Estudio bíblico de Oseas Introducción 2
Oseas - Introducción (2ª parte)
Continuamos hoy, amigo oyente, la introducción que estamos haciendo a este libro de Oseas y que no logramos concluir en nuestro programa anterior y del cual destacaremos solo unos breves párrafos.
Oseas fue contemporáneo de Amós, otro profeta de Israel. También fue contemporáneo de Miqueas e Isaías, profetas del reino de Judá. Su ministerio se extendió durante medio siglo, y vivió para ver el cumplimiento de su profecía en el cautiverio de Israel.
Este profeta puede ser comparado con el profeta Jeremías del reino del sur. Jeremías advirtió al pueblo del reino del sur que ellos serían conducidos al cautiverio en Babilonia, y vivió para verlo. Oseas advirtió al reino del norte que ellos serían llevados al cautiverio de Asiria, y también vivió para verlo. Así que Jeremías y Oseas tuvieron muchas cosas en común.
Esta historia que existe tras la profecía de Oseas es la tragedia de un hogar roto, de un hogar destruido. La experiencia personal de Oseas es el trasfondo de su mensaje. Él sale de un hogar desecho para hablar a la nación, con un corazón que está quebrantado. Él sabía exactamente cómo se sentía Dios, porque él mismo se sentía de la misma manera.
En el país de Efraín, en uno de los tantos pueblos pequeños que no figuran en los mapas del mundo, vivían dos jóvenes. Uno era un muchacho llamado Oseas y la otra era una niña de nombre Gomer. Ellos se enamoraron, repitiendo así la vieja historia que se ha repetido desde el principio de la historia por millones de veces, historia que no ha pasado de moda con el transcurso de los siglos. Y después, por alguna razón inexplicable, Gomer escogió el mal camino y recurrió a la profesión más antigua que la humanidad conoce. Oseas quedó con el corazón quebrantado y la vergüenza inundó su alma. Le quedaba el recurso a la Ley Mosaica. Podría haber llevado a su esposa ante los ancianos de la ciudad y exigir que se cumpliera la ley. En ese caso ella habría sido apedreada, porque lo había traicionado. Y él habría quedado justificado al actuar de esa manera.
¿No le recuerda este incidente otra historia que ocurrió unos 700 años más tarde en la misma zona montañosa, cuando un hombre llamado José estaba comprometido con una joven llamada María? La diferencia principal entre ambas historias era que la información que poseía José estaba equivocada, y un ángel descendió del cielo para corregirla; pero la información que tenía Oseas era correcta, porque Gomer era culpable.
En ese preciso momento de los acontecimientos se inició el relato de Oseas. Dice el capítulo 1, versículo 2, Comienzo de la palabra que el Señor habló por medio de Oseas. Dijo el Señor a Oseas: "Ve, toma por mujer a una prostituta y ten hijos de prostitución con ella, porque la tierra se prostituye apartándose del Señor. Ahora, hay maestros de la Biblia que adoptan la posición de que este relato no es más que una alegoría, es decir, que nunca ocurrió en la realidad. Pero ese trato poco serio del texto de la Palabra de Dios lo suaviza hasta el extremo de exponer una solución inofensiva que es más deprimente que estimulante. ¡Enfrentemos el aspecto problemático del asunto! Dios le mandó a Oseas que quebrantara la ley de Moisés. La ley ordenaba apedrearla, pero Dios le dijo que se casara con ella. Lo que Dios le mandó a Oseas que hiciera debió conmover cada fibra de su ser. Pero Oseas no puso objeciones, sino que obedeció explícitamente, tomó a Gomer en santo matrimonio, le dio su nombre, y ella entró en su hogar como su esposa. Escuchemos lo que dijo el apóstol Pablo sobre semejante relación, en su primera carta a los Corintios capítulo 6, versículo 16: ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella?, porque ¿no dice la Escritura: «Los dos serán una sola carne»?
Amigo oyente, podemos estar seguros que en aquella pequeña comunidad la situación dio origen a una gran variedad de chismes. La casa de Oseas se convirtió en una isla desierta en medio de un mar de críticas. Fue como una sala de aislamiento en una sociedad local. Un caso de lepra en un hogar no habría interrumpido el contacto con el mundo exterior más efectivamente. ¡En qué lamentable situación se encontraba Oseas!
Después en esa familia llegaron los hijos. Nacieron tres. Fueron dos niños y una niña. Sus nombres y el significado de los mismos relatan esta triste historia. Y es esa historia que se transmitió un mensaje para la nación de Israel.
El primero fue Jezreel. Su nombre significa "Dios esparcirá, y Dios vengará". Según Dios le explicó a Oseas, la referencia se dirigía directamente a la casa de Jehu. Aunque Jehu había llevado a cabo las instrucciones de Dios de destruir a la casa de Acab, él lo había hecho por odio con un gran sentimiento de venganza personal. Por ello, Dios Dijo: "Yo juzgaré. Esparciré a Israel, pero habrá misericordia en mi juicio."
Luego, nació una niña, a quien Dios dijo que se le diera el nombre de Lo-ruhama, que significaba que ella nunca conoció la compasión de un padre. No quería decir que ella fuera huérfana, sino que ella no supo quien era su padre. ¡Qué escándalo para la casa de Oseas! A través de esta circunstancia, Dios le estaba diciendo al pueblo del reino del norte que había caído en la idolatría. El mensaje divino podría expresarse así: "Vosotros no conoceréis mi compasión, porque yo no soy vuestro padre."
El tercer hijo recibió el nombre de "Lo-ammi", que significa "no son mi pueblo". Ahora, si usted lo pone en singular, quiere decir: "No es hijo mío". ¡Qué mensaje para la época de Oseas! ¡Y qué mensaje para nuestro tiempo, en el que algunos teólogos críticos afirman que todos son hijos de Dios! Dios dice que están equivocados. El no tiene hijos ilegítimos. Dios dice: "Yo sé quiénes son mis hijos. ¿Creéis que mis hijos son el fruto de una unión hecho con seres humanos? ¡Absolutamente no! Una persona solo se convierte en hija mía por medio de la fe en Jesucristo". Y el Señor Jesús les dijo q los hombres de Su tiempo que afirmaban ser hijos de Abraham: Vosotros sois de vuestro padre el diablo. Ellos no podían reclamar el ser hijos de Dios.
Estimado oyente, ¿es usted un hijo como aquel que se llamó "lo-ammi"? ¿Es usted un hijo de Dios, es usted, espiritualmente hablando, un hijo de Dios? Podemos asegurarle que usted puede convertirse en un hijo de Dios. Como dijo el evangelista Juan en su capítulo 1, versículo 12: Más a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
La historia del hogar de Oseas fue triste, y la historia continuó. Gomer abandonó el hogar. Ella volvió a su antigua profesión y se convirtió en una prostituta común. Sin duda alguna, pensaríamos que Dios iba a decirle a Oseas: "Ya has hecho podo lo que podías. Intentaste reformar a esta mujer, pero no sirvió de nada, Déjala ir". Pero no fue así. Dios dijo: "Ve, búscala y tráela de regreso a tu hogar". Y Oseas fue tras ella. Pero ella se negó a regresar. Entonces Oseas envió a sus hijos para que le suplicaran a su madre. Pero aún así, ello no regresó. Entonces, como las mujeres de esa clase hacían en aquellos días, ella se vendió a sí misma como esclava. Pero Oseas fue hasta donde ella se encontraba, la compró y la trajo nuevamente al hogar.
¡Ah, estimado oyente, qué imagen tenemos aquí de nuestro Salvador! Él nos creó y nosotros le pertenecemos. Pero después somos culpables de apartarnos de Él y dar todo nuestro amor, nuestro afecto, nuestro tiempo, a las cosas que integran el sistema del mundo. Y sin embargo, mientras éramos aun pecadores, descendió a esta tierra y nos compró en nuestra lamentable condición, para poder hacernos Sus hijos legítimos, ¡Qué amor el que nos mostró!
Y después de esta experiencia, ¿se convirtió Gomer en una esposa fiel? El relato no nos lo dice. Pero vemos a Oseas, salir de su casa marcado por la cicatriz de la vergüenza, tras una nación, con un corazón quebrantado. Su aflicción era intolerable, y con lágrimas ardientes cayendo por sus mejillas, denunció a Israel diciendo: "Habéis sido infieles a Dios. Yo sé cómo se siente Dios, porque yo me siento de la misma manera. Habéis quebrantado el corazón de Dios". ¡Qué imagen elocuente y dramática!
Oseas denunció a la nación. El pronunció un veredicto de culpabilidad por el crimen supremo de todos los crímenes. Pudo decir con sencillez, pero específicamente que ese pecado era tan negro como podía ser, y que podían esperar el castigo de Dios. Este pueblo que había conocido a Dios, al cual Dios había redimido de Egipto, a quien había dicho: "Habéis visto lo que hice a los egipcios y cómo os llevé sobre alas de águila, y os traje a mí mismo", le dio la espalda a Dios y se fabricaron un becerro de oro. Y aun en el tiempo de Oseas, no habían aprendido su lección, porque en aquellos días, en el reino del norte, permanecían erigidos dos becerros de oro. El pueblo se había apartado del Dios vivo y verdadero para entregarse a la adoración del becerro de oro. Israel estaba desempeñando espiritualmente el papel de una mujer infiel (ramera). Su pecado, era el peor pecado del mundo.
Ahora, algunos podrían decir: "bueno, yo creo que la incredulidad es el mayor pecado". En cierto sentido así es, la incredulidad es el mayor pecado, pero no es un acto, es un estado. Todos nosotros nacemos en ese estado de rebelión contra Dios. Pero gracias a Dios, la muerte de Cristo pagó el castigo de nuestro pecado. Y si usted y yo ejercitamos la fe en el Señor Jesucristo, Él nos salvará. Es cierto que la incredulidad es un pecado terrible para el cual no hay remedio humano, porque el remedio es confiar en Cristo. Pero cuando usted continúa en ese estado de incredulidad, usted está rechazando el remedio.
Además, hay otro pecado al que es posible que usted considere el peor del mundo: se trata del pecado contra la luz. Tener la luz del evangelio de Jesucristo y rechazarla es pecar contra la luz. Sinceramente, preferiría presentarme ante el trono del juicio de Dios como un idólatra de un lugar remoto del mundo, que como un miembro de iglesia que ha escuchado en repetidas ocasiones el evangelio, y lo ha rechazado. Pero éste no es el peor pecado.
El peor pecado del mundo es pecar contra el amor. Este es peor que todos los demás, y éste fue el mensaje del profeta Oseas. Gomer no fue solo culpable de romper el voto matrimonial, lo cual era ya muy grave, ella pecó contra aquel que la amaba. Ese es el pecado en su peor expresión. Estimado oyente, el pecado contra el Dios y el Salvador que le ama a usted es peor que el animismo y el carácter animalesco del mundo pagano. El pecado del paganismo no es nada comparado con el pecado de aquellos que pecan contra el amor de Dios. Es más profundo y más oscuro que la inmoralidad del bajo mundo, del submundo, y del demonismo de dicho mundo.
Oseas sabía lo que era el pecado, y sabía lo que era el amor. El pecado contra el amor agravaba el pecado.
Israel conoció el amor de Dios, como ninguna otra nación lo había conocido. Supo lo que significó la liberación, la redención, la protección, el perdón, la revelación, y el amor de Dios. Sin embargo, Israel se volvió a sus ídolos mudos, entregándose a ellos. Este fue el pecado en su peor versión.
Sin embargo, Dios no los abandonaría. El amor triunfaría. Permítanos elegir solo 3 versículos de la profecía de Oseas que nos contarán la historia de Dios.
El primero se encuentra en el capítulo 4, versículo 17, que dice: Efraín es dado a ídolos, ¡déjalo! El nombre Efraín es sinónimo del nombre Israel, y él acusó a Israel de adulterio espiritual.
Después observemos la gran pasión vibrante del Dios infinito, en Oseas, capítulo 11, versículo 8, donde leemos: "¿Cómo podré abandonarte, Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré hacerte como a Adma, o dejarte igual que a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión. Dios estaba diciendo que el no podría abandonar a Israel. La amaba demasiado. Fue por esta razón que envió a Oseas para recuperar a Gomer una segunda y una tercera vez. El quiso que Oseas supiera cómo se sentía con respecto a Israel.
Luego, el tercero y último versículo que deseamos destacar, anuncia una victoria; se encuentra en Oseas, capítulo 14, versículo 8, donde leemos: Efraín dirá: "¿Qué tengo que ver con los ídolos?" Yo lo oiré y velaré por él; yo seré para él como un pino siempre verde; de mí procederá tu fruto". Llegará un día en el que Israel volverá a Dios. Esto nos lleva a creer que finalmente Gomer cambió y se convirtió en una buena esposa y madre. No podemos estar seguros de ello, pero sí podemos estar seguros de que Israel un día regresará a Dios con todo su corazón.
Ahora, ¿hay aquí alguna aplicación para usted y para mí?" ¿Encaja esta impactante descripción del adulterio espiritual con creyente de nuestro tiempo? Sí, la tiene. Bueno, la iglesia es descrita como la novia de Cristo. El apóstol Pablo dijo a los cristianos de Corinto en su segunda epístola, capítulo 11, versículo 2: ...os he desposado con un sólo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo. Y a la iglesia en Éfeso el Señor Jesucristo le dijo: Yo conozco tus obras, tu arduo trabajo y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos.... Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor (como vemos en Apocalipsis, 2:2 y 4).
Estimado oyente, no es suficiente el tener una doctrina o teología correcta y estar activo en algún servicio para Cristo. Estos factores son importantes y ocupan su lugar; pero el factor esencial es el amor. ¿Ha dejado usted su primer amor? ¿Ama hoy usted al Señor?
El nombre Oseas, significa salvación; es otra forma lingüística para "Josué", que es el nombre Hebreo para la forma griega "Jesús". La Iglesia es la novia del Oseas del Nuevo Testamento. ¡Pero el Oseas de nuestro relato estaba unido a una ramera espiritual!
En Apocalipsis capítulo 17 encontramos la más espantosa figura de la Biblia. Personifica a la Iglesia y la llama el misterio de la gran ramera, la gran Babilonia. Esta es en nuestro tiempo la tendencia seguida por un sector de la iglesia organizada. Muchos creyentes, simplemente permaneciendo activamente ocupados, están ocultando su frustración tras una falta de realidad en su experiencia espiritual. Esa actividad no es otra cosa que una inquietud nerviosa. Por debajo de ese activismo, en su interior, no pueden decir sinceramente que aman al Señor y que le son fieles. Con lágrimas, el Señor acusó a la iglesia de ser tibia, poco entusiasta. Él le dijo, como vemos también en Apocalipsis: "¡Ojalá fueras fría o caliente!".
Permítanos ser muy personales estimado oyente, al preguntarle sobre su relación con Cristo. ¿Se ha interpuesto alguna nube entre su alma y su Salvador? Se cuenta que en cierta ocasión, el famoso predicador Spurgeon se detuvo repentinamente en la calle y se puso a orar. Cuando terminó de hacerlo, su acompañante le preguntó acerca de su actitud y la respuesta de Spurgeon fue: "Una nube se interpuso entre mi alma y Cristo, y yo no podía permitir que se quedara allí, hasta que yo llegara al otro lado de la calle". Antes de encomendarle una actividad y responsabilidad, el Señor le formuló a Simón Pedro una incisiva pregunta: ¿Me amas?" Esta pregunta es tan conmovedora y pertinente ahora como lo fue en aquel amanecer junto al Mar de Galilea.
Estimado oyente, cuando usted le da la espalda a Aquel que amó tanto al mundo que entregó a su único Hijo, usted no está solamente actuando mal, no está simplemente alejándose de Él con incredulidad, sino que está cometiendo el mayor pecado de todos. Se está apartando de un Dios que le ama y murió por usted. No hay otro pecado que pueda igualarse a ese.
Y aquí nos detenemos por hoy, no sin antes sugerirle que lea todo el primer capítulo de este interesante libro del profeta Oseas para familiarizarse con su contenido y poder seguir más de cerca nuestro recorrido por este interesante libro del Antiguo Testamento.
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