían dejado todo a fin de seguirle. Y esto era cierto; Simón y Andrés, "dejando sus redes, le siguieron"; Jacobo y Juan, "dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, le siguieron"; y Leví "levantándose, le siguió", abandonando el banco de los tributos públicos y su trabajo. Ellos habían hecho lo que el joven rico no había querido hacer.
Ahora bien, ¿qué pretendía Pedro al decir esto? Por la contestación que el Señor le dio a continuación, pareciera que estaba preguntando si ellos recibirían algo por su actitud desprendida. El evangelio de Mateo da una versión más amplía de su pregunta que confirma esta idea: "¿qué, pues, tendremos?" (Mt 19:27). Esto era típico en el apóstol Pedro, donde encontramos con frecuencia esta mezcla de penetración espiritual y de ambición carnal que solía expresar con tanta espontaneidad.
"Por causa de mí y del evangelio... que no reciba cien veces más"
No hay duda de que Dios recompensa la fidelidad del creyente que deja casa, hermanos, hermanas, padre, madre, mujer, hijos o tierras por causa de él y de su evangelio. Sin embargo, en nuestro servicio al Señor debemos tener cuidado de que nuestra motivación no sea el deseo de ganancia sino el amor por Cristo y su evangelio.
Aquellos que ofrendan después de escuchar a un predicador asegurándoles que cuánto más den, más van a recibir, deben preguntarse honestamente si lo hacen por lo que esperan recibir de Dios para ellos mismos, o si su interés está realmente en la causa de Cristo.
Y los predicadores tendremos que tener cuidado cuando enseñamos la Palabra para no estimular este tipo de pensamientos codiciosos en la congregación. Veamos un ejemplo de cómo un predicador invitaba a su auditorio a pensar en términos puramente materiales mientras les animaba a ofrendar: "La ley de la siembra y la siega le garantiza que cosechará mucho más de lo que sembró. ¡No hay límite para la abundancia de Dios! Anote en la papeleta adjunta lo que necesita recibir de Dios: la salvación de un ser querido, la sanidad, un aumento de sueldo, un empleo mejor, un automóvil o una casa mejor, la compra o venta de una propiedad, guía en los negocios o las inversiones, sea lo que necesite, adjunte la papeleta con su semilla en dinero y espere la bendición de Dios a cambio."
No podemos ofrendar a Dios pensando en lo que vamos a ganar para nosotros mismos. Esto es avaricia, lo cual es un pecado de idolatría (Col 3:5).
Y por último, la persona que ofrenda, debe ser prudente y examinar bien cuál es el destino del dinero ofrendado. Si la finalidad es que un telepredicador pueda tener una casa más cara, un automóvil más ostentoso, y alojarse en las habitaciones más caras de los hoteles, no se puede decir que esto sea como dijo el Señor "por causa de mí y del evangelio". En muchas ocasiones no podemos entender cómo hay creyentes ingenuos que emplean los pocos recursos económicos que tienen para que otras personas, que se dicen hermanos suyos, puedan mantener un estilo de vida lleno de lujos y caprichos. Nunca debemos olvidar que el Señor nos hace responsables de la administración de los recursos que ha puesto en nuestras manos.
"Reciba cien veces más ahora en este tiempo"
Lo que Pedro y los otros apóstoles habían dejado por seguir a Cristo, no es un caso aislado. Todo verdadero creyente se verá enfrentado tarde o temprano a dejar cosas si quiere seguir fielmente al Señor.
(Lc 14:26) "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo."
En algunas ocasiones, se tratará de "dejar" estas cosas voluntariamente, pero en otras, la decisión de seguir a Cristo, nos puede llevar a "perder" lo que tenemos; y esto lo saben bien muchos de nuestros hermanos que viven en países donde el Evangelio es perseguido (He 10:34). Pero ya sea que entreguemos lo que tenemos por amor a Cristo, o que lo perdamos por nuestra fidelidad a su evangelio, el Señor promete recompensar generosamente.
Por supuesto, el Señor no estaba diciendo que como consecuencia de nuestro desprendimiento de ciertas cosas, él nos recompensaría con la salvación. Evidentemente, la salvación no está entre las "recompensas" prometidas. Pero si bien la salvación no depende de nuestras obras, también es cierto que sin "sacrificio" no puede haber recompensa.
No cabe duda de que todo servicio y entrega al Señor es una "inversión" rentable. La primera razón está en lo desproporcionado de los "intereses" ("cien veces más"), pero también, porque lo que le entregamos es algo de lo que tarde o temprano nos tendremos que desprender al pasar de esta vida a la eternidad. Alguien ha dicho: "No es un loco el que está dispuesto a perder lo que no puede retener, con el fin de alcanzar lo que no se puede perder".
En cuanto a la parte del cumplimiento de esta promesa que tiene lugar en este tiempo presente, su fidelidad ha sido comprobada en la experiencia de los siervos del Señor en todos los tiempos. Tal vez han tenido que dejar sus casas por causa de su servicio, pero allí donde han ido han recibido alojamiento y cuidado. Quizás han sido despreciados por sus familiares cercanos, pero han encontrado cientos de hermanos y amigos cristianos que han enriquecido sus vidas.
"Con persecuciones"
Notemos también la absoluta honestidad con la que el Señor hablaba. Él jamás prometió que ser cristiano sería fácil. Con toda claridad anunció el conflicto que esperaría a todo aquel que decidiera seguirle.
(2 Ti 3:12) "Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución."
A lo largo de todo el libro de los Hechos de los Apóstoles vemos a los discípulos sufriendo persecución, siendo acusados ante diferentes tribunales, amenazados, encarcelados, azotados, apedreados, puestos a muerte, desalojados de sus casas, sufriendo hambre y sed, tratados brutalmente, calumniados... Ver también (2 Co 11:23-27).
¡Qué diferente era el Señor de los predicadores del "evangelio de la prosperidad"! Ellos sólo anuncian prosperidad material, pero la verdad contrastada por los verdaderos cristianos de todos los tiempos, es que la fidelidad al Señor nos introduce siempre en una lucha permanente con el enemigo de nuestras almas, que en muchos casos se traduce en la pérdida de los bienes y hasta de la propia vida. Nos parece injusto que la respuesta que estos predicadores dan a nuestros hermanos que están perdiendo todo en países donde el evangelio es perseguido, sea que están sufriendo esa pobreza porque no tienen fe, cuando precisamente, es su verdadera fe en Cristo lo que les está llevando a este sacrificio. Pero estamos seguros de que el Señor hará justicia finalmente.
"Y en el siglo venidero la vida eterna"
Como decíamos, hay muchas causas que no son resueltas en este tiempo, pero el Señor lo hará en la eternidad. Hay bendiciones que el cristiano no recibe en este tiempo, pero que tiene reservadas para la eternidad y que disfrutará durante todo el "siglo venidero".
(2 Co 4:16-18) "Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas."
"Muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros"
El Señor termina su exposición con esta enigmática declaración. ¿A qué se refería?
Tal vez podemos pensar que se trataba de una referencia al joven rico que se acababa de marchar. A los ojos de los discípulos, él ocupaba un lugar preeminente para entrar al reino de Dios, pero la exposición del Señor demostró que en realidad estaba muy lejos. En cambio, otras personas más sencillas, como los "pobres de espíritu", en los que nadie ponía sus esperanzas, ocuparán las primeras posiciones en la eternidad.
O quizás debamos entenderla como una exhortación a Pedro y los otros apóstoles, para que no hicieran valoraciones anticipadas de su propio sacrificio y entrega, pensando que eran más que otros, porque no les correspondía a ellos juzgar ese asunto.
En cualquier caso, esta sentencia del Señor nos advierte de que en el juicio de Dios habrá grandes sorpresas.
Preguntas
1. ¿Hay algún punto del llamado "evangelio de la prosperidad" que a usted le parezca que no se ajusta a lo que se enseña en la Palabra? ¿Por qué? Razone su respuesta con argumentos bíblicos.
2. En vista de lo estudiado en este pasaje, ¿Qué tienen de malo las riquezas?
3. ¿Por qué dijo Jesús: "¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!"? ¿Por qué los discípulos se asombraron por ello?
4. Explique con sus propias palabras lo que Jesús quería decir con la frase: "Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios".
5. Analice y comente cada una de las cosas que el Señor prometió que les daría a aquellos que dejaran sus posesiones por causa de él y del evangelio.
Comentarios
Carlos Mendoza (Venezuela) (19/11/2023)
Hola buenas tardes. Sus estudios me han ayudado mucho!!
Jose Vera (Ecuador) (16/11/2020)
He tomado el tiempo de leer una excelente enseñanza bíblica
espero nos sigan impartiendo estos mensajes que nos orienta, y nos ayudan a discernir, ya que estamos en un mundo que a lo bueno le llamamos malo y a lo malo bueno. ORAMOS QUE DIOS CONTINUE BENDIENDO SU MINISERIO.
Benjamin (Argentina) (18/09/2017)
Mis hermanos primeramente muy agradecido por el excelente estudio bíblico que han realizado.
Una cosa es cierta, que las cosas materiales se quedarán acá y no vale la pena servir a la riqueza.
Tienen un artículo muy llamativo; sin embargo, hay algo que no me tiene muy contento y no quiero profundizar pero simplemente quería hacer una recomendación.
Confío en que las personas que están en esta web son personas a las que no les molestaría leer algún libro extra no?
Por ese motivo confío en que pudiesen hacerlo y redactar el texto con la manera de ver la riqueza del libro, una manera muy similar a la de Jesús por cierto.
Bueno pues de paso les cuento que he basado hasta ahora mi vida con los negocios con una filosofía respaldada en estas dos frases: "Mis ingresos crecerán unicamente hasta el punto en que yo crezca" y "Dar es mejor que recibir".
Ahora que me he puesto a leer la Biblia veo que la idea no varía mucho.
Siempre me encuentro con pasajes y parábolas que Jim Rohn (Filósofo de Negocios) menciona en sus audios y bueno me siento feliz porque de alguna manera siento que estoy comprendiendo la idea de ser prósperos y abundantes.
Así como dice Jurgen se trata de Dar de todo corazón, de ayudar a los demás, y de no ser solo ricos en dinero, sino también en amor, en paz, en sabiduría, y otros.
Su post me ha ayudado a comprender mucho sobre la importancia de crecer personal mente y espiritualmente porque eso es lo que mas cuenta.
Saludos ;)
virone rodrigo (Argentina) (31/08/2017)
hola! no se puede ser rico? una cosa es ser rico y alejarse de Dios y otra es seguir en su camino, las personas ricas entonces no recibirian el espiritu santo? es un error grande aferrarse a las riquezas y lujos de este mundo. pero podemos vivir bien!!! el rey David? o Salomón?
nilo felipe pereira (Argentina) (08/06/2016)
Su estudio bíblico es excelente, tanto por su claridad, cuanto por su fundamentación bíblica, que es, en mi opinión, inapelable. Que el Santo Espíritu le siga inspirando para "trazar bien la palabra de verdad".
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