Estudio bíblico: Los milagros de Jesús vistos por un médico -

Serie:   Los milagros de Jesús   

Autor: Roberto Estévez
Email: estudios@escuelabiblica.com
Uruguay
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Los milagros de Jesús vistos por un médico

Prólogo

Después de practicar la medicina por 30 años, creo que puedo captar algo más, no solamente de la enfermedad, sino también de los sentimientos y las preocupaciones de los pacientes y de los familiares, que son básicamente los mismos ahora que hace dos mil años atrás. Esto me ha motivado a escribir este libro.
He revisado la literatura pertinente, principalmente en idioma inglés, donde la mayoría de los buenos comentarios son muy antiguos. Esto hace que muy a menudo el tema principal en el caso de la curación no jerarquice la dolencia sino solamente la parte espiritual del milagro. Por ejemplo, el Señor Jesucristo estaba curando leprosos, enfermedad que ninguno de nosotros podemos realmente comprender muy bien. Probablemente, la mayoría de los lectores nunca ha visto a un leproso; pero les puedo asegurar que todos tenemos amigos o familiares con formas severas de artritis, enfermedades del sistema nervioso, enfermedades crónicas ginecológicas; Jesucristo también encontró este tipo de pacientes durante su ministerio.
Creo que los milagros nos muestran un aspecto de la persona del Mesías que solamente se puede percibir en la lectura y meditación de los mismos. Como puede ser el caso con una obra de arte que no es posible apreciar ni comprender con sólo mirarla treinta segundos, creo que mucho perdemos al no meditar en las palabras y situaciones que el evangelio nos muestra. Estoy seguro de que cuando usemos tiempo para reflexionar en las Escrituras vamos a ver que en los milagros Jesucristo aparece en una dimensión real demostrando sus atributos y su carácter de una manera maravillosa.
Un amigo que ha leído algo de este material me decía que ciertos detalles que yo menciono no se incluyen en las Escrituras, a lo que yo le pregunté si la gente que comió durante la multiplicación de los panes y de los peces tenía el estómago o el abdomen lleno después de comer. Él me respondió: "Obvio que lo tenían lleno después de comer; a algunos quizás se les notaría la diferencia. Bueno, la Escritura no nos da ese detalle, solamente nos dice que comieron todos y se hartaron, de lo cual yo puedo concluir que tenían el vientre distinto después de comer que antes de comer".
Como muchos de los que espero que lean estas páginas van a ser maestros de la Escuela Dominical, o de grupos bíblicos o estudiantes en seminarios, he tratado de conectar el milagro en sí con otras situaciones en las que creo que hay una relación. Así por ejemplo, al hablar de "la hija de Jairo" entramos en el subtema de "no molestar al Maestro".
Por último, en muchos capítulos he puesto algunas sugerencias como ideas para los predicadores jóvenes, con otros temas que se pueden tratar durante una predicación al explicar el milagro.
Es mi deseo que la lectura de estas páginas sea para bendición de los que abran este libro y que tenga como resultado una apreciación más profunda de la persona bendita del Señor Jesucristo.

Introducción

Quizás alguno se podrá preguntar cuál es la razón de escribir un libro más sobre un tema que parece tan obvio.
Primeramente, queremos enfatizar el hecho de que si no creemos que los milagros fueron realmente milagros, estamos negando la autoridad de la Biblia y la divinidad de Jesucristo. El propósito de los evangelistas era narrar esos prodigios que fueron hechos por Jesús de Nazaret.
Las escuelas filosóficas modernistas han tratado de quitar la realidad a estos milagros y decir que no sucedieron. Así, la multiplicación de los panes y de los peces se transforma en una multitud que estaba hambrienta y que se autoconvence de que no tiene hambre. Jesús caminando sobre el mar es una ilusión óptica. El muchacho endemoniado es solamente una crisis histérica recurrente. Cada una de las curaciones podría tener distintas explicaciones. Pero el hecho de que un buen volumen de las páginas del Nuevo Testamento está dedicado a los milagros que el Mesías hizo, es para el creyente una demostración de que el Espíritu Santo tiene interés en que nosotros conozcamos estos episodios.
La crítica moderna se pregunta: Pero ¿cómo es posible que Lázaro fuese resucitado después de tres días en el sepulcro? Podemos hacer esta y otras preguntas, pero la respuesta es terminante: Si Jesús de Nazaret es Dios manifestado en carne, si él es quien dijo ser, el Unigénito Hijo de Dios, entonces puede hacer todos los milagros.
La Biblia nos dice en (Col 1:16): "...todo fue creado por medio de él y para él", refiriéndose a Jesucristo. Si él es el Creador en el sentido de causa y en el sentido de razón, entonces puedo comprender por fe que aquel que creó el universo infinito pudo resucitar a Lázaro al tercer día. Quien tiene la capacidad, el conocimiento y el poder para crear un universo sin duda que puede resucitar a un muerto.
Al estudiar los milagros con cuidado nos damos cuenta de que no son actos teatrales hechos con el propósito de deslumbrar a las multitudes. Los milagros se suceden en forma espontánea y natural. A veces ocurren frente a una multitud; otras veces suceden donde muy pocas personas están presentes. Aparece en forma sencilla en la jornada de Jesucristo y sus discípulos. Pero esto, sin duda, está hecho por el designio perfecto del Padre, y el Hijo lo dice así en (Jn 8:29): "...porque yo hago siempre lo que le agrada a él".
Pero algo que vemos en los milagros, y que para mí es una demostración de su veracidad, es la sencillez de los mismos. Los diálogos o las palabras se reducen al mínimo, pero, sin embargo, los pocos términos que se utilizan son como los pincelazos de un gran maestro: nos pintan rápidamente la situación. ¿Quién no ha sentido el frío funerario en el lóbrego cuarto en que la hija de Jairo yace en los brazos de la muerte?
¿Quién no ha escuchado la tormenta demoníaca, con el ruido estridente y sin armonía cuando viene el gadareno? ¿Quién no se ha quedado maravillado de la escena repleta de paz y tranquilidad cuando la Escritura nos dice: "...hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo"? ¿Quién no se ha imaginado la tormenta en el mar viendo las olas y sintiendo el silbido del viento de la tempestad?
Pero lo que creo que admiramos más en estos milagros, de una manera hermosa y única, es ver como Jesús de Nazaret reacciona frente a la necesidad y al dolor humano. Allí lo vemos no como el Maestro dando el discurso a su clase, sino como aquel que estuvo entre los seres humanos, se compadeció de ellos y los ayudó en su necesidad.
Hay otro factor que para mí es admirable, y es el ver los distintos atributos de Dios mostrándose de una manera natural. Muy a menudo vemos varios atributos de la divinidad en una acción comparable a los tonos de un arco iris cuyos colores se pueden presentar con mayor o menor intensidad. Por ejemplo, en la resurrección de Lázaro, llora como ser humano por la pérdida de su amigo, pero como Hijo de Dios dice: "¡Lázaro, ven fuera!" (Jn 11:43). Vemos su omnisciencia al decir: "nuestro amigo Lázaro duerme más voy a despertarle del sueño". Observamos su omnipotencia al hacer el milagro. Vemos su compasión y ternura al llorar por su amigo, que para mí es tan importante y significativo como el poder que tiene de efectuar la resurrección.
Del mismo modo que en una orquesta sinfónica a veces sólo suenan ciertos instrumentos, podemos ver los distintos atributos de Dios funcionando en una armonía y coordinación maravillosas.
Quizás algunos piensan que los milagros son sencillos: alguien tenía, por ejemplo, una enfermedad y se curó. Sin embargo, al estudiar con cuidado nos damos cuenta de que a veces en un milagro puede haber 2, 3, 4 o más milagros "secundarios" hasta completar el milagro total.
Los milagros de Jesucristo no dependen necesariamente de la fe del individuo. Si bien hay milagros en los que el enfermo tiene fe, en otros es notorio que no existe ni siquiera la petición, y la sanidad se otorga por gracia.
Los milagros de Jesucristo son completos, acabados y totales. No es una mejoría relativa. El paralítico de inmediato camina en forma normal. No solamente camina sin dificultad, sino que si miramos a su pierna luego de la curación, vemos que ha sido sanada en forma tal que no quedan rastros ni secuelas de la parálisis; no hay más atrofias musculares, ni desviaciones de los huesos; la piel ha perdido su aspecto enfermizo y ahora es completamente normal.
Los milagros de Jesucristo son selectivos. Había muchos enfermos en el estanque de Betesda, pero sólo ese hombre que hacía 38 años que estaba enfermo, y que dicho sea de paso no pidió ser sanado, tuvo la curación.
Otra característica muy fácil de olvidar es que los milagros comprenden diferentes aspectos de la vida real con un sentido familiar y social muchas veces muy diverso. Por ejemplo, la muerte de la hija de Jairo, que parecería algo súbito o agudo en comparación y contraste con la mujer que hacía catorce años que no se podía enderezar.
El aspecto social puede ser muy distinto, como en el caso de los leprosos que vivían separados de la sociedad y el muchacho con el espíritu inmundo. Cuando Jesucristo le pregunta al padre de ese muchacho: "¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?", la respuesta es: "Desde niño" (Mr 9:21). Esto implica que todo el medio familiar ha sido trastornado y actualmente gira y se centra en relación con la enfermedad de ese joven que tiene crisis que lo hacen caer en cualquier momento del día sobre el agua y el fuego.
Son también interesantes las distintas subespecialidades de la medicina que se observan. Sin duda, en los leprosos vemos casos que en el día de hoy serían diagnosticados por un dermatólogo, o serían tratados por un especialista en enfermedades infecciosas. La cantidad de casos de tipo neurológico es interesante. Tenemos así los llamados "paralíticos", término que involucra algo que la persona no puede hacer, pero cuya causa puede ser muy diversa, desde una enfermedad neurológica como la parálisis infantil (o técnicamente parálisis anterior aguda) a otros tipos de estados como los que siguen a traumatismos severos. O como en el caso del siervo del centurión que probablemente tenía una enfermedad neurológica infecciosa aguda. Los casos de ceguera, que hoy consideraríamos propios de oftalmólogos, son abundantes.
Si bien específicamente apenas tenemos un caso de enfermedad ginecológica (Mr 5:25-34) en la mujer que "...vino por detrás de él entre la multitud y tocó su manto", sin duda en los cientos de casos de enfermos curados que no se detallan en forma individual habría muchas mujeres con ese tipo de patología.
Cuando vemos la historia del hombre con el hijo lunático de (Mt 17:14-18), que es poseído por un demonio, se nos plantea una pregunta. Los síntomas de este joven son los típicos de un tipo de epilepsia que se llama "gran mal". Sin embargo, la Escritura nos dice que tenía un demonio. ¿Cuál es la relación entre enfermedad y posesión demoníaca? Creo firmemente que cuando las Escrituras dicen que el hombre tenía un demonio, eso es exactamente así como la Biblia lo enseña. Sin duda el demonio puede provocar síntomas y enfermedades que nosotros luego podemos clasificar con su correspondiente designación. A su vez, tratar de decir que esos casos se identifican como enfermedades, creo que no corresponde, antes que nada porque la Escritura dice lo contrario. Para el creyente es inadmisible la posibilidad de que Jesucristo creyera o repitiera los errores comunes de su tiempo. Un punto importante a destacar en este momento es que si nosotros investigamos cómo se diagnosticaban las enfermedades cien años atrás y cómo se trataban, diríamos que en un alto porcentaje el diagnóstico era incorrecto. El tratamiento médico muchas veces era inefectivo aunque nuestro antepasado hubiera tenido la oportunidad de ir a la Clínica Mayo en Minnesota, Estados Unidos de América. Ahora nos damos cuenta de que la mayoría de esos tratamientos, con excepción de los procedimientos quirúrgicos, eran absolutamente carentes de eficacia. Dentro de cien años quizás alguien podrá decir que los médicos del siglo XXI hacíamos muchas cosas mal, y que no sabíamos mucho.
Como médico cardiólogo me siento competente en mi área de especialidad en la que fui entrenado por un largo tiempo. Sin embargo, el conocer con cierta profundidad un área limitada de la medicina nos permite conocer nuestras limitaciones cuando tenemos un caso fuera de nuestra zona de especialidad. Pero el Señor Jesucristo nunca tuvo que decir, como he tenido que decir yo muchas veces, que el problema del paciente estaba fuera de su especialidad y que por lo tanto no lo podía diagnosticar o tratar. El Hijo de Dios caminaba entre los enfermos "... haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él" (Hch 10:38).
Un aspecto muy importante del carácter del Señor Jesús es que mientras se mueve alrededor de los enfermos, él lo hace de una manera natural, sin apresuramiento. Aunque como en el caso de la hija de Jairo hay un gran atraso en la marcha, sin embargo él llega "al tiempo de Dios"; y en ningún caso llega tarde, con excepción de la muerte de Lázaro, porque tal era el plan perfecto de Dios.
El Señor Jesús nunca dijo que algún caso le fuera demasiado difícil o complicado como para no poder resolverlo. Al leproso que vino a él lo sanó de inmediato. Pero al ciego de Juan 9 le mandó hacer algo antes de obtener la sanidad (Jn 9:7).
Uno de los aspectos del Señor Jesucristo como el Gran Médico y que lo distingue también totalmente de los practicantes de la medicina, es que el Hijo de Dios no hizo los milagros de una manera insensible, fría e indiferente. Las Escrituras nos dicen en (Is 53:4: "Ciertamente él llevó nuestras enfermedades...". Es decir que, de alguna manera que para nosotros es imposible comprender, él sintió algo del sufrimiento del enfermo; de ese dolor interno que caracteriza a muchas enfermedades. Pero en la mayoría de los casos los enfermos no solamente tienen el dolor físico, sino también el emocional, al saber que ciertas actividades de la vida no se pueden hacer más. También que en ciertos casos la enfermedad va a progresar y hacer daño en distintos órganos y sistemas.
Por ejemplo, esa sensación de desolación y rechazo completo que sintió el leproso, él de alguna manera la siente, la experimenta, y el resultado es que se compadece. Es decir, Jesucristo no actúa como una computadora en la que si ejecutamos un programa va a responder en forma inmediata, de la misma manera y de una forma absolutamente impersonal. Sus sanidades son el resultado de ver la miseria del ser humano y sentir una compasión intensa y genuina.
Es interesante que en los Evangelios la posesión demoníaca se mencione frecuentemente, pero cuando vamos al libro de los Hechos, de los muchos milagros apenas en algunos casos especiales se menciona la posesión demoníaca. Algunos estudiantes de la Biblia consideran que durante el ministerio terrenal del Señor Jesucristo hubo un aumento muy marcado de la "actividad demoníaca". En las cartas de los apóstoles la posesión demoníaca no solamente no es un tema principal, sino que en la mayoría de las epístolas ni se menciona.
Notemos que en ningún momento se conecta la posesión demoníaca con enfermedades como lepra, ceguera o parálisis. Creemos que cuando las Sagradas Escrituras usan el término posesión demoníaca, se refiere a algo real, en que un individuo está controlado por un demonio. No creo que esto se refiera a un elemento cultural de aquel momento. Jesucristo se refiere a los demonios como individuos con voluntad y les da la orden de salir, por ejemplo, del hombre gadareno.
Lo que para nosotros es muy difícil de entender es cuál era la relación entre las enfermedades físicas y psiquiátricas con la posesión demoníaca. Personalmente creo que un creyente en el Señor Jesucristo, quien está sellado por el Espíritu Santo, no puede estar "poseído" porque "...el que está en vosotros es mayor que el que está en el mundo" (1 Jn 4:4); y sabemos definitivamente que se refiere a la presencia del Espíritu Santo en nosotros. Sin embargo, es posible que un creyente pueda ser influenciado por fuerzas demoníacas cuando se pone en ciertas circunstancias muy particulares, como el uso de drogas que producen alucinaciones, o por meterse en actividades que la Biblia condena, como el ocultismo.
Lo que es muy importante para nosotros hoy, es pensar que todo el adelanto tecnológico del siglo XXI no puede significar que tengamos la capacidad de entender todos los aspectos de la vida. Del mismo modo que no podemos entender sobre cuestiones atómicas y de computación, sin embargo, nos beneficiamos de sus aplicaciones. Por ejemplo, un médico puede usar un equipo de radiación para curar una enfermedad. Sin embargo, todos los detalles de cómo exactamente actúan esos elementos radiactivos no le son conocidos. Creo que con el tema de la posesión demoníaca tenemos que entender que no es nada fácil, que no tenemos todas las respuestas; pero sí sabemos que en la cruz del Calvario Satanás fue vencido: "el fuerte por el más fuerte", y que el destino del príncipe de las tinieblas es la condenación eterna como lo enseña (Ap 20:10). Es muy importante destacar que el creyente en el Señor Jesús no tiene que estar viviendo en el temor de si puede ser atacado o poseído por un demonio. Las palabras del apóstol Pablo nos dan confianza: "Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio" (2 Ti 1:7).
Nos podemos regocijar en la verdad de que el Señor Jesucristo nunca tuvo un encuentro con un demonio que no se sometiera a su autoridad.
Una vez más nos damos cuenta de que todo lo que tenemos es por gracia, y las palabras de (Jud 1:24-25) llenan nuestro corazón de gozo: "Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída y para presentaros irreprensibles delante de su gloria con grande alegría; al único Dios, nuestro Salvador por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, la majestad, el dominio y la autoridad desde antes de todos los siglos, ahora y por todos los siglos. Amén".

Comentarios

Venezuela
  Betzabe Valentini  (Venezuela)  (12/07/2023)
Dios le bendiga. Me ha encantado su material acerca de los estudios bíblicos visto desde la parte de su carrera y la visión de Dios en ponerlo por práctica. Me ha servido para tomarlo como refuerzo actualmente recibo un diplomado en capellanía hospitalaria dónde por mes presentamos devocionales bíblicos y que aplicación deja a nuestra vidas espiritual y como podemos alcanzar aquella persona que padece de alguna enfermedad y están lejos de Dios.
Colombia
  Beatriz Lopez  (Colombia)  (03/06/2023)
Excelente escrito, lleno de amor por el Señor Jesucristo y Su obra.
Chile
  Alexander Pineda  (Chile)  (16/07/2020)
Estimado lo felicito por su escrito, muy interesante y profundo y me ayudó a sacar ideas sobre los milagros ya que enseñaré sobre este tema en mi página de Facebook. Y me llamó mucho la atención el escrito de un Médico con tanta experiencia. Felicidades y que Dios siga usando su vida no solo para sanar el cuerpo sino también el Alma. Bendiciones
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