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Folletos cristianos

Miedo a la muerte


Folletos cristianos"Les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?" (1)

Imagina por un momento que, como al rico de la parábola, pusieran fecha a tu muerte. Que te enteraras hoy de que antes de fin de año van a terminar tus proyectos y tus ilusiones. ¿Cómo reaccionarías?... ¿Prefieres no pensar en la muerte? ¿Qué es lo que te espanta de ella?

La muerte es un enemigo al que le tenemos miedo. ¿Y por qué? Quizá hay tres motivos principales:

Uno es el miedo a dejar de existir. Tememos que la muerte sea el punto final de nuestra existencia; que borre del todo nuestra memoria, que acabe con nuestros proyectos e ilusiones y nos aparte para siempre de la compañía de los que amamos.

Otro es la incertidumbre por lo que pueda aguardarnos al otro lado. Los hombres han imaginado siempre una vida de ultratumba, pero nadie puede asegurar lo que nos espera, ni siquiera si ha de ser bueno o malo.

Y por último, el temor a rendir cuentas. La conciencia nos hace temer que nuestras vidas vayan a ser juzgadas y tengamos que responder de nuestros actos.

¿Te has dado cuenta de que hoy en día nadie habla de la muerte fuera de los cementerios y los funerales? Y uno se pregunta hasta qué punto las frases esperanzadoras que se dicen en esas ocasiones se creen de verdad. Los mismos epitafios sobre las tumbas de nuestros cementerios reflejan qué poca confianza tiene la gente en lo que la religión llama la "esperanza de la resurrección".

Sin ir más lejos, busca sobre las lápidas del cementerio de tu pueblo o tu ciudad alguna expresión de esperanza en el más allá. ¡Es inútil! Casi todo lo que hallas son frases como: Tus hijos no te olvidan, o Recuerdo de tu esposa. Jesucristo dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá para siempre" (2). Estaba hablándole a Marta, hermana de Lázaro, y después de eso, añadió: "¿Crees esto?".

¿Y tú? ¿Lo crees? ¿Pondrías convencido esa frase sobre la lápida de tu tumba? Porque si lo creyeras de verdad, perderías el pánico a dejar de existir, abandonarías la incertidumbre sobre el más allá y, sobre todo, te quitarías la preocupación de tener que rendir cuentas a Dios un día. Porque el mismo que dijo aquello, el Hijo de Dios, murió en la cruz por todos tus pecados y tus desaciertos y así ha pagado lo que tú debías. Y después de eso, para que sepas que te puedes fiar de lo que él dijo, hizo algo insólito: volver de la muerte a la vida; resucitar. Tal como lo había anunciado de antemano, entregó su vida, pero la volvió a tomar.

(1). Evangelio según Lucas 12.16-20.
(2). Evangelio según Juan 11.25-26.