Estudio bíblico de 1 Pedro 5:1-14
1 Pedro 5:1-14
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por la primera epístola del Apóstol Pedro y llegamos al capítulo 5, que desarrollará el tema
El sufrimiento y la segunda venida de Cristo
En este capítulo final de 1 Pedro, encontramos estos dos temas del título de nuestra sección. ¿Cuál es la relación entre nuestro sufrimiento y la segunda venida de Cristo? Para cada uno de nosotros la vida cristiana comenzó con el sufrimiento del Señor Jesucristo en la cruz, en la cual El pagó el castigo por nuestros pecados. Pero hay también un sufrimiento del hijo de Dios en la actualidad, porque Dios usa el sufrimiento en nuestras vidas para refinarnos y hacer de nosotros la clase de cristianos que El quiere que seamos, y que El pueda utilizar. Hemos dividido este capítulo en dos secciones: entre los versículos 1 y 4 el apóstol Pedro nos enseñó que el sufrimiento produce servicio y esperanza; y entre los versículos 5 y 14 resaltó que el sufrimiento produce humildad y paciencia.
Por lo tanto, tenemos el sufrimiento de Cristo en el pasado y el presente sufrimiento de los creyentes y después, la segunda venida de Cristo. Se nos dice con frecuencia que necesitamos tener un plan de vida. Todo creyente debería incluir en su plan y programa para el futuro, la perspectiva de la segunda venida de Cristo. ¿Es la segunda venida ---cuando El venga a recogerle a usted de este mundo y después regrese también con usted para reinar sobre la tierra--- es esa segunda venida parte de su programa de vida? ¿O es este tema un elemento etéreo o efímero que está suspendido en algún lugar del espacio como un fuego fatuo, y que verdaderamente no tiene un significado en su vida? Su segunda venida no es simplemente una doctrina, sino una realidad que tiene que estar integrada en nuestras vidas. No hay nada que le anime en tiempos de problemas y de sufrimiento como esta verdad, no solo como un conocimiento y una creencia, sino como la realidad misma de la segunda venida de Cristo. Algún día le veremos a Él y llegaremos ante Su presencia. Y esa será una bendición indescriptible. Por todo ello, el apóstol Pedro nos dijo que nuestros sufrimientos actuales están relacionados con esta verdad.
Leamos ahora el versículo 1 de este quinto capítulo de 1 Pedro, que comienza un párrafo que hemos titulado
El sufrimiento produce servicio y esperanza
"Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo, anciano también con ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada"
El apóstol Pedro comenzó afirmando su posición. Sin embargo, en ese momento ni siquiera se llamó a sí mismo un apóstol. Estaba hablando del hecho de que él era un anciano, al decir yo, anciano también con ellos. Eso quiere decir que había otros que eran ancianos. La palabra griega utilizada aquí para referirse a los ancianos fue "presbíteros", palabra que, a veces, se usaba hablando de una persona mayor o de una edad avanzada. La palabra griega traducida "obispo" es "episkopos" y ésta se refiere al cargo o posición de un hombre, y no a la persona en sí. Se trata entonces del cargo espiritual de pastorear; es la misma palabra utilizada para "pastor". Esto fue todo lo que Simón Pedro siempre afirmó ser ---al llamarse a sí mismo un anciano entre otros colegas. Nunca reclamó una posición superior a la de sus hermanos, sino que los exhortó como un anciano más entre ellos.
Él afirmó ser un testigo de los sufrimientos de Cristo. Y así, como testigo, se encontraba en una posición única.
Y él también dijo: Soy también participante de la gloria que será revelada. En el pasado, el apóstol Pedro vio esa gloria. En su segunda epístola Pedro identificó esa visión con su experiencia en el monte de la transfiguración. Pedro le vería morir más tarde en el Monte Calvario, habiéndole visto antes transfigurarse allá en el monte de la transfiguración. Aquel monte se encontraba probablemente en el norte y siempre hemos creído que se trataba del Monte Hermón, aunque la situación geográfica no es importante. Lo verdaderamente importante fue lo que sucedió en aquel lugar y Pedro dijo que había sido testigo de aquel evento. Sin embargo, hay una gloria que vendrá, que sería mayor que aquella gloria que él había contemplado y a la cual el apóstol se refirió al escribir la gloria que será revelada. En base a esto, dijo entonces el Apóstol Pedro en el versículo 2 de este capítulo 5 de su primera epístola:
"Apacentad el rebaño de Dios que está entre vosotros, cuidando de él, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto"
Pedro estaba enfatizando el hecho de que un anciano, ocupando el cargo de un obispo había de ser el pastor de la congregación. (Hay que aclarar que de los ancianos nunca se hablaba en singular, porque nunca tenía que haber uno único en una congregación). El pastoreo, o la obra pastoral, sugieren provisión espiritual, protección, supervisión y disciplina, instrucción y dirección. El ministerio o servicio de un anciano ha de ser llevado a cabo de una forma positiva, aunque Pedro también expresó una instrucción negativa, una advertencia.
En primer lugar, Pedro dijo que los ancianos tenían que servir impulsados por motivos correctos, con un espíritu apropiado, no sintiéndose obligados a hacerlo sino por el hecho de que ellos habían escogido libremente hacerlo así. Observemos que el apóstol dijo: Apacentad el rebaño de Dios que está entre vosotros, cuidando de él, no por fuerza, sino voluntariamente. Es decir, de manera voluntario, no por obligación. Dios no quiere que alguien asuma un cargo en la iglesia lamentando el peso de la responsabilidad, como si fuera una víctima, con un espíritu de resignación, pensando que no tiene más remedio que hacerlo porque nadie más quiere asumir tal posición. Con esa actitud, es mejor no hacerlo, porque esa no es una motivación para servir al Señor. No tiene ningún valor servirle si alguien estuviera llevando a cabo ese ministerio bajo la presión de la obligación.
Luego advirtió el apóstol: no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto. Otra versión traduce no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo. Pedro dejó bien en claro que tenía no solo tenía que haber una razón correcta ---es decir, el espíritu adecuado del que ha elegido servir libremente--- sino también una motivación correcta para dicho servicio espiritual, que no debía realizarse con la intención de obtener ganancias materiales, sino por el puro placer de hacerlo. Un anciano debía encontrar satisfacción en la tarea misma, antes que por el beneficio que pudiera obtener de ella.
Algunas veces, cuando uno se encuentra demorado en un atasco de tráfico, puede observar a las personas que van al trabajo y puede percibir en sus rostros que la gran mayoría va de mala gana, con un rostro serio y tenso; muy pocos parecer reflejar la alegría de su estado de ánimo. Muchas personas hoy están realizando tareas que en realidad no les agradan en absoluto y un trabajo al que detestan. Pero es hermoso, estimado oyente, el trabajar en la obra del Señor, en la que uno está llevando a cabo una tarea porque le agrada, y porque realmente desea realizarla. Esta es la actitud que nos ha hecho disfrutar en la labor de difundir y exponer la Palabra de Dios. Por todo ello, Simón Pedro dijo que debe haber la correcta motivación para poder realizar el servicio cristiano. Continuemos leyendo el versículo 3 de este quinto capítulo de 1 Pedro:
"No como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos del rebaño."
En otras palabras, un anciano debería ejercer su ministerio en la manera correcta, no mandando sino guiando, no dominando sino dando un buen ejemplo. Es, por lo tanto, una tarea en la que uno tiene que ser un ejemplo de la congregación. No creemos que un predicador pueda ir al púlpito y apremiar a la gente para que haga algo que él mismo realmente no está llevando a la práctica. Tampoco podemos pedirle a la gente que colabore económicamente con cualquier causa en la cual nosotros mismos no estemos participando. No tenemos derecho a requerir de los demás aquello que ni aun nosotros mismos estamos haciendo. Después, el apóstol Pedro continuó diciendo en el versículo 4:
"Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria."
El ministerio de un anciano debería llevarse a cabo con la conciencia plena de que él sirve al Príncipe de los pastores, ante quien es responsable y quien también recompensará su servicio con recompensas eternas. Que nadie crea que está trabajando sin que vaya a recibir nada. Usted tiene que trabajar para él sabiendo que, aunque no reciba recompensa aquí en la tierra, la recibirá de su Señor algún día. Esa es la actitud en la cual tenemos que servirle.
Ahora, aquí la promesa fue recibiréis la corono incorruptible de gloria. En la Biblia se mencionan varias coronas, incluyendo la corona de la vida y la corona de justicia. Pero, ¿qué será la corona de gloria? Creemos que significa que algún día participaremos de la gloria de Cristo.
Hemos encontrado unas 12 palabras diferentes en la Biblia que se traducen por la palabra "gloria". Esta palabra se usa con frecuencia en la actualidad. ¿Qué entiende usted cuando escucha la palabra "gloria"? ¿Cuán grande es la gloria? ¿Qué forma tiene? ¿De qué color es? ¿Qué es realmente la gloria? Nos parece que un cristiano término medio solo tendría una remota idea del significa de esta palabra "gloria."
Bueno, podríamos decir que la gloria tiene forma y tamaño. Escuchemos las palabras del Salmo 19, versículo 1: Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de Sus manos. Los científicos han determinado que el tamaño del universo es asombroso y, sin embargo, creemos que en sus cálculos ni siquiera han traspasado el umbral del universo de Dios ---que es inmenso.
¿Y qué diremos del color de la gloria? Contemplemos por la noche este vasto universo; miremos al cielo. En el otoño, las hojas de los árboles presentan un colorido especial y podemos ver esa gloria, que es la gloria de Dios. ¿Y qué diremos de las plantas y las flores? El hombre que cuida su jardín planta una pequeña semilla, y después de brotar una planta aparece una hermosa flor. Y aquí tenemos otro reflejo de la gloria de Dios. Es que la gloria también se expresa en esos colores inigualables de la naturaleza.
Así que es evidente que la gloria de Dios tiene una apariencia extraordinaria y algún día hemos de compartirla. Y Él la llamó una "corona de gloria."
En este pasaje el apóstol Pedro llamó a Jesús el "Príncipe de los pastores". Como Jesús mismo dijo en el Evangelio de Juan, el Buen Pastor da Su vida por las ovejas ---como también podemos ver en el Salmo 22. El "Gran" Pastor cuida Sus ovejas, como podemos ver en el Salmo 23. En el Salmo 24 El es el Príncipe de los Pastores que vendrá otra vez a la tierra. Algún día nuestro Príncipe de los Pastores va a aparecer e incluso tendrá consigo a Su rebaño, y nosotros integraremos ese rebaño. Esta hermosa verdad se convertirá en una extraordinaria realidad.
Leamos ahora los versículos 5 y 6, que inician un párrafo que hemos titulado
El sufrimiento produce humildad y paciencia
"Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad, porque Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo."
Aquí se comenzó con la frase que recomendó que los jóvenes se sometieran a los ancianos. En nuestro tiempo este orden parece haberse invertido porque se supone que los mayores deben someterse a los jóvenes. Ellos son los que ignoran en muchos aspectos a las autoridades establecidas o a la clase dirigente. Sin embargo, el joven cristiano tiene que ser consciente de la actitud que la Palabra de Dios requiere de él. Si un joven tiene un padre bueno y piadoso, tendrá que reconocer su sentido común y experiencia en todos los asuntos de la vida. Con el transcurso de los años muchos jóvenes descubren lo mucho que sus padres han aprendido en la escuela de la experiencia y de los golpes duros de las pruebas, las dificultades y el sufrimiento.
Aquí se recalcó que todos debían ser sumisos unos a otros, revestidos de humildad en su trato mutuo, sin que cada uno insista en que las cosas se hagan a siempre a su manera. Se dijo literalmente que debíamos armarnos de humildad.
Y también se expresó una advertencia. Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Pedro habló sobre la humildad y la gracia. Una persona orgullosa o soberbia no puede disfrutar de la gracia de Dios. Solo si nos acercamos a Él con humildad podemos conocer y experimentar la gracia de Dios.
Por ello este versículo 6 termina diciendo Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que El os exalte a su debido tiempo. A la luz de la venida de Cristo, la humildad debería ser la actitud normal del hijo de Dios. Cristo será el que establezca la justicia cuando venga. Ni usted ni yo podemos enderezar el mundo, aunque a veces creamos que podemos hacerlo. Continuemos leyendo el versículo 7 de este quinto capítulo de 1 Pedro.
"Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros."
El hecho de que El nos cuide, quiere decir que le importamos. Hablando de la ansiedad, recordemos que el Señor dijo Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Estimado oyente lleve la carga de sus pecados al Señor, y Él le salvará. Más tarde podrá acudir a Él y entonces El le ayudará a hacer frente a sus problemas. Echad vuestras cargas sobre Él, dijo el Apóstol Pablo en su epístola a los Filipenses, aconsejándoles que no se preocuparan ansiosamente por nada y que oraran por todo. Es decir, que presentaran todos sus asuntos ante el Señor en oración y dejaran allí esas cargas y preocupaciones, y que no las tomaran sobre sí otra vez. Dice el versículo 8 de este quinto capítulo:
"Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar."
La palabra griega para sobrios aquí es diferente a la palabra utilizada en esta carta, capítulo 4, versículo 7. En nuestro pasaje de hoy, esa palabra significa vigilar atentamente.
Y el motivo dado fue la presencia del diablo entre ellos con la evidente intención de atacar a los creyentes, a quienes se les dijo que debían resistir tales ataques. Aquí se reconoce que el diablo se mueve con libertad en el mundo actual. Escuchemos ahora lo que dice el versículo 9 de este quinto capítulo:
"Resistidlo firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo."
Se comenzó con la exhortación Resistidlo firmes en la fe. Aquí tenemos la figura de un ejército que permanece firme ante el enemigo. Nosotros debemos estar en esa actitud junto a otros creyentes, porque creemos que nadie puede resistir al diablo por sí mismo. Usted no solo necesita la armadura de Dios, sino que también necesita que otros creyentes estén a su lado. Es bueno informar a los demás cristianos cuando uno tiene dificultades, para que ellos puedan estar así a nuestro lado acompañándonos en oración. Y dice el versículo 10:
"Pero el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca."
Aquí se aclaró que la gloria eterna se expresó en Jesucristo. Nosotros no tenemos gloria en nosotros mismos. La Iglesia es en cierto sentido como la luna, que simplemente refleja la luz del sol. Nuestra gloria solo es una luz reflejada, que nosotros vamos a compartir en Cristo Jesús. En realidad, la palabra "Jesús" no se encuentra en los mejores manuscritos. Esta es la conocida expresión "en Cristo", que con frecuencia encontramos en el Nuevo Testamento.
Y finaliza el versículo diciendo después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione --- o sea, que os lleve a la madurez y perfección---, os afirme ---es decir, que os haga fuertes. El Señor Jesús le dijo a Simón Pedro en Lucas 22:32, que confirmara, que fortaleciera a sus hermanos. Y también añadió que os establezca ---es decir, que os restaure. Y continuó diciendo el versículo 11 de este quinto capítulo:
"A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén."
Esta frase constituyó una bendición. Y después el apóstol Pedro añadió una breve posdata que leemos a continuación en el versículo 12:
"Por conducto de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente, amonestándoos y testificando que esta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis."
El apóstol Pedro fue el autor, pero Silvano fue quien escribió la carta por El. Y dice el versículo 13:
"La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan."
Creemos que aquí Babilonia se refirió a la ciudad literal de Babilonia, aunque algunos creen que se trata de un nombre figurativo para referirse a Roma. Pero Pedro fue un hombre muy práctico como para usar un término figurativo.
Observemos la mención Marcos mi hijo. Este era Juan Marcos, el escritor del Evangelio de Marcos, que no fue el hijo natural de Pedro sino su hijo en la fe. Aunque en una ocasión no lo llevó consigo en un viaje misionero, aquel joven terminó haciendo bien las cosas. Y en el último versículo de esta epístola, el 14, dijo el apóstol Pedro:
"Saludaos unos a otros con un beso de amor. Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo. Amén."
Las varias referencias a un beso nos indican que era un gesto general de compañerismo y amor cristiano. Y así, el apóstol Pedro finalizó su carta animando a sus lectores, que vivían en medio de una persecución, que oraran por paz, que para los creyentes que estaban unidos a Cristo sería una provisión abundante.
Y así concluimos nuestro estudio de la primera carta del apóstol Pedro. En nuestro próximo programa, volveremos al Antiguo Testamento para comenzar nuestro estudio del libro del profeta Amós. Estimado oyente, le invitamos a acompañarnos en esta nueva etapa, al recorrer ese libro tan interesante del Antiguo Testamento.
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