Estudio bíblico de Oseas Introducción 1
Oseas - Introducción (1ª parte)
Iniciamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en el libro de Oseas en el Antiguo Testamento. Comenzando con Oseas y concluyendo con Malaquías, hay una serie de doce libros, a los cuales se les llama "los profetas menores", mientras que a Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, se les llama "los profetas mayores". Los profetas menores fueron así llamados considerando el tamaño de los libros, y no su contenido. Sin embargo, incluso ese criterio de división de los profetas no es completamente exacto, ya que Oseas es más extenso que el libro del profeta Daniel. En realidad, los así llamados "profetas menores" no son menores en ninguno de sus aspectos. Cada uno de ellos transmite un mensaje de gran importancia por sí mismo.
Los Profetas Menores fueron extremadamente nacionalistas, aunque no eran aislacionistas. Ellos trataron el hecho de que el pueblo de Dios había quebrantado la ley de Dios, es decir, los Diez Mandamientos. Este tema necesariamente colocó el énfasis sobre las obras, sobre las buenas obras. Por tal motivo, algunos teólogos críticos y promotores de un evangelio social han utilizado mucho a los Profetas Menores. Lamentablemente, ellos han perdido el mensaje principal de estos profetas. Veremos algo de esto cuando nos introduzcamos en la profecía de Oseas. Los Profetas menores advirtieron contra las alianzas impías con otras naciones. Eran extremadamente patrióticos y denunciaron la corrupción política y moral. Advirtieron a Israel contra su aislamiento con respecto a Dios. A continuación diremos algo sobre
El escritor
Oseas fue un profeta que vivió durante la época del reino dividido. Fue un profeta enviado al reino del norte, que fue llamado el reino de Israel, diferenciado del reino del sur, conocido como el reino de Judá. Ahora haremos algunas consideraciones sobre
El tiempo en que surgió este libro
El primer versículo del capítulo 1, de Oseas dice:
"Palabra que el Señor dirigió a Oseas hijo de Beeri, en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel."
Oseas mencionó primero a los cuatro reyes de Judá, y después mencionó al rey de Israel, el reino del norte. Como ellos eran todos contemporáneos de Oseas, el profeta los mencionó a todos. Él era un profeta ante el reino del norte de Israel, como lo revela el contenido del libro.
Oseas fue contemporáneo de Amós, otro profeta de Israel. También fue contemporáneo de Miqueas e Isaías, profetas del reino de Judá. Su ministerio se extendió durante medio siglo, y vivió para ver el cumplimiento de su profecía en el cautiverio de Israel.
Este profeta puede ser comparado con el profeta Jeremías del reino del sur. Jeremías advirtió al pueblo del reino del sur que ellos serían conducidos al cautiverio en Babilonia, y vivió para verlo. Oseas advirtió al reino del norte que ellos serían llevados al cautiverio de Asiria, y también vivió para verlo. Así que Jeremías y Oseas tuvieron muchas cosas en común. Ahora abordaremos el asunto del
Tema del profeta Oseas
El tema de este libro es una súplica a volver al Señor. Tenemos un mensaje titulado "El pecado más grande en todo el mundo", que enfatiza el gran tema de este libro. Lo utilizaremos como introducción a esta hermosa profecía de Oseas. Consideremos pues
El mayor pecado del mundo
Algunas veces se ha expresado la acusación de que el púlpito del día presente es débil e incierto. Además, se le acusa de que, en vez de ser "una voz en el desierto", el púlpito moderno se ha instalado cómodamente para convertirse en una caja de resonancia para los caprichos y deseos de un pueblo indiferente que siente desazón al oír. Ahora, si la acusación es cierta, y en muchos casos lo es, se debe a que el púlpito se muestra reticente a enfrentarse con los grandes problemas de la vida. Esta vacilación surge de un deseo de evitar críticas y del temor de llegar a ser ofensivo ante las sensibilidades más delicadas. Con mayor frecuencia, creemos que es un temor cobarde a encarar las duras realidades de la vida, y luchar con este Leviatán, con este monstruo, de los problemas de la vida actual. El púlpito hoy cita a la poesía y rocía a sus oyentes con agua perfumada. Vive en una tierra de fantasía en vez de decir: "Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo".
El teatro, las revistas semanales y mensuales y otras agencias de comunicación tratan sobre la vida desprovista de sus sutilezas. Estos instrumentos para alcanzar y enseñar a las masas se quitan los guantes y confrontan los problemas que nos llegan diariamente.
Pero no así el púlpito. El púlpito ha evitado estos hechos, estas realidades. Al llegar a la profecía de Oseas, no podemos evitar el tratar con los problemas y hechos de la vida, porque esa es la historia que yace tras los titulares de la profecía de Oseas. No es una historia hermosa, pero debemos entenderla, si vamos a comprender el mensaje de Oseas.
Y esa historia que existe tras la profecía de Oseas es la tragedia de un hogar roto, de un hogar destruido. La experiencia personal de Oseas es el trasfondo de su mensaje. Él sale de un hogar desecho para hablar a la nación, con un corazón que está quebrantado. Él sabía exactamente cómo se sentía Dios, porque él mismo se sentía de la misma manera.
El hogar es la Roca que sirve de fundamento a la sociedad y ha desempeñado ese papel en todos los pueblos. Dios le dio el hogar a la humanidad. Se lo dio al mismo comienzo de la historia. Es la unidad más importante en la estructura social. Es para la sociedad lo que el átomo es para este universo físico. Se nos ha dicho que el pequeño átomo es el elemento esencial, el componente básico del Universo. Bueno, el hogar hoy es ese elemento esencial, ese componente básico de la sociedad. El carácter y color de un edificio está determinado por el de los ladrillos individuales con que ha sido construido. Ninguna nación hoy es más fuerte que lo que lo sean los hogares que la componen, porque el hogar determina el color y la tez de la sociedad. El hogar es la cadena que mantiene unida una nación, una cadena en la que cada eslabón individual es importante.
El hogar es donde vivimos, nos movemos y vivimos nuestra existencia. Es en el hogar donde somos realmente nosotros mismos. Cuando salimos de él nos vestimos física y psicológicamente. A veces nos preparamos como una especie de fachada cuando atravesamos la puerta de calle y salimos a la calle. Pero es dentro de las paredes del hogar donde nos quitamos nuestra máscara, y nos mostramos como somos en realidad.
Debido a la posición estratégica del hogar, Dios ha colocado alrededor de él ciertas defensas para protegerlo. Lo ha rodeado con ciertos baluartes debido a su importancia. Uno de estos es el matrimonio. Dios ha dedicado más atención a la institución del matrimonio que la que ha dedicado a cualquiera otra institución que haya en este mundo. La sociedad nunca hizo el matrimonio. La sociedad encontró el matrimonio. Fue Dios quien hizo el matrimonio y Él fue quien lo entregó a la humanidad; y el matrimonio descansa, se apoya sobre su Palabra directa. "...por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre". Dios celebró la primera ceremonia matrimonial. Él entregó la primera novia. Él bendijo a la primera pareja. El matrimonio es más que un contrato legal, más que un arreglo económico, más que una unión de dos seres que se aman mutuamente. ¡Es un acto de Dios! Se apoya sobre la autoridad de Su mandamiento. Muchos jóvenes que se aman hoy creen que todo lo que se necesita para casarse es tener un certificado del juzgado y un predicador o una determinada ceremonia. Amigo oyente, para que su matrimonio sea un éxito, usted tiene que tener a Dios. Si Dios no interviene en la preparación de ese matrimonio, éste se estrellará contra las rocas, estará encaminado al fracaso.
Dios ha dado una energía, una motivación a la raza humana para reproducirse dentro del marco del matrimonio, y eso es lo que hace el hogar. Él dijo que "...los dos serán una sola carne". Antes de que el hombre saliera del jardín de Edén, Dios le dio esta institución. Además de las pieles que Adán y Eva llevaban puestas, lo único que tenían era un certificado de matrimonio entregado por Dios. Eso era todo. Esa fue la única institución que salió del jardín del Edén.
El matrimonio, amigo oyente, es una relación sagrada; es una unión santa. El Nuevo Testamento resume la mente de Dios en este tema cuando dijo, en la epístola a los Hebreos, capítulo 13, versículo 4: Honroso sea en todos el matrimonio... Por tanto el matrimonio no puede romperse sólo por algún sencillo acto legal. No puede romperse por una simple explosión de mal genio. No puede deshacerse por voluntad propia. Personalmente, creemos que hay sólo dos actos que pueden disolver un matrimonio, es decir, un verdadero matrimonio.
El primer acto es la muerte, por supuesto, que automáticamente corta la relación.
El segundo acto es la infidelidad, ya sea de parte del hombre o de parte de la mujer. Este acto rasga la relación en dos. En el Antiguo Testamento, la parte culpable de adulterio, era tratada en una de las maneras más rígidas y severas que se pueda imaginar. En primer lugar leamos en el libro de Levítico, capítulo 20, versículo 10, para ver la importancia que Dios dio a este asunto. Allí leemos: Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos. Ahora, para una mujer soltera acusada de adulterio la ley dijo lo que podemos leer en Deuteronomio, capítulo 22, versículos 20 y 21: .. 20»Pero si resulta ser verdad que no se halló virginidad en la joven, 21entonces la sacarán a la puerta de la casa de su padre, y la apedrearán los hombres de su ciudad hasta que muera, por cuanto cometió una vileza en Israel al prostituirse en casa de su padre. Así extirparás el mal de en medio de ti.
Ahora, creemos que es necesario decir aquí unas pocas palabras a modo de explicación. En primer lugar, hay muchos cristianos estrictos hoy que utilizan el pasaje que tenemos en la epístola a los Romanos, capítulo 7, versículo 2, como base para el punto de vista extremo de que una persona divorciada cuya anterior compañero o compañera viva, nunca se puede volver a casar. El citado versículo 2 dice: La mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley que la unía a su marido. Y estos creyentes olvidan que bajo la ley la persona casada que había resultado ser culpable de fornicación o inmoralidad era apedreada hasta la muerte y la parte inocente, bajo la ley, ya no tenía vivo al ex componente de su pareja.
No estamos seguros pero el Apóstol Pablo incluyó al abandono en el apartado de la infidelidad mencionada en la primera carta a los Corintios capítulo 7, versículo 15, cuando escribió: 15Pero si el no creyente se separa, sepárese, pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a vivir en paz nos llamó Dios.
Ahora, otro asunto relacionado con la ley que necesita ser ampliado es la referencia en el libro de Deuteronomio, que parece excluir al hombre de cualquier acusación o culpa. Alguien podría preguntar: "¿Pero, por qué se señala a la mujer; acaso no es el hombre culpable también?" Sí, estimado oyente, pero hay dos cosas que usted necesita tener en cuenta. Una, es que la palabra utilizada es siempre el término genérico, que es "Anthropos" en el griego, que significa humanidad y no tiene relación con el sexo, pudiendo referirse tanto al hombre como a la mujer. Hacemos la misma distinción en la terminología legal. Quizá usted haya notado que en algunos lugares al elaborar un contrato se dice, refiriéndose a una de las partes, que si "él" hace eso, o si "él" promete aquello, o si "él" concuerda con esto o aquello, en fin, algunas veces ese "él" resulta ser "ella". O sea, que el término se use indistintamente para cualquiera de las dos partes, indiferentemente de su sexo. También debemos recordar que el matrimonio es una figura de Cristo y la Iglesia, y Él nunca es culpable. Pero la iglesia lo es. De manera que la Biblia no enseña una norma doble. Pero creemos que enseña una norma diferente.
Personalmente creemos que Dios ha creado a la mujer más delicada que al hombre. Por tal motivo, cuando ella es arrastrada por una mala conducta, llega más lejos de lo que llega el hombre. No es que el pecado de uno sea peor que en el otro, pero los resultados del pecado son mucho más perjudiciales. Muchos pastores han visto a lo largo de su ministerio que hay niños que se sobreponen a las desventajas de haber tenido un padre que no supo ser buen padre, pero nunca han visto niños que se hubieran sobrepuesto a las desventajas de haber tenido una mala madre. Por otra parte, un padre lamentable constituye una desventaja seria para un niño, pero una buena madre compensa esa situación con creces. La madre es el centro del hogar. Permítanos decir, amigo oyente, que Dios puso a la mujer en el hogar y la hizo sumamente importante en ese lugar.
Cada mujer fue alguna vez una niña pequeña muy parecida a la descripción compuesta por Alan Beck, titulada "¿Qué es una niña?" Dice así: "Las niñas pequeñas son las cosas más bellas que le ocurren a la gente. Nacen con un poco de resplandor angelical en ellas, y aun cuando se esfume algunas veces, siempre queda lo suficiente como para cautivar a su corazón, incluso aunque estén sentadas en el barro, o se encuentren derramando lágrimas de enojo, o desfilando por la calle en los mejores vestidos de mamá.
Una niña pequeña puede ser más dulce (y más mala) con más frecuencia, que ninguna otra persona en el mundo. Ella puede temblar de miedo, andar dando fuertes pisotones, hacer ruidos divertidos y agotar sus nervios, pero sin embargo, cuando apenas uno abre la boca, allí está ella, tímida, algo coqueta, con esa mirada especial en sus ojos. Una niña es la inocencia jugando en el barro, la belleza parándose sobre la cabeza, y la maternidad arrastrando a una muñeca por los pies.
Dios le pide prestado a muchas criaturas para hacer a una niña pequeña. Él usa el trino de un ave, el chillido de un cerdo, la terquedad de una mula, las travesuras de un mono, la viveza agilidad de un saltamontes, la curiosidad de un gato, la picardía de una zorra, la suavidad de un gato. Y por encima de todo, la misteriosa mente de una mujer.
A una niña pequeña le gustan los zapatos nuevos, los vestidos de fiesta, los animales pequeños, las muñecas, la fantasía, los helados, el maquillaje, el ir de visita, las fiestas, y un chico. No le interesan mucho los visitantes, o los chicos en general, o los perros grandes, o que le ayuden a bajarse, o las sillas derechas, o las verduras, o los vestidos para la nieve, o el quedarse en el patio del frente. Ella habla más alto cuando uno está pensando; se ve más hermosa cuando lo provoca a usted, está más ocupada a la hora de acostarse; más tranquila cuando uno quiere destacarla ante los demás, y lo más coqueta posible cuando no deba en absoluto conseguir otra vez lo mejor de usted.
Ella puede desordenar su casa, su cabello, y su dignidad --gastar su dinero, su tiempo y su genio-- y entonces, cuando su paciencia está a punto de terminarse, muestra el resplandor de su mirada y usted está nuevamente perdido.
Sí, ella es un fastidio que atormenta los nervios, un pequeño y ruidoso paquete de travesuras. Pero cuando los sueños de uno se desmoronan y el mundo se encuentra en desorden, cuando parece que uno, después de todo, es casi un tonto, ella puede hacerle sentir a usted como un rey cuando se sube a sus rodillas y susurra: "te quiero más que a nadie". Hasta aquí la cita.
Y así, Dios forma de esta encantadora niña pequeña, hasta que llegue a ser un instrumento fino y delicado, una mujer. Pero cuando una mujer opta en la vida por el mal camino, la tragedia resulta incalculable.
El trasfondo de la profecía de Oseas es la historia de una mujer caída y un hogar deshecho. Es una historia de aquello que debe ser contrastado con el ideal de Dios en cuanto al matrimonio y a la condición de la mujer. Dios utilizó este libro para contarnos Su propia historia.
Y aquí vamos a detenernos por hoy, estimado oyente. En nuestro próximo encuentro, continuaremos con la introducción a este libro. Pero antes, le sugerimos leer todo el primer capítulo de este interesante libro de Oseas, para estar mejor informado de lo que diremos en nuestro próximo estudio, en el cual esperamos, como siempre, contar con su compañía.
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