Estudio bíblico de 1 Reyes 12:31-14:9
1 Reyes 12:31-14:9
En nuestro programa de hoy nos encontramos ya al final del capítulo 12 de este Primer Libro de Reyes. En nuestro encuentro anterior, dijimos que Jeroboam había instalado un becerro de oro en Bet-el, y el otro en Dan. Y los había puesto en esos lugares para que el pueblo no tuviese que subir a Jerusalén a adorar en el Templo. Y esto, dijimos, marcaba la división del reino, es decir, la formación del reino del norte y del reino del sur. Continuaremos hoy leyendo los versículos finales de este capítulo 12, o sea, los versículos 31 al 33:
"Hizo también casas sobre los lugares altos y designó sacerdotes de entre el pueblo que no eran de los hijos de Leví. Luego instituyó Jeroboam una fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta solemne que se celebraba en Judá, y ofreció sacrificios sobre un altar. Lo mismo hizo en Bet-el, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó también en Bet-el sacerdotes para los lugares altos que él había fabricado. Sacrificó, pues, sobre el altar que él había hecho en Bet-el, a los quince días del mes octavo, el mes que él había inventado según el dictado de su propio corazón. Así hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso."
En nuestro estudio, vamos a seguir el relato sobre el reino dividido. Usted se dará cuenta que el método usado en los Libros de los Reyes, es el de registrar algo de la historia en cuanto a Israel, y luego algo en cuanto a Judá. O sea, que el relato va de uno a otro. Al avanzar en nuestro estudio, pues, consideraremos a ambos reinos, pero el reino de Judá duraría más tiempo que el reino de Israel. Además, prácticamente casi todos los profetas, excepto los profetas de después del cautiverio, profetizaron durante este período. Usted puede referirse a una Tabla Cronológica de los Reyes del Reino Dividido y allí podrá ver qué reyes de Judá y de Israel fueron contemporáneos, o sea cuales de ellos reinaron al mismo tiempo en ambos reinos y qué profetas profetizaron durante cada reino.
Bien, esto pues, nos trae al final del capítulo 12 de este Primer Libro de Reyes. Como hemos visto, Roboam fue el rey del reino del sur (o de Judá) siguiendo en la línea Davídica. Jeroboam, por su parte, se constituyó en el rey del reino del norte (o de Israel). Implantó la idolatría en el norte al instalar dos becerros de oro en Bet?el y en Dan para que el pueblo no tuviera que subir más a Jerusalén para adorar. Hubo, pues, una clara división y pronto estallaría la guerra civil, que continuaría hasta que el reino del norte fuese a la cautividad. Y veremos que el reino del sur también iría más tarde a la cautividad. Éste fue un período triste en la vida de la nación de Israel. Contiene muchas lecciones para nosotros y para los gobiernos de la época actual.
Y pasamos ahora al capítulo 13 de este Primer Libro de los Reyes. Se ve aquí el juicio de Dios contra el falso altar de Jeroboam. En este capítulo la mano de Jeroboam se secó y mediante la oración del profeta, la mano fue restaurada. Se relata también el extraño incidente del hombre de Dios que fue engañado por otro profeta. El profeta desobediente fue muerto por un león y sepultado por el viejo profeta. Tenemos al final, la terquedad de Jeroboam.
Hemos llegado así a la división del reino después de la rebelión encabezada por Jeroboam, quien asumió el gobierno de las diez tribus del norte, con las que formaría el reino de Israel. Roboam, quien ciertamente no tenía la sabiduría ni las dotes diplomáticas de su padre Salomón, fue en realidad el responsable de que se produjera esta división del reino. Y veremos más adelante que el reino del norte sería llevado a la cautividad en Asiria, mientras que el reino del sur acabaría en la cautividad en Babilonia.
Ahora, puede que haya algo de confusión al estudiar esta sección y al leer acerca de un rey tras otro rey. Al leer sobre un rey determinado uno se preguntará si se trataba de un rey del reino del norte o del reino del sur, o si era un rey bueno o malo. Por tal motivo, recomendamos el uso de una tabla cronológica de los Reyes, para seguir mejor la lectura.
Ahora, usted se dará cuenta que en el reino del norte, todos los reyes fueron calificados como malos. No hubo ni uno entre ellos, que fuera bueno. Esto, por supuesto, simplifica algo el estudio.
Probablemente hubo ocho reyes en el reino del sur, durante un período de 200 años, que podríamos llamar buenos. Los demás, fueron malvados. Ésta fue, pues, una mancha negra sobre la historia de Israel. Sin embargo, creemos que cualquiera encontrará una historia similar en otros pueblos. Ahora, lo que hizo de ésta una situación tan trágica, fue que los israelitas tenían luz del cielo, tenían una revelación de Dios, y por lo tanto, su responsabilidad era mayor. Y quisiéramos reflexionar aquí un poco sobre la vida de Salomón para ver el motivo por el cual, el reino fue dividido. Y así veremos lo que sucedió.
A Salomón le fue concedida una provisión especial de sabiduría de Dios para administrar el reino. Sin embargo, al parecer, esa sabiduría no pasó a formar parte de su propia vida personal. Salomón evidentemente no tenía ninguna sabiduría ni discernimiento espiritual. Sí tenía ciertos principios y conceptos fundamentales que le ayudaron a ser un soberano muy sabio, pero parece que éstos no afectaron a su vida personal o privada ni ciertamente, su vida espiritual. Ya temprano en su vida se vio que nunca en verdad rompió con la falsa religión. Usted recordará que al principio, cuando llegó al trono, había idolatría y no adoptó ninguna medida contra ella. Es como si hubiera mirado para otro lado. Luego empezó a ocuparse en actividades que serían su señal de prosperidad material tales, como por ejemplo, enviar naves para traer de vuelta monos y pavos reales. El coleccionar animales no era malo en sí mismo, pero esas obsesiones estaban demás en alguien que había sido llamado a testificar y a vivir para Dios. Y Salomón tenía una verdadera debilidad en ese tipo de extravagancias.
El Libro de Proverbios revela la sabiduría de Salomón, pero el Libro de Eclesiastés revela su necedad o insensatez. Usted no encontrará ningún fallo de Salomón ni de su padre David, registrado en los Libros de Crónicas. Los dos Libros de Crónicas abarcan el mismo período que tenemos aquí en los Reyes, con una sola diferencia. En los libros de los Reyes tenemos el punto de vista humano, un registro de la historia. En Crónicas tenemos el punto de vista de Dios. Dios perdonó a David, y al hacerlo, borró sus pecados; escritos desde el punto de vista de Dios, al haber sido perdonado, el pecado no fue mencionado en los libros de Crónicas. Pero, Dios lo incluyó en los Libros de los Reyes para que lo vieran los seres humanos. De la misma manera, Dios perdonó a Salomón sus errores y su pecado tampoco quedó registrado en Crónicas. Ahora, en Reyes vemos las debilidades de Salomón y como comenzó aumentando el número de sus mujeres. Dios nunca aprobó la poligamia y se enojó con Salomón por este pecado.
Lo interesante es que la inmoralidad y la falsa religión siempre van juntas. Juan lo expresó claramente para los cristianos, cuando dijo en su primera carta, capítulo 1, versículo 6: "Si decimos que tenemos comunión con él y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad". No debemos engañarnos. No se puede vivir en pecado, y a la vez servir a Dios, teniendo comunión y compañerismo con Él. Es posible quizás, engañar a todos los que le rodean, pero no a Dios.
Salomón constituyó un gran fracaso. Probablemente hubo dos hombres en las Escrituras que tuvieron un gran potencial, así como grandes posibilidades y oportunidades, como pocos otros las hayan tenido. Uno fue Sansón y el otro Salomón. Pero ambos, fallaron a Dios de una manera trágica. En el libro de Eclesiastés, capítulo 2, versículo 17, Salomón dijo: "Por tanto, aborrecí la vida, pues la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa, por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu". La gloria de Salomón fue una gloria pasajera. Ahora, en el evangelio según San Mateo, capítulo 6, versículos 28 y 29, el Señor Jesucristo mismo, dijo: "Considerad los lirios del campo, como crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos". Podemos decir que las riquezas y los logros de este mundo constituyen también una gloria transitoria. Hemos citado aquí estos antecedentes de Salomón porque estamos contemplando a un reino dividido; y una división provocada por el pecado de Salomón.
Vamos a considerar ahora
La profecía contra el altar falso de Jeroboam
Y vamos a pasar algo rápido por esta sección histórica. Estaremos siguiendo el curso de los dos reinos. Veremos a uno, inmediatamente después del otro, y a veces juntos. Tenemos aquí que a Jeroboam, quien accedió al trono en el reino del norte, le fue dada la oportunidad de servir verdaderamente a Dios. Sin embargo su temor era que las tribus del norte fueran a Jerusalén para adorar. Si lo hacían, pensaba él, podría producirse la reunificación del reino; y él quería mantenerlo dividido. De modo, que Jeroboam mandó fabricar dos becerros para la adoración, a fin de que no subieran más a Jerusalén para adorar. Uno de ellos estaría instalado en Samaria, y el otro en Bet-el. Comencemos, pues, leyendo los primeros dos versículos de este capítulo 13 del Primer Libro de Reyes:
"Mientras Jeroboam quemaba el incienso junto al altar, un hombre de Dios vino de Judá a Bet-el, enviado por el Señor. Aquél clamó contra el altar por mandato del Señor y dijo: Altar, altar, así ha dicho el Señor: A la casa de David le nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman sobre ti incienso, y sobre ti quemarán huesos de hombres."
En este momento haremos una pausa. Es interesante el período en que reinó Josías. Reinaría unos trescientos años después, pero el profeta de Dios lo señaló en este momento de nuestro relato, llamándolo por su nombre, mucho antes que naciera. Josías sería un buen rey y reinaría durante 31 años. (Joel sería el profeta durante su reinado.) Josías sería el impulsor de uno de los cinco grandes movimientos de renovación espiritual que tendrían lugar durante este período de los reyes. Estaremos hablando más acerca de esos movimientos cuando lleguemos en nuestro estudio a los Libros de Crónicas. Estos movimientos de renovación no se mencionan aquí en los Libros de Los Reyes, sino solamente en Crónicas, los libros que, como hemos ya dicho, presentan el punto de vista de Dios. Y la renovación siempre forma parte del punto de vista de Dios.
Pues, bien, este profeta de Dios profetizó contra un altar, diciendo que Dios iba a levantar a un hombre que destruiría tales altares, y Josías sería el hombre designado para cumplir esa tarea. Continuemos ahora, leyendo los versículos 3 y 4 de este capítulo 13 del Primer Libro de Reyes:
"Ese mismo día dio una señal diciendo: Esta es la señal de que el Señor ha hablado: el altar se quebrará y la ceniza que sobre él está se derramará. Cuando el rey Jeroboam oyó la palabra del hombre de Dios que había clamado contra el altar de Bet-el, extendiendo su mano desde el altar, dijo: ¡Prendedle! Pero la mano que había extendido contra el hombre de Dios se le secó, y no la pudo enderezar."
Jeroboam estaba junto al altar cuando el mensajero de Dios profetizó. Estaba presentando un sacrificio al becerro de oro. Ahora, cuando el hombre de Dios terminó de hablar, Jeroboam extendió su mano contra él. En otras palabras, el rey estaba diciendo: "¡Apresadlo! Tiene que morir". Cuando el rey señaló con el dedo al mensajero de Dios, su mano se secó y quedó paralizado. Continuemos ahora con los versículos 5 hasta el 10 de este capítulo 13 del Primer Libro de Reyes:
"El altar se rompió y se derramó la ceniza que había en él, conforme a la señal que el hombre de Dios había dado por mandato de Jehová. Entonces el rey, dirigiéndose al hombre de Dios, dijo: Te pido que ruegues ante la presencia de Jehová, tu Dios, y ores por mí, para que mi mano sea restaurada. El hombre de Dios oró a Jehová y la mano del rey se le restauró; quedó como era antes. El rey dijo al hombre de Dios: Ven conmigo a casa, y comerás, y yo te daré un presente. Pero el hombre de Dios respondió al rey: Aunque me dieras la mitad de tu casa no iría contigo, ni comería pan ni bebería agua en este lugar. Porque así me está ordenado por mandato de Jehová, que me ha dicho: No comas pan, ni bebas agua, ni regreses por el mismo camino. Regresó, pues, por otro camino, y no volvió por el camino por donde había ido a Bet-el."
El rey imploró al enviado de Dios que rogara por él para que su mano fuera restaurada. Ahora, la mano le fue sanada, y estando agradecido, el rey ofreció llevar consigo a casa al hombre de Dios para darle una recompensa. Pero vemos que éste rehusó el ofrecimiento, pues no se comprometería con la maldad y la idolatría. Éste fue, pues, un gesto notable que hay que destacar hoy, y que constituye un ejemplo de honestidad doctrinal, en una época donde se transige o se hacen concesiones para evitar actitudes de rechazo en la sociedad, y para mantener una supuesta imagen de tolerancia.
Así son los días en los que estamos viviendo y así fueron también los malos tiempos de Jeroboam, y el profeta no estuvo dispuesto a quedarse e implicarse en ninguna relación de compañerismo con el rey.
Sin embargo, en los versículos siguientes veremos que este profeta fue engañado por otro profeta para desobedecer al Señor y sufrió trágicas consecuencias. Aunque había sido precavido para no asociarse con un rey idólatra, fue engañado por un hombre que alegó tener instrucciones contrarias de parte de Dios. Puede usted leer los detalles de este incidente en los versículos 11 al 32. En cuanto a nosotros, que vivimos en días muy parecidos a los de Jeroboam, necesitamos ejercitar la misma cautela y discernimiento que aquel mensajero de nuestro relato necesitó para no cometer el error de desobedecer a Dios. Leamos los versículos 33 y 34 de este capítulo 13 del Primer Libro de Reyes:
"Con todo esto, no se apartó Jeroboam de su mal camino, sino que volvió a designar sacerdotes de los lugares altos de entre el pueblo, y a quien quería lo consagraba para que fuera de los sacerdotes de los lugares altos. Esto fue causa de pecado para la casa de Jeroboam, por lo cual ha sido cortada y raída de sobre la faz de la tierra."
Y así llegamos al final del capítulo 13 del Primer Libro de Reyes, y a
1 Reyes 14:1-9
El Capítulo 14 describe los reinos de Jeroboam en Israel y Roboam, en Judá, y establece las pautas para la trayectoria lamentable de los reyes del reino dividido. No hubo un solo rey bueno en el reino del norte de Israel. Todos aquellos 19 reyes fueron malos. En el reino del sur, en Judá, hubo 20 reyes, de los cuales 12, fueron malos reyes. Solo 8 de ellos pudieron ser considerados como buenos reyes, y de estos 8, solo 5 fueron sobresalientes.
En este capítulo, Abías, hijo de Jeroboam, rey de Israel, del reino del norte, cayó enfermo. Jeroboam envió a su esposa disfrazada y con regalos al profeta Ahías. La respuesta del Señor, comunicada por medio del profeta Ahías fue que el niño moriría y, además, le transmitió una profecía adicional sobre el juicio divino sobre la familia de Jeroboam, por haber llegado más lejos que nadie en la difusión de la idolatría y en su desobediencia a Dios. Nadab, hijo de Jeroboam, le sucedería en el trono.
Tenemos también en este capítulo el reino malo de Roboam, en el reino de Judá, en el sur. Roboam guió al pueblo hacia la idolatría y el pecado. Sisac, rey de Egipto, sitió a Jerusalén: atacó y despojó a la ciudad, llevando como despojos, los escudos de oro que Salomón había hecho. Hubo también un gran deterioro espiritual en el reino. También tenemos en este capítulo 14, la muerte de Roboam, hijo de Salomón, que sería sucedido por su hijo Abiam.
Comencemos entonces nuestra consideración más detallada de este capítulo 14 del primer libro de los Reyes, leyendo los versículos 7 y 8, en los cuales el profeta Ahías le transmitió el mensaje del
Juicio de Dios sobre Jeroboam
"Ve y dile a Jeroboam: Así dijo el Señor, Dios de Israel: Yo te levanté de en medio del pueblo, y te hice príncipe de mi pueblo Israel. Le quité el reino a la casa de David y te lo entregué a ti. Pero tú no has sido como David, mi siervo, que guardó mis mandamientos y anduvo en pos de mí con todo su corazón, haciendo solamente lo recto delante de mis ojos, sino que hiciste más mal que todos los que te han precedido, pues fuiste y te hiciste dioses ajenos e imágenes de fundición para enojarme, y a mí me has despreciado."
A partir de este momento, David sería la norma para evaluar y comparar la conducta de los reyes de los reinos del norte y del sur. Aquí vemos que Jeroboam no había alcanzado el nivel de obediencia y devoción requerido por Dios, y que había caracterizado al rey David. Y, en consecuencia, fue juzgado y desechado por Dios.
Los acontecimientos históricos de esta sección que hoy hemos considerado, pusieron en evidencia cómo el alejamiento de Dios, la desobediencia a Sus principios y la idolatría, resquebrajaron la unidad del reino, que se dividió en dos partes, y luego fueron minando la solidez de cada uno de los reinos, el reino del norte y el del sur. Recordemos que la historia ha ofrecido, antes y después de este período, el mismo proceso, con diferentes nombres aunque con los mismos trágicos resultados. La semilla de la maldad y la rebeldía ha dado lugar, hasta nuestros días, a la misma cosecha. Por ello, fueron y son oportunas las advertencias del rey David, que fueron desechadas por la mayoría de los reyes de Israel y de Judá y por los seres humanos de todas las épocas de la historia, y de todas las condiciones sociales y niveles culturales. Estimado oyente, la misma advertencia es válida para nuestro tiempo y constituye, al mismo tiempo, una invitación para usted y para todos: Dijo el rey-poeta en el Salmo 95:7 y 8: "si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones."
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