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Estudio bíblico de Éxodo 4:6-5:2

Exodo 4:6-31

En nuestro programa anterior considerábamos el episodio en que Dios le hablaba a Moisés desde la zarza ardiendo, encomendándole la misión de liberar al pueblo oprimido en Egipto. Moisés no se consideraba la persona adecuada para semejante empresa y entonces, Dios había puesto una vara en su mano, demostrándole los milagros que podía realizar si confiaba en El y cumplía sus propósitos. En el relato que hoy comenzamos, Dios le ofrecería otra prueba de su poder, como una lección más antes de cumplir su misión. Leamos, pues, los versículos 6 al 8:

"Y añadió el Señor: Ahora mete la mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno, y cuando la sacó, he aquí, su mano estaba leprosa, blanca como la nieve. Entonces El dijo: Vuelve a meter la mano en tu seno. Y él volvió a meter la mano en su seno, y cuando la sacó de su seno, he aquí, se había vuelto como el resto de su carne. Y acontecerá que si no te creen, ni obedecen el testimonio de la primera señal, quizá crean el testimonio de la segunda señal."

El seno re presentaba la vida interior de Moisés. Dice el libro de los Proverbios 4:23;

"Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida."

En otras palabras, la mano actúa según las órdenes del corazón. Dios quiso poner la vara en la mano de un hombre entregado, sometido a El. El quería que la mano de Moisés estuviese de acuerdo con su corazón. En el Evangelio según Mateo 7:17 se encuentra esta declaración del Señor:

"Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos."

Además, en Lucas 6:45, vemos que el Señor dijo:

"El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca."

Dios le estaba diciendo a Moisés que el quería poseer su mano y su corazón. Y El nos está diciendo lo mismo a nosotros en la actualidad. Dios no quiere nuestro dinero ni nuestras capacidades. Dios nos quiere a ti y a mí. Si el posee completamente nuestro ser, entonces tendrá también el resto.

Continúa diciendo el versículo 10:

"Entonces Moisés dijo al Señor: Por favor, Señor, nunca he sido hombre elocuente, ni ayer ni en tiempos pasados, ni aun después de que has hablado a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua."

Aquí tenemos otra objeción de Moisés, en la que manifiesta su falta de elocuencia y dificultades para expresarse. Su trayectoria demostraría que era capaz de comunicarse bien cuando la ocasión lo requiriese, así que en este episodio esta poniendo una excusa porque no se sentía la persona adecuada para esta tarea. Leamos los versículos 11 al 13:

"Y el Señor le dijo: ¿Quién ha hecho la boca del hombre? ¿O quién hace al hombre mudo o sordo, con vista o ciego? ¿No soy yo, el Señor? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que has de hablar. Pero él dijo: Te ruego, Señor, envía ahora el mensaje por medio de quien tú quieras."

Dios le estaba diciendo a Moisés que El no solo quería su mano, sino también su boca: Y le prometió estar cerca de él para enseñarle y guiarle en lo que tendría que decir. Anteriormente afirmamos que lo que nosotros decimos proviene de lo íntimo del corazón, o de la mente. Por ello Dios quería poseer el corazón de Moisés. Pero está claro que éste estaba tratando de encontrar un sustituto. Y éste es el Tema del párrafo siguiente, que nos relata cómo

Aarón se convirtió en el portavoz de Moisés

Leamos, los versículos 14 al 18;

"Entonces se encendió la ira del Señor contra Moisés, y dijo: ¿No está allí tu hermano Aarón, el levita? Yo sé que él habla bien. Y además, he aquí, él sale a recibirte; al verte, se alegrará en su corazón. Y tú le hablarás, y pondrás las palabras en su boca; y yo estaré con tu boca y con su boca y os enseñaré lo que habéis de hacer. Además, él hablará por ti al pueblo; y él te servirá como boca y tú serás para él como Dios. Y tomarás en tu mano esta vara con la cual harás las señales. Moisés se fue y volvió a casa de su suegro Jetro, y le dijo: Te ruego que me dejes ir para volver a mis hermanos que están en Egipto, y ver si aún viven. Y Jetro dijo a Moisés: Ve en paz."

Moisés cometió un grave error al pedirle a Dios un portavoz. Dios lo permitió, pero El no quería un mando dividido y al avanzar en la historia, encontraremos que surgirían problemas cuando los israelitas viajaban por el desierto. En el libro de Números, descubriremos que Aarón estaría implicado en la fabricación de un becerro de oro para que Israel lo adorase mientras Moisés estaba en el monte Sinaí. En aquella ocasión, Aarón cometió una terrible equivocación y ésta fue la consecuencia de tener al frente del pueblo, un mando dividido. Y otros problemas afloraron, como también relata el citado libro de Números. Dios no necesitaba a Aarón para la empresa de liberar a los israelitas; solo necesitaba a Moisés. Pero éste se mostró reacio a depositar totalmente su confianza en Dios, quien como resultado, tuvo que enviar a otro, como Aarón, que le acompañase. Es cierto que tenemos que reconocer nuestras debilidades, pero cuando Dios nos llama a realizar una tarea, deberíamos responder con confianza. Dios nos capacitará para llevar a cabo la labor que nos llama a realizar.

El párrafo que sigue, se ocupa de las incidencias ocurridas cuando

Moisés regresó a Egipto

Leamos los versículos 19 al 21:

"Y el Señor dijo a Moisés en Madián: Ve, vuelve a Egipto, porque han muerto todos los hombres que buscaban tu vida. Moisés tomó su mujer y sus hijos, los montó sobre un asno y volvió a la tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano. Y el Señor dijo a Moisés: Cuando vuelvas a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón de modo que no dejará ir al pueblo."

Había entonces un nuevo Faraón en Egipto. El anterior, el que había ordenado la muerte de Moisés, había muerto y Moisés podía regresar sin peligro. El hecho de que Dios dijese que endurecería la mente de Faraón ha presentado siempre un problema, que surgirá nuevamente cuando consideremos las plagas; entonces lo estudiaremos más detalladamente y llegaremos a una solución satisfactoria. Continuemos leyendo los versículos 22 y 23:

"Entonces dirás a Faraón: Así dice el Señor: Israel es mi hijo, mi primogénito. Y te he dicho: Deja ir a mi hijo para que me sirva, pero te has negado a dejarlo ir. He aquí, mataré a tu hijo, a tu primogénito."

Dios no estaba llamando al israelita individual un hijo de Dios, pero sí podía hablar de la nación, describiéndola como su "hijo y primogénito". Aquí también conviene aclarar que Dios fue muy indulgente en su trato de Faraón y los Egipcios. Al principio del conflicto, le dijo a Faraón que si no dejaba salir a los israelitas de Egipto, causaría la muerte de su hijo. Pero antes de actuar sobre los hijos primogénitos de Egipto, envió muchas plagas, dándole un extenso período de tiempo y oportunidades de reconocer al verdadero Dios y de permitir que Israel pudiese salir. Pero Faraón no aprovechó tales ocasiones. Continuemos leyendo los versículos 24 al 26:

"Y aconteció que en una posada en el camino, el Señor le salió al encuentro y quiso matarlo. Entonces Séfora tomó un pedernal, cortó el prepucio de su hijo y lo echó a los pies de Moisés, y dijo: Tú eres, ciertamente, un esposo de sangre para mí. Y Dios lo dejó. Ella había dicho entonces: Eres esposo de sangre, a causa de la circuncisión."

Aunque éste sea un incidente extraño, revela la tercera objeción real de Moisés. El había descuidado el rito de la circuncisión de su hijo. Dicha ordenanza constituía la evidencia o sello de garantía del pacto que Dios había hecho con Abraham. Si Moisés iba a proclamar a otros la voluntad de Dios, él mismo tenía que ser obediente a la voluntad de Dios. Y Dios, por su parte, tenía que recordarle su desobediencia, aunque fuese a la fuerza o a través de una grave enfermedad. Este episodio parece difícil de entender y debemos retroceder en el tiempo, por un momento, para examinar el problema. En el pasado, cuando Moisés huyó como un fugitivo de Egipto, se dirigió a la tierra de Madián. Los madianitas eran los descendientes de Abraham y su esposa Cetura. Aquel pueblo era monoteísta. No eran idólatras, pues adoraban a un solo Dios. Y Moisés se sintió a gusto con ellos.

Moisés se hizo muy amigo del Sacerdote de Madián, que tenía siete hijas. Moisés se casó con su hija Séfora. Al principio, Dios bendijo el hogar de Moisés. Su primer hijo, llamado Gerson, que significaba extranjero, nació en Madián. Moisés había sido extranjero en esa tierra, pero la había convertido en su hogar.

Desgraciadamente, en la vida matrimonial de Moisés había un problema. Dios llamó a Moisés desde la zarza que ardía y le encargó una misión en Egipto. Faraón había muerto y Moisés podía regresar sin peligro. Al emprender el viaje de regreso a Egipto, se produjo el incidente del que acabamos de leer, en que Dios intentó matarle. ¿Por qué? Porque Moisés no había observado la circuncisión, que estaba ideada para enseñar a los israelitas que no tuvieran confianza en sí mismos, en su propia naturaleza humana. Parte de su carne debía ser cortada y cada israelita debía depositar su confianza en Dios.

Pasajes Bíblicos como Génesis 15:6, Romanos 4:3 y Gálatas 3:6, nos dicen que Abraham creyó en Dios y entonces Dios le consideró como justo, le aceptó, concediéndole su amistad. Isaac y Jacob siguieron el ejemplo de Abraham. Eran israelitas de nacimiento, pero el rito de la circuncisión era la señal distintiva. Para ellos, cumplir con ese rito era un acto de fe. La circuncisión era la evidencia de que un hombre era descendiente de Abraham, y también la evidencia de que tenían fe.

Aparentemente, Séfora se había resistido al mandato de la circuncisión y Moisés no había insistido en que se realizase. Quizás Moisés no creyó que ese acto fuese tan importante y, evidentemente, su esposa pensó que se trataba de algo absurdo y sangriento. De todos modos, Moisés no quiso precipitar una división en su matrimonio. Su esposa no era atea sino monoteísta. Simplemente se estaba resistiendo a una ordenanza de Dios y Moisés no había querido forzar la situación. El tendría que decirles a los israelitas que rectificasen cuando estuvieran equivocados, pero no había podido enfrentarse a su propia esposa cuando ella estuvo en el error.

El haber desobedecido el mandato de Dios provocó Su intervención, en la que quiso darle una última lección antes de convertirle en el máximo líder de su pueblo, haciéndole ver la seriedad de su situación.

Fue Séfora quien llevó a cabo el rito de la circuncisión en su hijo, para salvar la vida de Moisés; lo hizo como un acto de fe, reclamando la promesa del pacto con Abraham que implicaba la redención por medio de la sangre, y la desconfianza en la naturaleza humana del ser humano. Después de la circuncisión de su hijo, quizás cuando llegaron a Egipto, Moisés se dio cuenta del problema y la envió de regreso a su hogar con su padre. Más tarde, durante el viaje por el desierto, veremos que Jetro, suegro de Moisés, trajo a Séfora y ésta se reunió nuevamente con Moisés.

Leamos los versículos del final del capítulo 4, desde el 27 al 31, que relatan el primer encuentro entre Moisés y Aarón, después de 40 años;

"Y el Señor dijo a Aarón: Ve al encuentro de Moisés en el desierto. Y él fue y le salió al encuentro en el monte de Dios, y lo besó. Y contó Moisés a Aarón todas las palabras del Señor con las cuales le enviaba, y todas las señales que le había mandado hacer. Entonces fueron Moisés y Aarón y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel; y Aarón habló todas las palabras que Dios había hablado a Moisés. Este hizo entonces las señales en presencia del pueblo, y el pueblo creyó. Y al oír que el Señor había visitado a los hijos de Israel y había visto su aflicción, se postraron y adoraron."

Esta fue una gran escena de adoración. Aquel pueblo expresó su fe en Dios, en base a la cual Dios les conduciría fuera del país de Egipto.

Observaciones aclaratorias al capítulo 5

El capítulo 5 comenzará en el conflicto con Faraón. Las plagas serían dirigidas contra la idolatría de Egipto. Moisés regresaba al país después de una ausencia de 40 años, como un libertador preparado para liberar a su pueblo. Debía reunirse con los ancianos dirigentes de Israel y ellos tendrían que presentarse ante Faraón para exponerle su pedido. Faraón se negaría a dejarles salir y ello desencadenaría la lucha entre Dios y los dioses de Egipto.

Las plagas no fueron llegando como por casualidad ni fueron fruto de la improvisación. Se trató de una sucesión organizada de calamidades y con un significado concreto, contra la idolatría de Egipto.

Faraón hizo la pregunta: ¿Quién es el Señor para que yo escuche su voz y deje ir a Israel? No conozco al Señor, y además, no dejaré ir a Israel. Así fue como Dios se presentó a Sí mismo y lo hizo haciendo venir las plagas que llegaron a aquella tierra para liberar a Su pueblo. En Éxodo 7:5, el Señor dejó claras sus intenciones, diciendo;

"Y sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando yo extienda mi mano sobre Egipto y saque de en medio de ellos a los hijos de Israel."

Cada plaga fue dirigida contra un dios diferente de Egipto. Había allí miles de templos y millones de ídolos, dedicados a unos 3.000 dioses. Es que la religión representaba un verdadero poder en aquel país. Pero los egipcios no eran ignorantes. Nosotros tenemos grandes adelantos científicos, incluyendo la exploración del espacio, pero esto no significa que somos superiores a ellos. Todo nuestro conocimiento está basado en lo que se nos ha transmitido desde el pasado. Hemos edificado sobre el conocimiento acumulado que nos ha llegado a través de los siglos. El apóstol Pablo nos habló del poder de las religiones de Egipto. En su segunda carta a Timoteo 3:8 dijo:

"Y así como Janes y Jambres se opusieron a Moisés, de la misma manera éstos también se oponen a la verdad; hombres de mente depravada, reprobados en lo que respecta a la fe."

Se trataba de un poder satánico y Satanás otorga poder a aquellos que le adoran. El oráculo de Delfos, fue un ejemplo de ello. Pero Dios habría de dirigir sus plagas contra la idolatría, Faraón y Satanás. Dice Éxodo 12:12;

"Porque esa noche pasaré por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, tanto de hombre como de animal; y ejecutaré juicios contra todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor."

Dios puso en evidencia que los dioses de Egipto eran falsos, y reveló a los israelitas su capacidad para liberarles; éstos habían nacido en las fábricas de ladrillos, en medio de la idolatría y Dios tenía que demostrarles que El era superior.

A continuación incluiré un perfil breve sobre cada plaga, que nos ayudará a comprobar el sentido y finalidad de cada una. Cuando Moisés se presentó por primera vez ante Faraón, hizo que su vara se transformase en una serpiente. Pero los sabios de Egipto realizaron el mismo milagro. Esto nos revela que Satanás posee poderes definidos. Después de aquella demostración comenzaron a llegar las plagas.

1. EL AGUA CONVERTIDA EN SANGRE (Éxodo 7:19-25); La fertilidad del tierra en Egipto dependía del desbordamiento del río Nilo, para el suministro de fertilizantes e irrigación. Por lo tanto, este río era sagrado ante el dios Osiris, cuyo ojo-que-todo-lo-ve puede verse en muchas pinturas egipcias. Cada primavera, cuando el río traía vida, se celebraban ritos paganos. Cuando las aguas se transformaron en sangre, el río trajo muerte en vez de vida. Los sabios de Egipto también imitaron esta plaga con sus hechizos.

2. LA PLAGA DE LAS RANAS (Éxodo 8:1-15) Uno de los templos más hermosos de Memfis, era el dedicado a Heka, la divinidad con cabeza de rana. Los egipcios encontraban ranas no podrían matarlas, pues ello constituiría una ofensa dado su carácter sagrado. Los sabios también reprodujeron este milagro, lo que podría indicar su habilidad, hasta este momento, en trucos de destreza manual o recursos mágicos similares.

3. LA PLAGA DE LOS PIOJOS (Éxodo 8:16-20) Los egipcios adoraban a Geb, dios de la tierra. Pero el polvo de la tierra se transformó en piojos por todo el país de Egipto. Y la gente tuvo que despreciar lo que antes era sagrado para ellos. Faraón no pidió que esta plaga fuese retirada y los hechiceros egipcios no pudieron reproducir esta peste. Y parecieron reconocer que Aquel que había enviado aquella plaga era superior a sus dioses.

4. LA PLAGA DE LOS INSECTOS (Éxodo 8:20-32) Algunos creen que los enjambres de insectos eran enormes cantidades de escarabajos, cuyo dios se llamaba Kepara. Su figura ha aparecido en las tumbas egipcias y se le ha relacionado con la vida eterna. Eran sagrados para Ra, dios del sol.

5. LA PLAGA DE LA PESTE EN EL GANADO (Éxodo 9:1-7) El segundo templo en tamaño que se edificó en Egipto estaba situado en Menfis, y estaba dedicado a la adoración del toro negro Apis.

6. LA PLAGA DE LAS ULCERAS (Éxodo 9:8-17) Los sacerdotes de todas las religiones de Egipto tenían que ser limpios, sin ninguna mancha o defecto en el cuerpo para poder servir en los templos. Durante esta plaga, tuvieron una interrupción momentánea de la adoración, debido a las úlceras que sufrían los sacerdotes, quienes no podían realizar su servicio. Fue realmente un juicio sobre el sisTema religioso.

7. LA PLAGA DEL GRANIZO (Éxodo 9:18-35) En ésta Dios demostró su poder sobre los dioses del cielo, impotentes en sus propios dominios.

8. LA PLAGA DE LAS LANGOSTAS (Éxodo 10:1-20) Este juicio estaba dirigido contra los dioses de los insectos. Significó una maldición para las cosechas y fue una evidencia del juicio de Dios tal como se expone en los libros del profeta Joel y Apocalipsis.

9. LA PLAGA DE LA OBSCURIDAD (Éxodo 10:21-29) Con la obscuridad, Dios intervino contra el dios principal que ellos adoraban a Ra, dios del sol--. El disco solar es el símbolo más conocido de las ruinas egipcias. Esta plaga destaca la impotencia de ese dios Ra.

10. LA MUERTE DE LOS HIJOS MAYORES (Éxodo 11-12:30) De acuerdo con la religión de Egipto, el primer hijo pertenecía a los dioses de Egipto. En otras palabras, Dios estaba tomando posesión de quienes estaban consagrados a los dioses del país. Dios les estaba enseñando a los egipcios quién era El y convenciendo al Faraón de que El era el verdadero Dios. El estaba también llevando a Su propio pueblo al punto en que los israelitas le reconociesen como su Dios. Este fue el acto final de juicio que liberaría a Israel de la cautividad egipcia.

Podemos imaginar la idolatría que imperaba en aquel país. Sin embargo el Señor, por medio del profeta Isaías había predicho que vendría un tiempo en que todos los ídolos desaparecerían de Egipto. En la actualidad, Egipto es un país musulmán, que no permite en absoluto los ídolos; todos han desaparecido, como el Señor había anunciado.

Estimado oyente, al terminar hoy, habiendo hablado de esclavitud y liberación, quisiera asegurarte que tienes que conocer al Señor antes de que puedas experimentar una liberación. Algunos no se dan cuenta de que la necesitan y otros sí, son conscientes de su necesidad de alcanzar la libertad frente a consecuencias del pecado tales como cautividad y opresión. En el Evangelio según Juan 8: 32, 34 y 36, quedaron registradas ciertas palabras de Jesucristo, claras y apropiadas para todos los tiempos;

"y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. todo el que comete pecado es esclavo del pecado Así que, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres."

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