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Estudio bíblico: Petición de Santiago y de Juan - Marcos 10:32-45

Autor: Luis de Miguel
España
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Jesús anuncia su muerte - Marcos 10:32-45

(Mr 10:32-45) "Iban por el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante, y ellos se asombraron, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer: He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.
Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. El les dijo: ¿Qué queréis que os haga? Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaron a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado. Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan. Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos."

Introducción

El Señor Jesucristo estaba realizando su último viaje a Jerusalén en donde le esperaba la cruz. En el camino iba explicándoles a sus discípulos que sólo de esta manera se podría establecer el Reino de Dios en la tierra. Pero al mismo tiempo, también insistía acerca de cuáles serían los principios de su Reino.
Dijo que "muchos primeros serán postreros, y los postreros primeros" (Mr 10:31), dando a entender que su Reino no se establecía según los criterios humanos que encontramos en este mundo.
Por ejemplo, dijo que para entrar en el Reino de Dios era necesario recibirlo como un niño (Mr 10:15). Esto quedó perfectamente ilustrado con la historia del joven rico, que no fue capaz de depositar su confianza en Cristo y depender únicamente de él para entrar a la vida eterna (Mr 10:17-22).
Y en el pasaje que tenemos delante, vamos a considerar que la grandeza dentro de su Reino tampoco se consigue como en el mundo, sino a través del servicio.
Los discípulos escuchaban las enseñanzas de Jesús, pero se resistían una y otra vez a aceptarlas. Para ellos el establecimiento del Reino se debería llevar a cabo por medio del poder de Cristo y no por morir en una cruz, y aspiraban a ocupar los más distinguidos puestos dentro de ese reino buscando influencias y favores, en lugar de por el servicio y la entrega.
Cuando estudiamos estos pasajes debemos de examinarnos constantemente a nosotros mismos, puesto que estas tentaciones no sólo pertenecen al pasado, sino que están muy arraigadas en la naturaleza caída del hombre y se manifiestan en todo tiempo y lugar.

"Iban por el camino subiendo a Jerusalén y Jesús iba delante"

Marcos nos presenta ahora la última etapa del ministerio de Jesús cuando subió por última vez a Jerusalén. Y aunque sabía exactamente qué era lo que allí le esperaba, sin embargo mostraba su determinación por hacer la voluntad de su Padre cualquiera que fuera el precio a pagar.
(Lc 9:51) "Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén."
El evangelista lo presenta caminando delante de sus discípulos, lo que nos hace pensar en varias cosas:
La urgencia de la obra que había de realizar, junto con la angustia y el dolor de beber aquella amarga copa, le hacía apresurar sus pasos de manera que "iba delante de ellos".
El hecho de que sus discípulos fueran detrás de él, y que estuvieran pensando en asuntos puramente mundanos, nos muestra la tremenda soledad de Cristo frente a la cruz.
Pero tal vez debamos pensar también que frente a la incomprensión de sus discípulos, el Señor se adelantara en busca de la soledad que le permitiera estar en comunión íntima con su Padre celestial.

"Y ellos se asombraron, y le seguían con miedo"

Mientras caminaba delante de ellos, los discípulos podían ver en su rostro las marcas profundas de su dolor, y nuevamente "se asombraron" y "le seguían con miedo". Todo parecía presagiar el peligro que se avecinaba, aunque por lo que luego veremos, ninguno de ellos compartía con él sus emociones y pensamientos, sino que estaban inmersos en sus propios planteamientos acerca del Reino y en sus sueños de grandeza.

"Les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer"

En algún momento del camino, el Señor volvió a tomar aparte a los doce y volvió a revelarles de forma aun más clara la causa de su profunda perturbación.
Fijémonos en las frases cortas que utiliza, como si tuviera que volver a respirar después de cada una de ellas para tomar aliento, tal vez entremezcladas con sollozos: "subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará".
La sombra de la cruz se hacía cada vez más densa, y el Señor manifestaba aquí la angustia interior que sentía al anticipar la agonía del Getsemaní y el Calvario.
Pero al mismo tiempo, el conocimiento preciso que tenía de todo lo que le había de ocurrir, nos revela una vez más que él no era un mero hombre, y también, que la Cruz no fue "un fallo en su programa mesiánico", sino algo previamente planificado en el seno de la Trinidad. No había nada de involuntario ni imprevisto en la muerte del Señor. Fue el resultado de su propia elección libre, determinada y deliberada.
Notemos también que esta era la tercera vez que él anticipaba sus sufrimientos y muerte, siendo aun más preciso que en las ocasiones anteriores. Por ejemplo, aquí anticipa las burlas, mofas y azotes de sus enemigos: "Y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él".

"Entonces Jacobo y Juan se le acercaron con una petición"

Pero a pesar de la claridad con que él expresaba todo esto, sus discípulos seguían sin comprender lo que les estaba diciendo (Lc 18:34). Sus mentes estaban ocupadas en planes de su propia y egoísta ambición.
Según el relato de Mateo, parece que también la madre de los hijos de Zebedeo tomó parte en esta iniciativa. Y dicho sea de paso, los padres cristianos tendremos que tener mucho cuidado en no buscar puestos de preeminencia para nuestros hijos en la esfera del servicio cristiano por medios inadecuados. Por supuesto que todos los padres queremos lo mejor para nuestros hijos, pero como más adelante explicará el Señor, debe ser manifestado por los propios hijos y demostrado por un espíritu de servicio y sacrificio.
En cualquier caso, la forma en la que presentaron el asunto ("Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos"), nos recuerda a las demandas de los niños cuando plantean sus peticiones a los padres pidiéndoles que accedan a sus deseos antes de expresar su petición concreta. Por supuesto, los padres saben que esto lo hacen así cuando los pequeños no están muy seguros de tener derecho a recibir lo que van a pedir.

"Concédenos que en tu gloria nos sentemos a tu lado"

Tal como su planteamiento hacía prever, la petición que hicieron estaba cargada de egoísmo. Así que mientras que el Señor sufría en el camino, ellos soñaban con un reino mesiánico de alcance mundial en el que ellos iban a ocupar puestos destacados. No podía haber un contraste más fuerte.
Por el contexto podemos ver que todos los discípulos pensaban en lo mismo, pero dos de ellos, Jacobo y Juan, se adelantaron al resto para ser elegidos de antemano como los "primeros ministros" en el Reino de Cristo.
No obstante, a pesar de que se trataba de una ambición pecaminosa, no podemos dejar de ver también la fe de estos discípulos en Jesús. Ellos seguían creyendo que el carpintero de Nazaret, al que los líderes religiosos de Israel rechazaban con todas sus fuerzas, era el Cristo que iba a sentarse en el Trono de su gloria, y que conforme a su promesa, ellos se sentarían también en doce tronos.
(Mt 19:28) "Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel."
Es evidente que ellos seguían pensando en los diferentes galardones que cada uno de ellos tendría una vez que Cristo estableciera su Reino. Como vimos en el pasaje anterior, ellos lo habían dejado todo por seguirle, así que, les parecía lógico pensar en lo que iban a recibir a cambio. Esto les impedía considerar que Cristo se disponía a entregar su propia vida por ellos en la Cruz para que pudieran tener la salvación eterna. Desgraciadamente los seres humanos somos así, centramos toda la atención sobre lo poco que hacemos y nos olvidamos de las grandes obras de Dios a nuestro favor, pensamos en nuestros propios intereses e ignoramos la obra de Dios, buscamos con frecuencia los goces inmediatos y no la gloria eterna, estamos rápidamente dispuestos a dejar a un lado la cruz y las tribulaciones para pensar sólo en coronas.
De todas formas, si bien es cierto que la ambición que manifestaron en este momento los discípulos no se correspondía con los principios del Reino, sin embargo, no por eso debemos renunciar a toda ambición.
Por ejemplo, el apóstol Pablo exhortaba a los creyentes en Corinto para que procuraran los mejores dones espirituales (1 Co 14:1), y a Timoteo le dice que si "alguno anhela obispado, buena obra desea" (1 Ti 3:1).
Pero también advertía de los peligros de tener una opinión exagerada de nosotros mismos que nos lleve a competir con nuestros hermanos de una forma insana como vemos a los discípulos en ese pasaje (Fil 2:3).

"Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís"

La petición de Jacobo y Juan ponía en evidencia la misma debilidad y miopía de muchas de nuestras oraciones. Esta es una razón por la que Dios no nos da siempre lo que le pedimos. Con tanta frecuencia nuestras oraciones tienen como único objetivo que nosotros vivamos mejor, que suframos menos, que desaparezcan todos nuestros problemas... y dejamos a un lado los intereses del Reino de Dios. Por esta razón, no recibimos lo que pedimos.
(Stg 4:3) "Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites"
¡Y menos mal que el Señor no nos da todo lo que le pedimos! Porque si así fuera, con frecuencia eso sería para nuestra propia ruina. Pero él sabe lo que nos conviene en todo momento, y el mismo Espíritu parece "corregir" nuestras débiles oraciones.
(Ro 8:26) "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles."
Pero en el caso que estudiamos, no sólo estaban pidiendo guiados por una ambición carnal, sino que también estaban equivocados porque pedían sin entender lo que eso implicaba. Ignoraban cuál había de ser el "precio" que tendrían que pagar para obtener su petición.
Por eso, cuando el Señor les contestó, les explicó que esa asociación íntima con él a nivel jerárquico que le estaban pidiendo, implicaría necesariamente identificarse con él en el amargo sufrimiento de la cruz por la que se disponía a pasar. Y esto siempre es así:
(Ro 8:17) "Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados."
¡Cuántas veces deseamos grandes bendiciones de Dios sin estar dispuestos a sufrir ni a sacrificarnos por su causa!
Con el fin de aclararles este punto, el Señor les habló de la copa que había de beber y del bautismo en el que iba a ser bautizado en una clara referencia a su muerte en la Cruz: "¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?".
En el huerto de Getsemaní, Jesús habló de la amarga "copa" que había de beber en relación a su crucifixión (Mr 14:36). Y de la misma forma se refirió a su bautismo (Lc 12:50) "De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!".
Entonces, cuando el Señor les preguntó a sus discípulos si estaban dispuestos a beber esa copa y pasar por el mismo bautismo, les estaba hablando de sumergirse en la terrible experiencia de dolor y muerte que él iba a atravesar.

"Ellos dijeron: Podemos"

1. La falsa confianza en sí mismos
Con una extraña mezcla de ignorancia, fe y devoción, respondieron al Señor: "¡Podemos!". Estaba claro que tenían mucha confianza en sí mismos y así lo manifestaron, pero lo cierto fue que el futuro inmediato demostró que habían contestado sin medir adecuadamente sus fuerzas. Todos recordamos que cuando Jesús fue prendido "todos los discípulos, dejándole, huyeron" (Mr 14:50). ¿Dónde había quedado su promesa de acompañarle hasta el fin? Pero no juzguemos a los apóstoles, porque a nosotros mismos nos ocurre con frecuencia que creemos que somos mucho más de lo que con nuestros hechos somos capaces de demostrar.
2. Una lección finalmente aprendida
En cualquier caso, aunque en el momento del arresto y crucifixión de Jesús todos ellos "desaparecieron", sin embargo, más tarde las palabras de Jesús se cumplieron en ellos: "A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados". Claro está que primero tuvieron que aprender a desconfiar de ellos mismos y a depender del Señor, pero finalmente, ambos entregaron su vida tal como habían dicho: Jacobo murió como mártir (Hch 12:2), y Juan pasó sus últimos días prisionero en la isla de Patmos (Ap 1:9), y según dice la tradición, murió también de forma violenta.
3. Llamados a sufrir con Cristo
Y del mismo modo que ellos, todo aquel discípulo de Jesús que quiera ser leal a él, también sufrirá.
"Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución." (2 Ti 3:12)
En este sentido Pablo escribía: "... abundan en nosotros las aflicciones de Cristo" (2 Co 1:5).
Y Pedro animaba a los creyentes perseguidos con estas palabras: "Gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría" (1 P 4:13).
4. Los sufrimientos de Cristo y los nuestros
Al llegar a este punto debemos tener presente que siempre habrá una diferencia infinita entre los sufrimientos de Cristo y aquellos por los que pasen sus seguidores por causa de su identificación con él. Nunca olvidemos que él vino "para dar su vida en rescate por muchos", y esto es algo que nadie más puede hacer.
5. La asignación de los puestos en el Reino
Finalmente el Señor contestó a la petición concreta que le habían hecho diciendo que "el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado".
Más adelante el Señor explicará con más detalle que la posición en su Reino quedará determinada por la fidelidad y lealtad en el servicio a él.

"Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse"

Ahora vemos que el resto de los discípulos se enojaron con ellos. La causa era en realidad que todos ellos querían lo mismo, pero se sintieron contrariados cuando se dieron cuenta de que Jacobo y Juan se les habían adelantado.
Este tipo de actitudes siempre generan conflictos y rompen el compañerismo cristiano. ¡Cuántas divisiones se producen en las iglesias por el deseo carnal de prevalecer y ganar protagonismo sobre los demás hermanos! ¡Qué fácil es enojarse con el hermano simplemente porque nos adelanta!

Los reinos del mundo y el de Cristo

A continuación Jesús ilustra la diferencia que hay entre su Reino y los reinos terrenales en relación al poder, la grandeza y el señorío.
1. "Los gobernantes de las naciones"
Primero explica los criterios que se siguen en todos los reinos de este mundo, donde los gobernantes son aquellos que han sabido acumular grandes recursos económicos, poder militar, y astucia diplomática.
Generalmente usan esta autoridad para su propio engrandecimiento y beneficio.
Y el criterio que se sigue es que el más grande es aquel que logra imponer su voluntad a más personas, mientras que los humildes parecen que no son nadie.
2. "No será así entre vosotros"
En esto, como en otras muchas cosas, las normas del Reino habían de ser totalmente distintas a las del mundo. De hecho, aquí es donde encontramos uno de los contrastes más fuertes: entre sus discípulos la grandeza no consistiría en conseguir el servicio y la sumisión de otros, sino en el servicio que uno mismo pudiera realizar a los demás: "El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos".
Por esta razón, los discípulos debía hacerse "esclavos" o "servidores" de todos los demás, no considerando sus propios derechos, sino los de los otros.
3. En el gobierno de la iglesia local
El apóstol Pedro llegó a entenderlo perfectamente, y cuando años más tarde hablaba acerca del gobierno dentro de la iglesia local se expresaba en estos términos:
(1 P 5:2-3) "Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey."
También Pablo tuvo que exhortar seriamente a los creyentes de Corinto porque se encontraban inmersos en divisiones internas debido a que tenían la tendencia de encumbrar a sus líderes de una forma completamente mundana. No habían entendido que aquellos apóstoles y misioneros que ellos tenían tan "idolatrados", no eran sino "servidores" suyos.
(1 Co 3:4-5) "Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor."
Desgraciadamente, muchos de los que se dicen seguidores de Cristo han olvidado estos principios, y constantemente han manifestado esta tendencia del hombre caído de exaltar a sus líderes, llegando a considerar la iglesia más importante aquella en que su líder tenga más seguidores. ¡Terrible error!
4. En el desarrollo de los dones
Más adelante en la misma carta, Pablo explicó que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, y que debe funcionar como tal. En este sentido, cada miembro ha sido colocado en el cuerpo para complementar al resto, en dependencia los unos de los otros, no compitiendo entre sí, ni rivalizando.
(1 Co 12:20-21) "Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros."
En todo servicio que se realice en la iglesia, el creyente nunca debe olvidar el ejemplo supremo de Cristo:
(Fil 2:3-8) "Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz."
5. Un principio útil para cualquier situación
Por supuesto, es de desear que estos mismos principios se apliquen también en todas las áreas de la vida, ya sea en la iglesia, en la política, en los negocios... Sin duda, uno de los mayores problemas del ser humano es que siempre quiere aportar lo menos posible y recibir mucho.
Se cuenta la historia de que durante la guerra de independencia de los Estados Unidos ciertos soldados estaban procurando alzar un tronco pesado para colocarlo en su lugar en una empalizada. En eso se acercó un hombre de aspecto distinguido que al ver que un oficial observaba sin ayudarles, le preguntó por qué. El oficial, indignado y sintiéndose demasiado importante como para "servir", le contestó: "¿Es que no se da cuenta de que soy coronel?" Entonces el otro respondió: "Bueno, si usted no lo hace, lo haré yo". Y así fue que con la ayuda de ese hombre por fin se terminó la tarea. El coronel quiso saber el nombre del caballero. Este, abriendo su abrigo para revelar el uniforme que llevaba debajo, le contestó: "Soy el general Washington, y cuando necesite más ayuda, llámeme."

"El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir"

Como ya hemos dicho, Cristo es el ejemplo supremo que debemos imitar: "Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos".
Sin lugar a dudas, la entrega de su vida en la cruz para salvar a los pecadores, fue la mayor demostración de este espíritu de servicio con el que quería influir en sus discípulos; pero no fue la única. Todos recordamos que la misma noche en que fue entregado, los discípulos volvieron nuevamente a tener otra discusión acerca de cuál de ellos iba a ser el mayor, y el Señor tuvo que repetir la misma enseñanza que encontramos aquí (Lc 22:24-27). Pero notemos lo que él dijo en aquella ocasión: "Yo estoy entre vosotros como el que sirve". Y el evangelio de Juan nos explica que después, Jesús se levantó "y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido". Al terminar, preguntó a sus discípulos: "¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis" (Jn 13:2-17).
Pero nuestro asombro no termina aquí, porque el papel de siervo de Jesús no acabó con su vida aquí en la tierra. Cuando él regrese en su Segunda Venida con todo su poder y gloria, volverá a asumir su papel de siervo: "Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles" (Lc 12:37). Jesús nunca dejará de servirnos. ¡Parece increíble!
Todo esto debería inclinar nuestros corazones a servir y entregarnos a otros en lugar de estar buscando los aplausos o el prestigio entre nuestros semejantes. El orgullo mata el servicio, mientras que la humildad nos engrandece. Recordemos las palabras de Jesús:
(Lc 14:11) "Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido."

"Y para dar su vida en rescate por muchos"

Aquí encontramos la consumación de su servicio como el "Siervo de Jehová". Porque no debemos olvidar que lo que llenaba en primer lugar el corazón de Cristo era el servicio a su Padre celestial.
(Jn 4:34) "Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra."
Pero al mismo tiempo, este servicio tenía como objetivo beneficiar a los hombres pecadores, dando su vida para "liberarlos" eternamente de la culpabilidad de sus pecados y de sus trágicas consecuencias sobre el ser humano. En este sentido, su vida fue el precio que tuvo que pagar para que nosotros recuperáramos la libertad.
Estos términos pueden resultar un poco extraños en nuestro mundo moderno, pero en aquella sociedad el término "redimir" se usaba frecuentemente para referirse a la liberación de un esclavo o un cautivo mediante el pago de un rescate. Y esto es exactamente lo que Cristo hizo para que pudiéramos llegar a formar parte de su Reino.
(Col 1:13-14) "El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados."
¡Gracias sean dadas a Dios por su don inefable!

Preguntas

1. ¿Cómo pensaban los discípulos que sería establecido el Reino de Dios? ¿Y el Señor Jesucristo? Justifique su respuesta. ¿Qué otras diferencias encontramos en el capítulo 10 de Marcos entre los reinos de este mundo y el de Cristo?
2. En ocasiones vemos que Dios no contesta a nuestras oraciones tal como le pedimos. ¿Qué aprendemos en este pasaje acerca de esto?
3. ¿Por qué les dijo Jesús a los hijos de Zebedeo que no sabían lo que pedían? ¿Qué concepto tenían ellos de sí mismos? ¿Le parece correcto?
4. Explique cómo se debe manifestar la "grandeza" dentro del Reino de Dios. ¿Y en el gobierno de la iglesia local? ¿Y en el servicio cristiano? Justifique sus respuestas con citas bíblicas.
5. Explique con las Escrituras diferentes aspectos de la vida y Obra de Cristo que sirven para ilustrar esta actitud de servicio que él quería enseñar a sus discípulos.

Comentarios

México
  Juan José García Urbieta  (México)  (14/11/2024)

Mil gracias, querido hermano, por compartir tan excelente enseñanza, ruego a Dios que su Santo Espíritu le siga guiando, para seguir compartiendo este material que es para bendición de nuestra alma, y ministerio, y hermanos . Reciba un abrazo a distancia. Muchas gracias.

Honduras
  José Díaz Hernández  (Honduras)  (02/09/2023)

Muchas gracias por compartir tan excelente material, muy edificante. Dios les bendiga.

Colombia
  Boris Perez Sarabia  (Colombia)  (15/03/2022)

Excelente enseñanza

México
  Erik Santamaría  (México)  (27/04/2019)

Estimado Hermano:

Gracias a DIOS, por estas enseñanzas que publica y que al mismo tiempo, nos enriquece. He aprendido bastante.

Dios le Bendiga.

Estados Unidos
  margarita duran  (Estados Unidos)  (08/01/2015)

le doy gracias a Dios por ustedes por que son de inmensa bendision para mi vida e aprendido muchisimo y quiero seguir hasiendolo para poder server a mis hermanos y poder llevar el evangelio a las almas que no tienen a Jesus aun en una forma mas amplia ,bendisiones y que Dios siga ayudandolos a seguir.les amo en el amor del Senor.

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