Estudio bíblico: La sabiduría de lo alto - Santiago 3:13-18

Serie:   La epístola de Santiago   

Autor: Antonio Ruíz
Email: antonio_ruiz_gil@hotmail.com
España
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La sabiduría de lo alto - Santiago 3:13-18

(Stg 3:13-18) "¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz."

Consideraciones generales

Sigue el pensamiento de la sección anterior. Se habló del juicio y de la vulnerabilidad nuestra frente a éste a causa de la lengua. Ahora pasamos a cuestiones fundamentales como la purificación de la conducta en vista de que ésta fluye de lo interno del hombre, o cómo vencer las diversas formas de egoísmo. Ya se nos ha hablado, por ejemplo, de la imposibilidad de dominar la lengua mediante nuestros propios recursos, pero hay otros medios provistos por Dios, es decir, la sabiduría de arriba, la oración, la amistad con Dios y el arrepentimiento, todo lo cual está en función de la confianza en él. Y, sobre todo, la gracia de Dios (Stg 4:6).
El escritor sagrado sigue engarzando las diferentes partes de su argumento total. En efecto, parece clara la relación entre el maestro (Stg 3:1) y el hombre sabio (Stg 3:13); y podemos pensar en una transición natural de las dos clases de agua y los frutos (Stg 3:11-12) a las dos fuentes de sabiduría y sus frutos (Stg 3:13-18). A otro nivel parece haber correspondencia entre el agua amarga y los amargos celos (Stg 3:11,14), así como en la idéntica frase "en (o entre) vuestros miembros" (Stg 3:6) (Stg 4:1). A lo que se puede añadir la turbulencia y perturbación (Stg 3:8,16) que traducen la misma palabra.
De importancia para la exposición son las preguntas retóricas que jalonan la sección (Stg 3:13) (Stg 4:1,4,5), que parece contar con una estructura en dos partes: (Stg 3:13-4:6) y (Stg 4:7-10). El "por tanto" (Stg 4:7) indica que lo que sigue (Stg 4:7-10) está basado en lo que antecede, y la relación establecida es entre el diagnóstico (Stg 3:13-4:6) y la correspondiente exhortación al arrepentimiento: A) La purificación del corazón (Stg 4:8) mira atrás a los celos y ambición en el corazón (Stg 3:14), y a la sabiduría que es "pura" (Stg 3:17). B) La tristeza (Stg 4:9) responde a la soberbia (Stg 4:6). C) Las personas de doble ánimo (Stg 4:8) se corresponden con "sin vacilación" (Stg 3:17). D) La humillación (Stg 4:10) es la respuesta de los humildes a los que Dios da gracia (Stg 4:6).

El certero diagnóstico (Stg 3:13-4:6)

Este pasaje se desarrolla mediante una serie de preguntas, entre las cuales la primera y la segunda se juntan por las palabras "entre vosotros". Después de cada pregunta sigue una exposición o acusación. La primera pregunta introduce un contraste entre la sabiduría verdadera y los celos amargos (Stg 3:13-14) que se explica a continuación mediante una serie de declaraciones antitéticas: "esta sabiduría no es... sino... donde hay... allí hay..." (Stg 3:15-16); finalmente, el resumen (Stg 3:17-18), que se centra en la paz, explica la oposición temática establecida al comienzo (Stg 3:13): La verdadera sabiduría se manifiesta en conducta humilde y pacífica.
La segunda serie de preguntas forma una antítesis a lo anterior (Stg 3:17-18), al volver a los celos amargos (Stg 3:14-15) y llevando más allá la dureza del lenguaje, es decir, del desorden social a las guerras y batallas (Stg 4:1). A esto sigue una acusación y explicación (Stg 4:2-3) y otra pregunta que introduce la imposibilidad de reconciliar amistad con el mundo y con Dios (Stg 4:4). La culminación se alcanza con las preguntas en (Stg 4:5-6) donde se echa mano de la Escritura. La cita de Proverbios en (Stg 4:6) pone el fundamento para la segunda parte (Stg 4:7-10).

¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? (Stg 3:13-18)

Hemos de poner toda la perícopa en relación con el concepto esencial de sabiduría. "En primer lugar en (Stg 3:13-18) hay una sabiduría dada por Dios y nuestra responsabilidad personal es buscarla para ponerla en el centro de nuestro ser y vivir conforme a ella. En segundo lugar (Stg 4:1-10), esta sabiduría otorgada por Dios está ausente si nuestras vidas no están siendo guardadas constantemente en la debida relación con Dios mismo, donde somos nutridos diariamente con gracia y más gracia (Stg 4:6-10)" (Motyer).
Este pasaje se puede leer como un desarrollo de (Stg 1:5,17). Tenemos el contraste entre dos clases opuestas de sabiduría. Y es un buen ejemplo de la unidad esencial de toda la epístola, que no es una mera colección de dichos morales. El "fuego" (Stg 3:5-12) es casi seguro la causa de las cosas negativas propias de la sabiduría de abajo (Stg 3:14-16). También continúa la descripción sobre la fuente del mal dentro de nosotros (Stg 1:14-15) (Stg 3:6), que no deja aparte al diablo (Stg 3:15). Se incluye asimismo el tema de la fe que obra (Stg 2:14-26) en términos de la sabiduría celestial y la clase de hechos que son su evidencia y confirmación.
La sabiduría mencionada al comienzo y al final (Stg 3:13,17) abrocha el pasaje y destaca la cuestión central a tratar. Tras el anuncio del tema (Stg 3:13) se ofrecen contrastes entre dos tipos muy diferentes de sabiduría; se podrían formar dos paneles, uno con el catálogo de males (Stg 3:14-16) y otro con el catálogo de virtudes (Stg 3:17). El primero trata con los celos y ambición egoísta (Stg 3:14,16) con su origen y consecuencias. Su fuente demoníaca (Stg 3:15) nos lleva al imperativo "resistid al diablo" (Stg 4:7). Esta sabiduría es ajena a la verdad. El segundo trata con la sabiduría de lo alto (Stg 3:15,17) con la pureza a la cabeza. La culminación en (Stg 3:18) es calculada, solemne y paradójica; es un aforismo pero unido al contexto ya que, a la vez que resume los versos precedentes (catálogos de males y virtudes), hace de puente integral a lo que sigue.

La naturaleza de la sabiduría (Stg 3:13)

Entre el infierno (Stg 3:6) y la lengua está el territorio del corazón, las pasiones, etc., que pugnan por encontrar salida por medio de la lengua. Con todo, lo contrario también es verdad, pues un corazón bueno expresará sus mejores deseos por el mismo medio. Por eso es tan decisivo que la sabiduría more en el corazón para que se haga manifiesta en palabras y conducta. Así que, no se trata tanto de sabiduría o falta de ella sino de dos clases diferentes de esta, una de arriba la otra de abajo, y los resultados producidos por una y otra.
La pregunta "¿quién es sabio y entendido?" tiene varias lecturas: 1) Es un desafío para los que se consideran sabios pero les falta mostrar la verdadera sabiduría; enseguida se verá lo que son en realidad. 2) También es una invitación a examinar la propia vida ante las explicaciones que siguen, de forma que se alcancen las aspiraciones legítimas; las definiciones son para ponerlas en el corazón. 3) Además, es una petición a que miren dentro de la congregación para encontrar modelos de sabiduría a los cuales seguir. 4) Tampoco queda fuera el estímulo para cualquiera que, por todo lo dicho en la sección anterior sobre los maestros y la lengua, se sintiesen frustrados o desanimados.
La sabiduría es la capacidad concedida por Dios para que en el discurrir y conducta de la vida podamos conocerle (Pr 3:6). El creyente genuino siempre mostrará sabiduría por la clase de vida que viva sobre todo en las relaciones humanas. El ideal de sabiduría es hebreo, moral más que intelectual. El primer paso en la sabiduría es conocer a Dios y en base a este conocimiento y convicción se aplican sus principios y normas para nuestra vida. Así que, los atributos y cualidades de la sabiduría son los mismos que los de la vida de piedad (Fil 4:8) (1 Ti 6:11).
Juntando los términos "sabio" y "entendido" tenemos a una persona preparada y útil. De entre estos algunos pueden ser reconocidos maestros en el rebaño de Dios (Ef 4:11) (1 Ti 5:17), pero aún entonces debe recordarse la responsabilidad que contraen y lo prioritario de invertir lo que Dios les ha dado en un buen estilo de vida. Hoy en día al sabio y experto no se le asocia con mansedumbre, pero para Santiago es la cosa preeminente de la sabiduría.
¿Alguien pretende ser sabio? Que lo muestre por su "buena conducta" (anastrofë). Pablo usa esta palabra para describir la vida antes de su conversión (Ga 1:13), pero, sobre todo, es una palabra favorita de Pedro (1 P 1:15,18) (1 P 2:12) (1 P 3:1-2,16) (2 P 3:11), quien enfatiza que la manera de vivir es un testimonio de fe a los de afuera (1 P 2:12). "Buena" no se refiere a lo que participa de bondad siendo intrínsecamente bueno, sino tiene este otro matiz de lo hermoso y valioso, es decir, expresa la belleza de la bondad, el carácter atractivo de una vida buena, una forma de vivir que atrae la atención de quienes lo contemplan. Esto tiene dos facetas:
1) El verbo mostrar y el sustantivo obras nos recuerdan lo dicho en (Stg 2:18), así que, el significado no está lejos de aquel texto. La verdadera sabiduría, como la fe, es una cosa práctica, siendo la demostración la vida resultante.
2) Las obras de sabiduría serán hechas en humildad. La humildad es el carácter que sirve de cimentación a la manera de vivir cristiana que se describe en toda la epístola. En las epístolas paulinas es fruto del Espíritu (Ga 5:23), y un componente esencial del carácter de Jesús (2 Co 10:1), necesario para tratar a otras personas (Ef 4:2) (Col 3:12) (Tit 3:2) e imprescindible en conflictos potenciales (Ga 6:1) (2 Ti 2:25) (1 P 3:15). Si hablamos de los maestros la disensión, arrogancia, auto suficiencia o la jactancia imposibilita la enseñanza a otros.
Dicho con otras palabras, el problema es la arrogancia que puede persistir incluso donde hay buena doctrina. Puedo enorgullecerme de mi captación de la verdad, pero si dejo aparte la humildad y doy lugar a la ambición egoísta, toda mi pretensión de sabiduría se derrumba, es una falacia. La mansedumbre es una de las grandes cualidades que la sabiduría produce; habrá otras cualidades que también estarán presentes, pero menciona la mansedumbre por el sesgo de la vida cristiana que el escritor tiene en mente. Todo el énfasis de la frase cae en la mansedumbre. Donde ésta falta en la conducta y no puede demostrar fehacientemente su existencia, está ausente la verdadera sabiduría.

La falsa sabiduría (Stg 3:14-16)

El adversativo "pero" introduce una serie de declaraciones antitéticas. Hay un fuerte contraste entre la deseable mansedumbre anterior y los "celos". Tres cosas se dicen sobre esta sabiduría: Sus características, su origen y sus resultados.
Las características de la falsa sabiduría (Stg 3:14). La frase condicional nos lleva a un imperativo en la apódosis. Es probable que el condicional tenga algo de afirmación y que lo que se va a denunciar fuese una realidad entre los lectores en mayor o menor medida. El producto es doble:
A) Celos amargos. Aparte del vínculo verbal con (Stg 3:11) ("amarga... amargos") cabe destacar la palabra "zëlos" porque enfoca el tema de la sección en conjunto. "Zëlos" es "sentimiento fuerte" (como el calor abrasador del fuego, (He 10:27) que puede ser encomiable (Jn 2:17) (Ro 10:2), o de ánimo contrario (Hch 5:17) (Fil 3:6). Positivamente es "la noble emulación que el hombre experimenta frente a la grandeza y la bondad" (Barclay). Negativamente es la tristeza que uno sufre porque otro está en posesión de lo que él no tiene; denota el deseo de adquirir quitando algo que pertenece a otro, es decir, es equivalente a la envidia (Hch 13:45) (Ro 13:13) (1 Co 3:3) (2 Co 12:20). Cuando se le une el adjetivo "amargos" debe tener significado peyorativo. Hay quienes están dispuestos a luchar por sus derechos, o se sienten amenazados por otros. Esta dureza de espíritu en las relaciones personales, este exceso de interés por la posición, dignidad, derechos propios, es en lo que se está pensando. Este afán desmedido fácilmente desemboca en camarillas ("ambición egoísta"). La amargura es desagradable a todo el que entra en contacto con tales celos. La persona se ve a sí misma celosa por la verdad pero, Dios y otros, ven la amargura, rigidez y orgullo personal que están muy lejos de la verdad. El celo puede convertirse en ciego fanatismo, amarga riña, o una forma disfrazada de rivalidad.
B) Ambición egoísta en vuestro corazón. El corazón es el asiento de los afectos e intenciones (Stg 1:26) (Stg 4:8). "El sustantivo "eritheía" llegó al terreno de la política y significó la egoísta ambición del que se preocupa solamente por sí mismo y nada más, la actitud de aquél que está dispuesto a la intriga y al complot utilizando toda clase de medios para conseguir sus fines" (Barclay), y en el Nuevo Testamento está estrechamente asociado con actitudes antisociales de contención y rivalidad (Stg 3:16) (Ro 2:8), une división y desobediencia (Ga 5:20) (Fil 1:16) (Fil 2:3). Esto es lo que producen los celos amargos. Se vincula a los celos con facción o partidismo.
"Eritheía", que algunos conectan con "eris) (contienda, disensión, partido), en realidad se deriva de "eritheuein", trabajar por salario, el ánimo mercenario, y de ahí el espíritu egoísta que busca su propia voluntad y provecho.
Muchas cosas cambiarían si prestásemos atención al contraste contención-verdad pues a menudo los partidos, las camarillas y la división han sido exculpadas por "mojarse" supuestamente con la verdad, pero es instructiva la reacción de Pablo (Ga 2:14). El "no" ("më" con el imperativo presente) puede significar "dejad de jactaros", es decir, no continuar dando expresión a tal actitud como habéis estado haciendo sino rectificar. "Contra la verdad" puede que no se refiera a la pretensión de ser sabios mientras algo está dando un "mentís" a tal presunción; "mentir" significa simplemente hablar falsamente (Mt 5:11) y quizá el mejor paralelo esté en (Hch 5:3) donde "mentir contra el Espíritu Santo" significa algo así como "falsificar al Espíritu Santo", es decir, falsear la vida guiada por el Espíritu Santo. En nuestro caso, entonces, "mentir contra la verdad" puede interpretarse como vivir de manera contraria a la palabra de verdad (Stg 1:18) que les fue implantada y que habían de recibir con mansedumbre (Stg 1:21).
El origen de la falsa sabiduría (Stg 3:15). Llegamos al meollo de lo que quiere decir. Ahora la elección vital: ¿qué sabiduría gobierna nuestra vida, la de la tierra, o la de los cielos? Ya que hay dos alternativas opuestas no hay compromiso posible ni terreno neutral. Hay una negación enfática de que se comporten como hombres espirituales y que tengan la sabiduría de Dios. Nunca nombra lo que ellos tienen y el término "sabiduría" queda reservado para el don de Dios, mientras la otra mal llamada sabiduría sólo queda referida tangencialmente. La falsa sabiduría la describen tres adjetivos mencionados en orden ascendente para llegar al verdadero origen, es decir, es demoníaca. Cada uno de estos adjetivos toma su significado de sus implicados contrarios:
1) Terrenal. Es producto humano, no es otorgada del cielo sino adquirida. Nace de motivos ligados a la tierra incluso cuando se discuten cosas celestiales. Todo su obrar merece el calificativo "del mundo". La traducción "terrenal" trata de captar la intención de Santiago, o sea, que una sabiduría que excluye la consideración de Dios, no es simplemente terrenal en sentido neutro pues representa una especie de cierre a lo celestial.
2) Natural. Psíquica, de "psychë", de dónde deriva psicología, psiquiatría, etc. De las seis veces que aparece en el Nuevo Testamento, en tres de estas contrasta el cuerpo actual con el de resurrección. A menudo significa vida, la que anima el cuerpo. Otras veces es equivalente a persona. En su función de animar la parte material del hombre contrasta con esa otra función de relacionar con Dios. Podemos traducir por "natural" (BLA) o "sensual"; es la parte del hombre donde sentimiento y razón humanos reinan supremos. En todo el Nuevo Testamento se opone a "pneuma", contrasta explícitamente con lo espiritual (Jud 1:19). El adjetivo "psychikos" significa generalmente "del alma" y en el uso normal tiende a denotar actividad mental humana como opuesto a lo físico (sömatikos). "Es simplemente de la mente más que del Espíritu" (Hort).
3) Diabólica. Igual a los demonios, no igual a Dios, sobre todo en su engaño e hipocresía (1 Ti 4:1). Santiago ya ha hablado de los demonios que asienten intelectualmente a la realidad de Dios pero no obran la justicia de Dios (Stg 2:19), sin embargo, el uso de lo demoníaco aquí se enriquece con la referencia a la lengua "inflamada por el infierno" (Stg 3:6) y con la exhortación a resistir al diablo (Stg 4:7). Al afirmar que mienten contra la verdad (Stg 3:14) ya ha citado otra característica de los demonios (Jn 8:44), porque de arriba viene la verdad no la falsedad. La única sabiduría que es verdadera es la que mide la realidad por el Dios que da todos los dones (Stg 1:5,17) (Stg 4:6) que puede salvar o destruir (Stg 4:12).
Los resultados de la falsa sabiduría (Stg 3:16). Los celos amargos y la ambición egoísta que anteriormente estaban en el corazón ahora alcanzan a la comunidad cristiana y el resultado es "perturbación y toda cosa mala" (BLA). Perturbación, que es el sustantivo del adjetivo usado en (Stg 1:8) (Stg 3:8) para caracterizar la doble alma y la lengua, también se traduce "sediciones" (Lc 21:9) y tumultos (2 Co 6:5) (Lc 4:28-29). La falsa sabiduría lleva en sus genes el desorden (2 Co 12:20) pues opera para separar, dividir, crear conflictos y contiendas favoreciendo de este modo la obra perversa del diablo que destruye lo que Dios quiere (1 Co 14:33,40). Como no podía ser de otro modo, acaba en "toda cosa mala", una variedad enorme de pecados. "Cosa" ("pragma") puede ser usado específicamente para "litigio" (1 Co 6:1), y ciertamente los pleitos están entre las más claras demostraciones de envidia y causa de perturbación, aunque puede ser de aplicación más general. "Mala" es lo opuesto a lo inherentemente bueno ("agathón"), es decir, lo perverso o moralmente vil.

La verdadera sabiduría (Stg 3:17-18)

Paralelamente a lo dicho sobre la falsa sabiduría tenemos ahora otras tres cosas sobre la sabiduría celestial:
Su origen (Stg 3:15,17). La palabra "anöthen" tiene tanto sentido local (de arriba) como temporal (de largo tiempo, desde el principio) y en (Stg 1:17) traduce "de lo alto", mientras la NVI vierte por "del cielo". Estas traducciones tienen base sólida porque el verbo "desciende" aparece en el contexto y por el contraste con "terrenal" (Stg 3:15). Considerándolo junto a (Stg 1:5,17) está claro que la sabiduría genuina es propia de Dios, una percepción que hunde sus raíces en al Antiguo Testamento (Sal 51:6) (Pr 2:6) (Job 28:20-23). La sabiduría es uno de esos preciosos dones "de lo alto, del Padre". Es una sabiduría que no encontramos de forma natural en nosotros mismos y ciertamente distinta y superior a la que inspiran los demonios. Que la sabiduría viene de Dios lo apoya también la identificación de ésta con el Espíritu de Dios (Gn 41:38-38) (Ex 31:3-4) (Dt 34:9) (Is 11:2) (Job 32:7-10) (Hch 6:10) (Ef 1:17).
La sabiduría verdadera es inagotable pues el tiempo del verbo habla de descenso continuo, incesante; provee una y otra vez sin quedar exhausta. Es asequible porque está al alcance de todos los que quieran recibirla. El participio "desciende" hace patente la condescendencia divina y la disposición comunicativa de Dios a lo largo de esta dispensación de la gracia. Si permanente es la necesidad, cotidiana y suficiente es la provisión.
Las características de la sabiduría (Stg 3:17). La sabiduría no consiste en una serie de proposiciones sino es una realidad que genera cierta clase de carácter. Se nos recuerdan catálogos similares sobre los frutos del Espíritu (Ga 5:22-23) y el cántico al amor (1 Co 13). La presentación es equilibrada y cuidadosamente construida. Hay dos partes distinguidas con "primeramente... después...". Y tras la pureza siguen cuatro adjetivos que comienzan con "e": "eirënikë, epieikës, eupeithës, eleous", y los dos de en medio de estos cuatro tienen el mismo final "ës". Las dos últimas palabras comienzan con "a": "adiakritos, anypókritos", con finales rítmicos "os". Las dos primeras palabras tienen igual final: "hagnë, eirënikë". Hay un balance rítmico en "lleno de misericordia y de buenos frutos". Suponemos que esta construcción sirve también a propósitos de memorización.
Todos los elementos de la lista están en primer lugar en relación con los lectores y la epístola en su conjunto, pero su alcance y aplicación es mucho mayor. Junto con las otras listas mencionadas anteriormente esta también describe el carácter ideal del Señor Jesús. No es una mera acumulación ordenada de virtudes sino la reclamación de la sumisión a Dios de toda la persona (Stg 4:7).
1) La característica interna: La sabiduría es pura. Sincera integridad espiritual y ética, que se asocia perfectamente con Cristo (1 Jn 3:3), y que nos guarda "sin mancha del mundo" (Stg 1:27) (Fil 4:8) (1 P 3:2). Esta no es una cualidad entre otras sino la clave de todas las demás. La pureza es de valor especial para Dios. Dios es puro, por tanto, dones suyos como la sabiduría deben serlo. Es una cualidad cordial que determina todas las manifestaciones externas de la sabiduría, pues sin corazones puros no hay conducta pura. Este término se pone en primer lugar por la importancia temática de guardarse del mundo (Stg 1:27), que se hará explícito con la exhortación a purificar los corazones (Stg 4:8). La pureza carece de las imperfecciones espirituales, éticas y de conducta que aquejan a la persona con doble alma. Apunta a la finalidad de la humanidad redimida (Stg 1:4), y produce y/o facilita una iglesia que ama y se centra en la voluntad de Dios.
2) La sabiduría es pacífica, amable, benigna. Estos tres adjetivos describen virtudes ausentes en la falsa sabiduría (Stg 3:14-16). En contraste con la amargura, envidia y ambición egoísta están las personas dispuestas a ceder sus derechos, a cuidar de los demás y a aprender y sujetarse a otros.
A) En sus métodos y logros es pacífica (He 12:11), apacible (Pr 3:17). Capaz de promover paz entre los hombres. Esta cualidad es apropiada para criticar a quienes falsamente pretenden ser sabios por su contención y disputas (Stg 3:14) (Stg 4:1-2). Es parte del fruto del Espíritu (Ga 5:22). Es pacífica porque es mansa y razonable. Cubre el espacio que va desde el escueto "libre de contienda con otros" hasta el significado hebreo de "shalom". El énfasis está en la sociabilidad no en la introspección: El creyente no sólo prefiere ser apacible sino hace lo posible para extender la paz entre sus prójimos.
B) Amable y benigna pueden ir juntos como equitativa y susceptible de persuasión; el primero asociado con el ejercicio de justicia, el segundo con la actitud de obediencia. Son como dos lados de una misma moneda: La sabiduría es humilde tanto en una posición elevada como en otra de subordinación.
Amable se asocia especialmente con administración de justicia, y sugiere uno que no abusa de su posición de poder sino permanece calmado y sobrio, y fiel a los más altos ideales de tal posición. En (1 Ti 3:3) es uno de los requisitos para los guías de la iglesia. "Epieikës" es carácter razonable y mente equitativa (1 P 2:18) "afables". En el (Sal 86:5) LXX se combina con benigno como un atributo divino. El término tiene también la cualidad de gentileza (Fil 4:5) y se empareja con "no contencioso, pacífico" (Tit 3:2) y con mansedumbre (2 Co 10:1).
Dulce sensatez en el hombre justo, considerado y generoso más que estricto y rígido en las relaciones con otros (Aristóteles lo contrastó con "akribodíkaios", justicia estricta), se usa de jueces que no se ciñen a la letra de la ley. Hombres de moderación que atienden a razones. Barclay dice que "el hombre que es "epieikes" sabe cuando de hecho es injusto aplicar la letra estricta de la ley. Es el hombre que sabe perdonar; aún cuando la estricta justicia le conceda el perfecto derecho de condenar. Es el hombre que sabe cuándo hacer concesiones, que sabe cómo no hacer uso de sus derechos, que sabe atemperar la justicia con la misericordia; es aquel que recuerda siempre que en la vida hay cosas superiores a las reglas y los reglamentos...". Tener amabilidad es asemejarnos a Dios ya que él es el arquetipo de esta gracia.
Benigna. "Eupeithës" se deriva del sustantivo "eupeitheía", obediencia pronta, que sugiere docilidad y voluntad de dejarse persuadir. Esta palabra era usada en disciplina militar y en la observancia de normas legales y morales en la vida ordinaria. Tratable, susceptible de persuasión, confiado, actitud de obediencia, opuesto al desobediente e indómito (Hch 26:19) (Ro 1:30). No indica falta de convicciones, o una persona excesivamente influenciable, crédula, sino deferencia a otro cuando no está en peligro algún tema moral o teológico: "donde los principios del evangelio no estaban en juego, Pablo era el más conciliador de todos los hombres" (F. F. Bruce).
3) Lleno de misericordia y buenos frutos. En el lenguaje de la época misericordia era la compasión que se mostraba a quien sufría una injusticia. Y a menudo esta es la cota más alta que alcanza la misericordia del mundo. Sin embargo, en términos bíblicos el modelo es el trato de Dios a los hombres. Es la mano tendida al que sufre las consecuencias de su propia culpa. Cristo vino a nosotros en nuestros pecados. Las entrañas de Dios se conmueven dejando paso a la obra de su gracia en gente indigna y pecadora. Este es el comportamiento de la sabiduría celestial. Estamos preparados para perdonar (Ef 4:32), y a recibir a otros (Ro 14:1,3), estamos dispuestos a ser todo para otros como Él lo ha sido para nosotros.
La afinidad del adjetivo "buenos" ("agathön") con el verbo "agamai" (admirarse, pensar altamente) puede darnos el significado de "lo excelente, distinguido, útil, saludable", es decir, se entiende de aquello que queda fuera de lo ordinario y es beneficioso moral y espiritualmente, pues esta sabiduría nunca dispensa nada que resultase nocivo e inútil. Es lo bueno para otros y nada tiene que ver con el crédito que merece el benefactor.
4) Sin incertidumbre, ni hipocresía. El primer término ("adiakritos") se deriva de "diakrinö", dividir-juzgar, y la decisión aquí sobre su preciso significado es complicado por los otros usos de "diakrinö" (Stg 1:6) (Stg 2:4). El mejor indicio nos lo provee la exhortación a la pureza de corazón frente a la doble mente (Stg 4:8), es decir, la simplicidad que destierra toda doblez.
La verdadera sabiduría tiene convicciones firmes y una dirección única en la que persevera. "Sin incertidumbre" es una reprensión a todo tipo de división (sobre todo en relación con Dios) y doblez en la vida cristiana por falta de fuertes convicciones y experiencias profundas. Esta persona lejos de ser partidista es íntegro y absolutamente sincero en sus opiniones y acciones.
"Sin hipocresía" ("anypokritos") significa simplemente "no dramático", pero en el sentido moral "insincero" (Ro 12:9) (1 P 1:22) el amor; (1 Ti 1:5) (2 Ti 1:5) la fe. Jesús condenó toda hipocresía (Mt 6:2,5,16) (Mt 7:5) (Mt 15:7) (Mr 12:15) (Lc 12:56) (Lc 13:15).
El hipócrita describe al actor en el teatro griego que se servía generalmente de una máscara para representar su personaje. Posteriormente llegó a tener el significado de ficción. En este sentido vale para describir a aquél que pretende ser piadoso sin serlo (Mt 22:18) (Mt 23:27-28). La sabiduría es sincera en sí misma; es ingenua para el mal; carece de toda astucia para engañar o disfrazarse.
Estos dos términos finales tienden en la dirección de simplicidad y honestidad que Santiago llamará "pureza de corazón" (Stg 4:8). La sabiduría celestial se distingue por integridad en las palabras, la motivación y la acción y está exenta de hipocresía.
El resultado de la verdadera sabiduría (Stg 3:18). El cierre tiene cadencias con tres acordes: "karpós dé dikaiosúnës / en eirënë speíretai / tois poiousin eirënën". Una frase artística que consiste de nueve palabras, tres grupos de tres, del primero de los cuales penden los otros dos y estos a su vez están unidos por "paz" al principio y al final respectivamente. La conexión con el contexto es obvia mediante el énfasis en la paz y la mención del fruto (Stg 3:17-18), en contraste con las contiendas, etc. (Stg 3:16) (Stg 4:1-2). "Y" ("dé") añade algo más, pero no es otra descripción de la sabiduría verdadera sino una elaboración de la paz como la primera cualidad operativa de la verdadera sabiduría. Sin embargo, debe entenderse como conclusión al punto principal (todo el capitulo se ha interesado por las contiendas, el quebrantamiento de la paz y la unidad), y sirve de puente a (Stg 4:1).
A) "El fruto de justicia" puede entenderse de dos maneras: 1) fruto que consiste en justicia, siendo la justicia una característica de la vida piadosa; 2) fruto que es el resultado de la justicia, el que produce ésta. Esta interpretación hace eco de la obvia relación de justicia y paz (Is 32:17), y la estructura similar en (Lc 3:8) (Ef 5:9) (Ga 5:22). El fruto que produce la justicia contiene simiente que una vez plantada, produce una cosecha de la misma especie.
Nos inclinamos por esta interpretación, defendida por Sophie Laws. Es una conclusión coherente y satisfactoria a esta sección, porque es implícitamente una promesa de la verdadera sabiduría de arriba. La misma asociación de ideas las tenemos en Hebreos 12. El argumento es: a) Donde hay división no hay sabiduría verdadera. b) La sabiduría es pacífica. c) Por tanto, los pacificadores son los que poseen sabiduría. d) Los que crean desorden y discordia carecen de sabiduría, por mucho que insistan en lo contrario (S. Laws, op. cit. Bibliografía).
En (Stg 3:17) el escritor ha detallado la vida centrada en la sabiduría celestial. La vida de sabiduría no es una cosa nueva, o algo diferente; es otra manera de hablar de ser justos para Dios y de la vida que, por los buenos frutos, muestra la hermosura de ser justos delante de Dios.
B) Después de haber dicho que "la ira del hombre no obra la justicia de Dios" (Stg 1:20), pasa a decirnos positivamente cómo se logra dicha justicia. La siembra se relaciona normalmente con la imagen del fruto (Pr 22:8) (Os 10:12) (1 Co 9:11) (2 Co 9:6) (Ga 6:7-8). Tenemos un sembrador oculto en la voz pasiva del verbo que probablemente no es otro que la persona que ha recibido y muestra el precioso don de la sabiduría. La constancia de la siembra la vemos en el tiempo presente que describe una práctica habitual. Las condiciones para que fructifique la simiente es la paz que antecede al verbo en la frase. Se apunta a las relaciones armoniosas que produce la sabiduría verdadera. La simiente, por buena que sea, no puede prescindir de su entorno y el suelo abonado no es otro que la paz. La justicia y la paz están estrechamente unidas, siendo a veces la justicia la base para la paz (Is 32:17) y en otras ocasiones lo contrario (Lc 1:74).
Aparte de tratarse de una figura que sirve a determinado fin y de que hay antecedentes en el Antiguo Testamento (Hag 2:19), el fruto juega la doble función de coronar un proceso y de ser el germen del siguiente ya presente en la simiente. Sobre todo, supone una hermosa anticipación de la cosecha tras la siembra porque se contempla la simiente como conteniendo ya el fruto.
C) "Para aquellos que hacen la paz" es una declaración ambivalente que quizá pueda significar a) que el fruto de justicia no es sólo sembrado por los pacificadores, sino: b) que estos pacificadores también gozan los resultados de su obra. Todo el proceso comienza, avanza y termina en paz. Lo primero parece más prominente porque es difícil apartar la impresión que la bienaventuranza de Jesús dejó su impronta en el lenguaje de Santiago.
Se está exhortando a la confianza de unos a otros lo cual sólo es posible donde la paz reina suprema. Y los que son pacíficos y promueven la paz por su vida, ministerio, influencia y relaciones son creadores de paz y participan de las bendiciones que su actividad procura y produce. Paz en la iglesia es la suma del tema de hacer justicia.
La paz bíblica. Como sugiere D. P. Nyrstrom, la paz es un tema muy importante que reúne conceptos como sabiduría, madurez y justicia. La palabra que mejor puede entretejer todo ello es "shalom", que en su significado de "íntegro, sano, completo" es distinta a otros vocablos para paz. 1) La paz tiene contenidos positivos en contraste con el matiz negativo de la "armonía" griega que sería, por ejemplo, libres de revuelta o conflicto político en la ciudad. La palabra hebrea también contrasta con guerra pero subrayando las buenas relaciones y la concordia con otras personas; no hay guerra donde hay amistad. 2) La verdadera paz se entrelaza con el carácter de Dios, como la rectitud y la justicia que son componentes integrales de su santidad (Stg 1:27), a lo que se une la verdad y el amor (Zac 8:16-19). 3) Una paz así necesariamente debe tener una proyección futura porque difícilmente puede ser conocida plenamente en el tiempo presente, y por eso, la justicia, la verdad y la paz están en relación con el Príncipe de paz. 4) En las bienaventuranzas la paz es algo que se hace (Mt 5:9), es decir, es la creación y mantenimiento de un estado de verdad, honestidad, rectitud y justicia. 5) Este concepto de integridad en las relaciones es interesante a la luz de la situación que enfrentan los lectores de Santiago, pero tampoco hemos de pasar por alto cuestiones como verdad y justicia. Cuando se trata de sembrar en paz y suscitar una cosecha de justicia se está pensando en "shalom". Justicia, santidad y paz son claros exponentes del carácter de Dios, y desarrollar tal carácter en cada uno y en la iglesia es un tema frecuente en la epístola.

Temas para meditar y recapacitar

1. Anote las características de cada tipo de sabiduría. ¿Cuáles son sus resultados?
2. ¿Por qué son especialmente aplicables a los maestros estos versículos?
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