Estudio bíblico: El rey Asa y sus altibajos - 2 Crónicas 15:1-19
El rey Asa y sus altibajos (2 Crónicas 15:1-19)
Una gran nube de polvo se levantaba en el desierto. La comitiva real viaja por uno de los serpenteantes caminos de Judá. La carroza va rodeada por aguerridos jinetes. Inesperadamente un hombre aparece en el camino. El mismo tiene el atavío de un profeta. El regio séquito se detiene.
— ¿Qué pasa? — Inquiere el rey a uno de sus ayudantes que cabalga al lado del espléndido carro.
— Hay un individuo que dice ser un profeta y quiere darle a usted un mensaje de parte de Dios — responde el ayudante.
— Que se acerque — ordena el soberano.
El enviado de Dios se aproxima. Es un hombre de mediana edad. Aunque nunca ha hablado con el rey, no le es desconocido. Con voz potente y clara dice: "Oídme, Asa y todo Judá y Benjamín: el Señor estará con vosotros cuando vosotros estéis con él. Si le buscáis, él se dejará hallar; pero si le abandonáis, él os abandonará. Por mucho tiempo ha estado Israel sin el Dios verdadero, sin sacerdote que les enseñase, y sin ley" (2 Cr 15:2-3).
El Rey escucha con atención y respeto. Después de otras breves palabras el profeta finaliza: "Pero vosotros, esforzaos; no desfallezcan vuestras manos, porque vuestra obra tiene recompensa" (2 Cr 15:7).
El Rey ha oído todo el mensaje. El profeta saluda con sencillez y se retira.
Asa comienza una reforma. Si bien antes había limpiado la tierra Judá de muchos ídolos, todavía faltaba mucho por hacer. "Cuando Asa oyó estas palabras... tomó ánimo y quitó los ídolos abominables de toda la tierra de Judá y de Benjamín... También reparó el altar del Señor, que estaba delante del pórtico de la casa del Señor" (2 Cr 15:8). "Luego hicieron un pacto prometiendo que buscarían al Señor, Dios de sus padres, con todo su corazón y con toda su alma" (2 Cr 15:12). Durante esta festividad en Judá el pueblo entusiasmado promete obediencia: "Juraron al Señor en voz alta y con júbilo, al son de trompeta y de cornetas" (2 Cr 15:14).
Esta celebración, y la reciente victoria militar contra los etíopes, representan las cumbres más altas de la vida pública de Asa. "Todos los de Judá se alegraron por dicho juramento, porque juraron con todo su corazón. Así buscaron al Señor con toda su voluntad, y él se dejó hallar por ellos. Y el Señor les dio reposo por todas partes" (2 Cr 15:15).
Han transcurrido 21 años desde esta fiesta de consagración al Señor. Durante ese tiempo el reino lindante de Israel se ha fortalecido bajo la administración del impío rey Baasa.
Asa, el rey de Judá, en forma paulatina se ha ido "enfriando" espiritualmente y su poderío militar también ha menguado en forma progresiva. Aquel avivamiento que había ocurrido 20 años antes ha quedado archivado en las salas oscuras del gran museo de los recuerdos.
El rey Asa convoca al estado mayor del ejército y a todas las autoridades civiles y religiosas. Los cortesanos y militares llegan vistiendo su ropajes para las grandes ocasiones. El amplio salón del palacio está repleto cuando se anuncia la llegad del rey, quien entra con gran pompa.
— Señores — dice el monarca —, estamos atravesando por una crítica y gravísima situación. Nuestro enemigo, el rey Baasa de Israel, ha venido con un ejército enorme y está reedificando la ciudad de Ramá para después atacar Jerusalén. En este preciso momento el bloqueo no es total, pero no sabemos cuánto tiempo tenemos antes de que estemos totalmente cercados (2 Cr 16:1). Quisiera saber qué opinan los generales acerca de esto.
Toman la palabra muchos de los mismos generales que se levantaron hace más de veinte años atrás cuando Zéraj los invadió con su ejército de un millón de hombres.
La mayoría de ellos demostraba ahora que no en balde el tiempo había transcurrido. Casi todos tenían canas o calvicie. Sus cuerpos esbeltos de militares habían adquirido el aspecto redondeado que el bienestar, la falta de ejercicio regular y las muchas fiestas pueden traer a los hombres.
Se levanta uno de ellos para expresar un largo discurso:
— Majestad, es verdad que el enemigo tiene un ejército mucho mayor y que tienen abundantes provisiones. Nosotros ya estamos experimentando una disminución de nuestros abastecimientos. Si seguimos así vamos a quedamos sin agua que beber y comida para alimentarnos. Propongo que hagamos una salida y ataquemos con todas nuestras fuerzas al enemigo. Buscaremos la bendición de Dios. Sabemos que esto va a traer muchas pérdidas, pero aun así debemos intentarlo. Sólo les pido que recuerden que si no salimos exitosos de esto el reino de Judá estará perdido. Vuestra excelencia sabe muy bien que Baasa y sus generales son muy crueles con sus enemigos.
El rostro del rey Asa se toma súbitamente descolorido y demacrado. Varios jerarcas militares se levantan para decir más o menos algunas variantes de la proposición original. Por último, un general de mediana edad se levanta y dice:
— Alteza, atacar a Baasa en su actual estado de fuerza y con todas sus defensas bien preparadas es algo imposible. Yo creo que la única solución es atacarlo simultáneamente por la vanguardia, la retaguardia y los flancos.
Una sonrisa burlona se asoma en los rostros de los otros oficiales. Uno de ellos señala:
— General, su idea me parece brillante. Pero... ¿cómo va a hacer usted para atacar simultáneamente por la vanguardia, la retaguardia y los flancos, si apenas podemos salir de la ciudad?
— Muy fácil — responde el militar —, tenemos que pedir ayuda extranjera. Yo sé que el rey Benhadad de Siria estará muy dispuesto a ayudamos.
— ¿Cree usted que Benhadad hará esto por "amor al arte"?
— Por supuesto que no. Pero todos los hombres "tienen un precio". Si le pagamos lo suficiente, él lo hará.
— Pero, ¿con qué vamos a pagarle? Los tesoros reales están casi agotados — protesta el rey.
Otro oficial de alto rango se levanta y propone:
— Majestad, usted sabe muy bien que hay momentos en la vida en que hay que tomar decisiones muy difíciles. Si no tenemos la ayuda extranjera, Baasa vendrá y nos quitará todo lo que tenemos. Yo prefiero que le demos todo lo que poseemos a Benhadad para que podamos mantener nuestra soberanía como nación.
Se escucha un murmullo de aprobación y el rey nuevamente empalidece. Su rostro, que normalmente es redondo y rubicundo, se torna blancuzco. Logra ponerse de pie con dificultad. Ya no es más aquel hombre sonriente que confía en el Señor, y que veinte años atrás había hecho esa plegaria hermosa antes de atacar al enemigo.
— Nuestra única alternativa es utilizar nuestros últimos recursos.
— ¿Cuáles son? — preguntan varias personas al unísono.
Con voz grave y temblorosa el rey dice:
— Yo estoy dispuesto a dar mis tesoros personales, pero como no es suficiente también vamos a tener que enviar los tesoros del templo.
El sumo sacerdote se levanta rápidamente. Su rostro está descolorido y desencajado. Con voz temblorosa y casi sollozando dice:
— Majestad. ¿Habrá algo que podamos hacer para evitar que se usen los tesoros del templo? ¡No son nuestros, le pertenecen al Señor!
El rey con voz abatida responde:
— No, no podemos hacer nada para evitarlo. Nuestro embajador nos dice que el rey de Siria requiere todo lo que poseemos. No tenemos otra opción que usar el oro y la plata del templo.
La historia bíblica y nosotros
Hay una falsa filosofa que trata de "utilizar" a Dios para nuestro provecho. Este sistema de pensamiento dice: "nosotros podemos hacer todo lo que queremos; si nos arrepentimos Dios nos va a perdonar y todo va a estar bien". Esta falsa filosofía parte del principio verdadero de que Dios perdona al que se arrepiente de verdad. Luego, sin embargo, manipula, estrecha y desfigura este principio a tal punto que llega a una conclusión errónea. Plantea entonces que se puede hacer lo que uno quiere; es decir, aun pecar en forma reiterada con la "tranquilidad" de que Dios va a perdonar. Es muy probable que esta actitud estuviera guiando en aquel momento a muchos en Judá. El profeta Azarías les dice claramente: "Si le abandonáis, él os abandonará" (2 Cr 15:2) (2 Ti 2:13).
Las palabras del profeta "por mucho tiempo ha estado Israel sin el Dios verdadero, sin sacerdote que les enseñase, y sin ley" (2 Cr 15:3), nos hablan de un período muy oscuro. El apóstol Pablo muchos años después se expresa con cierta similitud al decir: "Estabais sin Cristo, apartados... ajenos a los pactos... sin esperanza y sin Dios en el mundo" (Ef 2:12).
Si bien Asa había hecho una limpieza importante de los ídolos y otros tipos de contaminación idólatra, todavía quedaba mucho por hacer. Un lavado superficial y parcial de las cosas que abomina el Señor no es suficiente. Pablo expresa el mismo pensamiento al decir: "Limpiémonos de toda impureza de cuerpo y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios" (2 Co 7:1).
A veces nos preguntamos cuán efectivo es el ministerio y la predicación de la Palabra. En este caso vemos claramente que hay un resultado positivo evidente. La aparición del profeta Azarías con un mensaje del Señor inmediatamente después del triunfo contra el ejército de Zéraj es interesante.
Hay un encadenamiento de los eventos que vale la pena recalcar:
1) Ante la crisis de la invasión de Zéraj el etíope, el rey Asa ora.
2) Dios responde y les da una resonante victoria.
3) El Señor envía un mensaje que básicamente dice: "tenéis que buscarme y obedecerme".
4) Asa responde y continúa la limpieza de la tierra de los ídolos abominables.
5) En el año 15 de su reinado, Asa hace una gran celebración y el pueblo jura fidelidad a Dios.
Notas al margen
El poder militar y político de los generales del ejército se entrevé en los nombres mencionados con sus respectivos ejércitos (2 Cr 17:14-18). En este caso cualquiera de ellos contaba con más de cien mil soldados.
La ciudad de Ramá estaba a ocho kilómetros de Jerusalén.
En el año 15 del reinado de Asa durante la celebración religiosa se ofrecen en sacrifico 700 vacas y 7.000 ovejas.
El líder que hay en mí
Las "alianzas" con personas o grupos de convicciones muy distintas y aun contrarias con el fin de "obtener más fuerza y ser más efectivo" son definitivamente peligrosas. ¿Andarán dos juntos, a menos que se pongan de acuerdo? (Am 3:3). El líder tiene que poder reconocer las asociaciones que no convienen por ser contrarias a la sana doctrina (2 Jn 1:9-10) y evitarlas a todo costo.
La frase: "Haya alianza entre tú y yo" (2 Cr 16:3) es trágica. Lamentablemente, años después su propio hijo — el buen rey Josafat — va a repetir el mismo error al hacer una coalición militar con el rey Acab, y como resultado de ello casi muere en el campo de batalla (2 Cr 18:3,31,32). Nehemías, por el contrario, rechazó la falsa invitación de sus enemigos para "dialogar" (Neh 6:3). Asa, como líder, tiene que decidir si va a buscar la ayuda del "Invisible" (He 11:27) o si va a usar la "colaboración" del gran ejército sirio que comanda Benhadad.
El Dios de Judá, que hacía veinte años estaba tan cerca para ayudarlo, ahora parece que está muy lejos.
¡Qué fácil es hacer promesas cuando las trompetas y las cornetas hacen vibrar los corazones! (2 Cr 15:14). Pero después de veinte años parece que el rey Asa olvidó el principio de que: "El Señor estará con vosotros cuando vosotros estéis con él" (2 Cr 15:2).
Hoy, igual que en el tiempo de Asa, el líder debe depender de Dios y de las armas espirituales que tiene a su disposición. Las alianzas con estrategias, grupos o fuerzas que no son de Dios, traerán tarde o temprano consecuencias negativas.
Temas para el estudio en grupo
La importancia de la obediencia a Dios y a su Palabra.
Las bendiciones que siguen a la obediencia a Dios.
Qué tipo de alianzas son peligrosas para el avance del evangelio.
Buscar al Señor en todo provee reposo y tranquilidad a la persona y a su familia (2 Cr 15:15).
Idolos que debemos sacar de nuestras vidas y de nuestros hogares.
El papel que juega la oración y la obediencia al Señor en la vida del creyente.
Mecanismos que la iglesia debe practicar para evitar que los dineros dedicados a la obra del Señor se usen incorrectamente.
Preguntas para reflexionar
1. ¿Cuál es el mensaje del profeta Azarías al rey Asa? (2 Cr 15:1-7).
2. ¿De dónde obtuvo Asa la plata y el oro para asegurar la ayuda militar que Benhadad, el rey de Siria, le ofreció? (1 R 15:18).
3. ¿Puede utilizarse el dinero dedicado a la obra del Señor con otros fines no relacionados con el ministerio? Explique su respuesta.
4. ¿Cuál es el peligro de las "alianzas desiguales"? (Am 3:3).
5. ¿De qué manera el ánimo que el profeta Azarías da al rey Asa (2 Cr 15:7) se asemeja al ánimo que el apóstol Pablo nos da? (1 Co 15:58).
6. ¿De qué manera hay "creyentes" que utilizan a Dios para su provecho?
7. ¿Cuáles son las evidencias que nos permiten saber si hay creyentes que siguen a Dios por convicción o por conveniencia.
Comentarios
Claudia Montoya (Colombia) (24/05/2024)
Estudiando el mensaje para enseñar el domingo, me dió el capítulo 15 de segundo libro de crónicas, busque un aporte y me encontré con esta maravillosa narrativa que ha hecho más fascinante mi bosquejo.
Gracias por dejarse usar por el Señor Jesucristo y su Espíritu Santo.
Grace Porras Contreras (Costa Rica) (13/02/2022)
Bendiciones
Los descubrí por casualidad en el estudio de Eliseo.
Ya leí el de Apocalipsis, Los Milagros de Jesús y voy por la mitad de éste.
Son una verdadera bendición.
Le doy gracias a Jesucristo por su sabiduría y amor por las almas
Dios los recompense, guarde y respalde para que sigan adelante.
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